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Madrid, la campaña de verdad comienza ahora

Fuentes: Rebelión

Escribo estas líneas en el día de “reflexión” de las elecciones a la asamblea de Madrid del 4 de mayo, justo terminada la campaña; puede parecer un poco extraño, por ello, el título del arítulo. Explicaré mi propuesta.

A menudo despreciamos al pueblo soberano, el que decide con su voto la composición de los parlamentos y gobiernos. Pensamos que su decisión depende del circo que montan las candidaturas durante 15 días; y, sin negar que algo de influencia puede tener, en realidad el pueblo decide teniendo en cuenta la percepción de lo que unos y otros han hecho, en gobierno u oposición, en los años anteriores. Sí, tanto lo que el gobierno ha hecho bien o mal, o no ha hecho, como lo que la oposición ha hecho o no.

Esta percepción viene muy mediatizada por unos medios de comunicación, cuya parcialidad, en el caso de Madrid, es obscena. Pero a pesar de esos medios, se producen resultados electorales cambiantes, pues existen más mecanismos de comunicación social. Si el electorado percibe que la oposición ha vivido cómoda en su papel de alternancia dialéctica, pero nada ha explicado durante los años anteriores, pues es fácil que no la apoye, generalmente no yendo a votar. Y desde luego mi percepción ha sido la de una falta absoluta, salvo raras excepciones, de ambición y de contacto con las bases populares.

Como se suele decir, el votante de derecha suele ser más fiel; le da igual quien sea el candidato o candidata, porque los que les une es su odio a los pobres y a la izquierda (franquismo sociológico inoculado en vena tantos años).

Por esta visón general de los procesos electorales, considero que la verdadera campaña electoral, la de las próximas elecciones de 2023, empieza ahora.

Si atendemos a lo que se ha dicho en los actos, y el contexto mediático recoge, parece que estas elecciones son una pugna clara entre dos bloques, con los seis partidos, con expectativas de obtener escaños, alineados claramente en alguno de los bloques tradicionales, izquierda y derecha. Planteadas así las cosas, y salvo sorpresas poco probables, cabe esperar tres posibles resultados:

* Empate entre bloques. Si “ningún trnásfuga” lo remedia, nos veríamos abocados a una nueva convocatoria electoral, con su consiguiente campaña: poco más hay que explicar.

* Victoria de la derecha, con sus posibles variantes en función de los resultados de cada partido, con gobierno monocolor o de coalición, con Vox o Ciudadanos. Cabe recordar que en los casi 2 años que Isabel Díaz Ayuso ha presidido la Comunidad de Madrid ha sido incapaz de aprobar, tanto unos presupuestos como otras leyes. Eso no le ha impedido despilfarrar dineros públicos en hospitales de cartón (Zendal), seguir con la senda de debilitar lo público, como los gobiernos precedentes, o hacer una gestión populista de la pandemia con un “casticismo” con olor a gallinejas.  Con estos antecedentes cabe esperar que los próximos 2 años sigan en esta senda de gestos que marquen tendencia, acentuando quizás los toques ultraderechistas si los resultados de Vox le dan capacidad de influir.

En este escenario, a la izquierda le toca trabajar desde el primer minuto, acorralando, en el parlamento y en la calle, a un gobierno que actúa contra el pueblo. Si es capaz de demostrarlo, y de presentar una alternativa ambiciosa y creíble en estos 2 años, las próximas elecciones serán para la izquierda.

* Victoria de la izquierda. En este caso conviene recordar también que se trata de tan sólo 2 años escasos de gestión, que se deben aprovechar bien. El pueblo juzgará qué se ha hecho y qué no en estos 2 años, en los que la oposición será feroz (la derecha siempre muestra una mayor ambición de poder). Es muy importante explicar bien al electorado cuáles serán las medidas que se van a emprender en este breve período, con objeto de rematarlas en los siguientes cuatro años; medidas que favorezcan de verdad, y de una manera tangible, al pueblo, y que puedan contar con la complicidad del tejido social que arropa a las candidaturas de izquierda. Por desgracia es muy frecuente el comportamiento que muestran quienes llegan a responsabilidades de gobierno, despreciando a los movimientos de base, en una especie de despotismo ilustrado. Se vio cuando los primeros ayuntamientos democráticos, cuando los nuevos concejales dijeron a las Asociaciones de Vecinos que ya no hacían falta, pues ellos sabían lo que había que hacer. O también en los ayuntamientos del cambio, cuando el “sí se puede” se transformó en el “no se puede”. En ambos casos ya conocemos los resultados posteriores.

No critiquemos al pueblo, que es más inteligente de lo que pensamos. Si se quiere avanzar, hay que tenerle en cuenta, antes de las elecciones y después, sea el resultado que sea.

Pedro Casas (activista social)