La presa burguesa, ya sea televisión o periódicos, lleva varias semanas creando «alarma social» asegurando que está habiendo una proliferación de «grupos violentos» que están «poniendo en alerta a las autoridades». Los disturbios el pasado 29 de febrero en el barrio multicultural de Lavapiés, provocados por la permisividad de las autoridades para que dos organizaciones […]
La presa burguesa, ya sea televisión o periódicos, lleva varias semanas creando «alarma social» asegurando que está habiendo una proliferación de «grupos violentos» que están «poniendo en alerta a las autoridades».
Los disturbios el pasado 29 de febrero en el barrio multicultural de Lavapiés, provocados por la permisividad de las autoridades para que dos organizaciones neonazis realizaran un mitin electoral, están siendo utilizados por la prensa burguesa para iniciar la fase represiva contra el movimiento antifascista en Madrid.
El hecho de permitir un acto fascista en un barrio de clase obrera y humilde (y el hecho de permitirlo en general) como Lavapiés, pone de manifiesto la impunidad con que actúan los nazis en Madrid. Sin embargo la juventud antifacista y lxs vecinxs del barrio salieron a la calle a protestar, y ahora la prensa responde enmarcando los enfrentamientos en un contexto de criminalización y de «auge de grupos violentos».
Al día siguiente de lo ocurrido en Lavapiés, los medios titulaban los hechos señalando con el dedo al movimiento antifascista: «Radicales antisistema se enfrentan a la policía» (ABC), «Grupos antisistema se enfrentan a la policía» (El País), «Batalla campal anoche entre jóvenes antisistema y agentes antidisturbios en la plaza de Tirso de Molina» (Terra), etc.
Posteriormente han empezado a publicarse artículos que hablan de las investigaciones policiales sobre «grupos violentos».
El reportaje «500 fichados por la policía» (El País), pone en el punto de mira a «una amplia amalgama de colectivos y asociaciones. Son tan dispares que engloban a sharp y redskins con grupos por una vivienda digna, según fuentes policiales». Se habla de «bukaneros, los seguidores ultras del Rayo», también sobre el papel de los «centros okupados, repartidos por toda la región, son sus zonas de reunión, de celebración de conciertos, a los que acuden de manera masiva», y se vincula disimuladamente a Izquierda Castellana con la izquierda abertzale. Esto último tiene que ver con que esta organización participó, junto a muchos otros colectivos, en una manifestación el 1 de marzo en Madrid contra la represión y las ilegalizaciones en Euskal Herria, algo que hizo saltar alarmas en ámbitos de ultraderecha, que empezaron a hablar de «Los amigos de ETA en las calles de Madrid«.
Así mismo, el diario Público publicó el pasado 22 de marzo un artículo bajo el título de «Los grupos violentos ponen en alerta a las autoridades«, que presenta un «peligro» que califican de potencial y latente: «Skinheads, nacionalsocialistas, okupas, punks o latin kings son los principales grupos urbanos violentos de nuestro país». Meten todo en un mismo saco pero curiosamente utilizan como columna vertebral del artículo la «batalla campal en Lavapiés» y vuelven a insistir en que «sólo en Madrid, la Brigada Provincial de Información tiene fichados a 500 miembros de grupos antisistema (anarquistas, okupas, rash, sharp y redskins, fundamentalmente).»
Por su parte, el sindicato ultraderechista Manos Limpias está sirviendo de ariete para tantear las fuerzas del movimiento antifascista, iniciando trámites para buscar la ilegalización de Izquierda Castellana y la Coordinadora Antifascista de Madrid.
Lo que realmente está poniendo en alerta a las autoridades es la revitalización de la lucha social en Madrid, impulsada sobre todo por la juventud. Se está denunciando en la calle la complicidad institucional con el fascismo, se está poniendo en contradicción a la monarquía capitalista, se está rechazando la salvaje represión contra el pueblo vasco en lucha, se está exigiendo una vivienda digna y arrancando espacios okupados a la especulación, etc.
El estado prepara la respuesta con una fórmula ya conocida: primero criminaliza a través de la prensa para aislar socialmente a los movimientos anticapitalistas. Una vez consumada esta etapa, el estado podrá golpear con multas, detenciones e incluso encarcelamientos para debilitar y fracturar a los movimientos, y que la «opinión pública» lo entienda como algo «normal».
Sólo hay una manera de hacer frente a la represión: reforzar el apoyo social, estrechar lazos entre los colectivos, construir la causa antifascista y anticapitalista desde los barrios, convertir el revés del estado en mayor organización y conciencia popular.
Quilombo
Construyendo organización popular Sábado 5 de abril de 2008 a las 18:00h Plaza de Tirso de Molina. Metro Tirso de Molina Convoca: Coordinadora Antifascista de Madrid