«Sueños después de la derrota» es un relato perteneciente al libro titulado «La tierra será un paraíso», de Juan Eduardo Zúñiga, relato en el que se observa el proceso de recuperación emprendido por un obrero tras la derrota en la guerra del 36. Desde el sentimiento de fracaso y la soledad, la pérdida de autoestima, […]
«Sueños después de la derrota» es un relato perteneciente al libro titulado «La tierra será un paraíso», de Juan Eduardo Zúñiga, relato en el que se observa el proceso de recuperación emprendido por un obrero tras la derrota en la guerra del 36. Desde el sentimiento de fracaso y la soledad, la pérdida de autoestima, los primeros intentos de identificación con los que le rodean, las recaídas, la aclaración de diferencias de clase, el encuentro en los términos verbales con otro trabajador, la autoidentificación, el conocimiento por el otro de los conflictos que habitan en el primero, su presentación secreta como miembro activo del Partido Comunista, su invitación a un nuevo comienzo desde la autocrítica, su planteamiento al que viene como contacto o enlace, la comunicación al primero de que el Partido se acuerda de él, de que le necesita, el estímulo que éste recibe al llegarle aquella noticia, su nueva disposición, su ordenamiento en la conciencia, su primera cita clandestina, y el futuro proyectado en la esperanza, los sueños ideales de la lucha, y el presente que fortalece la conciencia y proyecta el deseo de la unidad.
Es la hora de salir del trabajo y es de noche.
El limpiabotas de una cafetería burguesa se quita la ropa de empresa y vestido «como es él», nos dice el narrador, bebe de una botella que lleva en un bolsillo. Sale del trabajo y se aleja por calles estrechas y oscuras, viaja en «metro» y cruza andando descampados hasta llegar a una pequeña habitación realquilada y vacía, como él se siente. Ha salido del trabajo bebiendo de una botella y cae en la cama donde acaba de emborracharse y borrar de su mente las imágenes de la lucha, las medallas que le dieron, la novia y los compañeros con quienes compartió aquellos días. Desde ahí, el relato deja al margen las formas narrativas tradicionales porque no ayudan a representar el conflicto, y entonces muestra imágenes de gran fuerza expresiva asociando escenas del pasado y el presente y sentimientos contradictorios, y entreverando unas y otros en una poética rítmica imparable que envuelve al lector en la disposición de atender.
De igual manera el compañero de trabajo, el que vende lotería y tabaco a los señoritos, también se transforma al cambiarse de ropa e ir a su casa, y por el trayecto y una vez en ella sentirá la satisfacción de estar con su compañera, y junto con el enlace del Partido pensarán la disposición de los asuntos para rescatar del pozo en el que ha caído al limpiabotas. Y habremos visto las monedas conseguidas por el lotero con su trabajo, y el orgullo y la admiración que siente su compañera, y la comprensión de los dos de lo que le pasa al limpia, y sabremos de cómo se han rehecho ellos mismos y el Partido tras la derrota, cómo cuidaron las ascuas de esperanza, cómo se hicieron sabios de la marcha general y de lo particular, y sabremos que el lotero conoce al limpiabotas mucho más de lo que el mismo limpia cree y le va a decir que «ya es inútil lamentarse y maldecir por lo bajo y apretar los puños, y más inútil aún repasar en la memoria el nombre de aquellos políticos a quienes atribuye el haber perdido la guerra, y que ese renegar desesperado es por errores que él también cometió y que algún día tendrá que reconocer como suyos…» Y le dice que sabe la desgracia de su mujer y que sabe de su dolor, y que reencontrándose podrá superarlo. Y se mueven los contactos de confianza para que el lotero pase la cita a Carlitos, el limpiabotas, y Carlitos guarda en su memoria lo que le dice el enlace, un hombre de aspecto humilde: «solamente pueden mejorar los que tienen conciencia de su suerte y por haber sufrido se alzan en una aspiración a la felicidad que es el primer paso para que la tierra sea un paraíso, y mientras hablaba, el lotero miraba atentamente la cara del enlace y veía en ella el esfuerzo por prever lo que sucederá en el futuro pues los hombres avanzan difícilmente milímetro a milímetro en la línea atribulada del progreso y él sabe que las huelgas del año pasado pudieron realizarse a pesar de olvidos, de contra órdenes, improvisaciones y malentendidos y ve que sobre errores y cuerpos obligados a perecer marcha la historia de la política». Y sobrevendrá la historia pasada de su condena, la del «limpia», en la cárcel de Carmona, y los traidores antes mencionados puesto que en esa cárcel es en la que estuvo encerrado Besteiro, que dirigió el golpe del Psoe contra la República, y sobrevendrá también el anhelo de dominar la fuerza que tiene dentro y le empuja al horizonte que hasta ahora ha ido alejándose, y los recuerdos de satisfacción, la consideración elevada por el deber cumplido y premiado y a la vista de todos, hasta que el mensaje de la cita llega a manos de Carlitos, el «limpia», y su conciencia caída sube por todo su ser y las palabras del enlace le disponen a seguir adelante cuando justo están frente al palacio real, su imagen se cuela en ésta historia de lucha. El enlace le dice a Carlitos que no debe olvidar que fue teniente y que no debe permanecer aislado, sino buscar a sus antiguos compañeros, convencerse de que se puede seguir luchando y hablar de que es posible un cambio de régimen. A las enseñanzas de no permanecer aislado, reencontrarse con otros compañeros y hablar sobre lo posible que es cambiar de régimen, en Carlitos, al que se le ha grabado la importancia de mantener y hacer prosperar la discusión política, se le añade la necesidad de la unión con todos los que aspiran a ese cambio esencial para conseguir una vida mejor y cómo los problemas se aclararan haciendo camino y eso le lleva a recordar que efectivamente así sucedió en otros aspectos de la vida en aquel tiempo y Carlitos escucha que él es importante, que él puede hacer mucho donde vive, que en barrios como el suyo, allí están «los mejores luchadores del pueblo, donde se está formando una juventud que será vanguardia de la clase obrera», y las dificultades se le interponen en su mente pero ya no tienen la fuerza de antes y las vence, «esta noche sus recuerdos van en distinto orden que otras noches y piensa en caras, en lugares, busca nombres, apodos, también sus señas,… y quizá por eso la botella permanece en el deforme bolsillo de la chaqueta y no bebe, no le hace falta el fuego de aquel líquido». Ha sobrepasado todo aquello que le torturaba.
La memoria histórica como lugar de encuentro, de identidad con la clase obrera, con los combatientes como él, le devuelve a sí mismo, y la voz narrativa se va haciendo más y más fuerte y golpea como nunca antes lo había hecho, a paso firme, sin ambages, continua: «esta noche no bebe mientras camina absorto y por primera vez, casi lo dice en voz alta que todo tiene arreglo, no hay nada peor que renunciar», y recordará los momentos de felicidad en el pasado, aquello que se ha perdido en el dolor de la derrota que ahora ha dejado reducida de tal manera que esa noche le dará paso a su nueva existencia, a un nuevo compromiso, a su recuperación como combatiente, soñará con los triunfos conseguidos, con su madre y aquella esposa que perdió a causa de la guerra y que ahora le devuelven la felicidad.
Juan Eduardo Zúñiga dignifica la lucha de la clase obrera contra el fascismo, y como gran escritor dispone el lenguaje para remover todos los obstáculos, superar las contradicciones, mostrar la experiencia histórica, reflotando la memoria como lugar de identidad y de generación de nuevas fuerzas que rotularán los hechos precisos, esos que son esencia, significado, conciencia, no hace tarea de buscar las culpas sino de la asunción de responsabilidades, no se queda solo, llama a no quedarse solo sino a buscar a los iguales, habla de y planifica pasos de transformación; en los cimientos está el motivar a los trabajadores como a uno mismo, a los jóvenes, para recuperar a todos y saber que «todo tiene arreglo, no hay nada peor que renunciar».
La literatura es un ejemplo, es una lección si descubrimos lo que nos dice, y en este caso, el relato «Sueños después de la derrota» es una gran lección de lucha y compromiso, de vida que recupera la dignidad obrera con palabras sencillas y bien colocadas.
Léanlo con atención, coméntenlo, recomiéndenlo, difúndanlo, el espíritu del relato de Juan Eduardo Zúñiga disuelve como un azucarillo en el agua la soledad, la separación por individuos a que nos han querido y quieren llevar, la dispersión de nuestras razones y el abandono del estado consciente, crítico, mediante tantos libros basura y tantos escribidores que encumbra el enemigo de clase. Como dijo Marcelino Camacho: «Si uno cae, se vuelve a levantar y sigue adelante».
Ramón Pedregal Casanova es autor de «Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios», editado por Fundación Domingo Malagón y Asociación Foro por la Memoria (asociacion.foroporlamemoria@
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