Crisis en el diálogo social. Y de las ‘gordas’, en palabras de uno de los negociadores. Los sindicatos mayoritarios -CCOO y UGT- se levantaron anteayer de forma airada de la mesa de negociación -en la que participan también los empresarios y el Ejecutivo- y amenazaron con convocar una huelga general. Nunca antes, desde que Zapatero […]
Crisis en el diálogo social. Y de las ‘gordas’, en palabras de uno de los negociadores. Los sindicatos mayoritarios -CCOO y UGT- se levantaron anteayer de forma airada de la mesa de negociación -en la que participan también los empresarios y el Ejecutivo- y amenazaron con convocar una huelga general. Nunca antes, desde que Zapatero gobierna, se había tensado tanto la cuerda entre los agentes sociales.
¿La causa? El último documento presentado por Moncloa, que es realmente quien lleva el peso de las negociaciones en detrimento del ministro Corbacho. El detonante, sin embargo, y según fuentes de toda solvencia, fue el hecho de que Javier Vallés, director de la Oficina Económica de Moncloa, fuera más proclive a las tesis empresariales que a las sindicales, lo que explica que los secretarios de Acción Sindical de CCOO y UGT, Ramón Górriz y Toni Ferrer, respectivamente, rompieran las negociaciones de forma ‘brusca’. Incluso ‘a gritos’, dejando con la palabra en la boca a Vallés.
La reunión de anteayer -celebrada en un instituto del Ministerio de Trabajo- venía caldeada después de que el pasado viernes Moncloa filtrara a medios de comunicación afines al Gobierno un documento que no satisface ni a sindicatos ni a patronal, en el primer caso, por la ‘raquítica’ extensión del seguro de paro a los colectivos que hayan agotado la prestación; y en el segundo, por la escasa cuantía de la reducción de las cotizaciones a la Seguridad Social., medio punto a cargo de las mutuas de trabajo.
Reivindicaciones de la patronal
Según las fuentes consultadas, esta filtración ‘interesada’ para allanar el camino del acuerdo enrareció la reunión de ayer, pero se fue completamente de las manos cuando los representantes de la patronal plantearon con toda crudeza las reivindicaciones empresariales.
Básicamente, cuatro. Una rebaja de las cotizaciones del Régimen General a la Seguridad Social para contingencias comunes de entre tres y cinco puntos (aunque los empresarios estarían dispuestos a aceptar tres), mayores bonificaciones a los EREs (100% durante un año y no el 50% durante nueve meses) y aumentar la liquidez del ICO, ya que las líneas actuales ‘no están funcionando». El cuatro punto tiene que ver con la pretensión patronal de que las bajas por incapacidad laboral entre los días cuatro y quince -que ahora corren a cargo de las empresas- estén exentas de cotización.
Estos puntos fueron considerados una especie de ‘agresión’ por parte de los sindicatos, pero esto está dentro de lo ‘normal’ en un proceso de negociación. La caja de los truenos se abrió cuando Vallés -que procede del Banco de España y fue número dos de Taguas y número tres de Sebastián– se mostró ‘comprensivo’ con las tesis empresariales, lo que desató el enfrentamiento. Según las fuentes consultadas, detrás de este movimiento sindical puede estar el interés de UGT y CCOO de ‘cargarse’ al negociador de Moncloa para buscar a alguien más permeable a planteamientos ‘laborales’ que estrictamente ‘económicos’.
De ahí que el movimiento se interprete más como una especie de ‘demostración de fuerza’ para recordar a Moncloa que hoy por hoy los sindicatos son el principal soporte de Zapatero.
Tras el encontronzazo, lo que está claro, según un veterano negociador, es que ninguna de las dos partes -sindicatos y patronal- está dispuesta a aceptar un acuerdo de mínimos, tal y como pretende el Gobierno, que parece obsesionado con sacar cualquier acuerdo para presentarlo ante la opinión pública. Y a ser posible antes del 20 de julio, que es cuando el presidente Zapatero tiene previsto comparecer en el Congreso para celebrar un debate monográfico sobre la situación económica.
En principio, la próxima reunión está convocada para el lunes, pero todavía está por confirmar. Ya dijo un veterano líder empresarial que no hay acuerdo ni negociación sin su liturgia.