Recomiendo:
0

Matrimonio y embarazos tempranos bajo la lupa

Fuentes: SEMlac

El matrimonio temprano es una muestra de los estereotipos de género presentes aún en el panorama legislativo cubano, coincidieron especialistas durante la presentación nacional del Informe sobre el Estado de la Población Mundial 2020, el 1ro de julio.

Dedicado a analizar casi una veintena de prácticas nocivas que obstaculizan la igualdad de género, el informe anual del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), bajo el título Contra mi voluntad. Desafiar las prácticas que perjudican a las mujeres y niñas e impiden la igualdad, visibilizó causas, estadísticas de comportamiento en diferentes países y algunos posibles caminos para atenderlas.

En Cuba, el matrimonio y el embarazo adolescente, reconocidos como desafíos para el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos, capitalizaron la atención del panel virtual dedicado a la presentación de la investigación anual del UNFPA, ajustada al contexto del país caribeño.
La socióloga y demógrafa Marisol Alfonso, representante auxiliar del UNFPA; la jurista Yamila González, la psicóloga y también demógrafa Matilde Molina, y la médica Francisca Cruz dialogaron sobre estos temas.

El matrimonio en edades tempranas «constituye uno de los peores rezagos de los estereotipos de género a nivel legislativo, porque se asienta en concepciones que discriminan a las mujeres», precisó Yamila González, vicepresidenta de la Unión Nacional de Juristas de Cuba (UNJC).

Para la experta, esos estereotipos «subsisten como prejuicio en la mente de algunos padres, madres y familiares, que compulsan a sus hijas a contraer matrimonio cuando tienen sus primeras relaciones sexuales, o cuando salen embarazadas y tienen descendencia», abundó.

Según las leyes cubanas, la posibilidad de contraer matrimonio se reconoce como derecho a partir de los 18 años, tanto para hombres como para mujeres.

Sin embargo, el Código de Familia vigente establece la posibilidad de que padres o tutores legales autoricen, excepcionalmente, la formalización de matrimonios en menores de esa edad, siempre que la mujer tenga por lo menos 14 años cumplidos y el hombre, 16; una diferencia que da cuenta de desigualdad, fundada en estereotipos.

El 15,8 por ciento de las adolescentes de entre 15 y 19 años de edad se encontraban casadas o en unión y, de ellas, 4,1 por ciento se había casado antes de los 15 años, según resultados de la Encuesta de Indicadores Múltiples por Conglomerados (MICS) realizada en 2014 en el país con apoyo del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

Además, una de cada cuatro mujeres de entre 15 y 19 años se casa -mayormente- con hombres de 20 años y más, asevera el estudio.
En los últimos cinco años, cerca de 5.000 adolescentes cubanas contrajeron matrimonio antes de cumplir los 18, alrededor de 1.000 casos por año, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).
Para González, aún en montos mínimos, los matrimonios de niñas de 14 y 15 años pueden estar ocultando algunas situaciones de trata de personas y explotación sexual que urge investigar.

«No cabe duda de que son las niñas las que mayoritariamente se encuentran en esta situación que tanto las afecta, ya que la autorización excepcional a partir de los 14 años solo se otorga a las mujeres», detalló la jurista.

Sin dudas, «es muy perjudicial para la salud física de las niñas» y, psíquicamente, tanto para ellas como para los muchachos, «pues en esas edades se afianza el desarrollo de la personalidad y las capacidades físicas e intelectuales de mujeres y hombres», apuntó González.

A la par, otros estudios constatan la persistencia de uniones tempranas no legalizadas, muchas veces relacionadas con embarazos en adolescentes.
Aunque las cifras de nupcialidad adolescente pueden parecer bajas, «realmente ponen una alerta por la edad de las involucradas, si se tiene en cuenta que en Cuba se pueden producir solo por excepcionalidad», explicó por su parte la psicóloga Matilde Molina, subdirectora del Centro de Estudios Demográficos (CEDEM), de la Universidad de La Habana.

Para Molina, la formación de una familia no es una acción que corresponda a la adolescencia, por lo tanto, desarticula y entorpece el pleno desarrollo de la muchacha y de la familia que se forma.
«Primero se produce el nacimiento de hijos que lleva a la formación familiar y luego a la ruptura. A veces, incluso, la ruptura se produce antes del nacimiento de los bebés», detalló.

De acuerdo con la demógrafa, urge seguir atendiendo la problemática de la fecundidad adolescente en el país. Solo en 2019 se produjeron 52,3 nacimientos por cada 1.000 mujeres menores de 20 años.

De esta manera, según un promedio de los últimos años, alrededor de 82 por ciento de los nacimientos tempranos en el país corresponde a adolescentes de entre 15 y 19 años, pero 18 por ciento restante tiene lugar en niñas de entre 12 y 14 años.

Según Molina, las estadísticas de los últimos 20 años demuestran que no ha habido un descenso significativo de la fecundidad adolescente en ese tiempo, sino más bien una tendencia al aumento del aporte de los embarazos tempranos a la fecundidad global de un país que, desde 1978, está por debajo del nivel de reemplazo de la población.

Con las tasas más altas concentradas en la zona oriental y una ligera mayor incidencia en las rurales, el embarazo adolescente tiene también diferenciales económicos y sociales diversos, apunta Molina.

«Hemos constatado que hay una relación entre la situación socioeconómica de las familias y la decisión de continuar o no un embarazo. A peor situación, se continúa el embarazo», caracterizó.

Igualmente, identificó mayor impacto del fenómeno en el grupo de adolescentes de piel negra, con bajos niveles socio-económicos, sin vínculo de estudio o trabajo, ni conyugal.

A criterio de la subdirectora del CEDEM, para entender la fecundidad adolescente se deben realizar estudios intersectoriales, pero algunos desafíos quedan muy claros.

En el caso de estas muchachas, las diferencias de edad con sus parejas las ponen en posición de desventaja a la hora de tomar decisiones, muchas veces se quedan solas a medida que los bebés crecen y la mayor parte de ellas abandona la escuela.

Francisca Cruz, responsable del Grupo de Trabajo para la Salud Adolescente del Ministerio de Salud Pública, alertó que «para evitar los embarazos adolescentes, es necesario trabajar en la protección durante el acto sexual con los varones. Si ellos se involucran de forma activa en estos procesos, las tasas disminuirán», afirmó.

Para Molina, en tanto, estamos ante un patrón que se viene arrastrando desde muchos años atrás. «Eso es preocupante, ¿por qué no podemos cambiarlo?», se preguntó.

Respetar, proteger y cumplir, palabras clave.

Respetar, proteger y cumplir son palabras claves para atender y prevenir las prácticas nocivas contra mujeres y niñas que impiden la plena igualdad, trascendió durante la presentación regional del informe sobre el Estado de la Población Mundial 2020, Contra mi voluntad. Desafiar las prácticas que perjudican a las mujeres y niñas e impiden la igualdad.

Para Harold Robinson, director regional del UNFPA para América Latina y el Caribe, estas prácticas provocan daño a niñas y adolescentes, traumas muy profundos y duraderos que les roban el derecho a desarrollar completamente sus habilidades, sus capacidades y sus vidas, dijo durante en conferencia de prensa virtual el 30 de junio.

Según el texto, cerca de 84 millones de niñas siguen expuestas a la mutilación genital y al matrimonio infantil a lo largo del mundo. Igualmente, pasa revista a temas como el planchado de los senos, las pruebas de virginidad y la preferencia por los hijos varones, por la frecuencia con que suceden y las consecuencias que implican.

El Estado Mundial de la Población llamó la atención sobre el riego adicional que supone la pandemia de la covid-19. Según el UNFPA, durante el próximo decenio podrían producirse dos millones de casos de mutilación genital femenina evitables debido a la covid-19. Igualmente, podrían formalizarse 13 millones de matrimonios infantiles adicionales entre 2020 y 2030.