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Julio de 1936 (II)

Madrid en guerra

Fuentes: Rebelión

Desde que el ejército sublevado se viera frenado a las puertas de la capital, se convirtió en un frente de guerra con combates permanentes hasta el final. El Gobierno de la República, creó la Brigada Especial de la República, unidad de élite, para desarticular las principales organizaciones fascistas clandestinas organizadas en la «quinta columna». Han […]

Desde que el ejército sublevado se viera frenado a las puertas de la capital, se convirtió en un frente de guerra con combates permanentes hasta el final. El Gobierno de la República, creó la Brigada Especial de la República, unidad de élite, para desarticular las principales organizaciones fascistas clandestinas organizadas en la «quinta columna». Han pasado ochenta y tres años, desde que comenzara la batalla por Madrid.

En los días posteriores al golpe, y tras el fracaso de la rebelión en Madrid, con la caída del Cuartel de la Montaña y el de Campamento, la ciudad queda bajo el dominio del Gobierno legítimo de la República. Desde el mismo instante, la toma de Madrid fue un objetivo para las tropas sublevadas. Durante el intervalo que va desde el golpe de Estado, hasta los primeros combates en noviembre, los golpistas recibieron material militar y tropas de la Alemania nazi y de la Italia fascista, mientras que el Gobierno republicano no recibió nada de la Unión Soviética hasta el mismo inicio de la batalla. Nunca ante se había bombardeado una ciudad como objetivo civil; después se haría en diversas ciudades españolas y en Europa durante la Segunda Guerra Mundial.

Cuando un grupo de periodistas extranjeros preguntó al general Mola, comandante del Ejército del Norte, cuál sería de sus cuatro columnas la que conquistaría Madrid (una venía por el suroeste, otras dos desde Galicia y Castilla La Vieja y una cuarta desde Navarra y Aragón), él contestó: la «quinta columna» (según cuenta Hugh Thomas). Todo estaba planificado antes del golpe de Estado, Las tropas sublevadas entrarían en Madrid sin resistencia, por la acción de los golpistas organizados en la retaguardia.

La quinta columna, no se trataba de simples espías o saboteadores, agentes desmoralizadores o agitadores. Los quintacolumnistas, estaban bien organizados e infiltrados en las organizaciones republicanas. Realizaron actos de sabotaje, incautaron víveres, difundieron información para minar la moral de la población, elaboraron informes sobre cuestiones militares o gestionaban planes de huída hacia la zona «nacional» o refugio en embajadas extranjeras. Falsificaban documentos o encendían luces en la noche para que el enemigo localizara objetivos. Por medio de la emisora de radio clandestina AZ Radio y a través de mensajes cifrados enviaban la información a Burgos, entre otros datos importantes, sobre la operación que desembocó en la batalla de Brunete. La red contaba con colaboradores en los tribunales populares y policía, amañando juicios y detenciones, a favor de los simpatizantes de los sublevados. La organización contaba con un centro de operaciones, ubicado en la Escuela de Oficiales del Ejército Popular en Barajas y su cuartel general en el barrio de Salamanca.

El gobierno abandonó a su suerte a Madrid y a su población. «El Gobierno ha resuelto, para poder continuar cumpliendo con su primordial cometido de defensa de la causa republicana, trasladarse fuera de Madrid, y encargar a VE la defensa de la capital a toda costa». Esta fue la orden emitida por el presidente del consejo de ministros Francisco Largo Caballero al general Miajas. La defensa de Madrid fue posible, hasta que dejó de serlo, por el ardor del pueblo madrileño, pese al Gobierno, pese al estupor del momento y frente al acoso fascista, con todo su poder militar. Soportaron una guerra sin cuartel. José Miajas, general del ejército popular, «héroe de Madrid», hizo posible lo imposible: detener al enemigo en el Manzanares, tras feroces combates en la Ciudad Universitaria, en Vallecas o en el puente de Toledo.

Los rumores sobre la inminente entrada de los fascistas, recorre las calles solitarias y las casas a oscuras de la Villa. El derrumbamiento parece inminente y al amanecer los moros y legionarios podrían pasearse por la Puerta del Sol. Franco se contentó con dejar descansar a sus vanguardias en los arrabales y se puso a repartir por Europa invitaciones para asistir a la toma de Madrid, que era suyo, cuenta Chaves Nogales en su relato de la Defensa de Madrid. Los fascistas perdieron su oportunidad y no pudieron regodearse de la victoria. Cuando las tropas africanas llegan, Madrid está defendido por fuerzas milicianas, poco operativas, sin organización y con escasos mandos profesionales. Pero Madrid no fue ocupada. Posteriormente se creó el Ejército Popular, que tomó el testigo de los voluntarios del Quinto Regimiento, y puso bajo su mando a milicias anarquistas, socialistas y comunistas.

El general de la defensa de Madrid, recibe en su despacho, en los oscuros y húmedos sótanos del ministerio de Hacienda, el número de bajas. Caen decenas y centenares de hombres soldados; mujeres, niños y hombres civiles caen también, Las balas de las ametralladoras, los morteros y obuses enemigos arrasan vidas y destruyen barrios enteros. No hay armas bastantes y faltan municiones, pero no se retrocede. «No pasarán» gritaba el pueblo por las calles, con el puño en alto convencido de su poder. Pero pasaron: «ya hemos pasao«, con voz de Celia Gámez, tras tres años de lucha sin cuartel.

La defensa de Madrid se preparó en una noche. Se suponía que el gran ataqué vendría desde Carabanchel y Villaverde, donde estaban acuartelados cuarenta mi hombres enemigos. En una operación de distracción, varias columnas avanzarían hacia el Puente de Segovia y el de Toledo. Pero el verdadero ataque se produjo por la Casa de Campo y Ciudad Universitaria hasta el Hospital Clínico, para caer sobre Madrid por Rosales, Marqués de Urquijo y Princesa, hasta llegar a la Plaza de España. Se estableció una línea de defensa desde Villaverde-Entrevías, Vallecas, Puente de la Princesa, Carabanchel y carretera de Extremadura. La mayor fuerza en la Casa de Campo y Puente de la República (hoy Puente del Rey) y emplazamientos en el Puente de los Franceses, Humera-Pozuelo de Alarcón y Boadilla del Monte. Dio resultado. Madrid quedó cercado, salvo la salida hacia levante, hasta abril de 1939.

Madrid se fortifica, a la espera del día D y se prepara para luchar hasta la muerte. En la retaguardia, la vida sigue, el hambre se hace costumbre y el biruji curte el cutis. Hay que organizar el abastecimiento de alimentos, agua, electricidad y ropa de abrigo para los camaradas y compañeros, y crear un cuerpo de seguridad contra los «paseos». Una mañana, Miaja leyó en el parte diario: «Esa noche no ha habidoa ningún asesinado en las tapias de los cementerios«. El orden interno se estaba restableciendo.

Una de las actuaciones más destacadas de la «quinta columna», fue iniciar las negociaciones entre Casado y el gobierno de Burgos. Casado junto a dirigentes como Julián Besteiro o Cipriano Mera se sublevaron contra el Gobierno. Pretendían negociar con Franco una paz con garantías y sin represalias; no lo consiguieron. Tanto esfuerzo y sacrificio para que sin luchar contra el enemigo, y sin la «paz honrosa» que perseguía Juan Negrín. Provocaron una guerra civil dentro de la guerra civil y facilitaron la entrada de Franco en Madrid dando comienzo una feroz represión.

Víctor, mi padre, se pone correajes y cartucheras, coge el fusil, se calza el gorro con orejeras y se despide de mi madre: «Me voy al frente Felisa, que llega el tranvía»; como si fuera a la cafetería Bolonia en Manuel Becerra donde trabajaba. «Ten cuidado, le contesta». «Y tú con los obuses en la Gran Vía». Marcha a las trincheras del Manzanares, las casas de Carabanchel o al Canto del Pico, en la sierra.

Hasta cuarenta mil combatientes defendieron Madrid y con ellos, los más de tres mil quinientos voluntarios de las Brigadas Internacionales. Hubo héroes políticos y militares con decisión y arrojo; y hubo héroes del pueblo con no menos arrojo y decisión, que fueron determinantes para la defensa de Madrid. Todo fue inútil.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.