Se habla estos días en Pamplona del propósito del Ayuntamiento de convocar un concurso internacional de ideas sobre Los Caídos. Un concurso, planeado por la concejalía de urbanismo, cuyos fundamentos no tenemos claros ni compartimos de momento en todos sus extremos, porque todavía no hay un planteamiento ni un cronograma creíbles. Desde la exhumación de […]
Se habla estos días en Pamplona del propósito del Ayuntamiento de convocar un concurso internacional de ideas sobre Los Caídos. Un concurso, planeado por la concejalía de urbanismo, cuyos fundamentos no tenemos claros ni compartimos de momento en todos sus extremos, porque todavía no hay un planteamiento ni un cronograma creíbles.
Desde la exhumación de los restos de los golpistas Mola y Sanjurjo el proceso en torno a los Caídos apenas ha contado con unas jornadas posteriores a las de ZER -ubicadas, con escasa sensibilidad, en el propio Monumento- y sobre todo se ha ralentizado, lo que nos ha llevado a un fiasco objetivo: en esta legislatura no se podrá culminar el desmontaje del mausoleo golpista para que pueda fructificar un proyecto nuevo.
La apuesta de Aranzadi es clara: más allá del derribo o la resignificación del ominoso mausoleo de Los Caídos -se decida lo que se decida- lo que necesita Pamplona es un centro de memoria histórica municipal. Un espacio alternativo que potencie, consolide y culmine el trabajo iniciado por el ayuntamiento del cambio y que demanda la ciudadanía. El debate sobre el derribo o la resignificación puede apasionar por la simplicidad de su disyuntiva, pero no es el esencial, además de alentar un enfrentamiento estéril entre memorialistas. Lo que hay que resolver es si nuestra apuesta sobre la memoria -sobre las memorias, en general- es verdaderamente audaz y ofrece un futuro a nuestro pasado reciente; entonces podremos resolver el papel que el mausoleo puede o no representar.
Este debate no tiene sentido si no hay un proyecto memorialista detrás y para Aranzadi este ha de ser justamente poner en valor la memoria histórica de la ciudad para convertirla en fuente de ciudadanía; la memoria histórica del 36 y de las otras memorias alternativas silenciadas o invisibilizadas, de la guerra y la posguerra, de hombres y mujeres, sea cual sea su condición. Por ello hemos propuesto la creación de un centro de memoria histórica viva, basado en la cultura de la paz, intergeneracional, participativo, crítico, alternativo y diverso desde la perspectiva de género, como nodo central de una red, y de gestión autónoma, que sitúe a Pamplona como capital de la memoria histórica. Este es el planteamiento inicial (más detallado en nuestra página web) que ofrecemos como marco de trabajo al movimiento memorialista y a la ciudadanía para que lo valoren y, si lo consideran interesante, lo modifiquen y desarrollen según sus aportaciones.
No obstante, para que la ciudadanía pueda conocer y valorar todas las opciones sobre Los Caídos, incluida esta, es preciso desplegar un proceso participativo en condiciones, sin tutelas interesadas. Una pieza esencial de ese proceso, que evite el fiasco total, es la descatalogación efectiva del grado de conservación del edificio, de manera que todas las opciones del concurso estén realmente abiertas, desde la conservación con cambios mínimos a intervenciones severas, inclusive el propio derribo… ¿porqué no se ha solicitado antes?
Ninguna opción que respete o impulse la memoria debe quedar descartada por un viejo informe elaborado quizá bajo consignas de otro tiempo, y menos después de presentados los proyectos del concurso y éstos pudieran quedar bloqueados por un nuevo informe. Esto es, la descatalogación es una prioridad, previa al concurso y, si esta no se produce, no apoyaremos ni validaremos un inútil proceso participativo «ad hoc», pero tampoco un limitado concurso trampa.
En caso de que la descatalogación dejara expedita la vía del concurso, desde la concejalía de Empoderamiento y Participación impulsaremos un proceso participativo real que busque acuerdos sobre lo arquitectónico y lo memorialista. Pero apoyaremos que la decisión última sobre el proyecto definitivo no la tome ni el cuatripartito ni el Ayuntamiento, sino directamente la ciudadanía. La plataforma Erabaki está disponible para realizar una consulta de estas características. Es hora de que nuestras herramientas digitales se pongan al servicio de la democracia directa y no solo de concursos anecdóticos.
Ahora bien, para que podamos seguir esta hoja de ruta es preciso primero llevar a cabo una serie de actuaciones sobre el Monumento -ya sugeridas en las jornadas de ZER-, que se hacen esperar, estando como están en nuestras manos: moratoria de uso aparte visitas guiadas, apagado de luces de embellecimiento y de la fuente y, sobre todo, delante del monumento, colocación de una lona explicativa sobre este mausoleo golpista que homenajea a los asesinos del 36. Tarde lo que tarde el proceso y el concurso, este monumento a la infamia debe quedar clausurado de manera inmediata y debidamente señalizado hasta que se resuelva su destino; un primer paso de dignidad que debe culminar con el desalojo de los homenajes golpistas de la cripta.
Más allá de Los Caídos, recuperemos nuestra memoria gracias a la democracia participativa y a un proyecto de futuro para las nuevas generaciones.
Manuel Millera es concejal de Participación de Aranzadi Iruña
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