Recomiendo:
0

Respuesta a la respuesta de Jokin Rodriguez Burgos

Más sobre el 15M y su «emocionalidad»

Fuentes: Rebelión

Agradezco sinceramente a Jokin Rodriguez Burgos (JRB) el elogio que me tributa al afirmar, -refiriéndose a mi texto de defensa del 15M frente a ciertas descalificaciones que le dirigía nuestro admirado Zygmunt Bauman- que «el texto de Brown es altamente representativo del pensamiento doctrinario que mueve este fenómeno socio-político y de sus contradicciones profundas.» Habría […]

Agradezco sinceramente a Jokin Rodriguez Burgos (JRB) el elogio que me tributa al afirmar, -refiriéndose a mi texto de defensa del 15M frente a ciertas descalificaciones que le dirigía nuestro admirado Zygmunt Bauman- que «el texto de Brown es altamente representativo del pensamiento doctrinario que mueve este fenómeno socio-político y de sus contradicciones profundas.» Habría que introducir, sin embargo algunos matices en tan desmedido elogio. Como integrante de este movimiento, intento expresar -en ningún caso, representar- el pensamiento que produce/que producimos. Este pensamiento no es, sin embargo «doctrinario», ni tampoco «mueve» el fenómeno socio-político que aquí nos interesa. No es doctrinario porque rechaza cualquier tipo de doctrina preestablecida y sólo acepta las conclusiones y las ideas que el propio movimiento como espacio público es capaz de generar. Que eso dé lugar a contradicciones, incluso a «profundas contradicciones» es algo que no voy a negar. Precisamente del contraste de pareceres, del roce de opiniones discordantes nace un pensamiento racional. Quien piense que la razón es un atributo del ser humano solitario no ha entendido nada sobre la característica fundamental del animal que habla: este animalejo a cuya especie me precio de pertenencer siempre toma sus palabras del otro y les da sentido merced al otro. El Kant de ¿Qué es la Ilustración? afirmaba que «es posible que el público se ilustre a sí mismo, siempre que se le deje en libertad; incluso, casi es inevitable.» C omprendió muy bien Kant que la razón se agosta y no logra desplegarse en ausencia de un espacio público, un espacio tan anárquico y tan lleno de contradicciones como el que describe JRB. .

Las objeciones de JRB contra mi defensa e ilustración del 15M y de sus métodos se refieren a mi excesiva confianza en los métodos asamblearios desarrollados por el movimiento. Llega a decir mi amable contradictor que los códigos no verbales utilizados en las asambleas «intentan suprimir en la comunicación asamblearia las expresiones de emocionalidad». Nunca he afirmado eso: sólo he dicho que estos códigos permiten limitar la emocionalidad. Por mucho que insista JRB en su carácter «represivo», estos códigos permiten que no se interrumpa a una persona que habla y, al mismo tiempo que la institución de la «ovación» que silencia a todos, incluido el propio orador, sitúe a éste en una posición de poder por encima de sus propias palabras. El ritual mismo que constituye -según explica bien Giorgio Agamben- al poder como superior a la multitud queda así neutralizado. La ausencia de la ovación y la igualdad en los turnos de palabra en el marco de asambleas largas -a veces interminables- ha dado una muy mala sorpresa a numerosos intelectuales y burócratas que buscaban ponerse por encima de su propia palabra gracias al apoyo sonoro de sus partidarios. Todos ellos se vieron obligados a dar cuenta, a dar razón públicamente de sus palabras en lugar de escudarse en dispositivos productores de carisma y de autoridad. Las asambleas del movimiento del profesorado madrileño, donde el virus del 15M desbordó la disciplina represiva de unas organizaciones sindicales abiertamente colaboracionistas, son un buen ejemplo de la eficacia de este método. Sólo este método de actuación ha permitido que las reivindicaciones del profesorado se convirtieran en la Marea Verde, un prometedor movimiento social de resistencia a las privatizaciones y recortes en la enseñanza.

En cuanto a la falta de pensamiento y de organización del movimiento, sólo puedo insistir en que es organizado y pensante porque -como diría la canción- el capitalismo postfordista lo hizo así». Efectivamente, el trabajo precario y cognitivo, hegemónico en el modo de regulación postfordista del capitalismo, dota a la nueva figura del trabajador de competencias intelectuales y organizativas sumamente desarrolladas. El capitalismo neoliberal ha hecho de cada trabajador un empresario de sí mismo, ha delegado la organización del trabajo que antes correspondía al capital en el propio trabajador. El trabajador es así precario: depende para su subsistencia de su capacidad de autoorganización y de creación de redes que permitan estabilizar su muy inestable posición en el mercado. Una vez acabado el régimen -fordista- de la contractualidad laboral en el que el trabajador intercambiaba disciplina, obediencia al mando capitalista, por seguridad laboral, hemos entrado en un régimen donde la cooperación productiva tiende a realizarse cada vez más a través de la contractualidad mercantil, a través de contratos no ya laborales sino de compraventa de bienes y servicios. Por otra parte, el trabajador precario es cada vez más un trabajador cognitivo, en el sentido de que su actividad tiene en muchos casos un componente lingüístico y relacional y una dimensión de concepción o de diseño de nuevas formas de actividad o de nuevos productos.

Lo que la crisis capitalista está echando a la calle -en el doble sentido de la palabra- es a una gran masa de trabajadores de este tipo, con una enorme capacidad de organización flexible y en red que suple a la antigua organización disciplinaria del trabajo. Es también un trabajador de la información, la comunicación y la atención cognitiva, al que es muy difícil convencer de que existe una verdad preestablecida o un dogma que deba aceptar sin discusión. Estos dos elementos son centrales en el movimiento: sin ellos no se entiende su dimensión constituyente y todo parece disolverse en una especie de carnaval alegre, pero sin futuro. Por ello mismo también, mal que pese a una izquierda tradicional que confunde política y representación, el movimiento no formula propuestas a los «representantes legítimos», sean de la «nación» o de la «clase obrera». Las asambleas y las movilizaciones autoorganizadas han demostrado mucha mayor eficacia que cualquier iniciativa de las organizaciones de la izquierda tradicional. Lo único que se les puede proponer a estas es que se unan activamente al movimiento de resistencia y al poder constituyente que hoy emerge en todo el planeta.

Decir que la lucha de clases esta ausente del nuevo movimiento social es pura y simple ceguera: lo que no existe es la representación de las clases, su constitución en bloques homogéneos que preexisten a su lucha, con sus banderas y sus uniformes, como si fuesen ejércitos o equipos de fútbol. Esta representación imaginaria y antimarxista de las clases está felizmente ausente de nuestras plazas. Lo que sí hay es una práctica efectiva de la lucha de clases como movimiento contra la expropiación de los trabajadores y por la defensa de los comunes, ya se exprese este como lucha -eficaz- contra los deshaucios, lucha contra la explotación a través de la deuda privada o pública, lucha por los comunes de gestión estatal tales como la salud y la educación, tomas de edificios, constitución de cooperativas integrales etc.

Un último punto, esta vez filosófico: la cuestión del materialismo. Quiero manifestar mi desacuerdo con la idea de que Spinoza o Maquiavelo sean «pre-liberales» y por ello mismo viejunos y caducos. Marx se sitúa muy precisamente en la misma línea materialista del pensamiento político que Maquiavelo y Spinoza, una línea que afirma la no sustancialidad y el carácter esencialmente relacional del poder. A diferencia de lo que ocurre en el paradigma representativo absolutista y liberal (Hobbes, Locke, Rousseau, Hegel) que considera el poder como una entidad transcendente a las correlaciones de fuerza de la multitud, estos autores «caducos» según nuestro contradictor, sólo consideran el poder como un efecto transitorio -aunque puede ser duradero- de una correlación de fuerzas. Para Marx, Spinoza y Maquiavelo el problema político no es el de la legitimidad o la legitimación de la obediencia, sino el de la producción de esta como efecto de las correlaciones de fuerza. Spinoza y Maquiavelo son dos críticos de los elementos fundamentales del paradigma político de la teología política de la representación que compartirá el absolutismo con su retoño liberal.

Por otra parte, decir que la racionalidad del 15M es una racionalidad «débil» es suponer que existe otra más fuerte. Esta sería, sin duda, la de los expertos, la de las vanguardias, la de los que saben y pueden y deben enseñarnos. Pensar que la racionalidad puede desenvolverse fuera de la materialidad de un espacio público -que, hoy adquiere también una dimensión productiva- es desear con fuerza el retorno de un amo, probablemente más feroz que el propio amo capitalista. Es además situarse de lleno fuera del espacio materialista y soñar con sujetos autoconscientes y transparentes a sí mismos que sirven de base y garantía al conocimiento, obviando el hecho ya resaltado por Marx de que la materia misma del pensamiento es el lenguaje y que este es siempre ya social: » El «espíritu» nace ya con la maldición de estar «preñado» de materia, que aquí se manifiesta bajo la forma de capas de aire en movimiento, de sonidos, en una palabra, bajo la forma del lenguaje. El lenguaje es tan viejo como la conciencia: el lenguaje es la conciencia práctica, la conciencia real, que existe también para los otros hombres y que, por tanto, comienza a existir también para mí mismo; y el lenguaje nace, como la conciencia, de la necesidad, de los apremios de relación con los demás hombres. «(K.Marx, Friedrich Engels, La Ideología alemana). La racionalidad, la unica racionalidad posible no nace de la soledad animalesca del individuo como pretende el idealismo, sino de la relación con los demás en que este se constituye como sujeto en y por el lenguaje.

La lectura de autores viejunos, preliberales y caducos puede a veces ser útil para orientarse en la lucha de clases realmente existente y no perderse en ensueños de partidos de vanguardia, doctrinas infalibles y líderes históricos. La izquierda mayoritaria ha sido » capaz de soñar», pero, a la hora de «diagnosticar y recetar» sólo han podido agravar la situación del enfermo. Menos mal que, por otros medios, este está recuperando la salud.

Blog del autor: Iohannes Maurus