Todo este asunto de la furgoneta espía que nos envió el delegado del Gobierno en el País Valencià, Ricardo Peralta, me pone de mala leche. Porque tal vez pueda parecer un chiste que el PP denunciara que eran víctimas de escuchas ilegales cuando en realidad nos espiaban a los que presentábamos el documental ‘Més enllà […]
Todo este asunto de la furgoneta espía que nos envió el delegado del Gobierno en el País Valencià, Ricardo Peralta, me pone de mala leche. Porque tal vez pueda parecer un chiste que el PP denunciara que eran víctimas de escuchas ilegales cuando en realidad nos espiaban a los que presentábamos el documental ‘Més enllà del mur’ sobre la experiencia de Pau Alabajos, Cesk Freixas, Nabil y nuestro grupo, Obrint Pas, en la brigada musical que vivimos en Palestina. Un acto, por cierto, que se realizó en una sala de la universidad abierta al público y que, aquí va una de las pistas del motivo de las escuchas, contó con la presencia de David Segarra, integrante de la Flotilla por la Libertad.
Y sí, parece un chiste. Pero no hace gracia. Porque ahora va y resulta que la polémica que protagonizan estos días el PSOE y PP se centra, exclusivamente, en que si unos les espiaban a los otros con motivo de ese agujero sin fondo de corrupción llamado Gürtel. De las escuchas ilegales a nuestro acto, nada de nada. Del posible seguimiento policial a David Segarra, nada de nada. De la criminalización que este hecho supone, nada de nada. ¿Qué pasa, que los derechos de los ciudadanos están ligados sólo al poder político que ostentan? ¿Por qué ninguno de estos dos partidos se escandaliza de la violación del derecho a la intimidad perpetrado por agentes camuflados contra un acto público, de acceso libre y anunciado en rueda de prensa? Por no hablar de estos perspicaces agentes del Grupo IV de la Brigada de Información de la Policía Nacional, alias Mortadelo y Filemón, que a la mínima fueron descubiertos y ridiculizados por los esbirros de Rita y compañía.
En fin, un nuevo vergonzoso capítulo de un señor Peralta que, recordémoslo, no dudó en definir como ‘normalidad democrática‘ la brutal impunidad que ostenta la violencia fascista en Valencia. Prueba de ello son la decena de artefactos que han explosionado en el Comisión Española de Ayuda al Refugiado, la quema del local de Endavant, las bombas contra las sedes de Esquerra Republicana del País Valencià y Bloc Nacionalista Valencià, los disparos contra Ca Revolta, los cócteles molotov contra el Centre Social La Quimera, las pedradas contra la librería de la Universidat de València y Tres i Quatre, los asaltos a los Casals Jaume I, los ataques de todo tipo contra Acció Cultural del País Valencià, Partit Comunista del País Valencià, Centre Social Terra, Intersindical Valenciana o la Societat Coral El Micalet así como un largo etcétera de amenazas y palizas que incluyen puñaladas y marcas de esvásticas en la cara. Y ante todo esto, ¿qué hace Peralta? Enviar una furgoneta Berlingo equipada con toda clase de aparatos de vigilancia para espiar el pase de un documental de unos músicos que actuaron en Palestina. Así nos va a los valencianos.
Xavi Sarrià es músico y escritor.
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