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Lucha urgente en el Estado

Matrices nazi-fascistas de la «madre patria»

Fuentes: Rebelión/Fundación Federico Engels

Ataques contra la Fundación Federico Engels [1]

Una España tributaria del horror

Diariamente escurre, del odio burgués contra la clase trabajadora, un destilado criminal nazi-fascista renovado, que se cultiva pacientemente en el cáliz del poder internacional… con el dinero de los pueblos. Gota a gota se filtra, como la humedad en las paredes, la moral nazi-fascista, su ética y estética asesina… sus delirios y sus fanatismos… sale en la tele, en la radio, en lo diarios. Sale el odio nazi-fascista peinado, perfumado, bien bañado. Viaja por el aire y se aposenta en las cabezas de los niños, en las frases desprevenidas, en las miradas, en los párpados… en las ensoñaciones. Anda como la humedad, tal cual, se deja ver y se exhibe como calamidad irremediable… como «mal necesario», como inevitable, como omnipotente. Y hay quien lo cree, incluso sin darse cuenta.

Todos los días, sin fallar, puntualmente se exhibe impunemente el nazi-fascismo. Se lo ve en las cabezas heridas, en los ojos amoratados, en los labios hinchados a golpes, en las costillas rotas… se lo ve en los discursos intolerantes, en la omnisciencia de los gerentes, en el susto de las señoritas, en los puños de la pequeña burguesía apretados por el espanto mass media que alimenta hipótesis de amenaza, que nutre la desconfianza frente al pobre… al diferente. Todos los días avanza a pasos agigantados de retroceso vertiginoso, disfrazado de «buen gusto» y de cautela burguesa. Se nota, bien claro, en no pocos veredictos de algunos jueces que también suelen destilar odio burgués legislativo y judicial. A diario.

Todos los días crece ante nuestras narices el poder nazi-fascista, gana terreno, gana dinero, gana fama… todos los días alguien hace algo, mucho o poco, que abona a una causa criminal que se prepara, sistemáticamente, para destruir cualquier rebeldía, cualquier descontento, cualquier grito de dignidad contra la miseria. Todos los días el odio burgués contra los pueblos, es decir su miedo más desesperado, deposita fichas de fe nazi-fascista para asegurarse el futuro, para conjurar los «males», para dispersar toda posibilidad de cualquier cambio que sueñe con dar por terminado el negocio obsceno de explotar a los trabajadores y robarse la materia prima de los pueblos. Todos los días alguien, reverencialmente, bebe del cáliz nazi-fascista una dosis odio, a veces sin saberlo, a veces sin quererlo.

¿Haya alguien aquí que no lo vea?

Vemos, a caso pasmados, cómo se fortalece un rebrote acelerado de dictadura burguesa, vemos cómo se unifica y organiza, vemos cómo actúa y cómo se financia. Nunca se fue del todo, sólo que ahora acelera sus hervores en la fragua de la crisis capitalista mundial que ya se pasea por encima de todo poder o control de las instituciones de la «democracia», para imponer su control propio, su control absoluto a patadas y a balazos. Es el miedo prepotente del gran capital empeñado en quedarse con el mundo para siempre y a cualquier precio. Funciona como un partido popular, de masas, como organización de barrio pequeño burguesa, como club de café, como sobremesa… funciona como ilusión, como somníferos, como anestésico. Cultiva la represión interior y la represión abierta, fabrica miedo a rolete, desconfianza, amenazas, estados de pánico y odio… odio… odio de clase. Elementos esenciales del nazi-fascismo.

Nunca se fue, ha estado ahí siempre, incubando embriones para cuando el sistema los requiera. Cada día da más pruebas de su poder, de su impunidad y de sus planes. Sus estrategias criminales cobran vigor y se renuevan de la mano de sus padrinos y financistas, de la mano de las tecnologías, de la mano de la complicidad gubernamental, no pocas veces controlado ya por el nazi-fascismo en pleno. Toda vez que la burguesía se asusta ante el poder creciente de los trabajadores que exigen y conquistan justicia social… se activa en los sótanos del stablishment la alarma que convoca al nazi-fascismo… hay que verlo clarito en Valencia, en Madrid, en Andalucía, en al País Vasco… hay que verlo clarito en la baba que escupe Rajoy cuando esparce públicamente sus sesudos dispositivos del miedo. Hay que verlo en el des-equilibrio su mirada, en el rostro torcido cuando imposta la voz para dejar ver su indignación contra esa clase trabajadora española que deja de ser mansa a pasos agigantados, que busca su liberación definitiva de la farsa explotadora y la barbarie eterna. ¿Quién paga todo esto… con qué dinero? Dinero del pueblo, seguro.

Hay odio nazi-fascista que expelen los patrones y sus representantes enardecidos en histerias represivas y hay que ver cómo su miedo y odio de clase les carcome las entrañas. Como a Rajoy, victima hepática de sus intereses burgueses y sus complicidades retrógradas. Y hay que ver las payasadas de Aznar… el ridículo trashumante al que el mundo entero le tira carcajadas y a veces conmiseración patética. El nazi-fascismo tiene militantes ridículos.

También hay nazi-fascistas con cara de buenos y discursos tiernos. No por eso menos perversos. Abundan en la tele, en los noticieros y en las Universidades. Muchos se dedican a trivializar al fascismo, a decir que»no es para tanto» a camuflarlo y disculparlo, de un modo y mil modos. Hay quienes lo ofrecen como salvavidas como solución mágica, como el «trabajo sucio» que alguien debe hacer sin manchar mucho la casa. Y hay quienes derivan en cinismo abierto, en intolerancia y terquedad, en apologías históricas y fanáticas de los nacionalismos fanáticos pagados con fondos del imperialismo financiero y militar. Algunos se hacen pasar por «periodistas»

¿Qué hacemos?

  1. Denunciar sistemática y masivamente, en cuanto foro o medio de comunicación se ponga a modo. Que no gane el silencio. Abrir debates, hacer visible el avance nazi-fascista. Tan pronto como se vuelva evidente se convierte en insostenible.

  2. Hay que exigir que expliquen de dónde sacan el dinero para entrenarse, para las armas, para las publicaciones y las organizaciones. Que se abran los libros contables, de los nazi-fascistas. Las cuentas bancarias, los cheques y las dádivas, sean como sean… ¿Habría sorpresas?

  3. Identificar los resultados electorales del nazi-fascismo, cómo se infiltran en las decisiones económicas, políticas y culturales… en la degeneración de los derechos ganado por los pueblos.

  4. Diagnosticar la historia de los episodios represivos del nazi-fascismo. Recuento permanente de cada hecho, de cada gota de sangre derramada para hacer pagar a los trabajadores por el odio del burgués que se aterroriza cuando ve fortalecerse la protesta y la acción de los trabajadores.

  5. Repudiar todo nacionalismo burgués y su carácter autoritario, reaccionario, fascista, racista y xenófobo. Recuento exhaustivo de hechos concretos… es una monstruosidad.

  6. Analizar episodios de opresión real, hacer visibles a los verdugos y a las víctimas.

  7. Impulsar la participación democrática de los trabajadores en los controles gubernamentales obre los presupuestos y las organizaciones relativas a la seguridad social.

  8. Impulsar un orden social nuevo. Sólo una sociedad socialista podrá terminar definitivamente con los vestigios del nazi-fascismo.

  9. Ni un céntimo para los nazi-fascistas. Promulgar iniciativas publicas que sanciones el uso de dinero clandestino o legalizado destinado a armas, entrenamiento, publicidad nazi-fascista.

  10. Poner bajo debate todo cuerpo ideológico que contenga matrices conceptuales nazi-fascistas como: «imperfección de la democracia», «pureza étnica», «mal necesario», «populismo», «terrorismo», «libre mercado», «guerras preventivas»…

 

Urge incorporar el debate sobre el nazi-fascismo a todas las luchas de los trabajadores que tarde o temprano verán, directa o indirectamente, sobre sí, la amenaza represiva contra sus organizaciones. Identificar al fascista en acción y en potencia, sus conductas morales, los medios que usa para el escarnio contra los trabajadores, su propaganda, sus métodos de tortura, crimen y terror. Sus herramientas de coacción y su impunidad aliada a los gobiernos regionales y nacionales. Ser capaces de detectar a los fascistas y sus estrategias de aniquilación. Ser capaces de identificar al fascista y denunciarlo organizadamente y con la fuerza moral del los trabajadores en lucha democrática… fuerza también física, numérica, concreta.

Detectar, denuncia y combatir al fascismo su estilo, máscaras mediáticas, función y orden militar. Detectar su misticismo cultura del odio, su dimensión en armas y sus paradigmas de terror. Poner de manifiesto sus masacres y territorios de control totalitario. Detectar sus frases, sus redes de Internet, sus emblemas y sus discursos, su apariencia bajo términos sangrientos de dominación totalitaria global.

Urge un movimiento internacional de trabajadores contra el nazi-fascismo capaz de oponer una lucha democrática contra el poder financiero, militar, político o empresarial de los grupos represores que se incrementa día a día y amenaza nuestra lucha política contra la alienación, la explotación y la barbarie del capitalismo. Urge un movimiento mundial contra el nazi-fascismo, un frente único internacional de acción directa e inmediata capaz de hacer sonar con toda su fuerza la voz de todos los trabajadores en contra de cualquier acto represivo de cualquier índole y envergadura.

No podemos olvidar que el nazi-fascismo una fuerza de ideas y trompadas del capitalismo. Es la moral del dominio, incuestionable, del más fuerte, o sea del que tiene el dinero, las herramientas de trabajo, la cultura y el mundo en sus manos. Es la ley despiadada, no escrita, del reino imperecedero de una clase minoritaria y gobernante por la fuerza. No importa la razón, la ética, la moral de otro que no sea la del poderoso. Es la represión contra los trabajadores, contra los hambrientos, contra los desposeídos que pueden amenazar, de hecho o de pura posibilidad, al régimen de explotación y saqueo burgués. Es el reino de la ceguera, la ignorancia, la superchería petulantes y prepotentes. Miedo y odio burgués reinando un mundo de fábula donde todos son animales de trabajo y todos son un «peligro» para la acumulación de la riqueza de unos cuantos. Reino de fanáticos intolerantes a quienes no importa que en el mundo mueran de hambre millones de niños, millones de enfermos, millones de familias sin trabajo, sin salud, sin futuro. Reino de hipócritas y parásitos que hurtan las riquezas de los pueblos y el trabajo de los seres humanos. Reino de criminales poderosos. Hay que discutir qué hacemos, organizada y democráticamente, contra el nazi-fascismo y su esencia esclavista, excluyente y asesina. En España y en el mundo entero. «Un capitalista mata a muchos otros», describió Karl Marx.

  • Basta de impunidad para las bandas fascistas

  • Basta de pasividad de las autoridades policiales y de seguridad del gobierno vasco con estos matones fascistas


Nota:

[1] http://www.engels.org/agresiones.htm