El próximo 11 de diciembre el exministro franquista Rodolfo Martín Villa ha sido citado a declarar por la jueza argentina María Servini de Cubria como imputado en la querella que se sigue en su Juzgado por genocidio y/o crímenes de lesa humanidad cometidos por el franquismo. Su imputación viene dada por el papel relevante que […]
El próximo 11 de diciembre el exministro franquista Rodolfo Martín Villa ha sido citado a declarar por la jueza argentina María Servini de Cubria como imputado en la querella que se sigue en su Juzgado por genocidio y/o crímenes de lesa humanidad cometidos por el franquismo. Su imputación viene dada por el papel relevante que como ministro tuvo en las muertes realizadas por la policía bajo su mandato: Gasteiz 3 de marzo, II Semana pro-amnistía en Euskal Herria, Sanfermines de 1978 en Pamplona, caso Scala, semana negra madrileña… y otros más habidos en Málaga, Tenerife, Alacant,…
Martín Villa ha afirmado reiteradamente que comparecerá ante la jueza Servini, pues nada tiene que ocultar. De todos modos, es público que familiares y amistades del exministro le presionan para que no lo haga, pues cabe la posibilidad de que resulte procesado -hasta ahora solo está imputado- e, incluso, sea detenido. El riesgo de esto último es real, si bien no puede medirse. Además, si no acude, seguirá estando protegido por el gobierno de Pedro Sánchez que, al igual que el de Mariano Rajoy, ha boicoteado todas las actuaciones de la jueza y ha blindado su actual situación de impunidad.
Por otro lado, si comparece, es posible también que pueda salir del Juzgado tal como entró, sin mayores cargos ni resoluciones en su contra. En este caso, Martín Villa volvería sacando pecho y la comparecencia sería un triunfo para él y para la impunidad franquista en general. Lo que está en juego no es poco. Mientras tanto, un importante bufete bonaerense, ligado a una multinacional abogacil yanqui, sigue día a día los pasos dados por la jueza. Qué sucedera, ¿acudirá o no lo hará? Nadie lo sabe. Se admiten apuestas.
Martín Villa es uno de los más claros exponentes de la dictadura franquista, el fraude de la transición y la herencia de todo lo anterior: Jefe Nacional del SEU, Secretario General del Sindicato Vertical, procurador en Cortes, gobernador civil de Barcelona, ministro de Relaciones Sindicales y del Interior… Políticamente transitó de las más altas instancias del Movimiento Nacional a la UCD, Alianza Popular y al Partido Popular. Más adelante fue pionero en la política de «puertas giratorias»: presidente de Endesa y Sogecable, consejero del Sareb (el «banco malo» creado por Rajoy para sanear la Banca) y, este año, a sus 84 añitos, consejero de Técnicas Reunidas (IBEX 35). Finalmente, como premio a su ejemplar trayectoria, en 2013 fue nombrado miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. ¡Ver para creer!
En los sucesos de Sanfermines de 1978, Martín Villa fue el máximo responsable político de la mayor agresión padecida por la población de Iruñea en las últimas décadas. Agresión policial alevosa e indiscriminada de porra, pelota, gas, pistola, subfusil y cetme, incubada en el ministerio del Interior que él dirigía. A pesar de que ésta fue presenciada directamente en la plaza de toros y calles de Iruñea por miles y miles de personas, Martín Villa no tuvo mayor escrúpulo en afirmar en relación a aquellos hechos: «Lo nuestro serán errores, lo otro son crímenes». Moral maniquea, franquismo de manual.
Según esto, las muertes de Germán Rodríguez y Joseba Barandiaran, abatidos por balas policiales en aquellos días, fueron meros errores. También los once heridos de bala y las más de trescientas personas atendidas en centros sanitarios. En la emisora policial un oficial ordenó: «Disparar con todas vuestras energías. No os importe matar». Y en septiembre de 1978, cuando Martín Villa fue interpelado en el Senado por Juan Mari Bandrés (EE), afirmó sin rubor alguno: «Es en el marco de la estrategia terrorista de la ETA donde hay que situar lo acaecido el 8 de julio». La ETA, como comodín justificador de los crímenes de Estado (GAL, torturas,…), comenzaba a abrirse camino.
Martín Villa venía ya entrenado de Gasteiz. Durante los sucesos del 3 de marzo en esta ciudad fue ministro de Relaciones Sindicales y apoyó sin reservas la cerrazón patronal respecto a las reivindicaciones laborales planteadas y su negativa a reconocer la representación directa de la clase trabajadora local, levantada al margen del Sindicato Vertical. La agudización del conflicto previa a la masacre policial fue responsabilidad directa suya. Luego tras la matanza (siete muertos, más de cuarenta heridos de bala..), acudió a Gasteiz con Fraga Iribarne, ministro de Gobernación en aquellas fechas, y el general Manzano, Director General de la Guardia Civil, para asumir y defender la actuación policial. En aquella visita Fraga Iribarne afirmó: «Espero que este triste suceso sirva de gran lección en los próximos meses a todos los españoles». Y Martín Villa asintió.
Poco después, cuando en julio de 1976 sucedió a Fraga en el Ministerio de Gobernación, estaba ya plenamente preparado para hacer prácticas de lo aprendido en Gasteiz. La II Semana pro-amnistía en Euskal Herria, en mayo de 1977, se saldó con siete personas muertas por la actuación de la policía. Lo suyo seguían siendo meros errores. Luego vendrían los Sanfermines de 1978 donde, tras el txupinazo, en vez de la fiesta hemingwayana, estalló la barbarie.
A día de hoy, en Euskal Herria, dentro de la campaña «Juicio a Martín Villa», éste ha sido declarado «persona non grata» en los ayuntamientos de Gasteiz, Iruñea, Errenteria, Arrasate, Zizur, Irun y Lizarra. En estos acuerdos se hace referencia al historial de sangre y represión con el que, durante su mandato -años 77-79-, las calles y gentes de nuestro pueblo fueron objeto de razzias policiales que acabaron con las vidas de decenas de personas.
En el Acuerdo de Gobierno suscrito entre el PSOE y Podemos se habla en una esquinita de «España como país de memoria y dignidad». Nada se dice de que sea también un lugar de justicia y reparación, ni se indica que haya intención de enmendar la plana a las actuaciones de los gobiernos anteriores. Mientras eso no se haga, seguiremos esperanzados con la justicia argentina a fin de que ésta siga rellenando los escandalosos agujeros negros de la justicia y el gobierno español y pueda acabar de una vez la impunidad con la que éstos están cubriendo los crímenes del franquismo. A ver qué pasa.
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