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Marchando otra de patrioterismo barato…

Fuentes: Rebelión

Como no sabe salir del lío en el que está metida y además se empecina en negar lo evidente, la derecha carpetovetónica, jaleada por su prensa amiga, ha vuelto a decretar, saltándose evidencias y avances científicos, que la Tierra es plana y todo el sistema solar gira a su alrededor. Incapaces de decir una verdad […]


Como no sabe salir del lío en el que está metida y además se empecina en negar lo evidente, la derecha carpetovetónica, jaleada por su prensa amiga, ha vuelto a decretar, saltándose evidencias y avances científicos, que la Tierra es plana y todo el sistema solar gira a su alrededor.

Incapaces de decir una verdad mínima- aunque fuese disfrazándola- en el caso Bárcenas tipo:

«Uno de los nuestros, el cabrón de Luis, ha roto la ley del silencio y ahora todos conocéis a ciencia cierta lo que antes tan solo intuíais: la relación, la simbiosis tan curiosa que en nuestro país se da entre donativos de empresarios al partido del Gobierno y concesiones públicas. No nos arrepentimos de coger sobres ni de utilizar lo Público para enriquecernos privadamente. Si acaso nos molesta algo,es nuestra torpeza. Que todo haya salido a la luz», los dirigentes del PP ven en como única vía de escape la de envolverse en la bandera rojigualda y que, todos a una, nos distraigamos blasfemando por las maldades de la «pérfida Albión».

De ahí el revival, la moda retro (años cuarenta del siglo XX ) que nos inunda. A la vuelta del Nacionalcatolicismo dando desorbitados privilegios a la Iglesia y del Clasismo más rancio al diseñar una política económico social que deje clara el predominio de unos pocos ricos frente a la masa de los cada vez más empobrecidos, han añadido desde hace unos días la tercera pata de la Cuadratura ultramontana, el clásico grito de «Gibraltar español, queremos el Peñón».

Sólo falta por llegar la apelación al Ejército para que salve la Patria. Tranquilos, pronto escucharemos las llamadas.

Estamos presenciando una huida hacia delante en toda la regla. Ya lo han hecho antes gobernantes de todos los pelajes. Consiste en apelar a los sentimientos nacionalistas más bajos e intentar acallar el malestar general al grito de «La patria está en peligro», mientras se cruzan los dedos para que el engaño cuele.

Unas veces sale bien, como a Jordi Pujol en el caso «Banca Catalana». Otras fatal, como le pasó a los militares argentinos con las Malvinas.

Pronto veremos a las Viejas Generaciones convocar en La Línea de la Concepción actos de desagravio, corridas de toros, actuaciones de Coros y Danzas y partidos de fútbol incluidos. Lástima que los cerebros de la Gürtel ya no puedan organizar un evento que inunde el cielo gaditano de confetis y globos. Colores rojo y amarillo, o sea.

Lástima que Javier Arenas se haya quemado y tampoco pueda emular a José Solís, eterna «sonrisa del Régimen». Han estado tan obsesionados por privatizar y hacer caja que ahora sólo tienen mandamases de cara avinagrada y gesto torcido tipo Copedal o Sánchez Camacho. Siempre con el rictus del que está permanentemente oliendo cuescos. Les falta la sonrisa.

Con ella les sería más fácil anunciar: «Señores no hace falta decirles que estamos hasta las trancas. Vayamos a una elecciones y que el pueblo se pronuncie».

No nos equivoquemos, seguramente mantendrían un apoyo en torno al 25%. Son muchos a los que las Reformas a medida y regalos (leyes laborales, privatización de empresas públicas, casi no pagar impuestos…) les ha venido de perlas. Por ello el empobrecimiento generalizado ha ido acompañado por un crecimiento bestial del número de nuevos millonarios. Los que han hecho caja a nuestra costa. Pero aunque sean muchos ya no son suficientes.

Esta vez no les seguirán los damnificados por el estropicio social, las clases populares que han sido vejadas y escupidas por los mismos a quienes votaron. Ni los ilusos que creyeron estar ante un partido conservador homologable con otras organizaciones europeas de derechas, moderno y democrático.

Es imposible. La Derecha española no ha renegado nunca de sus orígenes: manipulación de las creencias religiosas, reivindicación del franquismo o pensar que la cabeza sirve para embestir al contrario, no para pensar.

Especialmente cuando el enemigo es la anti- España. Ese sector de población que se atreve no a decir que la sociedad debe ser más justa y que la ley es igual para todos, pues eso lo dicen hasta ellos si cuadra, sino a pedir que se cumpla el axioma.

Vista y oída la patética comparecencia del jefe de gobierno, alguien debería hacerle saber que la frase «Lo siento me equivoqué. No volverá a ocurrir» sirve para justificar infidelidades y juergas en la vida del rey, pero no cuela en la vida real.

Que el señor Rajoy o cualquiera de su séquito pruebe a intentar justificarse con esa frase si alguna vez los pillan «in fraganti» con los pantalones bajados. Y que nos cuenten luego.

Ya que se les llena la boca al hablar del «interés de España» como si el concepto fuese un ente ajeno a las personas que compartimos el espacio peninsular, las mismas que sufrimos el día a día de una convivencia donde el poder prioriza los intereses particulares frente a los colectivos, a la cúpula popular sólo debemos pedirles una cosa: por una vez, sin que sirva de precedente, pensad en la Sociedad.

Si tan seguros estáis del apoyo que tenéis devolvednos la voz para que nos pronunciemos.

Juan Rivera, miembro del Frente Cívico Somos Mayoría y del Colectivo Prometeo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.