ARTICLE REVISTA ECOLOGISTA (2p En la década de los sesenta, Mallorca se incorpora como periferia de placer en el circuito capitalista europeo. Es el inicio del turismo de masas de las clases medias y trabajadoras de los Estados de bienestar del norte de Europa, principalmente Gran Bretaña y Alemania. También es la época del boom […]
En la década de los sesenta, Mallorca se incorpora como periferia de placer en el circuito capitalista europeo. Es el inicio del turismo de masas de las clases medias y trabajadoras de los Estados de bienestar del norte de Europa, principalmente Gran Bretaña y Alemania. También es la época del boom económico español de los sesenta, en el marco de la dictadura franquista, que utiliza el turismo como fuente de divisas y de legitimación política.
El modelo económico-turístico va muy ligado a la explotación del territorio. En las primeras etapas del turismo (décadas de 1960 y 1970) se produce una ocupación intensiva del litoral de Mallorca mediante la construcción de hoteles. Es importante la construcción del aeropuerto de Son Sant Joan y la autovía desde el aeropuerto a la capital (Palma), financiados por el Banco Mundial.
En la década de los ochenta continúa el crecimiento turístico y urbanístico con la construcción de apartamentos, principalmente en el litoral. A mediados de la década de los noventa, una vez superada la crisis de la guerra del Golfo Pérsico, con la liberalización del sector aéreo y la ampliación del aeropuerto de Son Sant Joan, Mallorca pasa a ser también un destino turístico residencial. Desde las instituciones políticas se apoya este modelo: el presidente autonómico, Gabriel Cañellas, manifiesta pocos años antes, en la sesión de investidura de 1991, que «Baleares tiene que convertirse en la segunda residencia de Europa».
El turista residencial tiene o alquila una casa, y viene varias veces y en estancias más cortas (lo que supone un mayor uso del transporte aéreo). La gran oferta de vuelos (especialmente de bajo coste) desde Gran Bretaña y Alemania permite el aumento de los turistas residenciales. A ello hay que unir el auge de la construcción de segundas residencias, en parte inversión alemana antes de la entrada del euro. A su vez, el turismo hotelero mantiene un buen ritmo.
En el inicio del siglo actual, se produce una ralentización del crecimiento económico, ligada al descenso de los turistas provenientes de Alemania. El país germano vive una crisis económica y un desmantelamiento del Estado de bienestar, lo que impacta en las vacaciones de las clases medias y trabajadoras alemanas. El Gobierno autonómico, a partir de 2003, con el retorno al poder del Partido Popular, encabezado por el exministro Jaume Matas, después de un paréntesis de cuatro años, inicia una etapa desarrollista de construcción de infraestructuras, principalmente autovías.
El modelo económico-turístico mallorquín presenta serios síntomas de agotamiento: deslocalización empresarial, aumento de la competencia en el Mediterráneo, crecimiento de la desigualdad social… Ante esta situación, la receta desde el Gobierno autonómico es «más madera». Con la construcción de más red viaria se persigue la constitución de toda la isla como una zona urbana residencial, que permita el rápido acceso desde el aeropuerto a las segundas residencias de toda Mallorca. Este mismo proceso se está viviendo con la misma intensidad en Eivissa -con una fuerte resistencia popular en los últimos meses-, mientras que en las otras islas, Menorca y Formentera, de momento no se produce del mismo modo.
La respuesta: el ecologismo como movimiento social
El movimiento social más significativo en la Mallorca contemporánea es el ecologismo, concretado principalmente en el movimiento por la defensa del territorio. Esto no es casual: como se ha dicho, uno de los aspectos más importantes del cambio socioeconómico que conlleva la aparición de la economía turística es la ocupación progresiva del territorio.
El ecologismo en Mallorca no es igual únicamente a GOB (Grup balear d’ornitologia i defensa de la naturalesa, principal entidad ecologista isleña), es toda una cultura política. El GOB, como organización, se ha constituido en un eje muy importante de este movimiento, pero la cultura política ecologista en Mallorca también se difunde ampliamente a través de múltiples plataformas y colectivos, así como a través de agentes de socialización como, por ejemplo, las escuelas y los grupos de tiempo libre.
El ecologismo, y el GOB en particular, es un actor público significado en el debate político insular, que tiene como uno de sus ejes principales el modelo territorial y turístico. El GOB es un referente de la izquierda social por el amplio calado de sus luchas contra las políticas urbanísticas impulsadas por el Partido Popular. Además, el movimiento de defensa del territorio en Mallorca tiene por delante un largo recorrido, porque aglutina personas, colectivos y agentes de muy diversas procedencias sociales; aunque, como en la mayoría de estos movimientos, las personas de las nuevas clases medias urbanas con capital cultural sean el principal grupo.
Ante la última etapa expansiva del Partido Popular con la construcción de una red viaria sobredimensionada, se han articulado una lucha en dos etapas. En la primera, se han organizado autónomamente distintas respuestas concretas a cada una de estas infraestructuras. Son los casos de la Plataforma contra el 2on Cinturó (contra una segunda ronda de circunvalación que incrementaría el perímetro urbano de Palma) y la plataforma Autovia No (contra una autovía que pretendía cruzar todo el centro de la isla, de Inca a Manacor). Esta primera etapa culminó con una manifestación de 50.000 personas por las calles de Palma, bajo el lema Estima’m. Qui estima Mallorca no la destrueix (Ámame. Quien ama Mallorca no la destruye).
En una segunda etapa, se ha lanzado la campaña Salvem Mallorca, que aglutina las distintas luchas y propugna una defensa conjunta del territorio de Mallorca. Esta campaña tiene como eje principal una iniciativa legislativa popular (ILP) que promueve una ley para una mayor protección del territorio de las Illes Balears. La ILP* quiere hacer frente a las distintas agresiones al territorio, como el crecimiento urbanístico, y la construcción de autovías, campos de golf, y puertos deportivos.
* Joan Amer es sociólogo y miembro del GOB, Grup Balear d’Ornitologia i Defensa de la Naturalesa
(*) Para más información ver www.gobmallorca.com y www.salvemmallorca.org