En este artículo el autor sostiene que Marx elaboró su teoría sobre la génesis del capitalismo industrial como un producto del racismo sistémico de las sociedades europeas.
Entre las incongruencias leídas aquí y allá en los últimos tiempos se encuentra la idea que sostiene que es escandaloso proclamarse marxista y al mismo tiempo combatir el racismo. Alegan como motivos que para Marx el capital no tenía color, que defendía a la mayoría y no a las minorías, y que lo esencial es la lucha de clases y no la lucha de razas, entre otros argumentos del mismo tipo.
El problema es que Marx percibió perfectamente la conexión entre la discriminación racial y la opresión de clase, y escribió páginas luminosas sobre la cuestión. Incluso le dedicó un capítulo completo de El capital, el capítulo 31 de la octava sección del libro I (1), en el que describe el nacimiento del capitalismo moderno a partir del dominio colonial y la esclavitud en las plantaciones.
Nos contentaremos con citar algunos extractos:
“Los tesoros expoliados fuera de Europa directamente por el saqueo, por la esclavización y las matanzas con rapiñas, refluían a la metrópoli y se transformaban allí en capital”. (2)
“El descubrimiento de las comarcas auríferas y argentíferas en América, el exterminio, esclavización y soterramiento en las minas de la población aborigen, la conquista y saqueo de las Indias Orientales, la transformación de África en un coto reservado para la caza comercial de pieles-negras, caracterizan los albores de la era de producción capitalista”.
“El trato dado a los aborígenes alcanzaba los niveles más vesánicos, desde luego, en las plantaciones destinadas al comercio de exportación, como las Indias Orientales, y en los países ricos y densamente poblados, entregados al saqueo y al cuchillo, como México y las Indias Orientales”.
La verdad, como podemos ver, es que Marx entendió que el racismo sistémico inherente a la esclavitud de mercado era el certificado de nacimiento del capitalismo moderno; que este último pronto adoptará la lógica de lo que Samir Amin llamará “desarrollo desigual”; que una vez establecidas las relaciones de dependencia entre el Norte y el Sur, esta desigualdad daría su verdadera estructura al sistema mundial; que entre el centro y la periferia habría una división del trabajo que asignaría a esta última el papel de proveedor de mano de obra barata y materias primas a bajo precio; que al generar una explotación en cascada, esta jerarquía del mundo perpetuaría relaciones de explotación de las que el Occidente capitalista obtendría su prosperidad y cuyas consecuencias aún son visibles.
Marx también escribió muchos artículos sobre el colonialismo británico en la India. En un texto publicado por el New York Daily Tribune el 22 de julio de 1853 (2) subrayaba que la brutalidad de la burguesía europea en las colonias podía manifestarse sin trabas:
“La profunda hipocresía y la barbarie propias de la civilización burguesa se presentan desnudas ante nuestros ojos cuando, en lugar de observar esa civilización en su casa, donde adopta formas honorables, la contemplamos en las colonias, donde se nos ofrece sin ningún embozo”.
Lejos de ser indiferente a la cuestión racial, Marx percibió su carácter originario, vio que era inseparable de la génesis del modo de producción capitalista. Pintó el retrato de una dominación sin precedentes, que extendió la descarada ley del capital a toda la tierra volviendo a entroncar con unas prácticas ancestrales de violencia inaudita. Azotado, mutilado o quemado vivo al menor intento de rebelión, el esclavo negro de las colonias era la metáfora de un mundo donde el racismo de Estado justificaba todas las transgresiones. Representaba la punta extrema de un sistema globalizado de explotación que pronto transformaría a los trabajadores, fueran del color que fueran, en simples mercancías destinadas a acumular beneficios.
“Al mismo tiempo que introducía la esclavitud infantil en Inglaterra, la industria algodonera daba el impulso para la transformación de la economía esclavista más o menos patriarcal de Estados Unidos en un sistema comercial de explotación. En general, la esclavitud disfrazada de los asalariados en Europa exigía, a modo de pedestal, la esclavitud desembozada en el Nuevo Mundo”.
La esclavitud racial existía como tal y Marx la tuvo en cuenta en su análisis de las relaciones sociales capitalistas. No es una coincidencia que cite la esclavitud en las plantaciones en Estados Unidos. Sabía que el racismo instituido allí era uno de los cimientos de la llamada democracia estadounidense. Por eso se puso públicamente del lado de la Unión contra la Confederación durante la Guerra Civil, un simple hecho que invalida cualquier interpretación dirigida a minimizar la cuestión racial en su pensamiento. Para Marx, que sabía muy bien que Lincoln estaba defendiendo los intereses de la burguesía industrial del Norte, la abolición de la esclavitud racial practicada en el Sur era una prioridad absoluta.
Lo que Marx muestra brillantemente es que el capital instituyó el racismo sistémico desde sus inicios, que es un hecho estructural indiscutible y que es independiente de las actitudes individuales. Si bien Marx no habla de nuestro tiempo, sí habla de lo que le precede y le subyace, y, como él mismo dijo, es tan cierto que «la tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos» (3).
Olvidar esta lección es olvidar a Marx.
Notas del traductor:
(1) El epígrafe sexto del capítulo XXIV de la sección VII: Génesis del capital industrial
(2) Los textos están extraídos de las traducciones de fuentes originales; en este caso, la traducción empleada es la de Pedro Scarón, que usó la versión francesa, revisada por el propio Marx, y que por lo tanto más se parece a la edición que emplea el autor de este artículo.
(3) Se trata del artículo Futuros resultados de la dominación británica en la India.
(4) Cita tomada del libro El 18 brumario de Luis Bonaparte.
Fuente: https://www.legrandsoir.info/marx-penseur-du-racisme-systemique.html
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar la autoría, al traductor y Rebelión como fuente de la traducción.