TOLERANCIA El universo de los videojuegos parece hostil, cerrado y excluyente de todo novato, particularmente si se tienen más de veinticinco años. A pesar de que los videojuegos han estado con nosotros desde hace décadas, y que parecen avanzar como un tsunami cultural, aún existe una clara segregación entre dos grupos de personas: los que […]
TOLERANCIA
El universo de los videojuegos parece hostil, cerrado y excluyente de todo novato, particularmente si se tienen más de veinticinco años. A pesar de que los videojuegos han estado con nosotros desde hace décadas, y que parecen avanzar como un tsunami cultural, aún existe una clara segregación entre dos grupos de personas: los que juegan y los que ni siquiera se enteran de su existencia. Despreciar los videojuegos es aceptable socialmente, ya que cargan con un estigma que es enfatizado constantemente por los medios, los cuales aprovechan cada oportunidad para señalar que son una lamentable fuente de enajenación, que influencian a asesinos seriales y a toda clase de sociópatas. Los juegos de video (una industria que el año pasado generó tan sólo en eu 21.33 mil millones de dólares, y que a pesar de la brutal crisis económica planetaria sigue creciendo) son tolerados como niñeras electrónicas, pero difícilmente considerados como un entretenimiento sano, una actividad intelectual redimible o un arte.
TRES FILOSOFÍAS
Los videojuegos son considerados por la mayoría precisamente como eso, juegos, entretenimiento que no tiene cabida en el discurso cultural y no deben equipararse con la literatura, la música, las artes visuales o el cine. Parte del problema de esta visión es que se considera a todos los juegos como juguetes infantilizantes y violentos. El universo lúdico de los juegos de video es diverso, complejo y de una riqueza apabullante. Tenemos, por una parte, juegos arbitrarios y deliberadamente absurdos que carecen de narrativas complicadas, como los clásicos PacMan (Toru Iwatani, 1980), Donkey Kong, Mario Bros y La leyenda de Zelda (Shigeru Miyamoto, 1981, 1983 y 1986). Estos juegos son extremadamente fáciles de entender y jugar, y son muy atractivos tanto para niños como adultos. Los juegos creados por Miyamoto fueron hechos para la empresa japonesa Nintendo y han regresado revitalizados para la plataforma Nintendo Wii. Esta celebrada compañía nipona, fundada en 1889 por Fusajiro Yamauchi para producir juegos de cartas como Hanafuda, entró al mercado de los juegos electrónicos en 1975 y hoy es uno de los principales proveedores de plataformas de juego. Actualmente sus más temibles competidores provienen de mundos distintos (Sony, el gigante de la electrónica y Microsoft, el orwelliano hermano mayor del software) y esto en gran medida determina sus diferencias. Mientras Nintendo se esmera en crear sofisticados «juguetes», Sony y Microsoft se enfocan en crear vertiginosos juegos de estrategia, con historias (hasta cierto punto) verosímiles, minucioso diseño artístico y un despampanante trabajo escenográfico. Esto no quiere decir que los juegos de Nintendo no tengan atractivos visuales o no requieran ingenio, pero su interés está centrado en la dinámica del juego mismo más que en factores estéticos. Microsoft puso en el mercado la plataforma XBox (2001) y en 2006 lanzó el XBox 360, una poderosa computadora con disco duro y un enorme potencial; Sony creó la consola Playstation, cuya tercera versión, el PS3 (2006), es un prodigio tecnológico que emplea el novedoso microprocesador Cell y usa discos Blue-ray. Wii tiene la cualidad de hacer que en ciertos juegos el jugador use todo su cuerpo y no solamente sus dedos para jugar.
LOS GÉNEROS PRINCIPALES
Los juegos de dios, en los que el jugador crea un mundo como en The Sims y sus decenas de variantes. 2. Los de supervivencia, en los que el jugador debe defenderse de monstruos, zombies y enemigos de todos tipos. 3. Los de tiradores en primera persona, quizás el género más criticado porque supuestamente desensibiliza al jugador al darle la oportunidad de volverse un asesino invulnerable, además de que son el tipo de juegos que emplea el ejército estadunidense (entre otros) para entrenar reclutas.
LOS GRANDES SECRETOS DE LOS JUEGOS DE VIDEO: Son difíciles, requieren concentración, dedicación y el desarrollo de varias destrezas. Aun en el hiperviolento Grand Theft Auto es necesario «trabajar», cumplir con objetivos, repetir rutinas, crear redes de relaciones (incontables horas en reuniones, llamadas telefónicas, etcétera), evaluar estrategias y valorar los beneficios de cada acción. Lo más importante es que los videojuegos obligan al jugador a responsabilizarse de sus decisiones y, aunque uno tenga vidas infinitas en ese espacio, «morir» tiene siempre un costo en puntos, en tiempo y en el ego. Muchos de estos juegos reflejan con fidelidad la vida cotidiana: la competitividad (a menudo desleal), la necesidad de cuantificarlo todo, la obligación de cumplir metas y soportar el eventual tedio. Este no es un medio que invite a la introspección, pero sí a la resolución de problemas, a la exploración de mundos increíbles y a practicar habilidades que sin duda tendrán uso en un mundo cada día más mediatizado y digitalizado.