«Lo único que podemos hacer es poner nuestros cuerpos entre las máquinas y las casas que tanto estimamos», afirma un vecino del barrio marinero del Cabanyal, en Valencia. Brutales cargas de la policía nacional. Una «sentada» de vecinos frente a los agentes antidisturbios y las excavadoras. Desmayos, palizas, heridos, detenidos. Máquinas que destrozan las casas […]
«Lo único que podemos hacer es poner nuestros cuerpos entre las máquinas y las casas que tanto estimamos», afirma un vecino del barrio marinero del Cabanyal, en Valencia. Brutales cargas de la policía nacional. Una «sentada» de vecinos frente a los agentes antidisturbios y las excavadoras. Desmayos, palizas, heridos, detenidos. Máquinas que destrozan las casas una vez desalojada la resistencia vecinal. Concentración de ciudadanos en la plaza del Ayuntamiento de Valencia para pedir la dimisión de la alcaldesa. Esta secuencia, con la que el periodista Sergi Tarín empieza el documental «Abril al Cabanyal. Crònica d’una resistencia», avanza la esencia del audiovisual de 70 minutos estrenado en 2014, memoria de dos días (6 y 8 de abril de 2010) de lucha popular y violencia policial.
La historia más reciente se remonta al 25 enero de 2001, cuando la mayoría absoluta del PP aprueba el Plan Especial de Protección y Reforma Interior (PEPRI) del Cabanyal, iniciativa urbanística que implica partir en dos el barrio histórico con una avenida de 48 metros de ancho, así como la demolición de 1.651 viviendas y edificios con valor histórico y patrimonial. Prueba de la singularidad de esta barriada tradicional de 21.000 habitantes fue la declaración, por Decreto de la Generalitat Valenciana, de Bien de Interés Cultural (BIC) en 1993. El BIC reconoce la singularidad de la trama urbanística del barrio, que incluye viviendas familiares adosadas en paralelo al mar, ejemplo de la arquitectura modernista del siglo XIX y principios del XX.
Han pasado 15 años, múltiples sentencias y recursos judiciales, concentraciones, manifestaciones e innumerables asambleas populares, pero el nuevo Plan General de Valencia, actualmente en tramitación, mantiene el proyecto urbanístico que «rompe» el Cabanyal. La alcaldesa Rita Barberá no ceja en el empeño, a pesar que una sentencia del Tribunal Supremo de junio de 2014 zanjaba definitivamente la cuestión, al avalar que la actuación promovida por el consistorio supone un «expolio». Tantos años de conflicto ofrecen muchas posibilidades para un reportaje audiovisual. Sergi Tarín elige uno de los puntos álgidos, cuando la pólvora estalló, los días 6 y 8 de abril de 2010. Pero no arranca «en frío» de esas dos fechas, sino que previamente hace un recorrido somero por los antecedentes jurídicos (particularmente relevantes para entender el conflicto), y da cuenta con la cámara (sin apenas voz en off) de las asambleas y movilizaciones vecinales encabezadas desde 1998 por la plataforma Salvem el Cabanyal.
Ante el anuncio de derribos en la calle sant Pere 29 del Cabanyal, el 6 de abril de 2010 una veintena de vecinos se plantaron, cogidos de la mano, en la fachada del edificio. Se enfrentaban a los agentes de la policía local y nacional, y a la acción de las excavadoras. Finalmente fueron desalojados, en algunos casos entre empujones. El documental de Sergi Tarín testimonia lo que sucedió aquellas horas: discusiones, empellones y bravuconadas policiales que abrieron paso a la voracidad de las máquinas. Pero las imágenes no bastan para comprender lo que sucedió, sobre todo, la actuación de la policía nacional. Porque una Orden del Ministerio de Cultura (diciembre de 2009), durante el mandato de Rodríguez Zapatero, había resuelto que el proyecto del Ayuntamiento suponía un «expolio». Incluso la ministra González-Sinde se había paseado una semana antes por la barriada en compañía de Salvem el Cabanyal. A pesar de esta oposición del gobierno central a los derribos (que dio lugar a una formidable batalla política entre administraciones), la policía nacional -bajo las órdenes de la Delegación del Gobierno- dio cobertura a la acción de las máquinas.
Sergi Tarín cita «errores» que se produjeron en aquellos momentos de intenso trasiego, por ejemplo, cuando las excavadoras intentaron derribar una casa, sobre la que no pendía orden de demolición, con una vecina dentro. Pero el subtítulo del documental -«Crònica viva de una resistencia»- hace referencia sobre todo a los hechos del 8 de abril. Dos días antes el delegado del Gobierno, Ricardo Peralta, envió un requerimiento al consistorio para que dejara sin efecto las licencias de derribo concedidas en el ámbito del PEPRI (el documento se muestra en el documental). Esto se agregaba a la Orden del Ministerio de Cultura que calificaba de «expolio» la iniciativa del ayuntamiento. Sin embargo, el trabajo de Tarín permite visualizar cómo la maquinaria penetra en el barrio detrás de la policía nacional antidisturbios, para el inicio de los derribos. Pero antes de adentrarse en lo ocurrido, el documental intercala imágenes del actual vicealcalde de Valencia, Alfonso Grau, caminando por el barrio con aire altivo: «Vengo a ver qué pasa y a hacer respetar la ley». El portavoz de Salvem el Cabanyal, Faustino Villora, le invita a pasear por la barriada y mostrarle los efectos del PEPRI. «Yo no me junto con gente violenta como ustedes», responde, airado, el regidor.
Llega la policía custodiando las máquinas y comienza la golpiza, cargas, empujones, de una violencia desaforada, sin atender a edades ni condición de los vecinos. Heridos, contusionados, porrazos sin control a personas que resisten de manera pacífica, sentados y con los brazos en alto, diputados autonómicos a quienes se desaloja a rastras. Las policías nacional y autonómica actúan de consuno. Las excavadoras esperan a que los agentes despejen la calle. Caceroladas. Dos activistas se encaraman al tejado de uno de los edificios que va a derribarse, y otro se sube a la excavadora, pero de inmediato son desalojados. Finalmente las máquinas cumplen con su cometido. «El delegado del Gobierno es un impresentable y ha de dimitir ya», exclama Faustino Villora al calor de los acontecimientos. Según Maribel Doménech, otra de las portavoces de la plataforma, «la represión nos recordaba al franquismo». «Abril al Cabanyal» intercala las imágenes de violencia policial con las del juicio de faltas que tuvo lugar en diciembre de 2012, en el que dos vecinos resultaron condenados por una falta de lesiones a dos agentes de la policía local. «De las cerca de veinte denuncias de los vecinos a la policía, todas fueron archivadas», recuerda Sergi Tarín.
El periodista da también la palabra al delegado del Gobierno, Ricardo Peralta, para que explique el amparo policial a un proyecto urbanístico que el ejecutivo calificó de «expolio». «Nos parecía una absoluta irresponsabilidad que se produjeran enfrentamientos entre policías locales y manifestantes, sin que la policía nacional interviniera; sería una dejación absoluta de responsabilidades por mi parte», se justifica. Pero el audiovisual no es un alegato exclusivamente contra el PSOE por lo ocurrido el 6 y 8 de abril de 2010. Los actos de la alcaldesa de Valencia (PP), gran mentora del PEPRI, pueden evaluarse sin necesidad de adjuntar comentarios. El 5 de enero de 2010 responde con desconsideración a los miembros de Salvem el Cabanyal que le entregan una carta en el ayuntamiento. Ese mismo día, en una rueda de prensa en el consistorio, se refiere al gobierno de Zapatero y a la Orden de Cultura: «Estamos ante una arbitrariedad más de un gobierno sectario, prohibicionista e intervencionista; este país necesita urgentemente restablecer el estado de derecho».
En otro corte del audiovisual, afirma Barberá: «La izquierda de esta Comunidad utiliza el Cabanyal como excusa para atacar al Partido Popular; pero vamos a continuar». Según Faustino Villora, «durante todo este tiempo la alcaldesa cortaba alambre con los dientes, de la rabia no contenida que tenía». ¿El Ayuntamiento? «Ha ido comprando casas poco a poco con la intención de derribarlas y provocar daño y degradación al barrio», asegura Maribel Doménech. El entonces vicepresidente del Consell y hoy imputado en el caso Gürtel, Juan Cotino, criticaba el hecho de que el gobierno de Zapatero cuestionara «la mayoría de edad» del ejecutivo valenciano para legislar «sobre algo tan nuestro como es el patrimonio». Pero más allá de la batalla partidista y la represión, «Abril al Cabanyal» son los vecinos celebrando pequeñas victorias, la música y las canciones populares que rinden homenaje a los mayores, la galería de ciudadanos que cuentan sus esperanzas para el barrio en el que viven, la alegría en la resistencia y la mezcla en la calle, las casas abiertas al arte y la creatividad («Cabanyal Portes Obertes»). Así, quince años.
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