La crítica literaria ha sido entusiasta al celebrar Medio sol amarillo, segunda novela de la joven nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie. Hija de un profesor de estadística y una administrativa de la Universidad de Nsukka, creció rodeada de libros y se mudó a Estados Unidos a los diecinueve años. En estas respuestas recrea episodios clave de […]
La crítica literaria ha sido entusiasta al celebrar Medio sol amarillo, segunda novela de la joven nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie. Hija de un profesor de estadística y una administrativa de la Universidad de Nsukka, creció rodeada de libros y se mudó a Estados Unidos a los diecinueve años. En estas respuestas recrea episodios clave de la historia reciente de su país, disecciona la situación actual de Nigeria y se muestra escéptica respecto a la mirada de la literatura occidental sobre África. LDNM hace zapping por sus mejores declaraciones.
Sobre el proceso de independencia
«Nigeria fue creada por un gobernador británico en 1914. La independencia llegó en 1960 y, sí, fue relativamente tranquila, pero tengo mis dudas acerca de que alguna independencia pueda lograrse de modo verdaderamente pacífico. Además, lo importante no es conseguir la independencia, sino qué es lo que la independencia significa y qué planeas hacer con ella. En nuestro caso, se trata de hacernos creer que una nación agrupada según los intereses imperiales británicos y regida durante décadas por una administración colonial podía convertirse en libre de la noche a la mañana. Por supuesto, eso no es lo que pasó. Tras unos años de algo que llamaban democracia, comenzó un ciclo de golpes de estado y tuvimos sobre todo gobiernos militares. Ahora el poder está en manos de un gobierno democrático, que ha resultado tan ineficaz como los militares que le precedieron».
Sobre la responsabilidad británica
«Los ingleses crearon un país, lo gobernaron y luego se marcharon sin más diciendo que todo iría bien. Ese razonamiento va en contra del sentido común, sobre todo cuando el poder colonial ha utilizado la técnica del ‘divide y vencerás’ para que diferentes colectivos no se llevaran bien y resultase más fácil el trabajo de tenerlos dominados. Por supuesto, cuando te marchas, todos los conflictos que has alimentado no se solucionan mágicamente. El problema en Nigeria no es la diversidad, grupos humanos muy diversos pueden convivir tranquilamente en un mismo país. El problema es que una etnia fue favorecida respecto a los demás, creando divisiones, que además propiciaban un enfoque de rivalidad entre distintos grupos. Ahora cuando algo va mal la gente hecha la culpa a los igbo. Las masacres de los igbo comenzaron en 1945, cuando los británicos les acusaron de provocar la primera huelga general y prohibieron todos sus periódicos».
Sobre la guerra de Biafra
«Me puse a escribir Medio Sol Amarillo porque quería explorar el amor y la guerra. Crecí a la sombra de la guerra de Biafra, mis dos abuelos murieron allí, así que quise meterme en esa historia para comenzar un diálogo, ya que es un pasaje de la historia que raramente se discute en mi país. También tiene mucho de personal: mi padre es incapaz de hablar de Biafra sin llorar. Mi madre tampoco puede. Además es relevante para el momento actual: los protagonistas de esa guerra aún tienen mucho poder en Nigeria. Los conflictos de intereses que llevaron al enfrentamiento siguen sin resolver. Por supuesto, los occidentales volvieron a mandar tras la independencia. Nigeria estaba condenada al fracaso. No somos responsables de nuestro naufragio, sólo de la velocidad de hundimiento. Además de todo el daño que hizo el colonialismo, se crearon las condiciones para que la primera generación de africanos en el gobierno también tuviera mentalidad colonial».
Sobre literatura y política
«Es imposible escribir sobre Biafra sin tomar un enfoque político. Hay países donde la política no juega un papel muy grande en la vida de la gente, pueden hacer su vida sin preocuparse de lo que está pasando. Nigeria no es uno de esos países. La gente de quince años habla de política y se saben los nombres de todos los ministros porque sus decisiones afectan directamente a su día a día. Si el gobierno decide no invertir en educación, el resultado es que los estudiantes se quedan en casa en vez de ir al instituto o a la universidad. Personalmente la política no es lo que más me interesa, por eso no incluyo estas cosas de manera explícita. Prefiero escribir sobre seres humanos, sobre amor y relaciones familiares. El problema, insisto, es que resulta imposible escribir una novela sobre la Nigeria contemporánea sin escribir sobre política».
Sobre realidad y ficción.
«Me interesa mucho la cuestión de hasta qué punto la ficción literaria representa la realidad. Te pongo un ejemplo: muchas veces se insiste en que los personajes de una novela deben ser complejos , algo que me asombra porque en el mundo real no encuentras mucha gente compleja. A veces te pones a escribir sobre personas reales y alguien te dice: ‘Ese personaje no es creíble en la ficción’. Por otro lado, imponemos la realidad dentro de la ficción. En Nigeria hay mucha gente religiosa que son verdaderos monstruos. Me interesa meterlos en el relato porque creo que la religión puede producir monstruos».
Sobre la mentalidad militar
«Crecí en una pequeña ciudad universitaria, rodeada de profesores antimilitares y defensores de la libertad de expresión. Todas esas opiniones no se expresaban en voz alta, sólo en habitaciones cerradas, por miedo a que hubiera detenciones. Quise escribir sobre eso porque da juego literario, pero también porque es una parte central de la Nigeria actual. Tenemos una democracia, pero nuestra mentalidad todavía es militar. No acabamos de asimilar que Nigeria es de los ciudadanos. Creemos que el presidente es el dueño del país y que él decide por nosotros. Hemos tenido tantos gobiernos militares que no podemos sacarnos esos conceptos de la cabeza».
Sobre la religión en Nigeria
«La economía de mi país va tan mal que la gente ha vuelto su mirada hacia la religión. Ahora tenemos un cristianismo fundamentalista y consumista. Es la clase de religión en la que los pastores son ricos y visten de manera impecable. Dicen a la gente cosas como ‘Dios quiere que tengas un Mercedes Benz’. Cualquier crítica a esta visión religiosa es contestada con expresiones tipo ‘el Diablo te está usando’ o ‘los occidentales te han corrompido’. Eso impide cualquier debate serio. La gente cree que Dios va a descender a salvarles. Escribí un artículo sobre como hay que dejar de hablar de Dios y empezar a actuar como Dios. A muy poca gente le gustó esta perspectiva y aún no me lo han publicado. Admito que vivir en Estados Unidos me ha cambiado mucho como persona. Sin haber salido de Nigeria, dudo que hoy estuviera cuestionando muchas cosas que cuestiono».
Sobre la visión europea de África
«Es cierto que abundan los libros que reducen mi continente a niños muertos de hambre y facciones siempre en guerra. Poco a poco, esos tópicos se superan, pero creo que todavía persiste el estado mental que los ha creado. Me explico: ¿se han fijado en que los periodistas y publicistas de las editoriales que se apresuran a avisarnos de que una novela africana (normalmente escrita por un negro africano sobre negros africanos) es ‘no sólo un libro sobre África, si no de interés universal’? Es como si ‘África’ y ‘universal’ fueran términos excluyentes. Esa precisión no se hace nunca con novelas británicas o estadounidenses porque ya se da por hecho que son universales. También podemos recordar El corazón de las tinieblas, una de las novelas más famosas de Joseph Conrad. Allí África es una especie de continente ajeno, subhumano, donde los occidentales vienen a poner a prueba su humanidad. Me parece una actitud típica de muchos libros. La diferencia hoy es que a los personajes africanos se les da una especie de dignidad políticamente correcta. Nadie les llama salvajes, pero el contexto sugiere que lo son. Me preocupa que autores como Ryszard Kapuscinski sean elevados al estatus de ‘voz definitiva sobre África’ cuando muchos africanos estarían en desacuerdo con esa descripción».
Sobre la visión de África en los medios de Estados Unidos
«Encuentro agotador que los medios de EE UU siempre presenten África como ese contenedor de caos, guerra y hambrunas. Quien se crea lo que cuentan deben vernos como estúpidos que no pueden evitar pelearse entre sí. No hablan de nosotros como seres humanos. Por un lado, Occidente reconoce que hemos tenido líderes horribles. Por el otro, oculta el hecho de que todo el dinero que esos dirigentes han robado al pueblo está a buen recaudo en bancos del Primer Mundo. Nos dan lecciones sobre libre comercio los mismos países que subvencionan a sus agricultores y granjeros para que sus precios sean más bajos que los nuestros y no podamos competir. Tampoco me gusta el enfoque de la ayuda humanitaria. Los africanos no tenemos por qué depender de sus regalos».
Fuente: http://www.ladinamo.org/ldnm/articulo.php?numero=31&id=794