¿Podrá establecerse una base amplia de «mesas de convergencia ciudadana» que active la participación social en la toma de decisiones? Es lo que pretende el llamamiento y el masivo encuentro fundacional celebrado el pasado 19 de febrero en Madrid. No es un propósito elitista lo que mueve esta iniciativa, sino el de hacer «mesas ciudadanas […]
¿Podrá establecerse una base amplia de «mesas de convergencia ciudadana» que active la participación social en la toma de decisiones? Es lo que pretende el llamamiento y el masivo encuentro fundacional celebrado el pasado 19 de febrero en Madrid. No es un propósito elitista lo que mueve esta iniciativa, sino el de hacer «mesas ciudadanas en todos los barrios». Se cuenta para ello con el apoyo de especialistas en participación social y en trabajos en red, no de líderes mediáticos. Confundir esta iniciativa con clubes o coordinadoras de partidos y cargarla de etiquetas manidas que ahuyenten a buena parte de la ciudadanía convocada es el peor favor que se le puede hacer. El interés de la misma pasa por romper los moldes habituales de hacer política desde arriba para abrir nuevos cauces desde abajo. Este empeño de ensanchar la participación -que debería ser tarea habitual de un Estado verdaderamente democrático- surge espoleado por las graves carencias actuales. Dos razones justifican sobre todo la llamada a constituir una red que trabaje a favor de una ciudadanía activa que vele por la defensa de sus derechos y de su calidad de vida.
Una, que la mayoría de la gente se encuentra indefensa ante una serie de medidas que, con el pretexto de la crisis, apuntan a recortar de forma duradera sus derechos y sus ingresos en beneficio de los privilegiados, a aumentar sus impuestos y a deteriorar su entorno ecológico y social. La discrecionalidad del Gobierno rompiendo sus propias promesas lo ha despojado de la autoridad que le confería el electorado sin que la ciudadanía disponga de cauces para reaccionar. La constitución de esta red, como instrumento y parte de una ciudadanía activa, trata de paliar la actual falta de cauces de mediación política que le permitan expresarse e intervenir más allá de las campañas electorales orquestadas cada cuatro años. Se trata, en suma, de revitalizar la implicación ciudadana en los asuntos públicos como contrapeso al poder político-empresarial que hoy decide al margen de la población.
La otra razón estriba en las enormes posibilidades de comunicación e intercambio en red que brindan los nuevos medios informáticos. Se trata de aprovechar estas posibilidades para tejer una red ciudadana capaz de aglutinar personas y entidades con metas más elevadas que las de la búsqueda de poder y de dinero que hoy parasitan la vida política. Plantearlo es el primer paso para conseguirlo.
José Manuel Naredo es Economista y estadístico
Fuente: http://blogs.publico.es/delconsejoeditorial/1218/economista-y-estadistico-2/