El Consejo de Ministros aprobó el pasado jueves el Real Decreto de medidas de «ajuste del déficit», que incluye un recorte de las retribuciones de los funcionarios del 5% de media y la congelación de las pensiones, salvo las mínimas y las no contributivas, entre otras medidas de «ahorro» en el gasto público. Un paquete […]
El Consejo de Ministros aprobó el pasado jueves el Real Decreto de medidas de «ajuste del déficit», que incluye un recorte de las retribuciones de los funcionarios del 5% de media y la congelación de las pensiones, salvo las mínimas y las no contributivas, entre otras medidas de «ahorro» en el gasto público. Un paquete de medidas neoliberales cuyo objetivo no es otro, por más que los medios de desinformación traten de convencer a la opinión pública de lo contrario, que hacer pagar a los trabajadores y trabajadoras los costes de una crisis económica provocada por la avaricia del capital, mientras que aquéllos que ganaron millones y millones de euros mientras duró la fantasía capitalista que se apoderó del Estado Español durante un decenio, se quedan con los bolsillos llenos y con sus fusiles apuntando al futuro en espera de una nueva oportunidad para seguir saciando a manos llenos sus ansias de dinero.
Ahora bien, el gobierno de Zapatero ha sabido escoger perfectamente la fecha para aprobar en su Consejo de Ministros el paquete de medidas neoliberales que nos han metido doblado en el día de ayer, sin que ello haya causado demasiado impacto emocional en esa misma población trabajadora contra las que van directamente destinadas estas medidas. El menú del día venía bien cargadito de noticias amortiguadoras para que así fuese. No faltaba de nada, desde el desayuno hasta la cena, postres incluidos. Veamos:
Por la mañana nos desayunábamos la noticia de que el más malo de los malos, entre los malos de ETA, había sido detenido. «Sigo en paro, pero hoy soy un poco más feliz», «Ahora me siento mucho más seguro, me da igual la crisis», fueron algunas de las reacciones inmediatas que se pudieron leer en diversos foros de Internet nada más conocerse la noticia. Al mediodía, el almuerzo nos los servían con la lista de convocados del seleccionador español para el mundial de Sudáfrica. «Valdés sí, Valdés no», «Todos con la Roja», «A por ellos», «Aquí no hay diferencias, todos a una con la selección», resonaba a la hora de la siesta por todos lados, entre debates, tertulias y amplios reportajes en todos los medios de comunicación. Para merendar, un torero catalán salía a hacer el paseíllo en la plaza de toros de Madrid con una bandera de Cataluña al hombro y una barretina. «Por la defensa de la fiesta nacional en la región catalana», «Contra la iniciativa de los nacionalistas que quieren acabar con la cultura española», aplaudían al torero desde diversos ámbitos mediáticos. Y ya para cenar, con la barriga bien llena, la aprobación del plan de ajuste neoliberal de Zapatero nos llegó por fin, calentito, eso sí. ¿Les pareció suficientemente sabroso el menú?
Decía Naomi Klein que no hay nada como generar un shock emocional en la población para que el neoliberalismo pueda hacer llegar sus propuestas a la ciudadanía sin que ésta se sienta especialmente dañada por ello; que el shock emocional causado por terceras razones mitiga el impacto que puede tener el anuncio de ciertas medidas que de otra manera pudieran resultar impopulares y generar zozobra, descontento y ganas de protesta entre la ciudadanía. Un población en estado de shock es una población que puede ser sometida con mayor facilidad, una población a la que se le habrá anulado su capacidad de respuesta o, cuando menos, se le habrá mitigado bastante. La historia del neoliberalismo es la historia de la doctrina del shock. Ayer en el Estado español tuvimos buena muestra de ello.
Si hay tres temas en el Estado español capaces de generar por sí mismos profundos impactos emocionales en la ciudadanía, esos son, sin duda, la mención a la organización armada ETA, una referencia a la confrontación de la españolidad con los ataques provenientes del nacionalismo periférico, y, por supuesto, la selección española de fútbol. Cualquiera de ellos, por separado, no deja jamás indiferente al españolito medio, del cual, con sólo nombrarlos, se podrá recibir una respuesta inmediata. Si además juntamos los tres en un mismo día, en fin, ya se pueden imaginar, pueden dar por cerrado cualquier otro debate estatal, que no habrá el mínimo espacio para ello en la preocupación del españolito medio. Bien lo saben Zapatero y su equipo de gobierno. Bien lo saben los medios de desinformación en manos de la burguesía. Bien lo sabe, en definitiva, quien escogió la selección de acontecimientos para un día donde el Estado y sus trabajadores y trabajadoras habían de recibir uno de los mayores envites del neoliberalismo que se recuerdan.
Shock y Circo. Así fue el día de ayer en el Estado español. Shock para atormentar al personal con sus propios temores interiorizados durante años por el discurso dominante y circo para poner algo de color a una jornada donde todo pintaba realmente negro. Y sí, estoy diciendo que el Gobierno sabía muy bien lo que hacía presentando su plan de ajuste en la misma jornada que desde hace meses se sabe que el seleccionador español de fútbol daría su lista de convocados. Y, por supuesto, estoy diciendo que las fuerzas de seguridad españolas y francesas sabían perfectamente lo que hacían cuando ordenaban detener a uno de los líderes de ETA justo en el día de ayer, y no un día antes o un día después. Lo del torero probablemente haya sido un añadido perfecto al menú que ni ellos mismos habrían tenido en cuenta, pero que les ha venido de perlas. Entre eso, y las decenas de miles de personas que andaban por Sevilla celebrando en las calles la victoria de su equipo de fútbol en la copa del Rey (cuando el 1 Mayo no había más de 5.000 personas en la más mayoritaria de las marchas convocadas), de lo que menos se pudo hablar ayer fue del plan de ajuste de Zapatero, o, mejor dicho, en lo que menos pensaron los trabajadores y trabajadoras, desde la mañana hasta la noche, fue en plan neoliberal de Zapatero.
Y es que cualquier medida de precaución es buena ante lo que se les pudiera venir encima a la burguesía si los trabajadores y trabajadoras tomaran realmente conciencia del brutal ataque neoliberal que todos y todas estamos sufriendo.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
rCR