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Miami: viaje al corazón del monstruo

Fuentes: Rebelión

Cuba siempre miró hacia el Norte. En la convulsa historia política de la isla, los alzados contra los respectivos gobiernos siempre buscaban el apoyo de Washington. El Plattismo marcaría el pensamiento político cubano hasta nuestros días. En las últimas décadas, Miami se ha consolidado como el exilio «natural» de los cubanos. Lo que no ha […]

Cuba siempre miró hacia el Norte. En la convulsa historia política de la isla, los alzados contra los respectivos gobiernos siempre buscaban el apoyo de Washington. El Plattismo marcaría el pensamiento político cubano hasta nuestros días.

En las últimas décadas, Miami se ha consolidado como el exilio «natural» de los cubanos. Lo que no ha trascendido tanto, sin embargo, ha sido la diversidad de posicionamientos dentro de este exilio, manipulado por unos pocos, así como el protagonismo que los sectores más extremistas han tenido en el control de esta comunidad, a veces mediante la presión económica y política, a veces con atentados y bombas. La organización «Human Rights Watch» emitió un informe en 1994, en el que afirmaba que «el liderazgo del exilio no tolera opiniones disidentes, la radio en español fomenta la agresión y la intimidación, los líderes del gobierno local y la ley no actúan.»

Dicen que La Habana está detenida en el tiempo, con sus coches vetustos y sus fachadas coloniales desvencijadas. Sin embargo, es en el Miami de hoy donde pervive la Cuba batistiana. Hay muchos Miamis, pero todos están en éste, controlado ideológicamente por el sector más duro, que ha hecho de las «entrañas del monstruo» americano, su hogar; de su exilio, una industria; y de sus rencores, una mitología patriótica con tintes de reconquista. Un sector que elige congresistas y senadores, otorga prebendas a los que se mantienen obedientes, controla los medios de comunicación y es capaz de inclinar la balanza electoral en el país hacia un Bush que endurece el embargo y prohíbe los viajes a Cuba.

Los cubano-americanos copan los cargos públicos de poder y la Florida tiene tres representantes a la Cámara del Congreso de Estados Unidos y un Senador, que siguen los dictados de la derecha cubano-americana que los aupó al poder. Uno de estos congresistas, Lincoln Díaz-Balart, dijo públicamente que Washington debería considerar asesinar a Fidel Castro. El hecho de que los jueces de Florida sean electos ha facilitado que no hayan castigado prácticamente ningún acto terrorista de los muchos que han sido alentados o perpetrados por las organizaciones extremistas cubanas. La Corte de Apelaciones de Atlanta declaró el año pasado, en el caso de los cinco cubanos infiltrados en organizaciones anticastristas capturados en Miami, que en la Florida no podía llevarse a cabo un juicio «justo e imparcial» debido al «dominante prejuicio de la comunidad contra Fidel Castro y contra Cuba.»

Hay, según estimaciones extra-oficiales, más de 1.000.000 de cubanos en Miami-Dade, el gran Miami, la ciudad con más cubanos después de La Habana.

Mi ruta comienza de manera inevitable en la calle 8, en el corazón de la Pequeña Habana, bastión tradicional de una emigración cubana que hoy se encuentra por toda la ciudad, especialmente en Coral Gables, Hialeah y Kendall. Una llama arde perennemente en el Cuban Memorial Boulevard, recordando la invasión de Bahía de Cochinos. Poco más allá, los cubanos juegan al dominó en el Parque de Máximo Gómez, bromeando sobre la salud de Fidel. Y en el Restaurante Versailles, entre ajiacos y frijoles, las conversaciones sobre Cuba evocan una nostalgia y, a menudo, un odio cultivado y alimentado durante casi cinco décadas.

Me acerco a la casa de los familiares de Elián González, el niño que se convirtió en protagonista de una de las últimas grandes batallas entre Cuba y el exilio. Cuando su madre murió en alta mar y el niño llegó navegando solo a los Estados Unidos, los exiliados vieron la oportunidad de reivindicar una nueva Madre Patria para Elián. Elián debía permanecer en los Estados Unidos con su familia en lugar de reunirse con su padre en Cuba. Cuando todo comenzó a resquebrajarse, pero aún confiados en el triunfo, algunos incluso apoyaron el viaje del padre a los Estados Unidos, convencidos de que, una vez hechas las comparaciones entre uno y otro sistema, optaría por quedarse. No fue así: el padre viajó, recogió al niño y volvió a Cuba. Delfín, el tío abuelo de Elían, ha montado un pequeño museo, con dibujos, recuerdos y juguetes del niño. Me hace un recuento de los hechos, mientras se introdude en el armario del que los federales sacaron a Elián. Al lado, una ampliación de aquella terrible fotografía: el soldado armado, apuntando al familiar que tenía en sus brazos a Elián, con el rostro desencajado por el terror.

Bajo caminando por la Pequeña Habana, pensando en aquellos otros niños, los de la operación «Peter Pan», a principios de los 60. Los rumores de que la revolución iba a abolir la Patria Potestad, hicieron que 14.000 familias enviaran a sus hijos solos hacia los Estados Unidos. La mayoría se reunirían con sus padres meses, a veces años después, pero hay familias que nunca se reencontraron. Absorto en mis pensamientos, me topo con la estrella de Willy Chirino, grabada en el hollywoodense Paseo de las Estrellas, en la calle 8. Él fue uno de aquellos niños.

Llama la atención el gran número de organizaciones anticastristas que existen solamente en el área de la Pequeña Habana. Paso junto a la sede de «Alpha 66». Un curioso cartel anuncia «Están abiertas las inscripciones civiles y militares». Alpha 66 es una organización paramilitar anticastrista, fundada en 1962. Es responsable de más de cincuenta ataques armados contra Cuba y tiene un campo de entrenamiento cerca de la ciudad. Otro cartel anuncia: «Homenaje a Luís Posada Carriles». Carriles es uno de los más famosos terroristas cubano-americanos. Agente de la CIA, entrenó en Guatemala a los exiliados cubanos que participaron en el ataque de Playa Girón, fue colaborador de la Contra y está acusado de intentar atentar varias veces contra Fidel Castro, de hacer explotar un avión en vuelo de la compañía Cubana de aviación, donde murieron 73 personas, además de otros innumerables atentados con bombas. Hay suficiente evidencia incluso para situar a Carriles en la Plaza Dealey de Dallas, el escenario del crimen de Kennedy, aquel 22 de noviembre de 1963. Actualmente, está en prisión en Texas, acusado del delito menor de entrada ilegal al país. En entrevistas al New York Times, confesó que había sido entrenado por la CIA y que sus ataques habían sido financiados por la Fundación Cubano Americana de Mas Canosa. Orlando Bosch, también implicado en la explosión del avión de Cubana, está hoy completamente libre en Miami.
Tomo nota de la fecha del acto y sigo mi camino. Me resulta sorprendente ver cómo se tolera la apología del terrorismo en un país que está en lucha abierta contra el mismo.

Visito la sede de la «Brigada 2506», un amplio local, con biblioteca y museo dedicado a la invasión de 1961. Aquí se reúnen todos los veteranos del ataque de Playa Girón. Su presidente, Felix Rodríguez, reciclado en oficial de la CIA, como tantos otros combatientes de Bahía de Cochinos, fue el responsable de la captura del Che Guevara en Bolivia y de la orden de ejecución.

La siguiente parada es la Casa del Preso, lugar de reunión de los ex-presos políticos cubanos. Contemplo las fotografías y nombres de todos los prisioneros muertos en las cárceles cubanas, mientras Abel Nieves, su director, me cuenta cómo conseguían escuchar la «Voz de las Américas» desde la prisión cubana de Isla de Pinos con una radio de fabricación artesana y cargando las pilas con orines calentados. En ese momento, hace su entrada el mismísimo Armando Valladares, preso político en Cuba durante 22 años y Embajador de Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Aprovecho la ocasión para improvisar una pequeña entrevista, que se convierte en una larga conversación.
-Nosotros hemos tenido la desgracia de que la revolución de Castro está a noventa millas de este país -me dice. Si la revolución hubiera sido en Asia o en África, hace rato que se hubiera acabado, pero la garantía de la permanencia de Castro ha sido el odio del mundo contra Estados Unidos.
La pregunta es inevitable, ¿qué va a pasar cuando muera Fidel?
-Cuando Fidel Castro se muera y ellos digan que ya se murió, allá va a empezar una transformación que puede durar tres meses, cuatro, cinco… y te pronostico que se van a matar entre ellos, va a ver mucho derramamiento de sangre. Y muchos irán a los tribunales, porque tienen las manos manchadas de sangre. Tiene que ser un proceso como Nuremberg y tienen que responder ante la justicia. Cuando se acabe el comunismo el mundo va a saber muchas cosas. El mundo nunca creyó lo de las cámaras de gas, jamás. Hasta que no entraron los camarógrafos a los campos de exterminio la gente no creyó en eso, y entonces el mundo se horrorizó, como se va a horrorizar el día que se acabe aquello y entren los periodistas a las cámaras de tortura y a los fosos de la Seguridad del Estado.
¿Y los inversores, por ejemplo españoles?
– Los inversores en Cuba no se imaginan lo que se les viene encima. Lo van a perder todo y además de forma legal, de acuerdo con las leyes internacionales.
¿Y vosotros qué papel jugaréis?
-El exilio debe jugar un papel importantísimo en la reconstrucción de Cuba. Porque Cuba tiene el privilegio de tener a noventa millas dos millones de cubanos, entre los cuales hay una cantidad enorme de profesionales, tecnócratas capitalistas, que van a hacer un aporte vital en la reconstrucción de Cuba.
Valladares se ofrece a llevarme en su coche a mi siguiente cita. Mientras intenta hacer funcionar el reproductor de CDs, me dice: «¿Tú conoces la canción «Ojalá» de Silvio Rodríguez? Yo la tengo por aquí en un CD, porque es una canción fabulosa, es muy buen poeta, no te quepa duda. Lo que pasa es que se ha hecho un vocero más del gobierno.» Y a continuación empieza a explicarme su peculiar interpretación de esa canción, que, según él, estaba dedicada a Fidel. Para bien o para mal, el reproductor no funciona y me quedo sin experimentar ese momento surrealista de ir en un coche con Valladares y Silvio Rodríguez juntos.

José Basulto vive en South Miami, en una casa cuyas tres cuartas partes tuvo que vender, según dice, para pagar los aviones de «Hermanos al Rescate», una asociación supuestamente humanitaria, fundada con el objetivo de ayudar a los balseros, aunque el gobierno cubano le acusa de espionaje sobre territorio cubano, invasión del espacio aéreo y otras cuantas cosas. Lo cierto, es que Basulto participó en el ataque de Bahía de Cochinos. Posteriormente, realizaría varios ataques a título individual contra la isla, incluyendo un intento de matar a Fidel Castro. «En 1962, yo disparé con un cañón -me cuenta- desde una lancha a unas 150 yardas de la costa cubana contra el Hotel «Rosita de Hornedo», que estaba lleno de rusos.»
La pregunta es inevitable: ¿Qué opinas de Posada Carriles u Orlando Bosch?
-Son héroes. El problema de Posada Carriles es que habla demasiado.
Basulto no duda de la legitimidad de estas acciones armadas y califica los «daños colaterales», como los del avión de Cubana, como parte de cualquier guerra. De la misma manera, también admite que el momento para las acciones armadas contra Cuba ha pasado. Los Estados Unidos han cambiado su política de apoyo y ahora no resulta fácil. En Noviembre del 2005 detuvieron en Miami a Santiago Álvarez, amigo de Basulto, en posesión de armamento pesado para actuar contra Cuba. Su resentimiento contra Estados Unidos es más que evidente:
-Al principio los Estados Unidos rompieron todas las leyes por la cuales ahora acusan a Santiago Álvarez. En aquel momento les convenía derrocar al gobierno de Castro y estuvieron dispuestos a pasarle por arriba a cuanta ley existe, y después, cuando nosotros, que tuvimos y todavía tenemos la responsabilidad con Cuba, insistimos en hacer uso de esos medios, como hizo Santiago Álvarez, nos meten presos.
Luego, pasa a relatarme cómo escapó por los pelos cuando las fuerzas aéreas cubanas derribaron a dos de sus tres aviones:
-Yo conseguí escapar y me persiguieron hasta Cayo Hueso, me salvé por los pelos.
Y continúa:
-Raúl Castro es un asesino. Recientemente se hizo pública una grabación, que está en nuestra web, admitiendo haber dado la orden para el derribo de nuestros aviones.
Hemos tomado un «café cubano» (que por circunstancias del embargo es generalmente brasileño o colombiano) en un restaurante cercano a su casa. Todo el mundo le saluda «!Hola, Basulto!», «!Qué tal, Basulto!» Es una persona querida y reconocida en su comunidad. Al llegar ha buscado la complicidad del policía que se encontraba en los alrededores, como pidiéndole que mantuviera un ojo en su coche, el miedo nunca se pierde. Al marchar bromea con él sobre la reciente victoria de Daniel Ortega en Nicaragua: «eso demuestra lo mal que lo está haciendo este país… ahora vendrá un montón de gente para acá…»
Antes de despedirme le pregunto por el futuro inmediato de Cuba:
-No va a pasar nada, porque en esto viene trabajando tanto la cúpula del gobierno de Cuba, que son los interesados en retener el poder, conjuntamente con el gobierno de los Estados Unidos, que no quieren que allí se forme un desorden.

Es sábado por la tarde. El local de Alpha 66 se va llenando poco a poco de gente, la mayoría de avanzada edad. Las paredes del local están plagadas de banderas, imágenes de mártires muertos «en acción» y numerosas fotografías de los miembros de Alpha en pleno entrenamiento militar. Llega Ernesto Díaz, el Secretario General de la Organización, que me hace una oda a los muchos atributos humanos de Posada Carriles. Habla de paz, de democracia y de justicia social para su pueblo. Al poco llega, Nelly Rojas, amiga y compañera de militancia de Luís Posada Carriles, con algunos óleos pintados por él en la cárcel. Todos son motivos de la guerra de liberación contra España: Martí en su corcel, cabalgando herido, cerca de Dos Ríos, donde encontró la muerte; Antonio Maceo en plena batalla… Junto con los cuadros, Nelly trae un mensaje de puño y letra de Carriles que dice: «Desde una cárcel de nuestros aliados en El Paso, Texas. Sin patria pero sin amo. Luís Posada.»
Estoy sentado junto a una productora del equipo de Univisión que acaba de hacer una entrevista a Ernesto Díaz. Nelly está junto a nosotros hablando con Posada Carriles por su móvil. Puedo oírle al otro lado, con su voz rota por las heridas en la mandíbula que sufrió en un atentado en Guatemala. En un momento dado, Nelly dice: «Luís, te voy a pasar a la periodista que te dije», y la productora de Univisión saluda a Posada por el teléfono: «Mucho gusto, ¿cómo está usted…?» La confianza de estas organizaciones con los medios de comunicación de Miami es total. Saben que están en su mismo lado de la barricada.
Comienza el acto. Un grupo de unas cien personas de avanzada edad canta la Bayamesa. Se suceden las intervenciones. El Reverendo Martín Añorga dice: «Tenemos presos en muchas cárceles, presos en las ergástulas comunistas, presos en Estados Unidos, algo que es inconcebible, pero lamentablemente es cierto, y entre ellos a nuestro amigo Posada Carriles.» Nelly hace entrega a Ernesto Díaz de uno de los cuadros y se escuchan unas palabras de Posada a los presentes, grabadas telefónicamente, alentándoles a seguir en la lucha. Emilio Caballero evoca cómo jugaba con Posada a las canicas en las calles de Cienfuegos y pasa a relatar el momento en que Carriles fue reclutado como comisario de la policía política de Venezuela: «Cuando estábamos reunidos en el Centro Vasco, aquí en Miami, se acerca un señor y le dice «nosotros necesitamos que usted vaya a Venezuela porque usted está recomendado, por la CIA, para que nos ayude». Y ahí se inició la labor de Luís, labor que dura nada más que dos años para limpiar Caracas completamente y hacer de aquella ciudad que era un infierno una ciudad ejemplar. Acabó con todas las guerrillas aquellas urbanas de Venezuela. Hizo una labor formidable. (…) Fidel Castro le tiene miedo a Luis Posada Carriles, miedo, pánico, terror.» La gente aplaude. «Ha llevado una vida ejemplar siempre. Todo el mundo lo quería, todo el mundo.» A continuación acusa al régimen cubano de organizar el atentado del avión de Cubana. Se suceden otras intervenciones, todas en el mismo tono. Generoso Bringas, Presidente del Movimiento de Recuperación Revolucionaria, dice: «Es lamentable, es triste, en un país de libertades como éste, en un país democrático como éste, la cacería de brujas que se ha desatado en los últimos años contra los hombres que luchan por la libertad.»

Ha llegado el momento de escuchar una versión más científica, menos mediada por la nostalgia, la pasión o el odio. Me acerco a la Casa Bacardí, en la Universidad de Miami. La Casa Bacardí es un Centro Cultural, financiado por la familia Bacardí, la misma que se ha apropiado recientemente de la marca cubana «Havana Club». Aquí se encuentra también el «Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-americanos», dentro del cual funciona el llamado «Proyecto de Transición en Cuba». Este proyecto estudia y hace recomendaciones para la reconstrucción de Cuba una vez que la transición post-Castro comience. Su coordinadora, Carmen Rey, me dice que tienen una perspectiva amplia y abierta, que no se posicionan políticamente y que entre sus objetivos están el de romper el bloqueo informativo hacia Cuba, para lo cual mantienen contactos con la disidencia interna y les hacen llegar libros y documentos. Le hablo de romper el bloqueo informativo impuesto por los cubanos de ultraderecha en Miami, pero eso no parece estar entre sus intereses. Le pregunto si tienen alguna alternativa a la economía de mercado y al capitalismo para Cuba y dice que no, que eso es lo que todo el mundo quiere.

Aún no he encontrado nadie en Miami que hable de Cuba respetando su soberanía o que defienda cambios que puedan integrarse en su sistema político y económico. Según Máx Lesnik, el «Instituto de Estudios Cubanos» fue creado para legitimar académicamente las políticas futuras de intervención en Cuba. Max Lesnik es el director de Radio Miami, una de las pocas voces críticas con la visión extremista del exilio, algo que resulta complicado y hasta peligroso en Miami. Radio Miami, al norte de la Pequeña Habana, es un oasis para la gente de izquierdas, internacionalista y progresista. En el mismo local se reúne gente de la Alianza Martiana, la Asociación José Martí, el Círculo Bolivariano y otras organizaciones que dan su apoyo a Cuba. Podemos encontrar a gente como Andrés Gómez, director de la histórica Revista Areito, fundada en 1974, y de la Brigada Antonio Maceo que, al igual que la Brigada Venceremos en Nueva York, nació con el objetivo de enviar brigadas de solidaridad a la isla. Aquí se debate sobre Cuba en un ambiente distendido. Hay gente con distintas opiniones respecto a las posiciones oficiales cubanas, pero hay ciertos principios básicos en los que todos coinciden: el fin del embargo, la normalización de relaciones entre Estados Unidos y Cuba, el fin de las prohibiciones de viajar a la isla y la crítica de la política de Estados Unidos hacia Cuba y América latina.
Max Lesnik ha acabado el programa de la mañana e iniciamos una conversación que continuaremos en su casa, en Coral Gables, compartiendo una comida cubana. Max Lesnik fue el director de la revista Réplica en Miami, una revista de variedades, plural y sin una orientación política definida, con una tirada de 120.000 ejemplares semanales. 12 bombas en la redacción y la presión de la derecha le hicieron cerrar. Para Max, la oposición en Cuba sería legítima si fuera realmente independiente de los Estados Unidos. En su opinión, cuando todos son opositores a sueldo no se puede hablar de una oposición seria. Max, que fue presidente de las juventudes del Partido Ortodoxo cubano (al que también perteneció Fidel) y luchó contra Batista en el Escambray, salió de Cuba por su anticomunismo. Es la única persona que dijo públicamente, en la radio: «Yo no soy Comunista porque no me da la gana.», aunque, como el dice «sólo pude decirlo una vez»:
-Yo me fui porque creía que la Revolución Cubana debía ser frente a Washington y sin Moscú. Era una posición un tanto ingenua. El tiempo demostró que yo estaba equivocado. Si el gobierno revolucionario realmente hubiera adoptado esa posición, hubiera perecido.
Max tiene confianza en un futuro para Cuba sin injerencias:
-La derecha quiere volver a «la Cuba de Ayer». La Cuba de ayer es una Cuba de ladrones, de dictadura, de crimen, de opresión. Yo quiero la Cuba del futuro, partiendo de la que hay. Yo no voy a abogar por una economía de mercado que ha fracasado en toda América Latina. Yo si creo que en Cuba, una vez que desaparezca la política de Estados Unidos que quiere presionarla para que Cuba cambie a su imagen y semejanza, habrá fuerzas dentro del propio proceso revolucionario y dentro de las propias estructuras de la revolución que harán los cambios necesarios para que el país sea distinto.
Le pregunto si él podría vivir en Cuba:
– El hecho de que yo tenga mis puntos de vista sobre el futuro de Cuba no me impediría vivir en Cuba hoy. En este momento tengo una posición de más contradicción mediata con la política de Estados Unidos hacia Cuba que con la política de Cuba hacia Estados Unidos. Las razones por las cuales yo me fui de Cuba no existen. La contradicción entre la Revolución Cubana supeditada a la política exterior Soviética ya no existe.

Quedo con Francisco Aruca en una cafetería de South Miami. Aruca se define como socialista-cristiano. Conspiró contra el gobierno revolucionario en 1961 y le condenaron a treinta años de cárcel. Consiguió fugarse confundiéndose entre las visitas, antes de su traslado a Isla de Pinos, y escapó a Miami. Con los años fue desarrollando una visión de Cuba distinta a la mayoritaria en la Florida y, en 1979 fundó Marazul, una compañía que organiza vuelos a Cuba. A partir de 1991, comenzaría su programa diario «Radio Progreso», en el que, al igual que Lesnik, ofrece una visión crítica de la comunidad cubana de Miami, a la vez que defiende el fin del embargo, el diálogo con Cuba y el respeto a su soberanía. Ha sufrido varios atentados tanto en las oficinas de Marazul como en Radio Progreso. Me habla de su programa:
-Hay muchas personas en Miami que están tratando de mantenerse informadas de lo que está pasando sobre todo con relación con Cuba y América Latina, que escuchan el programa, buscando una información alternativa, discrepen o no de lo que yo opino. Son muchos también los periodistas de acá de Miami que me llaman para comentar alguna cosa, porque están insatisfechos con los patrones del medio en que trabajan, porque saben que es muy parcializado. El programa se sostiene con anunciantes, todos de compañías que hacen viajes a Cuba. Hay miedo a anunciarse, pero estos ya no tienen nada que perder. El peor pecado en Miami es organizar viajes a Cuba.
Las últimas restricciones del gobierno Bush solamente permiten viajar a Cuba una vez cada tres años a familiares de primer grado, es decir, ni tíos ni primos:
-Eso jamás ha ocurrido en Estados Unidos -me dice-, que el gobierno defina quién es familia y quién no lo es. Es cruel. Estas medidas fueron auspiciadas fundamentalmente por cubano-americanos.
Aruca combate ferozmente en su programa la estructura de poder y la influencia política del exilio extremista:
-Aquí ha habido actos políticos en los que se ha invitado al Presidente de los Estados Unidos y en la tarima había gente como Orlando Bosch. Hoy en día, bajo la Constitución Americana, se pagan consecuencias más caras por expresar una opinión diferente en Miami que en Cuba.
Aruca confía en que el gobierno cubano conseguirá realizar los cambios que le permitan subsistir, sin dejar la vía libre al exilio ultraderechista. Asegura que Cuba ya está trabajando en ciertos cambios, en la economía, no en la política: mejorar la vida de los cubanos, manteniendo el sistema político. En su visión, la enfermedad de Fidel y la sucesión de poder en vida ha sido una sorpresa y ha desmontado toda la estrategia que tenía planificada el exilio cubano.

Al día siguiente participo en una caravana de vehículos contra las prohibiciones de viajar a Cuba, con militantes de la Alianza Martiana y algunas otras organizaciones amigas, como las «Mujeres Cristianas en Defensa de la Familia». Somos apenas unos 10 o 12 coches en la marea de automóviles de Miami. Voy a bordo del coche de Max Lesnik, junto con otro miembro de la Alianza Martiana. Es buen momento para las anécdotas. Me cuentan una historia de los primeros años del exilio, cuando su postura política no estaba definida. Tenían amistad con Andrés Nazario, el anterior Secretario General de Alpha 66, y un día le pidieron uno de los barcos de Alpha para ir de pesca. La tarde anterior, fueron a ver el estado del barco y el hombre a cargo del mismo se lo enseñó. A la mañana siguiente, cuando fueron a recoger el barco, descubrieron que este hombre lo había hundido y se había dado a la fuga. Con toda seguridad, era un agente cubano infiltrado que pensó que iban a realizar una acción armada contra Cuba.

Antonio Zamora me recoge con su coche frente al monumento a la invasión de Bahía de Cochinos, un lugar especialmente simbólico. Zamora participó en aquel desembarco en el 61 y estuvo veinte meses preso en Cuba. Luego se incorporaría a la marina de guerra de Estados Unidos como oficial. Tras la muerte de Kennedy, les pidieron quedarse en la marina de forma regular, pero él optó por ir a la Universidad, estudiar Ciencias Políticas y establecerse como abogado. Antonio Zamora fue parte del poderoso grupo de exiliados que comenzó a consolidar el control político y social en Miami:
– El origen de este control deriva de la Fundación. Yo fui parte de ese grupo dominante. En el condado de Miami-Dade la política, una buena parte de la economía, la sociedad están controladas por los cubano-americanos de derechas. Cuba no es realmente una prioridad para los Estados Unidos y se dejan manipular para que los cubano-americanos voten por los republicanos, básicamente. Todo está controlado. Los trabajos, los medios de prensa, la sociedad, están controlados por una gente que han acumulado mucho dinero. Y reciben muchos beneficios del gobierno americano. Yo creo que toda está gente están locos aquí en Miami, trastornados.
Me cuenta cómo fue su trayectoria ideológica:
-Yo me separo de la Fundación Cubano Americana porque Cuba no tiene el mismo proceso de Europa del Este. Cuando cae el bloque soviético, en la Fundación tuvimos una gran reunión donde nos repartimos los ministerios y creamos constituciones y un montón de cosas, y no pasó nada. Y al no pasar nada, yo me desencanto con el proceso, y renuncio a la Fundación y me pongo a investigar el proceso cubano de otra manera. Empiezo a contactar con fuentes de Cuba y gente que sale de Cuba. Yo había sido el Presidente de la Junta de Comercio Exterior de la ciudad de Miami y en esa posición había conocido a muchos jefes de estado de América Latina. Y todos esos presidentes me decían que lo que nosotros estábamos haciendo con Cuba estaba equivocado.
Desde entonces, viaja a menudo a Cuba. Sus críticas para la derecha del exilio y el sistema político americano son duras:
– Yo creo que los principales problemas son la influencia del dinero en este país. Aquí se compran todas las elecciones. El sistema de cabildeo, de lobby, hace que la única gente que tiene acceso al gobierno es la gente y las empresas que tienen mucho dinero, que controlan lo que hace el Congreso. El dinero en la política aquí es una cosa nociva totalmente. Y es imposible pelear contra eso, porque el poder del dinero es muy grande. Lo que se ha creado es una oligarquía de políticos, de empresas y de supermillonarios y esto no es una democracia, en mi opinión. Yo creo que primero Cuba debe tener una relación normal con Estados Unidos. La relación de hoy en día lo distorsiona todo. Debe haber relaciones diplomáticas y comerciales normales, y yo creo que Cuba debe evolucionar hacia un socialismo democrático. Un capitalismo en Cuba yo creo que sería un error, yo creo que hay que mantener el socialismo, pero democratizarlo, hacerlo más eficiente, que haya más de un partido político, y eso tiene que ser un proceso evolutivo. El día que se normalicen las relaciones con Estados Unidos, Cuba va a tener mucho más dinero, va a haber una situación económica mucho mejor y se va a quitar el miedo a una invasión de los Estados Unidos y este tipo de cosas. Yo creo que nosotros podríamos contribuir a este proceso…, ayudar a que el gobierno americano deje de oir exclusivamente a la extrema derecha y oiga las otras posiciones y poder facilitar algún tipo de entendimiento entre Cuba y Estados Unidos.
Es optimista, pero sabe que todo proceso es lento:
-El voto republicano ha descendido. El problema es que tú cuando llegas aquí tienes que buscar trabajo en un centro de trabajo donde el jefe es republicano, y era de la Fundación a lo mejor, y ahora es del Consejo de la Libertad de Cuba, y quiere que tú te expreses y que pienses como él. Y si tú quieres trabajar ahí vas a tener que pensar como el individuo o por lo menos aparentarlo. Entonces, mientras que haya un control de los medios, mientras haya un control de la economía y de la sociedad, y de la clase política por supuesto, el proceso de cambio es muy lento.

Me he citado con Juan Saizarbitoria en su casa de Miami Beach. Me recibe, con su mujer Totty, y charlamos alrededor de un vino chileno, frente al Caribe. Juan vivió junto al mar los primeros tres años de su vida en su Motriko natal, hasta que salió hacia Cuba siguiendo los pasos de su padre, exiliado de la Guerra Civil Española. La familia se reencontraría en Cuba, donde el padre había fundado el Restaurante «Centro Vasco» en pleno malecón habanero, que sería frecuentado por Hemingway o Frank Sinatra, entre otros. Siempre vivieron con la brisa del mar en el rostro, como un presagio de los constantes exilios por venir, como si siempre hubieran estado dispuestos a dejar la tierra atrás. Llegó la revolución cubana y su restaurante fue expropiado. Nuevamente Juan siguió los pasos de su padre que, anticipándose a los hechos, ya había marchado a Miami. Allí fundaron el «Centro Vasco» de Miami, primero en Coral Gables y, posteriormente, en la calle 8, popular entre cubanos y siempre animado por actuaciones musicales. Rosita Fornés era la próxima estrella anunciada para alimentar la nostalgia de los cubanos en aquel Julio de 1996. Pero la extrema derecha cubana no iba a permitir que una cantante que se identificaba con el régimen actuara en Miami. Instigados por los medios de comunicación controlados por la derecha, desconocidos tiraron un cóctel Molotov contra el restaurante. Aunque los daños fueron menores, la semilla del miedo estaba sembrada. El restaurante tuvo que cerrar. Lo compraría Felipe Valls, dueño del Versailles y aliado cercano de Mas Canosa.
Juan y Totty son firmes anticastristas y, sin embargo, critican duramente a los sectores radicales del exilio. Me cuentan que intentaron denunciar a Armando Pérez Roura y Marta Flores, por haber alentado el ataque desde la radio, pero les fue imposible conseguir las grabaciones; había demasiado miedo. La conversación va constantemente de Miami a La Habana e incluso a Euskadi. Suena el teléfono y Totty me dice con naturalidad, «era Willy Chirino». Más tarde llama Juan Carlos, uno de sus hijos, desde Nueva York. Juan Carlos, junto con Charlize Theron, ha producido la película «East of Havana», sobre raperos cubanos, co-dirigida por otra de las hijas de la pareja, Jauretsi. Me despido de ellos y me llevo una buena colección de teléfonos y emails en mi agenda.

Más tarde contactaría con Jauretsi en Nueva York. Quería conocer la visión de una generación joven, nacida en Estados Unidos. Jauretsi me hace un relato muy emotivo de su cambio de perspectiva a partir del atentado al restaurante: «Tras «el incidente», me sentí sola por primera vez. Me preguntaba cuál era mi comunidad. Fuimos tratados como leprosos. Clientes y amigos que conocían a mis padres desde hacía 30 años les daban la espalda. En aquel momento pensé «¿no estamos en América, la tierra de la libertad?» Siempre estuvo prohibido para mí ir a ver la isla con mis propios ojos y siempre obedecí. No tenía ya nada que perder. La decisión de ir a Cuba fue mi movimiento de rebelión contra la comunidad. La ironía es que me topé con una generación entera de gente joven en Cuba que se sentía del mismo modo que yo, gente que estaba en desacuerdo con la ideología de sus padres. Gente que quería mirar hacia el futuro y sanar y no hurgar obsesivamente en el pasado. Fue sólo con la ayuda de mis amigos en Cuba que conseguí ver otra cara de Cuba. Fue un esfuerzo para abrir camino a través de años de desinformación en ambos lados. Es una nación de poetas, jóvenes rebeldes, gente que quiere cambiar. Nadie me habló de esto en Miami. Por primera vez, sentí que me identificaba de nuevo con otros jóvenes cubanos. Ellos aprendieron del Che Guevara a ser coherentes y críticos con las injusticias, y quieren cambios en el país.» «¿Qué hay más revolucionario -prosigue- que ser crítico, cuestionar las estructuras, hablar de los problemas?»

La radio hispana en Miami ha sido calificada por la periodista Anne Louise Bardach como «el gran hermano» de la comunidad. Quiero conocer al máximo vocero anticubano de Miami, Armando Pérez Roura, comentarista en Radio Martí y Director de Radio Mambí, una de las emisoras anticubanas más agresivas en su lucha contra Castro. A Roura se le ha acusado en varias ocasiones de promoverr a través de las ondas los ataques y sabotajes contra todo aquel que se salga de la línea dura. Me acoge amablemente en su despacho y comienzo mi entrevista. Le pregunto directamente por el caso del Centro Vasco y de otros conciertos de artistas cubanos, como los Van Van, que se han programado en la ciudad, acabando casi siempre con incidentes:
-El arte no debe confundirse con la política. Sin embargo, el arte se ha usado para la política. No me vengan con ese cuento. Alicia Alonso, por ejemplo, ¿a quién representa cuando va por ahí?, ¿Pablo Milanés a quién representa?, ¿Silvio Rodríguez a quién representa? Miami no es lo que se dice, para desprestigiar al exilio. No es como se nos adjetiva a nosotros en el mundo entero, de que somos una mafia. La mafia no está aquí, la mafia está a noventa millas de aquí. Jamás hemos instigado desde Radio Mambí ni de ninguna emisora ese tipo de ataques.
La hablo del bloqueo como herramienta política, pero parece que he tocado otra de sus fibras sensibles:
– Usted mismo dice bloqueo, ¿por qué?, ¿usted cree que hay bloqueo? Si hubiera bloqueo, ya Castro no estuviera ahí. La envidia y el odio que le tienen a este país en todo el mundo es enorme, y a menudo nos echan las culpas a nosotros.
He comprobado en los últimos días que decir «bloqueo» en lugar de «embargo» produce una reacción adversa en algunas personas. Estamos en un juego realmente perverso de adscripciones políticas, etiquetas y matices del lenguaje.
Hablamos de Posada Carriles, de los atentados, de la lucha contra Cuba. Su postura es clara:
-Lamentablemente en las guerras pierden la vida muchos inocentes. A nadie la gusta la guerra ni hacer eso que se hizo, porque siempre mueren inocentes, pero, definitivamente, fíjate que los comunistas saben mucho y toman un hecho para entonces justificar el resto. ¿Por qué no se habla más de las avionetas de Hermanos al Rescate?, ¿por qué no se habla más de la embarcación que hundieron cargada de niños que trataban de escapar de Cuba en el 94?
Invariablemente, Roura siempre acaba echándole la culpa de todo a Fidel, hasta el punto de entretejer una compleja, y cuando menos curiosa, teoría:
-Castro para el mal es un demonio, es malévolo. No se olvide que hubo aquí un ataque terrorista, como lo hubo en España, como lo hubo en Inglaterra. ¿De quién era amigo Castro? De Saddam Hussein, de Gaddafi, de todos esos elementos, era aliado de ellos. Y ellos eran los que hacían ese tipo de voladuras de aviones, etc. El de Castro es un régimen terrorista.
-¿Está usted culpando a Fidel Castro del ataque a las torres gemelas?- le pregunto.
-Si usted analiza todo, ahí hay un vínculo, como ahora lo tiene el señor Chávez.

Mi visita a Miami toca a su fin. Han sido días intensos, experiencias fuertes, declaraciones duras. Paseo por Miami Beach, entre los grandes hoteles y los turistas, y me pregunto qué diría hoy José Martí, enarbolado por unos y otros en defensa de una «libertad» que nunca es simple y llana, de una «democracia» que esconde dobleces, de una «justicia» que nunca es justa para todos. Tanto odio no cabe en este mar Caribe, que separa dos mundos irreconciliables.

90 millas al Sur, está la isla que quiso ser libre a un elevado costo, desafiando al vecino del norte. Desde Cuba, 90 millas al Norte está este «sueño americano» de corrupción política, capitalismo salvaje y culto al consumismo. Mientras en la isla muchos suspiran por viajar a un Miami de abundancia que la revolución quisiera borrar del inconsciente colectivo de los cubanos; en Miami, una masa silenciosa de exiliados que no comulgan con la visión de la extrema derecha viven y mueren con la tristeza del desarraigo y la soledad del destierro.

Armando Valladares:
Disidente cubano y ex-embajador de Derechos Humanos de EEUU ante la ONU.

P. Tras más de cuatro décadas de lucha por tu parte y la de otros opositores a la revolución, parece que ésta finalmente va a sobrevivir a su líder.
A.V. Nosotros hemos tenido la desgracia de que la revolución de Castro está a noventa millas de este país. Si la revolución de Fidel Castro hubiera sido en Asia o en África, hace rato que se hubiera acabado, pero la garantía de la permanencia de Castro ha sido el odio del mundo contra Estados Unidos.

P. ¿Qué va a pasar cuando muera Fidel?
A.V. Cuando Fidel Castro se muera y ellos digan que ya se murió, allá va a empezar una transformación que puede durar tres meses, cuatro, cinco … y te pronostico que se van a matar entre ellos, va a ver mucho derramamiento de sangre. Y muchos irán a los tribunales, porque tienen las manos manchadas de sangre. Tiene que ser un proceso como Nuremberg y tienen que responder ante la justicia. Cuando se acabe el comunismo el mundo va a saber muchas cosas. El mundo nunca creyó lo de las cámaras de gas, jamás. Hasta que no entraron los camarógrafos a los campos de exterminio la gente no creyó en eso, y entonces el mundo se horrorizó, como se va a horrorizar el día que se acabe aquello y entren los periodistas a las cámaras de tortura y a los fosos de la Seguridad del Estado.

P. ¿Y los inversores, por ejemplo españoles?
A.V. Los inversores en Cuba no se imaginan lo que se les viene encima. Lo van a perder todo y además de forma legal, de acuerdo con las leyes internacionales.

P. Entonces, ¿es momento de esperar o aún es tiempo de ofensivas, como proclaman algunos?
A.V. No creo que haya posibilidades en este momento para una intervención armada en Cuba. Lo que pasa es que tenemos el inconveniente de que Estados Unidos persigue eso. Hay una especie de pacto ahí… desconocido pero sospechado, de que los Estados Unidos no permiten ni van a permitir nunca que un cubano salga de allá para acá a nada. Una cosa de esas…, verdad, incomprensible. Y un día vamos a saber por qué es eso.

P. Desde luego la gente más beligerante con Cuba ya es de una cierta edad…
A.V. Déjame decirte que hay un señor ahí, en Alpha 66, mayor, que se llama Ernestino Abreu, que hace como 6 o 7 años, con casi 70 años, desembarcó en Cuba militarmente. Y tuvieron varios combates y los cogieron. Sí, no te dejes engañar con esa gente…

P. Mientras tanto, tú sigues apostando por el embargo, ¿no?
A.V. Yo estoy a favor de que el embargo no permita entra a Cuba nada más que medicinas y alimentos. Mi padre estuvo preso en Cuba, salió en libertad y un día me mandó a pedir dinero. Yo le dije: «viejo, me da mucha pena contigo, pero yo no te mando ni un dólar. ¿qué necesitas, medicinas, ropa, alimentos?» Porque el dólar que lo mando a mi padre para en las arcas de Fidel Castro. El levantamiento del embargo sería darle oxígeno a la revolución. Toneladas de medicamentos, de comida, que está comprando Cuba no llegan al pueblo. Nosotros hemos tratado de hacer una moratoria aquí con la gente, para que durante 3 meses no manden nada de dinero. Tú puedes estar seguro de que si en tres meses se hace eso, el problema que se les crea allí es violento.
La posición de la comunidad internacional con respecto al embargo es muy hipócrita, porque cuando se hablaba de sanciones económicas contra Sudáfrica o contra Chile todo el mundo estaba de acuerdo. Hasta el papa. Pero cuando ese mismo argumento se utiliza para Cuba, ah, no, no, entonces en Cuba no. ¿Y eso por qué? ¿Los cubanos son ciudadanos de tercera categoría? Hay mucha inmoralidad.

P. Hay gente como Menoyo, que por otra parte estuvo preso allá tantos años como tú, que ha decidido cambiarlo desde dentro.
A.V. No encuentro ninguna justificación para lo que hizo Menoyo. Es un hombre que lo golpearon, que lo maltrataron, torturaron a sus compañeros, vio matar a la gente, asesinados, torturados y ahora está ahí dándose la lengua con Castro. Despreciable. No vale la pena.

P. Me han dicho que aquí en Miami, también hay gente que defiende el proceso cubano.
A.V. Aruca y Lesnik son agentes cubanos, pagados por Cuba. Esa gente transmite las emisiones de Cuba. Son los voceros de la política exterior cubana aquí. Lo que pasa es que los americanos son muy tolerantes con eso. Max Lesnik, por ejemplo, escribe en Juventud Rebelde en Cuba. Son de absoluta confianza del gobierno cubano. Yo no sé dónde se van a meter cuando se acabe el comunismo en Cuba. Son igual que Ramonet, que ha hecho un libro pagado, un libro a la orden.

P. ¿Qué papel jugará el exilio en una hipotética transición en Cuba?
A.V. El exilio debe jugar un papel importantísimo en la reconstrucción de Cuba. Porque Cuba tiene el privilegio de tener a noventa millas dos millones de cubanos, entre los cuales hay una cantidad enorme de profesionales, tecnócratas capitalistas, que van a hacer un aporte vital en la reconstrucción de Cuba.

P. ¿No hay nada que se salve de la Cuba actual?
A.V. Para mí todo es malo. No hay absolutamente nada que perpetuar del proceso cubano.

P. ¿Qué tal se vive en Miami?
A.V. Miami es agradable, aquí están mis colegas. Conozco a todo el mundo y todo el mundo me conoce. Esta es la capital de Cuba en el exilio. Esto para los cubanos es cómo el cementerio de elefantes; andan por el mundo pero al final todos terminan aquí.


Ernesto Díaz Rodríguez
Secretario General de Alpha 66

P. Hay quien dice que los métodos de Alpha 66 no son acordes con los tiempos.
E:D.R. Alpha 66 es una de las organizaciones con historia, con más mártires, una organización que aunque el gobierno de Cuba se ha empeñado en acusar falsamente de terrorista, jamás ha cometido un solo acto de terrorismo. La nuestra siempre fue una lucha limpia. Es cierto que hemos practicado en ocasiones la lucha armada, pero es el mismo método que utilizó Fidel Castro para ascender al poder y es, probablemente, uno de los únicos métodos que podrá reconquistar la libertad de Cuba, porque los comunistas llevan prácticamente 50 años en nuestro país y hasta el momento no ha habido ninguna señal, ningún síntoma de que quieran hacer una transición real donde el pueblo pueda ejercer sus derechos y recuperar su libertad.

P. Entonces, ¿siguen ustedes empeñados en la lucha armada, a pesar de ya no cuentan con el apoyo de Estados Unidos, como en el pasado?
E.D.R. Realmente, nuestra intención no es que haya un cambio de poder por métodos violentos. El gobierno cubano es quien cierra todas las vías, quien no nos deja opciones a nosotros para poder vivir en paz, para poder vivir en libertad. No puede hablarse de justicia social donde las grandes riquezas están concentradas en manos de unos pocos, que dirigen y gobiernan, y la población, sabemos que está pasando miseria y está muriéndose prácticamente de hambre. Nosotros no descartamos ninguna de las opciones que lleven a la libertad de Cuba con dignidad. El uso de la fuerza es válida; lo reconoce la propia Declaración de los Derechos Humanos, cuando en un país impera un gobierno de fuerza, un régimen totalitario que cierra todas las otras opciones para el entendimiento entre los ciudadanos. Nosotros no queremos para Cuba, no es nuestro anhelo un enfrentamiento armado, ni provocar un derramamiento de sangre, en una lucha desigual contra un enemigo como el que tenemos, fuertemente armado.

P. ¿Se plantean otras alternativas a la violencia, especialmente ahora que el gobierno de los Estados Unidos está en una fuerte cruzada contra toda actividad armada?
E.D.R. Hay otro método de lucha que nosotros estamos estimulando y es la desobediencia civil. Yo creo que cuando el pueblo de Cuba alcance una toma de conciencia lo suficientemente fuerte, como para decirle «no, yo no coopero más con este sistema dictatorial, yo no voy a participar en la brigadas de respuesta rápida para golpear a los cubanos que piensan distinto a los que están dentro de las estructuras de gobierno, yo no voy a hacer mítines de repudio contra los que quieren abandonar el país porque no tienen métodos de vida aquí o porque se sienten que viven sin libertad y sin esperanza. Cuando el pueblo tenga esa conciencia ya bien definida y se lance a las calles, entonces estamos seguros de que Alpha 66 en ese instante, cualquiera que sean las condiciones de lucha, estará ahí junto al pueblo de Cuba para ayudarle a alcanzar la libertad.

P. Pero, ¿siguen con sus actividades de entrenamiento militar?
E.D.R. Nosotros tenemos algunas estructuras militares, tenemos un campamento donde mantenemos una rigidez con relación a las leyes del gobierno de los Estados Unidos. Por ejemplo, no se permite llevar armas automáticas, no se permite ningún tipo de explosivos, no se permite ningún acto dentro de ese campo de entrenamiento que viole las disposiciones o las leyes norteamericanas. Sencillamente tratamos de mantenernos en forma, de mantener ese espíritu, de mantener esa esperanza y las condiciones adecuadas por si en un momento dado el pueblo de Cuba, no nosotros, requiriera de nuestra presencia para ayudarlos a alcanzar su libertad. Ese es el objetivo del campo de entrenamiento de Alpha 66. Ahora hay mucha gente entrenando, porque lo hemos autorizado y participa gente de otras organizaciones.

P. ¿Qué me puede decir de Posada Carriles?
E.D.R. Posada Carriles ha sido juzgado en dos ocasiones por las acusaciones que se le hicieron con respecto a la voladura del avión, del supuesto avión de Cubana de Aviación. Pero no hay ninguna evidencia de que él esté involucrado, más allá de los comentarios y la propaganda sistemática que ha hecho el gobierno de Cuba. Posada Carriles, durante 30 años ha sufrido persecución, ha sufrido atropello. Nosotros consideramos que es un patriota y no hay ningún argumento jurídico que requiera o que justifique que él se haya mantenido en prisión. Los que consideran que Luís Posada Carriles ha practicado terrorismo, pues yo les aseguro que están confundidos, están. Así que algún día, cuando se conozca la realidad de Cuba y la realidad de todo lo que ha ocurrido en esta larga etapa, en esta larga noche carcelaria que hemos tenido que sufrir, no te sorprenda si en algún momento llega a conocerse que el propio Fidel Castro, su régimen, fue quien voló el avión de Barbados. A mí no me sorprendería.

P. Ustedes legitiman y justifican la lucha armada contra Cuba, pero ¿justificarían igualmente los muertos inocentes de ese avión como daños colaterales, asociados o como quiera que se les llame, caso de haber sido obra de Posada Carriles?
E.D.R. En estas cuestiones políticas no podemos funcionar y hacer criterios políticos sobre hipótesis. ¿Por qué vamos a pensar la actitud que asumiría Alpha si hubiera volado el avión en realidad? El apoyo que nosotros le estamos brindando es porque estamos conscientes que es una persona que se ha sacrificado con la mejor intención por la libertad de Cuba. Ese es nuestro apoyo y mientras tengamos ese concepto de él, mientras él mantenga esa línea que ha mantenido durante todos estos años, Alpha 66 lo continuará apoyando.

Max Lesnik
Director de Radio Miami y Miembro de la Alianza Martiana.

P. Cómo ves los medios de comunicación en Miami?
M. L. Hay 8 emisoras de radio en Miami y 4 de televisión. Solamente hay una hora de Aruca, Radio Progreso, y una hora que yo dirijo que son distintas en su concepción al resto. Y todo ese bombardeo es diario, constante y permanente. La derecha quería que yo hiciera con Réplica lo mismo que hizo el Herald, que se doblegó ante Mas Canosa. Yo eché la revista por la borda por no someterme a la derecha cubana. Ahí escribía gente de derechas y de izquierdas, pero la derecha quería dictarme lo que yo mismo debía escribir. Dicen que están luchando por la libertad y los que luchan por la libertad se la quieren quitar a los que piensan distinto a ellos. Aquí lo que hay es una alianza de la extrema derecha cubana con políticos americanos de derechas, con un ingrediente del pasado cubano corrupto y batistiano. Eso es lo que define a lo que es hoy el Miami cubano. Todo esto dentro de un escenario donde hay miles de latinoamericanos que viven acá y que prácticamente no participan porque los cubanos tienen el control, porque llegaron primero y porque tienen el dinero y las conexiones políticas para implementar un tipo de agenda tanto local como en relación con Cuba y América Latina. Esto ha conducido a que este gobierno de Bush al igual que cometió la estupidez de la invasión a Irak, también está cometiendo otros errores en América Latina, producto de que el prisma que tiene Washington de América Latina pasa por Miami. Nunca un gobierno americano ha confrontado tan mala opinión en el mundo entero y específicamente en América Latina, donde cada día la izquierda está cobrando más fuerza, más que por ideología por oposición a la política norteamericana.

P. ¿Percibes algún cambio, algún signo de agotamiento en la posición del exilio?
M. L. El exilio que controlaba y controla todavía tanto la economía como la política está envejeciendo. Lo que ocurre es que de allá esta viniendo gente joven por distintas vías que van desde la emigración legal hasta los que vienen en lanchas o por terceros países, que cuando llegan acá su discurso público trata de empatarse con el discurso oficial para no buscarse problemas, pero que en fondo piensan distinto que ese llamado «exile victoríco». El exilio está cambiando. Yo creo que esta administración de Bush será la última administración que jugará la carta cubana, porque esa carta cubana va a resultar completamente impresentable en el resto del país.

P. Al menos, parece que Miami está más tranquilo que hace algunos años.
M. L. Cuando las bombas y esas cosas ocurrían había cierta tolerancia de las autoridades y ahora estamos en una etapa en la que el terrorismo es una mala palabra. Entonces, a las autoridades no les queda más remedio que actuar contra eso.

P. ¿Y cómo ves a la oposición interna?
M. L. La oposición en Cuba sería más legítima si fuera realmente independiente de la política exterior de los Estados Unidos. En Cuba hay cientos de movimientos de oposición y cada uno quiere diferenciarse del otro. ¡Eso sí que es el pluralismo político llevado a su máxima expresión! Lo cual quiere decir que lo que los mueve no es una ideología sino un protagonismo. ¿Por qué? Porque si tu protagonizas un movimiento, los americanos te dan una mesada. Lo peor que han hecho los americanos es pagar la oposición, porque al pagar la oposición los cubanos que estén descontentos con el gobierno por razones económicas no van a cruzar la línea de gratis. Los cubanos no van a aceptar una línea pagada por los americanos que te da a ti un cheque y a mí no me da otro. Si alguien cobra por una labor política el otro también quiere cobrar. Y los americanos no se han dado cuenta de eso. El Ejército Mambí de la Guerra del 68 o de la Guerra del 95 contra España, y todas las revoluciones que ha habido en Cuba, desde la del 33, pasando por el 59, nadie de esa oposición jamás cobró un centavo. Los cubanos nunca han peleado por un cheque. Todos los disidentes internos reciben dinero. Ninguno de ellos ha dicho «yo no cobro dinero por mi oposición». El propio gobierno americano ha declarado que hay un presupuesto de 137 millones de dólares. Yo honestamente no he visto todavía a ningún opositor al gobierno cubano que defienda puntos de vista que sean críticas al proceso cubano desde la izquierda. Si yo viera que un disidente mantiene una posición de izquierdas y critica al gobierno porque el gobierno no tiene una posición más real en defensa de los intereses de las mayorías, entonces es posible que yo dijera: caramba, mira, a este disidente lo respeto y lo apoyo.
Es que todos los disidentes que yo conozco, todos fueron del Partido Comunista cubano de Blas Roca, todos fueron de la línea de Moscú, todos estuvieron vinculados a la parte más agresiva de la Revolución cubana contra sus enemigos.¿Qué respeto yo puedo tener por un opositor que hoy día es opositor y antes perseguía a los opositores?

P. Se ha hablado mucho últimamente de Raul Rivero y de aquellas detenciones.
M. L. Raúl Rivero era corresponsal de Prensa Latina en Moscú. Era el Secretario cachanchán del poeta nacional de Cuba, era intelectual de pistola al cinto, perseguidor de los que en definitiva tenían un criterio discrepante. Entonces, ¿cómo yo puedo respetar a Raúl Rivero?

P. ¿Hay algun momento clave en tu trayectoria ideológica hacia Cuba?
M. L. Hay un detonante que me hizo romper a mí absolutamente con Miami y con el exilio, que fue la voladura del avión de Cubana de Aviación. Que no hay causa que justifique un acto terrorista como la de volar un avión en el aire con 73 personas a bordo, en nombre de la libertad y de que ahí hay comunistas del gobierno, asesinando a mujeres y niños. Ya a partir de ahí me di cuenta de que se había llegado demasiado lejos. Eso es un acto de aberración política.

P. ¿Vivirías hoy en Cuba?
M. L. El hecho de que yo tenga mis puntos de vista sobre el futuro de Cuba no me impediría vivir en Cuba hoy. En este momento tengo una posición de más contradicción mediata con la política de Estados Unidos hacia Cuba que con la política de Cuba hacia Estados Unidos. Las razones por las cuales yo me fui de Cuba no existen. La contradicción entre la Revolución Cubana supeditada a la política exterior Soviética ya no existe. Yo me fui porque creía que la Revolución Cubana debía ser frente a Washington y sin Moscú. Era una posición un tanto ingenua. El tiempo demostró que yo estaba equivocado. Si el gobierno revolucionario realmente hubiera adoptado esa posición, hubiera perecido.

P. Mejorar lo que hay en Cuba o romperlo todo y empezar de cero. ¿Cómo te posicionas ante esta dicotomía?
M.L. Si se llama una democracia ideal a la que soñó Martí, una democracia donde no haya corrupción, donde haya plena libertad de expresión, una Cuba donde haya libre juego de ideas, ya sea con partidos o con un solo partido, pero cada cual pueda expresar su punto de vista sin temer ser reprendido o acusado de estar al servicio de una potencia extranjera, como puede ocurrir hoy, para que eso sea así es más fácil hacerlo desde lo que hay que desde el discurso de la derecha, porque la derecha quiere acabar con todo aquello para establecer, como ellos dicen «la Cuba de Ayer». La Cuba de ayer es una Cuba de ladrones, de dictadura, de crimen, de opresión. Yo quiero la Cuba del futuro, partiendo de la que hay. Yo no voy a abogar por una economía de mercado que ha fracasado en toda América Latina. Yo si creo que en Cuba una vez que desaparezca la política de Estados Unidos que quiere presionarla para que Cuba cambie a su imagen y semejanza, yo creo que habrá fuerzas en Cuba dentro del propio proceso revolucionario y dentro de las propias estructuras de la revolución que harán los cambios necesarios para que el país sea distinto.


Francisco Aruca
Director de Radio Progreso.

P. Es increíble que los cubanos-americanos en Miami apoyen las medidas de viajar a Cuba una sola vez cada tres años.
F. A. Y además sólo para visitar familiares de primer grado, no primos o tíos. Eso jamás ocurrido en los Estados Unidos, que el gobierno defina quién es familia y quién no lo es. Es cruel. Estas medidas fueron auspiciadas fundamentalmente por cubanos-americanos. El sector más influyente de esta industria anti-castrista cubano-americana es el que vino primero, y ese sector salió de Cuba al principio de la revolución hasta con el gato. Muchos de ellos trajeron hasta la criada. Ese tipo de gente siente menos presión para visitar Cuba por razones familiares. Además de que en ese grupo es también donde está lo que yo llamaría el núcleo más furibundamente contra normalización de cualquier cosa con Cuba, incluyendo los viajes, porque ahí es donde está precisamente el tipo de cubano que perdió las propiedades, el que tenía poder en Cuba y lo perdió, y ese sigue dirigiendo en gran medida la oposición aquí en Miami.

A partir del 80, está llegando un nuevo tipo de cubano. No son poderosos, no tienen influencia; vienen algunos con la piel un poco más oscura que al principio… Y ellos dejan familia en Cuba y quieren regresar a verlos. Vienen fundamentalmente por razones económicas. Lo que pasa es que hay una mezcla de apatía y miedo para mostrar esas opiniones. Hasta hace poco, el costo de manifestarse en contra de estas medidas podía ser tu pellejo.

P. ¿Miami está podrido?
F. A. Han llegado a montar un esquema de poder aquí que les ayuda a elegir políticos haciendo donaciones de campaña, pero las tesis de Cuba les ha facilitado aglutinar a la gente alrededor de ellos y respaldar a ciertos candidatos. Es a ese sector al que trató de satisfacer la administración Bush cuando aprobó estas medidas de viaje en el verano del 2004, antes de las elecciones. Y ahora, pocas semanas antes de estas elecciones de noviembre, ya anunciaron que habían creado un grupo especial de investigación para castigar a los que estén violando las regulaciones de viajes. Aquí ha habido actos políticos en los que se ha invitado al Presidente de Estados Unidos y en la tarima había gente como Orlando Bosch. Orlando Bosch está completamente libre en Miami. A Orlando Bosch lo suelta Bush padre en contra de la recomendación del Departamento de Justicia de Estados Unidos. Aunque hoy en día no hay ese tipo de terrorismo en Miami, siempre existe ese miedo a un ataque. Pero la presión importante hoy en día es más de tipo social. Si tú eres un hombre de empresa y te anuncias en mi programa o en el de Max Lesnik, hay buen chance de que te quieran hacer un boicot, se te cierra tu círculo social, si eres un periodista te botan. De los pocos periodistas que han escrito, empezando a retar esto, los han botado. Aquí botaron hace poco a Jim DeFede, que era el mejor columnista investigativo del Herald. Y lo botaron después de que escribiera su columna criticando a los congresistas cubano-americanos que estaban en el fondo defendiendo las actitudes terroristas. También echaron hace unos seís meses a Edmundo García, que era un reportero de la televisión, del canal 23, anticastrista, y sin embargo se le ocurrió hacerle una entrevista a Ricardo Alarcón, al presidente del Poder Popular en Cuba, y le hizo una entrevista normal, le hizo preguntas duras, y lo echaron.

P. Sin embargo, un factor común con la ultraderecha, el miedo al comunismo, fue lo que os hizo alejaros del régimen e incluso conspirar, tanto a ti como a Max Lesnik.
F. A. A los del movimiento Revolucionario del Pueblo nos llamaban «Fidelistas sin Fidel», porque éramos de izquierdas, lo que pasa es que éramos anticomunistas. Pero, junto con nuestro anticomunismo había otro factor importante. En Cuba no había existido nunca un gobierno que hubiera podido sobrevivir sin estar a bien con el gobierno norteamericano. Hay a quien no le gusta reconocer eso, pero eso jugó un papel. Todo el que conspiró contra la revolución cubana, y a veces sin conspirar, los cubanos que se iban de Cuba debido a lo que pasó, con la Revolución, estaban, estábamos, convencidos de que eso era temporal, ese gobierno se caía, porque la historia de Cuba no tenia un ejemplo de un gobierno que hubiera perdurado contra los Estados Unidos. Muchos de los cubanos que vinieron gastaron fortunas aquí, porque pensaban que en seis meses el gobierno americano se encargaba de eso.

P. ¿Qué cambiarías de la Cuba de hoy?
F.A. Todavía hay mucha estrechez en términos de aceptar opiniones diferentes con relación a problemas. Una vez que se establece la línea cuesta mucho trabajo defender una posición diferente y yo soy muy defensor de discutir sobre los problemas sobre todo si es entre personas que estamos en un mismo proyecto aunque tengamos diferencias. Cuba sigue siendo un lugar donde difícilmente una opinión diferente a lo que se está haciendo vayas a poder expresarla en un medio de comunicación. Sin embargo, bajo la constitución americana, hoy en día se pagan consecuencias más caras por expresar una opinión diferente en Miami que en Cuba.

P. La enfermedad de Fidel ha pillado al exilio por sorpresa. ¿Esperaban quizás una muerte fulminante y un cambio radical? ¿Crees que les asusta que se inicie un cambio con Fidel vivo, dirigido por la revolución y sin contar con ellos?
F.A. El exilio cubano de aquí está obsesionado con el cambio de sistema y todo lo que sucede en Cuba quieren seguir proyectándolo o como insuficiente, porque no va al cambio del sistema, o como una locura. Las tesis del exilio cubano, al igual que las tesis del gobierno de Estados Unidos, con relación a Cuba ya eran claras de qué hacer cuando Fidel Castro desaparezca. Todas las actividades del exilio, de vincularse con disidentes y todo ese tipo de cosas, era ir creando un ambiente de «haber cómo luchamos cuando se muera Fidel». Lo primero que hay que reconocer es que nadie esperaba lo que sucedió. Se lleva a cabo una sucesión de poder en Cuba con Fidel vivo. Ya eso le empezó a echar a perder los planes a un chorro de gente aquí. Y todavía están obsesionados con la muerte. Mi respuesta fue muy clara: es posible tanto que Raúl Castro u otras personas estén ejerciendo ese poder en Cuba desde antes de la enfermedad de Fidel, aún sin el reconocimiento oficial del cargo, como es posible también que aún pudiendo volver Fidel a sus funciones, cuando se recupere, no lo haga, porque están viendo que este proceso esta rindiendo una serie de frutos. Fidel es un hombre que ha dedicado su vida a sus proyectos, que son la Revolución y Cuba, y de la misma manera que ha hecho con su vida lo está haciendo con la enfermedad. Es decir, la definición de qué hacer políticamente para él no está dictada sólo por la salud, sino por un análisis político. Y ese análisis político bien puede estar indicando «ni este es el momento para regresar ni debes acelerarlo para que así sea.»

P. ¿Qué cambios crees que se están acometiendo en Cuba?
F. A. Yo creo que en el campo económico, no en el campo político, va a ver cambios en Cuba. No por la enfermedad de Fidel, sino que eso ya viene empujándose dentro de Cuba desde hace rato y que creo que esta puede ser una coyuntura que hasta cierto punto indique «hay que ir en esa dirección.» Cambios hacia modificar ciertas actividades o ciertas instituciones en el campo económico. Es decir, dar una mejor respuesta al pueblo cubano con relación a toda una serie de problemas económicos, que tienen que ver con cosas básicas, como es la alimentación, la vivienda, el transporte, etc. Eso no sé hasta dónde puede llegar, pero incluso hasta el punto de permitir empresa privada, individual o colectiva, de tipo cooperativa. Por otra parte, frente al estilo personal de Fidel, el estilo de Raúl es mucho más institucional. Raúl está fortaleciendo las instituciones para que puedan funcionar de manera autónoma y de una manera menos centralizada.

P. Y, entonces, ¿qué futuro auguras para Cuba?
F.A. No me cuesta ningún trabajo decir que en algunos años a partir de hoy la sociedad cubana va a ser una sociedad socialista pero con cierto grado de mixtura. No sé que grado. La sociedad cubana es una sociedad donde tanto el liderazgo como un porcentaje alto del pueblo quiere socialismo con características un poco diferentes en términos de eficiencia, de resolver los problemas de la vida diaria de una forma mejor, etc. Y por ahí es que creo que empiezan las cosas en Cuba, no por el campo político. Y esto tiene mucho de constructivo para el pueblo cubano, si realmente funciona, porque sería perfeccionar lo que tienen, y las decisiones son de ellos. El exilio cubano no quiere que las decisiones sean de los cubanos en Cuba. El exilio cubano se ve como un reemplazo y acabar dominando Cuba. Y el día que eso suceda es una tragedia para Cuba, pero es una tragedia para Estados Unidos también. Porque el poder que van a tener estos tipos, que han demostrado además ignorar los principios de la Constitución de los Estados Unidos, sería enorme. Imagínate lo que se formaría en términos de la oligarquía cubana controlando todo el país de Cuba, para poder hacer economía a gran escala con toda una colonia cubana establecida aquí, y de aquí con el resto del país; eso tendría consecuencias enormes hasta en la sociedad americana. Su aspiración es a partir del control de Cuba llegar a establecer un tremendo imperio. Esto lo decía bien clarito Mas Canosa, porque era posiblemente el más inteligente de todos ellos. Este es el juego final que buscan, no tiene nada que ver con la democracia. Por lo tanto, cualquier cosa que implique un cambio en Cuba, lo ven mal por dos razones, porque va a modificar el sistema no a cambiarlo y porque será llevado a cabo por los cubanos que están en Cuba. Ellos lo que quisieran es llegar allí y repartirse el país, como se han repartido Miami. No entienden la realidad cubana ni la quieren entender.

Antonio Zamora:
Politólogo y Abogado. Combatiente de Bahía de Cochinos. Fue Miembro Fundador y Asesor Legal de la Fundación Nacional Cubano Americana.

P. ¿Me puedes explicar que es lo que pasa en Miami? ¿Cómo empieza toda esta locura?

Cuando Kennedy muere, al poco tiempo se acaban los esfuerzos de Estados unidos de derribar al gobierno de Castro. La base más grande de la CIA estaba aquí en Miami. Se hacían misiones a Cuba, se organizó el ataque de Bahía de Cochinos, la operación Mongoose y había un montón de gente en la Agencia Central de Inteligencia. Cuando eso se acaba, alguna gente se meten en las Fuerzas Armadas, que les dieron esa oportunidad, algunos se van a la CIA…, y hay un grupo de gente que se queda medio-desasociados, no quieren ir a las Fuerzas Armadas ni a la CIA y ese grupo, que se queda como en el aire, son los que empiezan a poner bombas y empieza a hacer ese tipo de cosas, los desubicados. Eso pasó en Cuba también, después de la revolución del 33, se formó un ambiente gansteril, empezaron a meterse en tráfico de drogas, extorsión, bombas.

Cuando comienzan a haber contactos con Cuba, a finales de los 70, con el gobierno de Jimmy Carter, hubo otra oleada de bombas. Y aquí de vez en cuando todavía ponen una bomba. Pero no es como lo que pasó en los 70, donde se pusieron… 100 bombas en un año y hubo muertos…

En el condado de Miami-Dade la política, una buena parte de la economía, la sociedad están controladas por los cubanos-americanos de derechas. Y existe una industria con esto. El presupuesto de Radio Martí desde su fundación ha sido de más de 800 o 900 millones de dólares.

Yo soy bastante explícito en mis críticas a la posición norteamericana y la posición del exilio cubano. Desde principios de los 80, desde Radio Martí, los cubanos-americanos dirigimos la política de Estados Unidos hacia Cuba. Cuba no es realmente una prioridad para los Estados Unidos y se dejan manipular para que los cubanos-americanos voten por los republicanos, básicamente.

Todo está controlado. El origen de este control deriva de la Fundación. Yo fui parte de ese grupo dominante. Los trabajos, los medios de prensa, la sociedad, están controlados por una gente que han acumulado mucho dinero. Y reciben muchos beneficios del gobierno americano. Yo calculo que en Miami, incluyendo Radio y TV Martí, se reparten anualmente unos 50 millones de dólares, en dinero que viene a las organizaciones nada más que de extrema derecha.

Yo creo que toda está gente están locos aquí en Miami, trastornados. Están arrebatados. El origen de este control deriva de la Fundación. Aunque ha perdido mucho de su poder, desde la muerte de Mas Canosa. Pero, entonces surgieron otras organizaciones.

George W. Bush empieza a dar más y más dinero y cuando trasladan a Radio Martí a Miami empiezan a recibir dinero directamente del gobierno americano. Ahora hay un montón de organizaciones que reciben dinero. Y ahora Bush ha pasado una recomendación para que se pasen 80 millones al año, sin contar radio y TV Martí.

P. Me llama mucho la atención tu evolución ideológica. Supongo que mucha gente en Miami la llamaría involución…
A.Z. Yo me separo de la Fundación porque Cuba no tiene el mismo proceso de Europa del Este y nosotros estábamos convencidos de que Cuba iba a ser algo así como todos los otros países de Europa del Este. Y al no pasar eso, yo me desencanto con el proceso, y renuncio a la Fundación y me pongo a investigar el proceso cubano de otra manera. Empiezo a contactar con fuentes de Cuba y gente que sale de Cuba. Yo había sido el Presidente de la Junta de Comercio Exterior de la ciudad de Miami y en esa posición yo había conocido muchos jefes de estado de América Latina. Y todos esos presidentes que yo conocía me decían que lo que nosotros estábamos haciendo con Cuba estaba equivocado. Tú no puedes presionar a Cuba, me decían, usando a los Estados Unidos, porque lo único que consigues es la reacción contraria, una reacción de antiimperialismo en Cuba y que lo que había que hacer era incorporar a Cuba al sistema interamericano, a la OEA y esas cosas y tener relaciones normales. Cuando cae el bloque soviético, en la Fundación tuvimos una gran reunión donde nos repartimos los ministerios y creamos constituciones y un montón de cosas, y no pasó nada.

P. Y entonces vas a Cuba.
A.Z. Yo voy a Cuba por primera vez en el 95, y desde el 98 empiezo a ir más regularmente, como profesional, a reunirme allí con abogados y a hacer investigaciones legales. He ido ya como 20 o 25 veces. Creé una organización de estudios entre Cuba y Estados Unidos y hacemos una conferencia aquí en Miami con abogados cubanos. Cuando yo voy la primera vez me hacen una serie de entrevistas para darme la visa. Yo voy a México, me reúno con diplomáticos cubanos y les digo «yo quiero ir a Cuba porque quiero saber qué cosa es Cuba y porque no entiendo como ustedes sobrevivieron al colapso de la Unión Soviética y yo ya dejé la Fundación hace 2 o 3 años y todos estos presidentes de América Latina me dicen que nosotros estamos equivocados en lo que estamos haciendo».

P. ¿Cuál es tu propuesta para Cuba?
A. Z. Yo creo que primero Cuba debe tener una relación normal con Estados Unidos. La relación de hoy en día lo distorsiona todo. Debe haber relaciones diplomáticas y comerciales normales, y yo creo que Cuba debe evolucionar hacia una socialismo democrático, porque en Cuba hay una base social que depende mucho del gobierno. Un capitalismo en Cuba yo creo que sería un error, yo creo que hay que mantener el socialismo, pero democratizarlo, hacerlo más eficiente, que haya más de un partido político, y eso tiene que ser un proceso evolutivo. El día que se normalicen las relaciones con Estados Unidos, Cuba va a tener mucho más dinero, va a haber una situación económica mucho mejor y se va a quitar el miedo a una invasión de los Estados Unidos y este tipo de cosas.

A mí me parece que el sistema político norteamericano tiene muchos problemas. Yo no trataría de imitar el sistema norteamericano de la democracia representativa, porque creo que Estados Unidos tiene una serie de problemas políticos muy grandes. Yo creo que los principales problemas son la influencia del dinero en este país. Aquí se compran todas las elecciones. El sistema de cabildeo, de lobby, eso lo que hace es que la única gente que tiene acceso al gobierno es la gente y las empresas que tienen mucho dinero, que controlan lo que hace el Congreso. El dinero en la política aquí es una cosa nociva totalmente. Y es imposible pelear contra eso, porque el poder del dinero es muy grande. Aquí lo que se ha creado es una oligarquía de políticos, de empresas y de supermillonarios y esto no es una democracia, en mi opinión.

Es importante para Cuba resolver el diferendo con Estados Unidos. Es mucho más importante para Cuba que para Estados Unidos, por supuesto, aunque yo creo que a los Estados Unidos también le conviene terminar la pelea está de 50 años ya. Por otra parte, el mercado natural económico de Cuba obviamente es Estados unidos. Si hubiera una relación normal entre Cuba y Estados Unidos, pues la economía cubana estaría boyante, En el plano social, la cantidad de gente en Cuba que tiene familiares en Miami es extraordinaria, incluidos los hermanos Castro. Socialmente es importante que haya una buena relación. La nueva ley ésta de cada tres años, eso es un disparate, es una locura. O sea, para que la familia cubana esté más o menos normal tiene que haber posibilidades de viajar e ir a Cuba y que los cubanos vengan acá, o sea… es de dos vías la cosa, ¿no? Por razones políticas, económicas y por razones sociales, a Cuba le interesa que haya relaciones con Estados Unidos normales, y eso es lo que yo creo que podrían ayudar a realizar los cubanos-americanos que piensan diferente, o sea, los moderados, los de izquierdas. Yo creo que nosotros podríamos contribuir a este proceso…, ayudar a que el gobierno americano deje de oir exclusivamente a la extrema derecha y oiga las otras posiciones y poder facilitar algún tipo de entendimiento entre Cuba y Estados Unidos.

P. Se dice que las migraciones cubanas posteriores al 80, a partir de los marielitos, ven las cosas de otra manera…
A.Z. El voto republicano ha descendido. El problema es que tú cuando llegas aquí tú tienes que buscar trabajo en un centro de trabajo donde el jefe es republicano, y era de la Fundación a lo mejor, y ahora es del Consejo de la Libertad de Cuba, es el dueño del negocio y quiere que tú te expreses y que tú pienses como él. Y si tú quieres trabajar ahí vas a tener que pensar como el individuo o por lo menos aparentarlo. Entonces, mientras que haya un control de los medios, mientras haya un control de la economía y de la sociedad, y de la clase política por supuesto, el proceso de cambio es muy lento.


Jauretsi Saizarbitoria
Escritora y directora de cine.

P. Durante el rodaje de East of Havana, habeis tenido la ocasión de conocer Cuba y contrastarla con la visión mayoritaria que se da desde el exilio en Miami. Para una persona como tú, nacida en Estados Unidos de padres cubanos (o vasco-cubanos), y tras tu experiencia con la juventud cubana, ¿hay alguna diferencia importante en tu manera de ver Cuba con respecto primero a la de tus padres y, en segundo lugar, respecto de la visión más extremista de las organizaciones anticastristas en Miami?
J.S. La primera razón por la que creamos este proyecto fue para ver la situación de Cuba con otros ojos, para ver la Cuba de hoy y no la Cuba de hace 45 años que nuestros padres nos contaron. Muchos exiliados de Miami se sienten dañados por la revolución y, consecuentemente, ellos y sus hijos están aferrados a esa vieja visión de la isla. Tengo que admitir, sin embargo, que encontré el mismo extremismo por parte de la vieja generación de la Revolución en Cuba. Francamente, creo que hay el mismo peligro de propaganda en los dos lados. Por eso deseaba tanto encontrar gente de mi generación en Cuba y hablar con ellos y ver lo que se hablaba en las calles, para levantar por fin este velo de secretismo que ha estado presente los últimos 45 años. Definitivamente, lo hice porque ya no me identificaba con la comunidad de exiliados de Miami.
Por otra parte, mis padres siempre han apoyado las artes. Ellos entienden que arte y política deben estar separados. Es por eso que quisieron traer a Rosita Fornés al Centro Vasco, para que la gente joven de Miami pudiera ver y sentir a esta mujer en el fin de su vida y disfrutar su música, sin importar dónde viva. Desde luego, el precio a pagar fue alto; fuimos amenazados físicamente y, finalmente, perdimos el negocio familiar de 50 años y como consecuencia nuestra casa. Creo que el «castigo» y el acoso de la comunidad cubano-americana a mediados de los 90, es lo que me llevó a mi propia confusión ideológica y comencé a cuestionarme todo lo que había aprendido en Miami. Crecí rodeada de extremistas y, cuando eres joven, no conoces nada diferente. Recibes la versión de la historia filtrada por tus mayores, a los que los cubanos somos muy leales. Tiendes a estar de acuerdo y a absorberlo sin cuestionarlo, porque ellos lo vivieron y lo conocen mejor, hasta que te haces mayor y te das cuenta de que necesitas empezar a formarte tus propias opiniones.
De cualquier forma, tras «el incidente», me sentí sola por primera vez. Me preguntaba cuál era mi comunidad. Fuimos tratados como leprosos. Clientes y amigos que conocían a mis padres desde hacía 30 años les daban la espalda. Era todo muy felinesco. Antes del ataque con el cóctel Molotov, mi madre comenzó a estar preocupada por la seguridad de mi padre cuando volvía conduciendo por la noche. En aquel momento pensé «¿no estamos en América, la tierra de la libertad?, ¿No dejamos Cuba para escapar del abuso?» Siempre estuvo prohibido para mí ir a ver la isla con mis propios ojos (como para cada cubano-americano) y siempre obedecí. Por primera vez en mi vida, tras perderlo todo, estaba liberada para romper todas mi cadenas, volver a casa y hacer algunas preguntas difíciles. No tenía ya nada que perder. La decisión de ir a Cuba fue mi movimiento de rebelión contra una comunidad en la que esto estaba prohibido.

La ironía es que me topé con una generación entera de gente joven en Cuba que se sentía del mismo modo que yo, gente que estaba en desacuerdo con la ideología de sus padres. Gente que quería mirar hacia el futuro y sanar y no hurgar obsesivamente en el pasado. Fue solo con la ayuda de mis amigos en Cuba que conseguí ver otra cara de Cuba. Fue un esfuerzo para abrir camino a través de años de desinformación en ambos lados. Es una nación de poetas, jóvenes rebeldes, gente que quiere cambiar. Nadie me habló de esto en Miami. Por primera vez, sentí que me identificaba de nuevo con otros jóvenes cubanos.

P ¿Crees que Cuba necesita un cambio radical hacia la economía de mercado capitalista y la pluralidad de partidos o bien se podría integrar algún aspecto del actual sistema en un futuro proceso de cambio?
J.S. Creo que la economía debe cambiarse radicalmente. Los jóvenes se quejan de que no tienen futuro. No hay propiedad privada, no hay iniciativa empresarial. No pueden viajar. No pueden acceder a Internet. Leen a Carlos Marx, pero luego cruzan la calle y ven cómo los mejores recursos de la isla van para los turistas y los capitalistas. Los jóvenes ven la hipocresía del sistema, el doble rasero que desafía todo lo que el comunismo representa.
Por otra parte, al igual que en Miami, se te llama «comunista» por el más mínimo desacuerdo con los exiliados de derechas, en Cuba cualquier cosa que no concuerda con la línea del partido es inmediatamente calificada de «contra-revolucionaria». Es un síndrome común en ambos lados. Nadie quiere cuestionar el status quo, porque hacer es impopular, y a veces peligroso.

P. Con respecto a tu película, ¿crees que podrá verse en Miami con normalidad?, ¿crees que ha llegado el momento para que haya un intercambio más fluido en lo cultural con Cuba?
J.S. Realmente espero que la película pueda verse en Miami. Hace diez años que no vivo en Miami y no sé cuál es la visión mayoritaria de la juventud, pero tengo fe en ellos y espero no ser la única. Las pocas veces que he hablado de ello, a los jóvenes se les iluminan los ojos y muestran su interés por descubrir Cuba. Creo que los jóvenes de Miami, hijos de cubanos, serán lo suficientemente abiertos para ver la película y comenzar a plantear nuevas preguntas. Miami rompió mi corazón y me desilusionó, por lo que mis expectativas son pequeñas, pero mi esperanza es grande. Soy idealista. Y espero que esto sea parte una conciencia colectiva más grande de querer curar las heridas y crear un diálogo sano con la isla. Por otra parte, el giro hacia el voto demócrata puede significar que hay más exiliados moderados dispuestos a buscar un diálogo con Cuba.

P. La problemática social expresada por los protagonistas del film en sus canciones ¿piensas que son críticas contra la totalidad del sistema cubano o son críticas de aspectos concretos?
J.S. Los raperos de nuestra película no se ven a sí mismos «contra la revolución». Se ven como «extensiones» de la revolución. Aprendieron del Che Guevara a cuestionar la injusticia. Ser un revolucionario significa hablar cuando no es fácil, cuestionar la corrupción cuando no es popular hacerlo, señalar los problemas del sistema. Es irónico que estas críticas sean vistas como contra-revolucionarias, cuando en realidad esa actitud es más revolucionaria que la del gobierno.