Hasta 60 por ciento de los recursos y servicios que brindan los ecosistemas del planeta están degradados, y las consecuencias de esta destrucción pueden agravarse de manera significativa en los próximos 50 años, advierte un estudio internacional.
El agua dulce, las pesquerías y la regulación del aire y el agua, de los climas regionales, de las catástrofes naturales y de las pestes son los recursos y servicios naturales más amenazados, sostiene la Evaluación de Ecosistemas del Milenio, el trabajo realizado por 1.300 científicos de 95 países y publicado el 30 de marzo.
La degradación de 15 de los 24 ecosistemas estudiados aumenta la probabilidad de cambios abruptos que pueden afectar gravemente el bienestar humano, como el surgimiento de nuevas enfermedades, deterioros repentinos en la calidad del agua, el colapso de bancos de pesca y cambios en climas regionales, advierte el informe.
«Por ser el trabajo de 1.300 científicos, tiene credibilidad y despertará gran interés», comentó Roger Higman, coordinador ambiental de la organización ecologista Amigos de la Tierra, en entrevista con IPS.
Sin embargo, el informe no ahonda en posibles soluciones, observó. «Tampoco señala quiénes son los responsables. No dice que los países ricos han tomado más de lo que les correspondía de los recursos naturales del planeta», agregó.
La Evaluación de Ecosistemas del Milenio es el primero de siete informes resumidos y cuatro volúmenes técnicos que evaluarán el estado de los ecosistemas mundiales y su impacto en el bienestar humano, por iniciativa de agencias de las Naciones Unidas, organizaciones científicas internacionales y agencias de desarrollo, en consulta con grupos del sector privado y la sociedad civil.
Algunas conclusiones clave del estudio son que los bancos de pesca y las reservas de aguadulce están muy por debajo de un nivel que pueda resistir la demanda actual, mucho menos la futura.
Además, la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera aumentó casi en un tercio desde 1750, y 60 por ciento de ese incremento tuvo lugar desde 1950, mientras que, en los países estudiados, un cuarto de los arrecifes de coral y 35 por ciento de los manglares fueron destruidos o muy degradados en las últimas décadas del siglo XX, dice el informe.
Los científicos también concluyeron que la degradación de los ecosistemas afecta más a los más pobres y en algunos casos es la principal causa de pobreza, y que los países ricos no pueden aislarse de esa degradación.
Según el informe, algunos cambios de políticas podrían reducir el daño causado por la presión sobre los ecosistemas, aunque se trata de grandes transformaciones que por ahora no se aprecian: mejora de la gobernanza, incentivos fiscales, cambios en el modelo de consumo, nuevas tecnologías y más investigación para administrar mejor los ecosistemas.
«Ningún progreso hacia la erradicación de la pobreza y el hambre, la mejora de la salud y la protección ambiental será sustentable si la mayoría de los servicios de los ecosistemas siguen degradándose», advierte el estudio, y añade que, si la situación actual no se corrige, el mundo no podrá alcanzar las Metas de Desarrollo del Milenio acordadas por la ONU en 2000.
Higman lamentó que el informe no aborde la relación entre la destrucción de recursos naturales y la liberalización del comercio.
La liberalización comercial somete a muchos países, en particular los pequeños países pobres, a una enorme presión para que abran sus mercados, señaló.
«Estos países no pueden resistir la presión de las grandes empresas multinacionales, lo que les permite a éstas saquear los recursos de esos países», concluyó Higman.