«De piedra los que no lloran. De piedra los que no gritan. De piedra los que no cantan. Yo nunca seré de piedra. Lloraré cuando haga falta. Gritaré cuando haga falta. Cantaré cuando haga falta» Rafael Alberti Los incidentes ocurridos al final de las Marchas de la Dignidad cubrieron de «ignominia planeada» una auténtica jornada […]
Yo nunca seré de piedra. Lloraré cuando haga falta. Gritaré cuando haga falta.
Cantaré cuando haga falta»
Rafael Alberti
Los incidentes ocurridos al final de las Marchas de la Dignidad cubrieron de «ignominia planeada» una auténtica jornada de gloria popular que será recordada por la Historia como el «principio del fin» del corrupto, oligárquico y antidemocrático Régimen de la Transición.
Palabras de lucha, consignas de unidad
Ni el Gobierno ni la «oposición teatral» de Rubalcaba, ni mucho menos la Monarquía borbónica podían soportar el enorme impacto social y político de unas Marchas que habían desbordado todas las previsiones, y pulverizado el «silencio mediático de ordenanza«, ejecutado por Falsimedia al servicio de los grandes poderes económicos y de sus eficaces voceros políticos y mediáticos.
Centenares de columnas habían cruzado a pie todo el territorio del país, convergiendo unas con otras y todas sobre la capital, en marchas agotadoras de pueblo en pueblo. Las marchas rescataban y agrupaban las dignidades sepultadas por la «feroz y permanentei guerra económica, social y política»; lanzada en múltiples frentes contra todos los trabajadores, los sectores populares y un sector de la clase media precarizada y proletarizada por la crisis.
Con 600 kilómetros por delante, las columnas estaban formadas, mayoritariamente, por hombres y mujeres jóvenes, trabajadores de la ciudad y del campo, verdaderas «mareas de la dignidad y el compromiso» que iban sembrando y recibiendo por pueblos y caminos solidaridad y millones de dignidades nuevas. En cada pueblo hablaban a los desposeídos de todo tipo, a sus iguales.
Dignidad y solidaridad son, sin duda, las primeras palabras de unidad y de lucha.
Las consignas -que habían intentado sabotear los nuevos mediadores de la burguesía que buscan «un lugar bajo el sol«-, eran muy claras y suponían una verdadera ruptura política y social, claramente comprensibles para los millones de personas que sufren y sufrirán perpetuamente la crisis si no se produce un cambio de Régimen y de sistema.
De la primera y rotunda: ¡No al pago de la deuda!, se derivaban las demás; ¡Fuera los gobiernos de la Troika¡ ¡No más recortes! ¡Pan, trabajo y techo!
Caminos para el pueblo
En la madrugada del 22 cientos de autobuses -no sin sufrir bloqueos temporales por parte de la Guardia Civil, cuyo director está más capacitado, según puede deducirse de su historial personal, para violar derechos ciudadanos que para defenderlosii-, incorporaron a las Marchas a varias decenas de miles de personas más. Ya en Madrid, las columnas fueron recibidas en los municipios adyacentes y en los grandes barrios populares con visible euforia, y se engrosaron enormemente cuando se incorporaron a ellas todas las «mareas ciudadanas» y «colectivos en lucha» de la propia capital.
Las grandes arterias urbanas de acceso se convirtieron en caminos para el pueblo que convergía hacia la zona de reunión en la gran explanada de Atocha.
El resultado fue una enorme, sobrecogedora, decidida y pacífica pero combativa manifestación popular, llegada desde todas las comunidades; que llenó de pancartas banderas y colores de protesta, los paseos del Prado y Recoletos, desde la Plaza de Atocha hasta la Plaza de Colón.
La «guerra civil» contra los pobres
La gigantesca manifestación -la más grande que se recuerda-, con una masa humana plenamente consciente de los derechos perdidos, de las precariedades forzadas, y de la necesidad de luchar, alcanzó una cifra en torno al millón de personas.
En todo el territorio del estado varios millones más estaban atentos a través de Internet y algunas cadenas de TV (que ya no podían silenciar un hecho que estaban filmando buena parte de las agencias y cadenas de todo el mundo), al desarrollo de la Gran Marcha de la Dignidad, simpatizando e identificándose con la enorme columna final.
Ante la situación social de sufrimiento masivo de la población, más de un millón de personas habían deducido la consecuencia evidente: el Régimen de la Transición ha declarado la «guerra civil económica, social y represiva contra el pueblo«iii y se habían puesto en marcha.
Esa toma de conciencia portada con orgullo de luchadores sociales -y transmitida con vehemencia desde la enorme tarima y los altavoces, por los representantes de las distintas «Marchas«, «Mareas» y «colectivos en lucha«-, fue el detonante de la planificada intervención policial y gubernativa.
Dicha intervención incluía una feroz criminalización previa desde altas instancias del los gobiernos estatal, regional y municipal (con la «neutralidad» del primer partido de la oposición), la infiltración de provocadores policiales para detonar la violencia, la intervención brutal de la policía y la detención y procesamiento de decenas de manifestantes.
Doctrina, estrategia y tácticas de las intervenciones policiales contra los «antisistema»
Casi todos los atentados contra el pueblo comienzan sobre el papeliv.
La doctrina y los métodos policiales para criminalizar al pueblo que lucha, y para rentabilizar después el «establecimiento de la paz social» a través de la represión sistemática y creciente, y de la puesta a punto de un sistema legal que niega todos los derechos, es un lugar común entre determinados mandos policiales. Manejan con absoluta familiaridad todas las teorías estratégicas y las tácticas de la guerra para afrontar protestas populares.
Veamos con detalle esa doctrina de la represión presentada públicamente por un alto mando policial, y su exacta correspondencia con lo ocurrido el día 22 de marzo en la represión de las Marchas de la Dignidad.
Un policía «globalizado: «escenarios policiales»…
Se trata de David Piqué i Batallév, alto mando policial de los Mossos D’Esquadra, cuyo trabajo de fin de Máster: «El síndrome de Sherwood«, ha sido recogido en la red y divulgado con merecido escándalo pero con mucha menos trascendencia de la que merecía.
No es como dicen algunos medios -incluso alternativosvi-, el manual «personal y de bolsillo» de un policía con personalidad psicopática.
«El síndrome de Sherwood» es la recopilación de las reflexiones que sintetizan los documentos operativos y los cursos que ha recibido, impartido y divulgado en las escuelas policiales un alto mando «globalizado» y, como veremos seguidamente, «otanizado».
Como tal, debería ser estudiado detalladamente por todos los dirigentes y luchadores sociales, por los abogados que defienden a ciudadanos detenidos, cacheados, golpeados, humillados, y condenados con sanciones administrativas o penales que se atienen a relatos policiales -o mediáticos-, manifiestamente falsos. De todos los métodos de provocación, criminalización, acusación falsa, violencia policial calculada, y de las estrategias de ocultamiento y falseamiento de la verdad, habla extensamente David Piqué.
El comisario general analiza la aplicación de diversas tácticas represivas -incluidas las más violentas-, como realización de diversas estrategias «preventivas» contra manifestaciones pacíficas.
Ese es, exactamente, el «escenario policial» de la manifestación del 22M. La policía no es, evidentemente, un sujeto autónomo del Gobierno con responsabilidad independiente. No se trata de «excesos policiales» sino de estrategias de represión elegidas por el Gobierno y aplicadas por los mandos policiales que ha designado el ministro del Interior.
… y «escenarios represivos»
Así pues se trata, para decirlo con toda la claridad posible, de un «escenario represivo» en el que se aplican tácticas y se persiguen estrategias elegidas al más alto nivel. Obviamente también, la responsabilidad no se reduce al «gobierno del PP» (como corean quienes evaden responsabilidades) sino que atraviesa a todos los gobiernos y partidos políticos que han diseñado la Transición. De manera fundamental pero ni mucho menos exclusiva, al bipartito PP-PSOE. No hay más que recordar el «escenario represivo» en el que actuó y sigue actuando el Comisario General Piqué y Batalle.
Piqué no solo es el comisario que sintetiza manuales operativos que ha aprendido durante su carrera profesional y que imparte a sus subordinados, sino el comisario implicado directamente en uno de los mayores escándalos policiales de los últimos añosvii.
Un «caso particular» en una estrategia general
Voy a señalar, muy sucintamente, los elementos que identifican la represión de las Marchas de la Dignidad como un «caso particular» en la aplicación exacta de los manuales operativos de las unidades antidisturbios de la policía, cuya síntesis fue publicada (como título de mérito: máster académico) con el título de «El síndrome de Sherwood«.
Para promover una «lectura participativa» comentaré la aplicación evidente de algunas de las acciones y tácticas recomendadas por el comisario general Piqué y Batalle en su «síntesis operativa«, en la represión de las Marchas; e invitaré al lector -fundamentalmente a todas aquellas personas que han participado en ellas o las han apoyado-, a que establezca las conexiones restantes de acuerdo con las experiencias que han vivido.
Del «Síndrome» a la represión de las Marchas del 22M
-El primero de los elementos comunes ya ha sido comentado de pasada. El Manual operativo de Pique identifica al «enemigo» como un «fenómeno antisistema«.
Esto no es accidental. Como veremos más adelante el comisario (que representa sin duda a un amplio colectivo policial) se esfuerza por afirmar que sus brutales «estrategias de guerra» solo son aplicables «dentro de la ley». Tal pareciera que en el momento en que Piqué escribió su manual estuviera esperando un endurecimiento de las leyes represivas. Dicho de otra manera, los mandos policiales que respondieron con enorme dureza a la manifestación del 22M estaban anticipando la entrada en vigor de la Ley de Seguridad Ciudadana y aplicando las tácticas policiales previstas ya para esa coyuntura.
Evidentemente, la enorme movilización de las M22M ha tenido y tiene esa característica de «movilización antisistema» como elemento fundamental, aglutinador y constitutivo, tal como expresaron todos y cada uno de los portavoces durante la preparación, el desarrollo y el acto final.
-El «Sindrome» considera, ya desde el título, que el fenómeno que estudia («okupa y/o antisistema» en el distrito de Gracia de Barcelonaviii) es un «factor de riesgo para la convivencia y potencial foco de percepción de inseguridad«. En consecuencia deben aplicarse sobre él «políticas públicas de seguridad para evitar que se convierta en un problema de orden público y consecuentemente de solución únicamente policial».
En otras palabras debe haber una «acción político-policial preventiva» (tal como ha ocurrido con el 22M) para evitar que se convierta en un «problema de orden público de solución únicamente policial» (la propuesta del Gobierno ante las Marchas fue la de identificarlas con la delincuencia o con el terrorismo). El alcance de estas expresiones quedará más claro cuando Piqué explique las medidas que recomienda para esa intervención «preventiva» y «limitada».
-La situación en España de los okupas y/o antisistema es identificada como de «aceptación o comprensión social» pero de control policial y judicial de las actividades. De ahí el título que Pique denomina como metafórico de su trabajo: «El síndrome de Sherwood» (el bosque de Robin Hood). Los colectivos vinculados a las marchas del 22M también serían beneficiarios de ese «síndrome» de aceptación social que -según el comisario- hay que revertir porque no tiene justificación alguna. De ahí la intensa y creciente campaña de criminalización que precedió a la llegada de las Marchas a Madrid.
Defensa a ultranza del capitalismo
-El comisario recuerda el carácter «necesario» del movimiento okupa en sus orígenes, en las postrimerías de la segunda guerra mundial, pero inmediatamente frunce el ceño cuando advierte que: «con el paso del tiempo ha tomado un carácter cultural que propone una vía alternativa a la sociedad capitalista… lo que hace de ese movimiento diferente es que tiene una pretensión de denuncia política y pública, que pretende cambios en la organización social«.
Las alarmas generales «codificadas» por Piqué vuelven a conducirnos a las manifestaciones del M22M. Mucho más cuando el comisario de los Mossos apunta a otras peligrosas características concretas del movimiento que estudia: es un «fenómeno transversal porque sus reivindicaciones conectan y relacionan a diferentes grupos de diferentes ideologías(…) es un cajón de sastre donde caben todo tipo de grupos que llevan a cabo políticas que se llaman de base, como ahora ecologistas, feministas, pacifistas, etc.«.
Las marchas del 22M, con su enorme despliegue territorial y reivindicativo, y su denuncia específica de las leyes represivasix han tenido que volver locos de crispación a los miembros del Clan del Oso Cavernario al que pertenece Piqué y Batalle.
-«Por otra parte -sigo citando a «El síndrome«- los okupas invierten muchos esfuerzos en defender un ejercicio de poder civil contrario al modelo establecido… que los convierten en unos outsiders del sistema político institucional«.
Buscando la solución represiva
-Piqué insiste hay que actuar desde las dos vertientes «policial-judicial» y «social o política». Para ello advierte que hay que partir de una estrategia bien definida: «La estrategia ha de ser fruto de una idea política compartida, que a su vez deriva de una doctrina bien definida y aceptada«.
En ese contexto es necesario un liderazgo claro a la hora de aplicar determinada estrategia que denomina «política pública de seguridad«. Le corresponde al Departamento de Interior (en el caso catalán) «definir e impulsar ciertas acciones que pasan por aprobar ciertas tácticas»(…) «el plan de acción pasa necesariamente por la aplicación simultánea de varias tácticas y la realización de diferentes acciones. Su conexión no debe ser necesariamente visible y manifiesta«.
Aquí, en el «compromiso político-policial», y en el «carácter encubierto» de la actuación represiva hemos llegado al verdadero corazón del «plan global» tal como lo presenta el comisario.
-A partir de ahí Piqué hace: «un pequeño viaje por la historia de la teoría militar, ya que es aquí donde encontramos los principales ejemplos de aplicación de estrategias y tácticas», que tienen elementos comunes con la práctica policial «como la planificación, la inteligencia, la psicología y el uso controlado de la fuerza, junto con la propaganda y el uso adecuado del derecho disponible«. Lean ustedes atentamente: «el uso adecuado del derecho disponible«.
Los cuatro paradigmas de la represión
Los paradigmas a los que recurre Piqué son los siguientes: el general chino Sun Tzu (siglo VI a.c.) cuya máxima era «ganar sin combatir«; Karl con Klausewitz que «pensaba que al rival se le debe vencer y basta, sin humillarlo«; Miyamoto Musashi «un samurái nacido en 1581 que defendía que las tropas eran como espadas, que están hechas para la guerra y que al enemigo se le debe exterminar, como castigo, como ejemplo y para evitar la venganza» y «Julio Cesar que llegó a dominar y romanizar la Galia, poniendo en práctica la máxima ‘divide y vencerás’«.
Primer paradigma: Modelo Klausewitz.
En todos los modelos, el comisario Piqué se emplea a fondo en el detalle de la represión de los okupas como ejemplos (en el momento en el que hace su máster) de grupos «antisistema«. Como el objetivo es este artículo es el de los modelos policiales aplicados a las manifestaciones me referiré solo a este aspecto de las «lecciones» comprendidas en su manualx.
Para nuestro experto policial globalizado» y «otanizado», en la doctrina militar la estrategia de Klausewitz: «se aplica cuando se tiene en cuenta el factor político, es decir, el ejército se comporta de manera que fuerza a la otra parte a negociar a la baja, pero no para conquistarlo sino para dominarlo, o incluso convertirlo en aliado. Un ejemplo clásico es el trato en Japón a finales de la 2ª guerra mundial o las recientes invasiones de Irak, en especial la primera. En la metáfora de Sherwood se está dando un mensaje claro: ‘Entramos en el bosque cuando queremos y para donde queremos y la resistencia no es que sea inútil, es imposible«xi. Vale la pena realizar una cita larga de cada uno de los modelos cuya utilización exclusiva o combinada depende de las circunstancias:
«En cuanto a la táctica policial, aplicada a las concentraciones de los grupos antisistema, cuando se aplica el modelo Klausewitz se deja que los grupos de manifestantes se concentren, -recordemos que ninguna de las manifestaciones antisistema están autorizadas- y lo que se hace es disminuir su capacidad de producir daños.
Esto se realiza con el establecimiento de filtros muy sólidos a los lugares de paso obligado… pasan los soldados pero no las armas…En estos filtros se requisan objetos y se identifican personas, la pérdida del anonimato previo a la acción, hace que muchos moderen su comportamiento posterior.(…) Una vez comienza la actividad de los manifestantes, las fuerzas policiales abandonan los filtros y se dispersan por puntos estratégicos de forma que cualquier manifestante vea, en cualquier momento, tanto en la concentración, en el recorrido o durante la dispersión, unidades policiales. Estas no son muy numerosas, pero son omnipresentes. Cualquier acción -o casi- sería presenciada por agentes de la autoridad y eso implicará su detención y paso por el juzgado, no por ninguna acción heroica, sino por un simple delito de daños y habrá que pagar con una multa.(…) Para concretar esta doctrina, los detenidos son puestos en libertad tan rápidamente como es posible y citados ante el juez. No hay que cebarse, es un procedimiento y punto.(…) Es evidente que este modelo es aplicable cuando se tiene fuerza suficiente en relación al rival. Cuando no es así, para conseguir los mismos resultados hay que aplicar tácticas más agresivas que, más que disuasión provoquen coerción».
Modelo Sun Tzu
«Este general chino -dice Piqué-, fue famoso por su capacidad de predicción sobre cómo se desarrollaría una batalla«. «Su éxito, sigue explicando, se debía al profundo estudio del enemigo, sus comportamientos y el exhaustivo estudio del terreno donde se debería desarrollar la batalla o incluso, toda la guerra. Él habla de 9 terrenos posibles(…) En este subcapítulo, nos centraremos sobre dos de los terrenos donde se desarrolla el conflicto/combate y sus consecuencias«:
«Los grupos antisistema en general saben que sus acciones tienen más repercusión social y mediática si se desarrollan en ciertos espacios. Por el contrario, esos mismos espacios o terrenos -los más abiertos- les son más desfavorables desde el punto de vista de táctica policial(…). Sun Tzu era partidario de ganar sin combatir y eso se podía conseguir mediante diversas estrategias y la que siempre ha tenido más éxito, ha sido la de que, ‘quien rodea al enemigo, vence’.(…) Volvemos a la táctica policial del primer terreno -abierto- y con fuerza policial suficiente. En este caso, no se quiere reprimir los disturbios ni detener a los infractores, sencillamente se evita. Esto se consigue limitando extraordinariamente la capacidad de movimiento de los manifestantes rodeándoles totalmente.
Esto se realiza en el momento de la concentración que, como se sabe donde se realizará, ha permitido hacer un filtro de malla fina en los puntos de paso obligado por el lugar de encuentro. El objetivo del filtro es el mismo que en el modelo Klausewitz, la requisa de objetos peligrosos de cualquier tipo -porque después habrá contacto físico- y evitar el anonimato. A partir de ese momento, los concentrados saben que la manifestación irá por donde la policía quiera, se detendrá donde la policía quiera y durará hasta que los manifestantes decidan dispersarse. Esta dispersión se hace lentamente, dejando salir a las personas poco a poco y en grupos muy pequeños para evitar su reagrupamiento dentro del círculo.
En estas situaciones, el sentimiento de frustración e impotencia de los manifestantes es muy alto y a menudo generan reacciones violentas de algunos individuos cuando son conscientes de que han perdido toda capacidad de iniciativa. Estos momentos son delicados y es necesario que los agentes de primera línea eviten las provocaciones individuales o los intentos colectivos de romper el círculo. Pensemos que los policías están a menos de un metro de los rodeados. El objetivo no es hacer detenciones, solo inmovilizar. La sensación de derrota de los manifestantes es bastante alta y la moral queda muy «tocada». No ha habido heridos -no tienen mártires ni tampoco detenidos-héroes. Incluso han intentado, sin éxito, denunciar a la policía por detención ilegal o violar el derecho de deambulación. Si se aplica correctamente, la fiscalía ha sido avisada de la aplicación de esta táctica para evitar denuncias. Si sale bien, se ha vencido sin luchar. El mensaje a Sherwood sería: ‘Fuera del bosque, al descubierto y sin esconderse, sois vulnerables’.
Si vamos al segundo terreno posible, el bosque(…) Aquí los manifestantes se sienten más cómodos porque saben que no se les puede rodear(…) si huyen se aplica aquella máxima de ‘Enemigo que huye, puente de plata’ y ellos la conocen.(…) En lugar del círculo, lo que se hace es una especie de pasillo que va guiando, sin bloquear, los manifestantes por ciertas calles. Las unidades de policía en columnas a pie muy cerca de ellos, pero dejando espacio suficiente para que se muevan y no tengan sensación de ahogo. (…) Como el bloqueo no es impermeable, siempre puede haber algún grupo que aparentando que se va, quiera realizar alguna acción violenta. En esos casos ya se les ha hecho saber, que fuera del círculo de agentes uniformados, se encontrarán grupos de policías de paisano que no tendrán demasiados miramientos si se produce alguna agresión o daño significativo.
Como estos grupos de policías están dispersos pero son numerosos, los que quieran realizar algún acto de este tipo, se arriesgan a un enfrentamiento violento y como quedará fuera del campo visual del grueso de la manifestación y de los medios de comunicación, no recibirán ningún tipo de apoyo, ni en aquel momento ni con posterioridad. Se les tratará como delincuentes violentos, no como manifestantes pacíficos. En la teoría militar clásica -vuelta a empezar-, éstos no serían considerados como fuerzas regulares y por tanto no tendrían la protección de los tratados y convenios internacionales, con las consecuencias que ello suele implicar…».
Modelo Miyamoto Mushasi
«Hasta ahora, hemos visto -continúa implacable el comisario Piqué- unos modelos de actuación policial donde se intenta evitar al máximo que haya heridos(…). Si lo que se quiere, sin embargo, es la derrota física y moral del enemigo -aquí ya se le considera así- tendremos que ir al siguiente modelo de actuación policial«:
«Ya hemos explicado al principio, que este modelo se basa en la aniquilación del rival. Aunque no lo parezca, incluso los gobernantes con menos escrúpulos han necesitado una excusa para iniciar una guerra y si la intención es llevarla hasta el exterminio del contrario, la excusa debe ser poderosa.
En términos militares o políticos, a veces se han permitido ciertos excesos en el futuro enemigo, incluso provocándoles, para así justificar una intervención de ‘respuesta’ que sea comprensible para la población civil propia, que deberá apoyar la intervención militar. Muchas de estas acciones previas podrían haber sido evitadas, pero precisamente por eso se han permitido para tener así la excusa. En estas situaciones, cuanto más inocentes sean las víctimas propias iniciales, mayor será la excusa para atacar. No hace falta ir muy lejos para encontrar los ejemplos necesarios: Guerra hispano-americana en Cuba, guerra de los Balcanes, Pearl Harbour, USA-México por Texas, la mayoría de las guerras árabe.israelíes o la invasión de Polonia por los nazis.(…)
Si volvemos al mundo de la táctica policial -o también estrategia política-, por desgracia nos encontramos ejemplos de la aplicación de esta doctrina, algunos de ellos recientes. En este caso no hay estudio del terreno, no importa, que lo escoja el enemigo. Tampoco hay acciones previas… cuanto más fuertes se vean, más valientes se sentirán y más enfrentamientos habrá, que es lo que se busca. Si no hay enfrentamientos no hay heridos ni detenidos.
En esta situación la policía concentra muchas fuerzas en pocos lugares y fuera de la vista de quienes posteriormente serán atacados.
Incluso si la concentración, que es lo que estamos hablando no se prevé bastante violenta, se puede provocar un poco, con detenciones poco justificadas y nada pacíficas unos días antes para calentar el ambiente. También se pueden hacer «redadas» preventivas… con la excusa de buscar drogas o lo que sea necesario. La «redada» estará especialmente mal hecha y con trato humillante para encender más los ánimos, si es necesario.
La consecuencia previsible de estos comportamientos previos y el diseño del dispositivo policial, es que acabará en una ‘batalla campal’.
(…)Es entonces cuando se producen las cargas policiales que en ningún momento quieren ser disuasorias, no se disimula.
Se va directamente contra los manifestantes, que ya son considerados vándalos, y se les ataca con suficiente velocidad para que no dé tiempo a la fuga y se provoque el enfrentamiento físico. En ese estadio, los manifestantes atacan a la policía con todo lo que tienen y que les ha dejado tener, realmente se están defendiendo, pero no lo parece. Han sido acorralados. La violencia entre agentes y manifestantes de desata, se personaliza y se descontrola. Es lo que se quiere. Comienzan a aparecer víctimas inocentes -daños colaterales se dice ahora. Los que han rehuido el enfrentamiento, se encuentran con el resto de las unidades policiales que les cierran el paso y que no hacen ‘detenidos-prisioneros’, la dispersión no es voluntaria, es a golpe de defensa (porra) y cualquier atisbo de resistencia es contestada con contundencia exagerada y con detenciones masivas».
Modelo Julio Cesar
«(…) Julio Cesar aplicó la máxima ‘divide y vencerás’. (…)Esto se logró gracias al espionaje -hay que recordar que muchos soldados del ejército romano eran de origen galo- investigando cuáles eran las debilidades de cada grupo, sus necesidades o ambiciones.
(…) Esto permitió que muchas tribus aceptaran ser aliados del imperio romano a cambio de ciertos «privilegios».
(…) Si volvemos a la metáfora de Sherwood, parece que la unificación o coalición formal de todos los grupos antisistema, es una situación que hay que evitar… En este caso, no es debido al número total de miembros de esos colectivos, sino a que, unidos su capacidad de presión social y de influencia política afectaría realmente al ‘sistema’.
Así, parece práctico al igual que hizo César, utilizar la falta de un liderazgo evidente, la diversidad de ideologías… y el análisis de ciertas necesidades de algunos de estos grupos, sobre todo los menos violentos que verían como un avance en sus aspiraciones grupales, ciertas concesiones o privilegios…
En cuanto a los grupos irreductibles, quizá no haya más remedio que el uso de la fuerza, al igual que hizo Julio César.
«Les iremos a buscar, ya se pueden esconder donde quieran porque les buscaremos, sea en una cueva o en una alcantarilla que es donde se esconden las ratas. Tampoco les servirá esconderse detrás de unas siglas, o una asociación, o una capucha, o de una revista, o de una asamblea que no representa a nadie o incluso detrás de una silla de la universidad. No vale poner el objetivo social a cualquier actividad para justificar saltarse la norma».
David Piqué i Batallé
Notas:
i Uno de los conceptos «menores» que integran el Gran Concepto de la llamada «guerra mundial antiterrorista» -que es en realidad una «guerra mundial contra los pobres«-, es el de «permanencia«.
El «concepto global» y sus componentes se aplican también a las llamadas «guerras locales» como veremos inmediatamente. Son «guerras sociales» y no finalizan nunca.
A todos los niveles, las guerras son ejecutadas de todas las maneras posibles y con todas las armas disponibles. «Todas las armas de nuestro arsenal están a disposición del Presidente de los EEUU para defender la Libertad«, vocean continuamente desde Washington». «El Gobierno empleará todos los medios necesarios para defender el estado de derecho«, dicen desde Madrid. Es urgente para la izquierda, la codificación de los conceptos estratégicos de estas guerras y de los instrumentos variables para llevarlas a cabo. En el terreno de las «guerras interpuestas» y de las guerras y golpes de estado de «estructura variable» es muy recomendable la lectura de los artículos de Ángeles Diez Rodríguez: http://www.rebelion.org/mostrar.php?tipo=5&id=Angeles%20Diez&inicio=0
ii http://redroja.net/index.php/noticias-red-roja/noticias-externas/2293-fernandez-de-mesa-de-cachorro-fascista-a-director-de-la-guardia-civil-tras-sus-tropiezos-con-correa-o-el-prestige
iii La alta burguesía industrial, financiera y la que está haciendo enormes negocios con la privatización de las empresas y servicios públicos, y con la compra a bajo precio, recalificación, venta millonaria o especulación de las tierras municipales, había sacado las mismas conclusiones mucho antes. Sus asesores y estrategas económicos, sociales, ideológicos, políticos y militares -a nivel global, regional o estatal-, sí conocen perfectamente la teoría marxista y los procesos revolucionarios. Desde ese conocimiento han evaluado el riesgo de una acentuación de la lucha de clases y una desestabilización del sistema. Mientras vocean sobre el riesgo de una guerra civil si se desestabiliza su «estado de derecho» y hablan cínicamente en nombre del «bien común», actúan como clase cohesionada y resuelven la crisis acumulando riqueza hasta niveles escandalosos y empobreciendo con extrema crueldad a las clases populares. Ésta guerra civil contra el pueblo -como forma extrema de la lucha de clases-, comenzó con el gobierno Zapatero y se ha desarrollado vertiginosamente durante el Gobierno de Rajoy.
iv La Doctrina de la Seguridad Nacional (en versiones locales de la Doctrina de la Seguridad Continental de EEUU), y la estrategia y la tecnología del terror integradas a ella, precedieron a los grandes crímenes masivos de las dictaduras y las «guerras sucias» en América Latina: Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Honduras. La «Operación Cóndor» fue el plan operativo continental que integraba y coordinaba, hasta en los menores detalles, la represión a nivel regional. El centro planificador estaba en Washington.
v http://wiki.15m.cc/wiki/David_Piqu%C3%A9_i_Batall%C3%A9
vi http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article37730
vii http://www.cadenaser.com/sociedad/articulo/comisario-avisa-violentos-mossos-van-pagaran-caro/csrcsrpor/20120420csrcsrsoc_18/Tes
viii Piqué elige el fenómeno okupa/antisistema en el barrio de Gracia de Barcelona, no solo porque puede analizarlo a través de estudios y datos de organismos públicos, sino porque tiene unas características particulares. Estas características le permiten definir al enemigo en un contexto político amplio (el de los «antisistema») y en un contexto represivo global. Además la naturaleza plural de ese enemigo -«internacionalizado, transversal en sus demandas básicas y plural en su ideología» le ayuda a situarse en la posición de «defensor a ultranza de la Ley«, sea cuál sea su grado de ilegitimidad (en realidad este aspecto de la cuestión le trae sin cuidado a este policía globalizado), como justificación de las actuaciones policiales más alevosas, brutales y violadoras de todos los derechos humanos. Como veremos el Máster está hecho para demandar medidas legales de excepción.
ix Fundamentalmente de la Ley Mordaza (Ley de Seguridad Ciudadana).
x Insisto en la enorme importancia que tiene la lectura completa de El síndrome de Sherwood
xi La interpretación del final de la guerra de EEUU con el Japón, y de las guerras de Irak son muy significativas en relación con la caracterización política de nuestro personaje.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.