La Asociación de Víctimas del Terrorismo, el Foro de Ermua y el Partido Popular (PP) se excluyen de la manifestación por la paz, la libertad, la vida y contra el terrorismo. Todos sus argumentos son espurios. El llamado es amplio y lo realiza la comunidad de ecuatorianos en España. Los sindicatos UGT y Comisiones Obreras […]
La Asociación de Víctimas del Terrorismo, el Foro de Ermua y el Partido Popular (PP) se excluyen de la manifestación por la paz, la libertad, la vida y contra el terrorismo. Todos sus argumentos son espurios. El llamado es amplio y lo realiza la comunidad de ecuatorianos en España. Los sindicatos UGT y Comisiones Obreras les secunda y así más de 500 organizaciones ciudadanas. El PP pide cambios para sumarse, se conceden, pero aun así no acude. Los ecuatorianos tras horas de espera en la sede del PP obtuvieron la callada y más tarde una declaración, declinan asistir porque, según Mariano Rajoy, no es contra ETA y no saben bien contra qué se manifiestan. Pero en la protesta de Madrid el grito contra ETA es un clamor y en el comunicado final se repite al menos en cinco ocasiones. Todos salvo los populares entendieron el llamado: los ecuatorianos en España convocan en solidaridad con las víctimas, por la paz, contra el terrorismo, la libertad y el fin de la violencia, reivindican la palabra. Expresan su dolor ante la tragedia. Quieren aportar, había que acudir y así lo entienden casi un millón de madrileños. No hacerlo era despreciar la voz doliente de los ecuatorianos.
Lo sucedido en la T-4 del aeropuerto de Barajas supon para los ecuatorianose un punto de inflexión en la manera de percibir España. Y también para los emigrantes de todos los países. Hay pancartas en chino, banderas de todos los países latinoamericanos y sobre todo una de Ecuador. El atentado abre las entrañas de un colectivo reacio a participar en los entresijos de la política. En las entrevistas, a pie de calle, en medio de la manifestación, están perplejos por la negativa del PP. No entienden su ausencia. Agradecen a quienes los acompañan, cientos de miles de bien nacidos.
Pero debemos entender a los ecuatorianos con o sin papeles que prefieren no dedicarse a la actividad política y sin embargo han decidido copar las calles de Madrid. Una de las víctimas debería jugar al fútbol en el barrio madrileño de Vallecas y después ir a bailar con sus amigos. Le llamaban «el bombero» porque era solidario y apagaba fuegos, manera de entender su gran sentido de la amistad. Tenía sueños, quería casarse, comprar un piso y para ello necesita trabajar. Y como cualquier emigrante, aceptaba trabajos en condiciones leoninas, era disciplinado. La segunda víctima compartía esos rasgos. Son pocos los ecuatorianos que dedican tiempo a la política y lo hacen para prestar servicios a sus compatriotas en aspectos jurídicos derivados de la emigración. Permisos de trabajo, residencia, etcétera. La sobrexplotación deja poco espacio libre para otras actividades. Además, la emigración es resultado en gran parte de la corrupción y la degradación de lo político. Ahora buscan sobrevivir dignamente y olvidarse de tanta politiquería. Sirva como dato que en las últimas elecciones los votantes se decantaron en el voto por el candidato de la derecha, Alvaro Novoa.
Nada duele más que la nocturnidad de un atentado y la muerte inútil. Los ecuatorianos han pensado y desean revertir tanta maldad. Cuando los cuerpos de sus compatriotas han sido repatriados quieren transformar el dolor de almas en paz política. Es tiempo para la grandeza y la palabra, otra voz de las más destacadas en la manifestación. Es la forma de mostrar agradecimiento a quienes durante días buscaron desesperadamente los cuerpos con la esperanza de vida. No lo hacen buscando protagonismo como sí lo hicieron el alcalde de Madrid del PP, Alberto Ruiz Gallardón, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y Rajoy, que se tomaron la foto y luego desaparecieron. Por el contrario, ellos tienen la idea de convocar a una manifestación por la paz y contra el terrorismo.
Esta decisión pone al descubierto la cara mezquina del PP. Sin argumentos para no acudir, arremete contra el gobierno, el proceso de negociación, Batasuna, el PSOE, los partidos políticos, periodistas e intelectuales que apoyan la manifestación y por ende todo lo que huela a proceso de paz. Así, los muertos de la terminal T-4 se transforman en un problema, ya no son útiles, ni suyos, lo son del proceso de negociación. El PP vuelve a estar feliz y se congratula del momento. En un acto más de felonía, se inventan una asociación de ecuatorianos disidentes que tiene su sede en los locales de la Comunidad de Madrid y el ayuntamiento de la capital ordena quiten todos los carteles de la convocatoria. Aún así, la manifestación es un éxito, casi un millón de personas demostraron una respuesta mayoritaria de la sociedad civil al llamado y la valentía de la asociación de emigrantes ecuatorianos al lanzar una convocatoria que cuenta con el handicap de una parte de la elite política tocada del ala por el racismo y la xenofobia.
No cabe duda que habrá un antes y un después de la manifestación. Gracias a la generosidad de los ecuatorianos, ha sido posible realizar un llamado a la unidad desde la reflexión. Quienes piden la unidad y el fin de la violencia lo hacen desde la dignidad y el sentido común. Dicho llamado sale del luto. Es una oferta que no puede caer en saco roto. Sólo una derecha cerril puede hacer oídos sordos. Por este motivo la incomparecencia del PP deja al descubierto que su objetivo era atacar al gobierno no importándole el calado de la convocatoria y mostrando desprecio hacia la asociación de emigrantes ecuatorianos. Así se retrata a la derecha. Para Rajoy, las víctimas de la T-4 pertenecen a otro entierro.
Pero la paz será posible, cientos de miles de personas en las calles lo han demostrado. La lectura continúa siendo en clave política. No puede cerrarse el diálogo, hay que seguir intentándolo y ese fue el grito que más destacó. Lo que si es seguro es que no es posible dejar todo en manos del Ministerio de Interior y Justicia ni retrotraerse al pacto antiterrorista la política para el País Vasco. Si se ha perdido una oportunidad es necesario abrir otras. Todos tienen responsabilidades. Hay cambios y los actores se mueven, sobre todo en la izquierda abertzale. En el camino de la paz no caben la ruindad ni la traición como la del Partido Popular y sus satélites, que los descalifica como bien nacidos.
Gracias a los ecuatorianos, la conciencia de los españoles se manifestó contra el terrorismo, por la paz, la vida y la libertad, no importando el orden. A buen entendedor pocas palabras.