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Mapuche, nuestro pueblo

Fuentes: La redaccion de Chillan

Una vez más la verdad histórica se entromete en la realidad oficial y deja a la vista el doble discurso con los que el Estado y las dirigencias políticas, tratan a los ciudadanos y a sus pueblos. Por un lado nos hablan de nuestros derechos y de «la necesidad reiterada» de trabajar con «la gente». […]

Una vez más la verdad histórica se entromete en la realidad oficial y deja a la vista el doble discurso con los que el Estado y las dirigencias políticas, tratan a los ciudadanos y a sus pueblos.

Por un lado nos hablan de nuestros derechos y de «la necesidad reiterada» de trabajar con «la gente». Al mismo tiempo; la mayor parte de los ciudadanos, son marginados y excluidos, de toda participación efectiva para definir su propio destino.

Es así cómo hemos llegado a un punto en que se advierten claramente dos distancias. Una; entre pobres y ricos y otra; entre los que no saben y los que dominan y orientan el conocimiento.

La militarización formada y entrenada para contener a los pueblos, para oponer la fuerza a sus tradiciones, cultura, derechos. Esas tareas de preparación militar las ha dado USA desde el «enemigo interno», en los 70, hasta la «guerra preventiva» de estos años. La formación militar que dio USA en sus escuelas en Panamá, las sigue entregando desde 1962 en el Instituto de Estrategias Militares en la capital de USA.

El conflicto mapuche, debe ser una de las guerras más antiguas en la historia del mundo. Primero con todo lo que vino de España y ahora con los que controlan el Estado de Chile y han dado preferencia a la industria extranjera, a las transnacionales y ha llegado en este tiempo a dar más valor al dinero, que a la dignidad, la vida o a la «Madre Tierra».

Nadie pretende ofender los derechos de todos aquellos que trabajan, que son productores o empresarios y que han asumido la propiedad y el trabajo que realizan. Ciertamente; ni ellos ni los mapuche, son responsables de un conflicto de interés que crearon otros, mucho antes de las generaciones actuales.

Ni los españoles lograron españolizar a los mapuche ni el Estado chileno ha podido chilenizar a los mapuche.

La fuerza, el dinero, el desprecio; han sido incapaces de doblegar la dignidad de pueblo de los mapuche.

Es necesario abrir un espacio grande y generoso de discusión y no de disputa. La discusión es inteligencia y la disputa, violencia.

Es importante entender; según lo señalan los historiadores, que unos pocos cientos de militares españoles pudieron dominar a los pueblos originarios, hasta que al sur del Maule y del Bio Bío se encontraron con un pueblo que tenía una cultura diferente, circular no piramidal, en la que cada mapuche es un ejército y vencerlos ha sido imposible, ni con la «pacificación de la araucanía» que robó la vida a cientos y miles de mapuche. Es la cultura de ellos la que sobrevive desde el vientre de su Madre Tierra, inmediatamente después de una muerte.

Hace falta humildad, respeto y una actitud fraternal que permita a ellos y a nosotros, transformar las diferencias en unidad, entender que es posible una convivencia intercultural, en la que unos y otros aprenden; es posible desarrollarnos y crecer juntos, cada uno con su identidad y entender de buena manera que los mapuche, son nuestro pueblo.