Un mal endémico de nuestro sistema universitario, y quizás una expresión de nuestros valores culturales, es la anuencia e incluso la simpatía hacia aquellos que copian en los exámenes, plagian trabajos y, en definitiva, defraudan las normas de rectitud que deben regir la enseñanza, con objeto de que los sistemas evaluativos y las recompensas puedan […]
Un mal endémico de nuestro sistema universitario, y quizás una expresión de nuestros valores culturales, es la anuencia e incluso la simpatía hacia aquellos que copian en los exámenes, plagian trabajos y, en definitiva, defraudan las normas de rectitud que deben regir la enseñanza, con objeto de que los sistemas evaluativos y las recompensas puedan funcionar y servir para los propósitos para las que están diseñados. Todo aquel que ha pasado por las aulas universitarias conoce múltiples casos de «fraude», siendo la principal modalidad del mismo copiar en los exámenes o copiar trabajos y hasta existen películas en las que nos muestran ejemplos de modalidades de copia, en la que los «timadores» son presentados como simpáticos gamberretes que no hacen mal a nadie.
Hasta ahora existía también la presunción de que quienes copiaban eran los alumnos y que sus profesores, entre otras cosas, les transmitían directrices éticas, que en el plano que nos ocupa, significa que no deberían copiar en los exámenes o plagiar trabajos de otros. A tenor del caso que nos ocupa esto parece algo del pasado, ya que hasta las más altas instancias universitarias «presuntamente» también copian, también plagian.
La Conferencia de Rectores de las universidades españolas (CRUE) tiene «colgado» en su página web un informe titulado «Acceso universal de las universidades a las redes informáticas: portatiles y redes inalámbricas (Proyecto UNI-WI-FI)», aparentemente elaborado por el Grupo de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas, grupo presidido por el Rector de la Universidad de Santiago de Compostela, Senén Barro Ameneiro. Según consta en dicho documento, el primer borrador del mismo se presentó en la reunión de dicho grupo el 28 de Noviembre de 2003. Además del rector de la Universidad de Santiago, forman parte del grupo de trabajo los vicerrectores de las universidades de Almería, Valencia, Politécnica de Catalunya, Politécnica de Valencia y Universidad Oberta de Catalunya, además de los directores de informática y tecnología de las universidades de Santiago de Compostela, Politécnica de Madrid y el jefe del gabinete Técnico del Rectorado de la Universidad Jaime I. En dicho documento se plantea como objetivo «facilitar a la comunidad universitaria española, mediante redes y equipos inalámbricos, el acceso a los servicios y contenidos de Internet y de las intranet universitarias, de una manera deslocalizada, flexible y ubicua» y presupuestan el coste del proyecto en 228 millones de euros.
Es sabido que los profesores, a veces, son capaces de detectar a algunos sospechosos de copiar y, también a veces, los detectan con las «manos en la masa». Este «presuntamente» es el caso de la CRUE. En la página web http://firgoa.usc.es puede obtenerse un segundo documento titulado «Acceso universal dos estudiantes ás redes informáticas: portatiles y redes inalámbricas», elaborado el 2 de Noviembre de 2001 por los profesores titulares de psicología evolutiva Alfonso García Tobío y Juan Carlos Pardo Pérez (utilizando el buscador de firgoa pueden obtenerse los dos documentos). Haciendo una comparación entre ambos documentos puede observarse que, ya desde el título, los integrantes del citado grupo de trabajo de la CRUE han «presuntamente» copiado literalmente las partes más importantes del documento de los profesores García Tobío y Pardo Pérez, llegando incluso a copiar figuras, esquemas y fotografías, algunas de las cuáles eran válidas en el año 2001 pero no en el 2003-2004. El trabajo de los profesores García Tobio y Pardo Pérez está escrito en gallego y el grupo de trabajo lo ha traducido al castellano, pero aún así han dejado rastro. Por ejemplo, en la página 12 del documento de la CRUE reproducen una figura-esquema de la página 14 del documento de García Tobío y Pardo Pérez en la que se les desliza la palabra gallega «arquivos» para referirse a «archivos».
Este hecho que denunciamos podría ser visto, desde la perspectiva de los valores culturales, tan solo como una «travesura infantil» si no hubiera sido cometida por los dirigentes de la CRUE, aquellos que tienen el deber y la obligación de ser más honestos y regir con «rectitud» los destinos de las universidades españolas. Por extensión surgen algunas preguntas que deberían ser respondidas con inmediatez: ¿Cuánto le ha costado a la CRUE el mencionado documento?, ¿Cómo va a compensar la CRUE a los profesores García Tobio y Pardo Pérez?, ¿Es que la CRUE no tiene mecanismos para elaborar documentos y proyectos sin que supongan un deterioro incalculable de su imagen pública y, por extensión, del conjunto de las universidades españolas?, ¿Cómo se puede presupuestar tal cantidad de dinero (228 millones de euros) sin haber sido capaz de elaborar personalmente el proyecto?, ¿Se puede poner en manos de estas personas la dirección de un proyecto de esta envergadura?, ¿Se puede poner en manos de estas personas la dirección de las universidades españolas? y por último ¿Cuántas más «presuntas copias» se han y se están realizando en la CRUE?. La credibilidad de la CRUE está en entredicho.