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Colombia pidió a negociadores que no se acercaran a Reyes

Más pruebas sobre la premeditación del ataque

Fuentes: Rebelión

Altas fuentes de la Cancillería argentina revelaron a periodistas de ese país que tres negociadores franceses que esperaban un contacto con Raúl Reyes, fueron advertidos por el comisionado para la Paz del gobierno de Uribe, Miguel Ángel Restrepo, para que no se acercaran al territorio fronterizo ecuatoriano donde, pocas horas después, el ejército de Colombia […]

Altas fuentes de la Cancillería argentina revelaron a periodistas de ese país que tres negociadores franceses que esperaban un contacto con Raúl Reyes, fueron advertidos por el comisionado para la Paz del gobierno de Uribe, Miguel Ángel Restrepo, para que no se acercaran al territorio fronterizo ecuatoriano donde, pocas horas después, el ejército de Colombia asesinaría al jefe guerrillero y a otras 19 personas mientras dormían.
Los tres negociadores franceses estaban en Colombia desde octubre pasado, con pleno conocimiento y aval del gobierno de Álvaro Uribe, completa la información conocida en Buenos Aires. En las últimas semanas, la misión francesa se reunió con el comisionado Restrepo, que estaba al tanto del nuevo acercamiento con Reyes.
La revelación de la diplomacia argentina es un nuevo elemento que prueba que el ataque sobre la ubicación de Reyes se planificó con antelación, y que buscaba entorpecer las negociaciones para la liberación de la ex candidata presidencia y ciudadana franco-colombiana Ingrid Betancourt, en manos de las FARC desde febrero de 2002.
Aunque las fuentes calificaron la gestión francesa por Betancourt como «trabajosa», coinciden en que estaba «adelantada». No eran los únicos que bregaban por nuevas liberaciones. Ayer el presidente del Ecuador, Rafael Correa, confirmó que su ministro de seguridad negociaba -siempre con Reyes- la liberación de Ingrid y una decena de retenidos, entre ellos el militar hijo del «caminante por la paz» Gustavo Moncayo.
«Ahora todo se ha frustrado», dijo el mandatario ecuatoriano con amargura, para luego tildar de «desleal», «mentiroso» y protagonista de «actitudes canallescas» al presidente de Colombia, Álvaro Úribe.
Las fuentes argentinas -que siguen de cerca la negociación por la liberación de Betancourt, luego del compromiso personal que la presidenta Cristina Fernández asumió al respecto- entienden que dentro del gobierno de Colombia parece haber una línea negociadora (en la que colocan a Restrepo) y otra más dura, encarnada especialmente en el general Óscar Naranjo, el súper-hombre de la seguridad de Álvaro Uribe.
Más allá de la existencia o no de esas líneas dentro de la Casa de Nariño, lo cierto es que la información conocida en Buenos Aires está en sintonía con las voces oficiales del gobierno francés. El canciller del gobierno de Sarkozy, Bernard Kourchner, confirmó que Reyes era el hombre con el que negociaban la libertad de la ex candidata presidencial.
Y también es un nuevo elemento para descartar la versión de la «persecución en caliente» del ejército colombiano sobre el grupo guerrillero y del enfrentamiento a ambos lados de la margen del río fronterizo, que sigue sosteniendo el gobierno de Colombia, contra viento y marea y ridículamente, ante la evidencia de que se trató de un ataque devastador a un grupo que estaba pasando la noche en el lugar y ni siquiera llegó a defenderse.
No sólo no era en un operativo «caliente» sino que estaba tan planificado que permitió al comisionado Restrepo advertirle a los enviados franceses que no se arriesgaran.
Así, la evidencia creciente desde el sábado a esta parte muestra que la matanza de Reyes y sus compañeros fue una operación con múltiples destinatarios. Se hizo en Ecuador para internacionalizar el conflicto y contra Reyes para frustrar una negociación bien encaminada para liberar a Ingrid Betancourt, de quien los recientes liberados por las FARC aseguran que presenta un deterioro físico alarmante.
Uribe esfumó con la matanza de Reyes lo que tal vez fue la última oportunidad para que Ingrid Betancourt salga de la selva y lo hizo premetidamente, con toda la información en sus manos. El interés del presidente de Colombia parece evidente, en estas horas de creciente tensión, los «halcones» de su gobierno siguen desplegando una intensa campaña contra sus vecinos Ecuador y Venezuela, con el aval explícito de los Estados Unidos, único país que avaló la matanza de la madrugada del sábado.