Todo indica que, finalmente, los intereses mercantilistas se saldrán con las suyas en el afán por desmantelar Marx Madera, obligada a abandonar su sede el 1 de octubre de este año. Todavía existe cuando escribo esta nota, y, como se lee en un volante virtual lanzado en su justa defensa, «no es un bar, ni […]
Todo indica que, finalmente, los intereses mercantilistas se saldrán con las suyas en el afán por desmantelar Marx Madera, obligada a abandonar su sede el 1 de octubre de este año. Todavía existe cuando escribo esta nota, y, como se lee en un volante virtual lanzado en su justa defensa, «no es un bar, ni un pub, ni un ‘garito'», ni nada por el estilo: «Es un local alternativo de Madrid donde es compatible ‘tomarla’ con pensar, pensar con debatir, debatir con participar, participar con organizarse y organizarse con actuar para transformar la realidad que nos rodea y conseguir ese mundo posible que todas y todos deseamos».
Pero no hablemos de Marx Madera en pasado, pues seguirá siendo futuro. Ha representado a dos organizaciones, la Agrupación Marx Madera del Partido Comunista de España y la Asamblea Marx Madera de Izquierda Unida, y apoya el quehacer de otras entidades que también defienden fines justicieros, emancipadores. Se explica, pues, la tenacidad desplegada por el sistema gobernante para exterminar una institución que lo niega hasta con la alegría que ella cultiva, sana y nutrida de ideas liberadoras.
Huelga decir que la clausura de Marx Madera será motivo de regocijo para la camarilla pepepera, neoliberal y fascistoide, que gobierna en la Comunidad de Madrid, en cuyos cabecillas tienen aliados naturales quienes ven con malos ojos la existencia de la institución de pensamiento y recreo forzada a dejar el local que se había tornado emblemático. Pero ella, conserve o no conserve el nombre que le viene de ocupar el inmueble de la madrileña calle Madera donde ha transcurrido su existencia, resurgirá en algún otro sitio. O se multiplicará en la medida en que sus integrantes y las amistades que ellos han sabido ganarse lleven o sigan llevando su espíritu a distintos sitios de la ciudad, y de España toda.
Los enemigos de la justicia social, que apuestan por la eternización del poderío capitalista bajo cualquier forma de gobierno -seudodemocracias, arcaicas monarquías, o una mezcla de tales engendros-, no deben olvidar un hecho: a la larga, las injusticias consustanciales a la sociedad en la cual ellos medran son más influyentes, y creadoras de rebeldía, que el trabajo de las organizaciones que los encaran.
De ahí que no solamente en España se estén dando actos de protesta como los que exigen verdadera democracia ya, y -como recientemente ocurrió en Madrid- ante los recortes en los servicios sociales reclaman: «Banqueros y políticos, sacad vuestras manos de los servicios públicos», «La educación es de todos ¡sin recortes! que no te la roben», «Los recortes para los de las Cortes». Tales han sido algunas de sus consignas.
El Mundo, diario que nadie intentará calificar de aliado de alguna Internacional Comunista, publicó el pasado domingo 19 de septiembre un despacho de Europa Press acerca de la manifestación. Al reseñarla, describió carteles donde se caricaturizó «a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y al jefe del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Aguirre, ataviada de enfermera, mandando guardar silencio y anunciando la privatización de la sanidad, y Zapatero, vestido de cirujano contestando ‘No va a doler'». Desde luego, si a Zapatero lo acusaran de ser socialista, saldría absuelto en el juicio, y hasta condecorado por no serlo.
Contra el cierre de la institución mantenida por militantes y colaboradores del PCE y de IU, y por otros opositores a la sociedad impuesta desde una falsa transición democrática, se han venido alzando numerosas voces y expresiones de protesta. Pero será la realidad reinante la que haga que esa institución se salve más allá de paredes físicas. El mismo fantasma de la indignación que recorre Europa, y ha tenido intensa presencia en España, prueba que Marx es más, mucho más que Madera.
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