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Los sabios de Sión y los chuletas de Moody’s

Fuentes: Agenda de Prensa

Casimiro García Abadillo es un veterano periodista al que supongo tan solo medio loco porque, en el MUNDO de Pedro Jota y en la ONDA CERO de Lara, sigue defendiendo, desde hace años, la tesis de la conspiración ETA-Zapatero 11-M. A Abadillo le gusta mucho hablar de todo en las tertulias de la radio de […]

Casimiro García Abadillo es un veterano periodista al que supongo tan solo medio loco porque, en el MUNDO de Pedro Jota y en la ONDA CERO de Lara, sigue defendiendo, desde hace años, la tesis de la conspiración ETA-Zapatero 11-M. A Abadillo le gusta mucho hablar de todo en las tertulias de la radio de centro-derecha. Esta mañana le he escuchado con atención creyendo que era un experto en terremotos japoneses y en las cédulas hipotecarias basura de la Bancaja que controla el amigo Camps. Sus extensos argumentos me han vencido y convencido. El lunes, después de pasar sábado y domingo, Abadillo seguro que podrá saber mucho de las entretelas de lo habido el domingo para explicar a sus oyentes como deben entender lo que sea que haya sucedido. Escucho siempre a Abadillo porque me es un guía en mi oscuridad, sobre todo cuando le escucho explicarme tan bien sobre lo que pasa con el Moody´s y el Bono del Reino de España.

El tertuliano-tipo no nace, se hace. El trabajo de un tertuliano es ímprobo y merece nuestro aplauso y una subida de salario y una mayor popularidad entre los suyos. Un tertuliano debe saber ser tan ubicuo y evanescente como para poder defender una tesis y la contraria según trate la ideología del medio que le paga. Y eso es así porque el tertuliano-tipo es un ególatra envidioso de nuestra ignorancia ya que su escalada económico-social le obliga continuamente a seguir hablando, con rapidez y seguridad, de cualquier cosa que conozca o desconozca. En realidad envidio a Abadillo y a cualquiera de sus competidores por la forma tan extraordinaria con que se ganan tan bien la vida. Ojalá yo supiera hacer lo que hace él con los terremotos japoneses.

Pero bueno, todos los tertulianos que hoy han cogido un micrófono prestado por los propietarios del medio han querido explicar a su claqué qué cosa buena es la mala noticia que ayer dio Moody´s a la ministra Salgado y al Gobernador del Banco de España y al Presidente del BBVA. Las empresas de rating son multinacionales de capital privado que, haciendo doble juego, califican las emisiones de bonos que hacen las empresas y los Gobiernos a la vez que evalúan el riego de impago de las mismas para los acreedores. Es decir, cobran de las dos partes aunque en distintos momentos. Y para calificar la probabilidad de impago utilizan la información que pueden encontrar, ya sea pública o seudo secreta, conseguida de las auditorías o de los balances oficiales, de los datos comprados a los espías o a los vengadores .De cuentas filtradas por los competidores, por venganzas se los acreedores o de los trabajadores agredidos por despidos o por la paradas de carrera profesional. Ya saben que las fotocopiadoras ayudan mucho a conseguir venganzas.

Muchas otras veces, las calificadoras trabajan con datos estimados o supuestos… o inventados.

De todo ello hay miles de ejemplos desde que, en 2007, las calificadoras no supieran detectar el inicio de la recesión económica global con la quiebra la banca norteamericana. Es decir, del riesgo asumido por los bancos de todo el mundo, incluidos Santander o el Citibank, que compraron bonos estructurados de las hipotecas subprime emitidos por las entidades que calificaban las mismas calificadoras que calificaban a la banca que compraba.

Las calificadoras son algo imprescindibles para que funcione el sistema del riego que compota el negocio del crédito. Sin ellas los acreedores no prestarían dinero a los deudores o lo prestarían a mayores tipo de interés que si existieran. Pero NO son más que una convención urdida por los acreedores para que los brokers que trabajan en el mercado de bonos de la City puedan definir precios en el mercado de futuros de la curva tipos-plazo. Es decir, una convención que ayuda a funcionar el mercado de las emisiones de bonos a 30 años para las aseguradoras de vida y los fondos de pensiones de la población estimada por la pirámide de población de los países ricos de la OCDE, de la China Capuchina y poco más.

O sea que la susodicha convención no es más que una forma benevolente de ayudar a que los Gobiernos de países ricos con población envejecida no tengan que retrasar la edad de jubilación de sus trabajadores sindicalizados y así puedan mantener controlada la subidas del Coste Laboral Unitario mediante la firma de un Pacto Social de Rentas que dure todo el nuevo ciclo alcista de inflación provocado por la inacción de Obama al no querer invadir las satrapías productoras de petróleo cuyos humillados y ofendidos súbditos se han sublevado para que el Siglo de las Luces llegue al Islam.

Fuente: Agenda de Prensa (www.agendadeprensa.org)

manuel.portela @arrakis.es

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