Desde que nos enfrentamos a la inmigración irregular, no se cesa de interpretar el tema en clave de mafias que trafican con los inmigrantes. El objetivo es encontrar un chivo expiatorio al que responsabilizar de las tragedias. Son las mafias las responsables de las muertes en el Estrecho y las que engañan a los inmigrantes […]
Desde que nos enfrentamos a la inmigración irregular, no se cesa de interpretar el tema en clave de mafias que trafican con los inmigrantes. El objetivo es encontrar un chivo expiatorio al que responsabilizar de las tragedias. Son las mafias las responsables de las muertes en el Estrecho y las que engañan a los inmigrantes con falsas promesas de prosperidad en el primer mundo.
Hace unos meses, concretamente el 11 de agosto, el diario ABC publicaba un amplio reportaje bajo el título de «El drama de la inmigración ilegal». En él repasaba las cifras de la tragedia en el Estrecho. El años 2003 murieron 57 personas intentando llegar a la península y en agosto del 2004 ya eran 44. En el reportaje se informaba del número de inmigrantes interceptados, el número de pateras y el origen de los detenidos y las detenciones por provincias. El conjunto de eso cuadros estadísticas lo englobaron bajo el titular «Las nuevas rutas de las mafias». Ellos veían mafias donde yo sólo encontraba inmigrantes desesperados que terminaban muertos o detenidos por el delito de querer entrar en nuestro país.
Es la misma metodología que se utilizó hace una década con el problema de la drogadicción. Entonces eran crueles traficantes los que asaltaban niños a la salida de los colegios y los convertían en drogadictos. No había ninguna problemática social de fondo. Ahora son las mafias las que se enriquecen con la pobreza del Tercer Mundo, no existe ninguna situación de injusticia y desigualdad entre unos países y otros. Las informaciones refieren constantemente la existencia de patrones desaprensivos que tiran a los emigrantes de las embarcaciones provocando que se ahoguen o que los hacinan en condiciones incompatibles con la vida. Nadie reflexiona que todo eso sucede porque existe una legislación y una intervención de fuerzas de seguridad que provocan esas condiciones de viaje.
El pasado 8 de octubre, el diario El País recogía las testimonios de dos periodistas franceses que habían viajado en una patera repleta de inmigrantes que se dirigía a Fuerteventura desde Africa. Los periodistas aseguraron que «es falsa la idea de la existencia de grandes mafias dedicadas a la exportación ilegal de emigrantes». «Descartan también -afirma el diario- el concepto de patrón de la embarcación como miembro de la organización y afirman que el timón lo lleva lo lleva el más avezado en la mar, normalmente un pescador, que también tiene intención de emigrar».
Alguien debería explicar por qué quien lleva personas en un ferry desde Marruecos a la península es una empresa turística y quien lleva a las personas en una patera es mafioso. Lo que diferencia a un pasajero de otro es la consideración que les da una ley de extranjería. Los dos transportistas se dedican a lo mismo y prestan el mismo servicio, llevar personas que lo desean de un lugar a otro. Nuestra ley convierte en delito querer venir de Marruecos a España, y su justificación convierte en mafia a quienes intentan procurar el transporte a quien lo desea. Aunque sólo sea un pescador que sólo quiere venir a España.