El equipo de gobierno del alcalde Ruiz Gallardón ha pretendido implantar el Servicio de Estacionamiento Regulado (SER), no sólo en las zonas centrales de la ciudad de Madrid, que concentran los núcleos comerciales y de servicios, sino también en los barrios residenciales de trabajadores. Donde antes había una acera ocupada por coches aparcados, ahora el […]
El equipo de gobierno del alcalde Ruiz Gallardón ha pretendido implantar el Servicio de Estacionamiento Regulado (SER), no sólo en las zonas centrales de la ciudad de Madrid, que concentran los núcleos comerciales y de servicios, sino también en los barrios residenciales de trabajadores. Donde antes había una acera ocupada por coches aparcados, ahora el ayuntamiento pintó rayas azules (diviendo el espacio en plazas imaginarias) y colocó parquímetros.
Esta implantación se ha querido imponer afirmando que se hacía «atendiendo a las numerosas peticiones vecinales». En la práctica, se trata de crear un nuevo impuesto a los trabajadores por una actividad que hasta ahora era pública y gratuita. Tal y como denuncian los vecinos de los barrios afectados, el objetivo de todo esto es hacer que los vehículos se muevan para generar ingresos, en particular a las empresas concesionarias que, curiosamente, son de las grandes constructoras que participan en las insufribles obras emprendidas por Gallardón en toda la ciudad. Estas obras (ampliación de la M-30, vías rápidas en Carabanchel, pretendido túnel de la M-30 bajo Monforte de Lemos, etc) lo que hacen es fomentar la capacidad de transporte privado, destruyendo el medio ambiente y endeudando al municipio de Madrid por varias generaciones. Además, en lugar de incentivar el uso del transporte público, el ayuntamiento eleva las tarifas por encima del coste de la vida.
Los vecinos son conscientes de ello y por eso están saliendo a la calle desde hace ya varias semanas. Lo interesante del emergente movimiento vecinal madrileño es que no se trata únicamente de gente a la que le han tocado el bolsillo y por eso se queja. Los más afectados por las políticas impopulares están tratando de profundizar en el debate; están intentando comprender por qué viven día a día con la soga de la economía al cuello, a lo que ahora se suma que les cobren por aparcar el coche.
La respuesta inmediata a esta nueva problemática ha sido directamente arrancar numerosos parquímetros, romperlos o inutilizarlos de diversas maneras y organizar movilizaciones. Los medios de comunicación empresariales han catalogado esta lucha como «la rebelión de los parquímetros». Ante esta situación, la policía (nacional y municipal, incluso con unidades camufladas) no ha dudado en tomar literalmente los barrios, tratando así de criminalizar una protesta que los vecinos entienden como legítima y democrática. Su desesperación les ha llevado a hacer frente a cargas de los antidisturbios en más de una ocasión, que intentan presionar la paz social. Sin embargo, desde las asociaciones que llevan las riendas de esta movilización no se denuncia al cuerpo policial como institución al servicio de un sistema injusto, sino a que ejerce «unas funciones que están siendo degradas por la política represiva de Gallardón». Si bien el sentimiento vecinal de desprecio hacia la policía no puede ser totalmente controlado, en general no se alude a un problema estructural del capitalismo. Pero esta lucha está sirviendo para despertar la rabia de clase. Cuando la mediatización social que manipula las conciencias hacia el consumismo salvaje y el individualismo, toca fondo, la indiferencia ante el ninguneo cotidiano se convierte poco a poco en furia organizada y solidaridad obrera.
Crónica y entrevistas espontáneas en una encendida manifestación
El pasado 9 de marzo, en una de tantas movilizaciones que vienen protagonizando en las últimas semanas, unas 5000 personas se dieron cita en la Puerta del Sol convocados por la Asociación de Vecinos de Carabanchel Alto, la Asociación de Vecinos La Flor (Fuencarral-El Pardo), la Asociación de Vecinos La Unión de Hortaleza, la Plataforma contra los parquímetros de Fuencarral-El Pardo, la Asociación Expresiones (Barrio del Pilar) y el Foro Oporto Alegre de Carabanchel.
La marcha recorrió la calle Mayor hasta llegar al ayuntamiento, al grito de «los parquímetros a la Moraleja», «tú los pones, nosotros los quitamos», «Gallardón escucha, estamos en la lucha», «los barrios unidos jamás serán vencidos», «esto nos pasa por un alcalde facha» y «Telemadrid manipulación».
Las cámaras del colectivo audiovisual La Plataforma hacían su apareción en escena y varios vecinos gritaban «sacadnos bien, que se nos vea, que luego saben contar mu mal».
El cabreo generalizado se palpaba en el ambiente. Julio, de Barrio del Pilar, sentenciaba que «nos han implantado unos parquímetros y no los queremos. Los han puesto en los barrio periféricos por un impuesto revolucionario que nos quiere meter el alcalde Gallardón».
Jesús, de Carabanchel Alto, se quejaba del tratamiento que en la prensa se hace de esta lucha. Aseguraba que «los parquímetros no son necesarios para el barrio. Los quieren poner allí fundamentalmente para recaudar dinero para la M-30, no tienen ninguna otra utilidad estos aparatos en barrios obreros. Lo que hacen en la tele de insultarnos es típico de los organismos de derechas, pretenden confundir esta manifestación diciendo ‘¡ojo, que van a ir los vándalos!’. Cuando un parquímetro que no se ha pedido, se quita, eso no es vandalismo, a mi juicio eso sería sabotaje y en ciertos casos el sabotaje estaría justificado. Vandalismo es lo que hace la policía y lo es la instauración de una medida impopular, no que la gente se manifieste».
Concha, de Legazpi, justificaba así mismo la acción directa contra los parquímetros. «Es que la gente se solivianta con cosas que ve injustas, llega un momento en que la gente se calienta», afirmaba.
A algunos manifestantes se les hichaba la vena al hablar, como a Eduardo, de Hortaleza, que recalcaba que «estoy aquí en solidaridad con todos los vecinos y porque creo que es una injusticia lo que están haciendo. Nos quieren oprimir a los pobres cada vez más, sacarnos más el dinero y estos fachosos sólo quieren apretarnos. Es una salvajada las obras que están haciendo en Madrid. ¿Cómo podemos mantener tantos puentes? Cuestan muchísimo dinero en luces, en mantenimiento, en seguridad… y eso es imposible. Lo que quieren es sacarnos dinero, dinero y dinero. Y punto. A nosotros nos llamarán ‘vándalos’, pero ¿y el que roba qué es? Pues otro vándalo igual».
Pepita, de Barrio del Pilar, denunciaba la brutalidad policial que tuvo lugar hace escasos días junto a la Puerta del Sol. Relató que «yo estuve cuando dio palos la policía. ¿Sabe lo que le hicieron a una señora? Que lo vi yo eh. El otro día veníamos pacíficamente andando y nos pusieron en la calle Alcalá, a la entrada, unos coches y no nos dejaron pasar. Nosotros tranquilamente nos dimos la vuelta sin meternos con nadie y empezamos a andar cuando de golpe la policía sacó las porras y empezaron a darnos palos. Y a una señora mayor, delante de mi, la cogió y la tiró contra un coche. Me puse, señor, echa una fiera y le dije: ‘no tienen derecho a pegarnos, no somos delincuentes, somos vecinos que venimos a pedir nuestros derechos y ustedes no nos deben de pegar de esa manera’. Vamos, allí dieron de palos que para qué, sin ton ni son. No hay derecho. Nosotros no venimos de broncas, venimos a pedir por una cosa justa. Si en la tele nos llaman ‘vándalos’ es porque Gallardon es un cara. Y si esto no se arregla pues vamos a continuar, y según pintan, nosotros borramos; ellos pondrán los parquimetros y nosotros los quitamos, porque los mismos derechos que ellos tienen a ponerlos, pues nosotros tenemos a quitarlos, ¿o no?».
El debate estaba abierto. Fernando, de Hortaleza, subrayaba que «hay problemas de guarderías, de colegios, de institutos, de instalaciones deportivas… hay una falta de todo en el barrio y ahora tenemos que pagar los parquímetros. Gallardón nos va a sacar todo el dinero que quiera. Es un fascista, así de claro, esta gente no mira para nada por los que no tienen ningún tipo de recursos. La solución pasa por tirar todos los parquímetros y manifestarnos todo lo que podamos».
Maria Luisa, también de Hortaleza, afirmaba con enfado que «el señor gallardón tiene aspiraciones faraónicas y cree que los ciudadanos se las tenemos que pagar. Ese señor se esta cargando Madrid, lo está dejando sin árboles. La gente no puede vivir en esta ciudad, con las obras, todo lleno de cemento y encima nos quiere sacar los cuartos sin necesidad. Mi marido tiene un taller de fontanería y no puede trabajar, estamos pagando dos y tres multas semanales y aparte una plaza de garaje que hemos tenido que coger para la furgoneta, es una verguenza. Y nos llaman ‘vándalos’ en su televisión, la Telemadrid, que es un panfleto del PP».
Por su parte, Luis Miguel, de Barrio del Pilar, destapaba uno de los puntos débiles de la clase trajadora en el estado español: las hipotecas. «Consideramos que el tema de los parquímetros es una forma de sangrar al que siempre sangran los gobernantes, al pueblo. No se los llevan a la Moraleja porque allí viven Gallardón y sus amigos y no les interesa. Las obras que están haciendo las vamos a pagar todos los madrileños en los próximos 10 años porque estamos endeudados hasta las cejas. Si esto no se arregla yo voy a creer que aquí no hay democracia, sencillamente eso», confesaba.
Su acompañante, Adela, comentaba con cabreo monumental que «son barrios de obreros, no hay comercios, no hay oficinas, no hay nada de eso. Nos están robando, que nos saquen la sangre en vena directamente, de verdad. ¿Donde esta el defensor del pueblo? Porque yo no sé ni cómo se llama. Los ‘vándalos’ son ellos, hemos recogido firmas y nos hemos movido legalmente, y la respuesta de Gallardón fue que hiciéramos lo que nos diera la gana, asi que el primer vándalo es él. Nosotros somos trabajadores que pagamos nuestros impuestos y mira tú la manifestación de la gente que hay aquí, ¿podemos ser vandálicos? Yo vengo de trabajar, he llegado aquí a las ocho, o sea que de vandalismo nada, lo provoca él en todo caso. Él está provocando vadalismo, el primer delincuente es él y eso se llama terrorismo».
La última de las entrevistas fue a Millán, tambien de Barrio del Pilar, que gritaba «tanto el alcalde, como concejales, como todo el gobierno entero, se creen que el pueblo está a sus órdenes y es al revés, que para eso pagamos nuestros impuestos religiosamente. Estos no reparten más que malestar para los trabajadores. Contra el capital no están, contra los trabajadores sí. Nos han mandado una carta los mierdas de los concejales, que son unos mierdas y unos arrastrados y unos mentirosos. Dicen que ponen los parquímetros porque lo ha pedido el pueblo, ¿y yo voy a pedir un parquímetro para tener que pagar todos los meses y no poder aparcar? ¡En qué cabeza cabe!».
Reivindicaciones concretas de las asociaciones convocantes
En el comunicado leído al final de la movilización, se plantearon las siguientes reivindicaciones:
1. Retirada del SER y los parquímetros de los barrios residenciales y de trabajadores de la periferia de Madrid. 2. Levantamiento de todos los cargos a lxs vecinxs expedientados por participar en las movilizaciones y actos de protesta de las últimas semanas, que han sido una muestra de la indignación vecinal ante una imposición antidemocrática y prepotente. 3. Moratoria de varios meses en la implantación del SER en otros barrios más centricos donde se ha extendido tambien, realizando un estudio zona a zona, con participación de vecinos, comerciantes, pequeños industriales y autónomos. 4. Gestión pública y municipal del SER; anulación de las concesiones privadas existentes, con las que se benefician grandes constructoras a costa de la precariedad y la explotación de sus trabajadores. 5. Reinversión del dinero recaudado por el SER en mejoras para los distritos y barrios de Madrid, con planes consensuados con los vecinos. 6. Desarrollo de políticas eficaces y no engañosas, que fomenten el uso del transporte público y no contaminante en la ciudad, para la defensa real del medio ambiente y la calidad de vida ciudadana.
No dejemos que el PSOE e IU manipulen electoralmente la protesta vecinal
El papel electoralista del PSOE e Izquierda Unida es claro. El pasado jueves 9, TVE se paseaba casi en solitario recogiendo impresiones de los enfurecidos manifestantes y militantes de IU repartían panfletos con el título «No a las obras faraónicas. Sí a la atención de las necesidades sociales. IU rechaza el presupuesto municipal del PP». Si la memoría histórica nos llega al menos para recordar lo que ocurrió en las multitudinarias manifestaciónes contra la guerra de hace tres años, comprobaremos que el PSOE e IU utilizan el descontento popular para hacer política electoralista. Una vez en el gobierno, desaparecen de las calles y se dedican a llenarse los bolsillos con el sudor popular.
Para ganar las próximas elecciones municipales, el PSOE necesita descongestionar la derechización social fortalecida por las dos legislaturas del Partido Popular y que ahora continua a través de la agitación parlamentaria y extraparlamentaria. Lo mismo que hizo con «el problema de la guerra» hará ahora con «el problema de los parquímetros». Eso significa que, a menos que Gallardón realice alguna jugada maestra, presumiblemente esta protesta será larga e irá colmándose de cánticos eletoralistas, como el «te va a votar tu puta madre» que escuchamos el jueves de forma aislada.
Pero si el conflicto se extiende en el tiempo, desde ya el movimiento anticapitalista en su conjunto debería reaccionar. La gente se ahoga y no está dispuesta a quedarse en su casa de brazos cruzados, se presenta por tanto la necesidad de intervenir para defender de la vorágine electoralista a los vecinos de los barrios y reforzar a través del conflicto en la calle la conciencia anticapitalista colectiva.
No debemos pasar por alto las consignas que se corearon cuando desde la organización se dió por terminada la manifestación: «lo llaman democracia y no lo es», «viva la lucha de la clase obrera» y «resistencia».