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Nuevas intrigas del imperialismo estadounidense

Los objetivos son Venezuela y Cuba

Fuentes: El Militante

El 1º de Mayo Fidel Castro denunció a EEUU ante un millón de manifestantes en La Habana. El líder cubano también atacó a la Unión Europea como una mafia aliada de Washington y continuó criticando a algunos gobiernos latinoamericanos, concretamente a los de México y Perú. Castro acusó a los dos países de unirse al […]

El 1º de Mayo Fidel Castro denunció a EEUU ante un millón de manifestantes en La Habana. El líder cubano también atacó a la Unión Europea como una mafia aliada de Washington y continuó criticando a algunos gobiernos latinoamericanos, concretamente a los de México y Perú. Castro acusó a los dos países de unirse al rebaño de hipócritas que votaron a favor de la condena de Cuba en la reunión del mes pasado de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Según Fidel, México ahora es un simple peón de EEUU, su «prestigio e influencia conseguida en América Latina y el mundo… han quedado reducidos a cenizas».

Estos comentarios sólo dicen la verdad. Con el gobierno de Vicente Fox México se ha vuelto totalmente dependiente de Washington y un aliado fiel de su política exterior. Siguiendo los dictados de Washington, Fox se unió al ruidoso coro de condena a Cuba por la cuestión de los «derechos humanos». Las relaciones de México con Cuba se han vuelto bastante tensas desde la victoria electoral de Fox en 2000.

Estas condenas, coincidiendo con la revelación del abuso sistemático de los derechos humanos por parte de las fuerzas estadounidenses en Iraq, tienen poca influencia en la mayoría de la población de México, que simpatiza ampliamente con Cuba y es implacablemente hostil hacia el imperialismo estadounidense. Así, cuando Fox pidió la retirada del embajador mexicano de La Habana y ordenó a los diplomáticos cubanos que abandonasen el país, la respuesta de las masas no fue nada favorable. La crisis diplomática entre México y Cuba ha profundizado la crisis política en México y ha socavado aún más a Fox y su gobierno derechista del PAN.

En 2002 la desavenencia entre el gobierno Fox y Cuba se hizo pública cuando Castro abandonó la cumbre organizada por el presidente mexicano en Monterrey. Después, Castro publicó una cinta de audio que contenía una llamada telefónica donde su anfitrión le decía, sin dejar lugar a dudas, que debía irse anticipadamente para no poner en un aprieto a George Bush. La famosa conversación telefónica es universalmente conocida en México por la frase gráfica de Fox (y nada diplomática): «Comes y te vas».

Sin embargo, las tensiones entre México y Cuba son más complicadas que esto. Durante muchas semanas la vida política de México la ha protagonizado un escándalo en el que está implicado el alcalde de Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador, acusado de participar en un escándalo de corrupción. Las noticias del escándalo llenan cada día las columnas de los periódicos y las pantallas de televisión, y ahora es el centro de la política de este país.

El gobierno del PAN y sus amigos de los medios de comunicación acusan a los socios de López Obrador de recibir sobornos importantes de Carlos Ahumada, un empresario mexicano. Ahumada, un personaje bastante turbio, aparentemente él mismo grabó las imágenes de cuando entregaba estos sobornos a los funcionarios del PRD (el partido de centro izquierda al que pertenece López Obrador). Sin embargo, las acusaciones no han tenido mucho eco entre la población de México, que está acostumbrada a creer (y no sin razón) que todos los políticos mexicanos son corruptos y aceptan sobornos como algo habitual. Lo único singular de la cuestión es que afecta al PRD que es el partido de la oposición.

La respuesta no es difícil de comprender y la mayoría de los mexicanos la entiende muy bien. Claramente forma parte de una estrategia elaborada cuidadosamente por Fox para desacreditar al PRD y ennegrecer el nombre del popular alcalde de Ciudad de México. La razón es que la popularidad de Fox y del PAN está hundida. El viejo PRI que gobernó México durante muchas décadas está dividido y en crisis. Por lo tanto, es bastante posible que el PRD pudiera alcanzar el poder en las elecciones presidenciales de 2006.

Esto tiene implicaciones que van más allá de las fronteras de México. La perspectiva de un gobierno del PRD no sería muy bien recibida en Washington que está intentando eliminar a todos los gobiernos de América Latina y el Caribe que no obedecen ciegamente sus órdenes. La destitución de Arístide en Haití a través de la intervención militar directa del ejército estadounidense fue una prueba de esta política agresiva. Los intentos de derrocar a Hugo Chávez en Venezuela son otra evidencia. Y el aumento de la presión sobre Cuba es otra.

El infame Plan Colombia está calculado no sólo para aumentar el dominio de EEUU sobre Colombia, sino también sobre el conjunto de América Latina. Por último, el llamado Acuerdo de Libre Comercio para las Américas (ALCA) es un intento de conseguir el absoluto control de toda la riqueza natural, minerales y petróleo del continente, y conquistar el monopolio de este enorme mercado, libre de la competencia de los capitalistas europeos.

La caída del gobierno Fox sería un golpe serio para estos planes del imperialismo norteamericano. El PRD es visto como una amenaza para Washington. A pesar de todos los intentos de los dirigentes del PRD de adoptar una postura moderada y renunciar a una política radical, los imperialistas estadounidenses no confían en ellos. Temen a las masas que están detrás del PRD y en eso no están equivocados. Están aterrorizados ante la posibilidad de tener una nueva versión de Chávez al lado de sus fronteras. Entonces la mano de Washington está claramente detrás del reciente escándalo y también de los estridentes ataques al PRD.

Por razones que sólo él mismo conoce en febrero Ahumada huyó a Cuba inmediatamente después de que se destapara el escándalo de corrupción. Cuba se vio implicada en el explosivo escándalo político de México cuando la semana pasada le deportó a México. Antes de deportarle los funcionarios cubanos dijeron que Ahumada les había confesado que él formaba parte de una conspiración de la gente de Fox para derribar al alcalde.

El gobierno de México contraatacó acusando a dos funcionarios del Partido Comunista Cubano de espiar durante una reciente visita a México. Fox ordenó la retirada del embajador mexicano en La Habana y la expulsión de México de varios diplomáticos cubanos y miembros del Partido Comunista acusados de «actividades incompatibles con su estatus». Perú también anunció que retiraba su embajador de La Habana.

Este acto no tiene precedentes en las relaciones entre México y Cuba. Las relaciones diplomáticas entre los dos países aún existen aunque a un nivel mínimo. Hasta ahora las relaciones eran generalmente buenas. Se trata de una crisis diplomática sin precedentes.

El 6 de mayo el departamento de estado publicó un informe de quinientas páginas, se trata de un informe político de seis meses, con la idea de incrementar la presión norteamericana contra Cuba. Sus propuestas incluyen la restricción de las visitas de los cubano-norteamericanos y reducir a la mitad las remesas que envían a sus casas en Cuba; limitar el gasto de los estadounidenses que viajan legalmente a Cuba e incrementar el apoyo a los elementos anticastristas y emisiones propagandísticas destinadas a la isla.

El presidente Bush dijo que EEUU también gastaría 59 millones de dólares durante los próximos dos años en promover el objetivo de una «Cuba democrática» (léase capitalista), incluidos 18 millones de dólares, para contrarrestar las emisiones que llegan desde Cuba.

Este último intento de intimidación no tendrá éxito. Ha conseguido enfurecer al pueblo cubano que participó en una manifestación masiva por las calles de La Habana. Un millón de personas se manifestaron por el Malecón, el paseo marítimo de La Habana, para protestar. Llevaban carteles en los que se veía a George Bush con un bigote similar al de Hitler junto a una esvástica nazi, mientras que otros llevaban carteles con imágenes de soldados estadounidenses abusando de prisioneros iraquíes con la siguiente consigna: «Esto nunca ocurriría en Cuba».

Fidel Castro calificó la manifestación como «un acto de protesta indignada y una denuncia de las medidas brutales, despiadadas y crueles» anunciadas por Bush. El líder cubano denunció y ridiculizó al presidente estadounidense George Bush diciendo que era un líder elegido fraudulentamente intentando imponer una «tiranía mundial». Juró que Cuba nunca se convertiría en una neo-colonia de EEUU. Acusó a EEUU de llevar a cabo «guerras de conquista para ocupar los mercados y recursos del mundo» mientras que Cuba enviaba al extranjero a miles de médicos para salvar vidas. Insistió en que Bush no tenía «ninguna moralidad ni ningún derecho a hablar en nombre de la libertad, democracia y derechos humanos». (http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2004/ing/f140504i.html).

Las mentiras del gobierno Fox y las nuevas medidas del imperialismo estadounidense contra Cuba han servido para enfurecer a la opinión pública mexicana que está ya cansada de su política antiobrera de neoliberalismo, liberalización y empleos precarios. Miles de mexicanos se manifestaron espontáneamente esta semana ante la embajada cubana. Comprenden claramente que su gobierno está siendo vergonzosamente manipulado por el imperialismo estadounidense para incrementar su dominio de América Latina, silenciar todas las críticas y derrocar a aquellos gobiernos que se niegan a ponerse de rodillas ante George W. Bush.

El último intento de presionar y aislar a Cuba en parte está dictado por consideraciones electorales. El poder de George Bush se debilita más según pasan los días. Necesita asegurar Florida para las elecciones presidenciales. Esto significa adoptar medidas que complazcan a la mafia cubana de Miami y a otros grupos de derecha. Varios miembros destacados de la mafia cubano-norteamericana tienen altos cargos en la administración Bush (aunque uno, Otto Reich, renunció esta semana a su cargo como enviado especial para América Latina).

Esta miserable banda de mafiosos, ladrones, narcotraficantes, asesinos y chulos enmascarados como respetables hombres de negocios y «demócratas» están esperando en los márgenes para regresar a Cuba donde esperan reanudar sus sucias actividades bajo la protección del gobierno de Washington, como en los «viejos y buenos días» antes de la revolución cubana. Como una póliza de seguro para su futura llegada ingresan millones en las arcas del partido republicano. Naturalmente esperan algún tipo de recompensa por su inversión y su buen amigo de la Casa Blanca les ha complacido.

Las recientes intrigas están dictadas por consideraciones que van más allá de simples tácticas electorales. Después de la caída de la URSS, el imperialismo norteamericano ha conseguido un virtual monopolio del poder en el mundo. Un poder colosal que va acompañado de una inmensa arrogancia. Ebrios de poder, los círculos más reaccionarios de la clase dirigente norteamericana están decididos a imponer el poder estadounidense en todo el mundo.

Este hecho se expresa claramente en la política de George Bush y la fracción neoconservadora que hasta hace poco controlaba sus acciones. A pesar de la derrota que tiene ante sí en Iraq, la camarilla derechista que ha tomado el control de la Casa Blanca ya está preparando nuevas aventuras y explosiones. Al ala más derechista de la administración Bush y a sus amigos en el Pentágono probablemente les gustaría preparar el terreno para una invasión que garantice un «cambio de régimen» en La Habana. No han aprendido nada de Iraq y probablemente calculan que con la atención del mundo puesta en Oriente Medio, un par de aventuras en América Latina pasarán desapercibidas.

Estas personas realmente están desequilibradas. Estarían dispuestas a todo pero ya no tienen la misma influencia que tenían antes de la debacle en Iraq. El ala neoconservadora está perdiendo terreno. La guerra en Iraq que planificaron e impulsaron es una debacle infinita y total para EEUU. Las revelaciones de la brutalidad y la tortura han acabado completamente con la última excusa que quedaba para la invasión. Rumsfeld intenta salvar su vida política. Probablemente los neoconservadores conseguirán un chivo expiatorio para los desastrosos errores de cálculo de George Bush en Iraq.

¿Eso significa que se deban descartar nuevas aventuras del imperialismo estadounidense en América Latina? En absoluto. Lo verdaderamente importante de la política del imperialismo norteamericano no se decide teniendo en cuenta quién ocupa la Casa Blanca, sino por los intereses de los imperialistas y las grandes empresas estadounidenses que ellos defienden. América Latina es el patio trasero del imperialismo norteamericano. Washington no puede permitir que Cuba y Venezuela vivan tranquilamente porque representan puntos de referencia para millones de pobres, parados y campesinos sin tierra de toda América Latina.

La victoria demócrata en las elecciones presidenciales no necesariamente significa un cambio fundamental, como imaginan algunos ilusos. Las declaraciones de Kerry sobre Venezuela son incluso más reaccionarias que las de Bush. Su intento de incluir al republicano John McCain como candidato a la vicepresidencia ha demostrado cual es su verdadera agenda política. No hay diferencias fundamentales entre él y los republicanos. Nada nuevo se puede esperar de esta parte.

La única forma de desenmascarar y derrotar los planes reaccionarios y agresivos del imperialismo norteamericano es movilizando al poderoso movimiento obrero mundial. Hay que fortalecer el movimiento contra el imperialismo y el capitalismo. Hay que organizar protestas. Hay que presionar. Se deben aprender las lecciones. Debemos lanzar un grito universal que pueda escucharse en todas partes.

¡Las manos fuera de Cuba!
¡Las manos fuera de Venezuela!
¡Abajo con el imperialismo!

Ciudad de México, 21 de mayo de 2004