Traducido para Rebelión por Borja Ariztimuño López
La convocatoria de manifestación para sacar a la luz la exigencia de todos los derechos y para todos es una buena oportunidad para simbolizar un nuevo escenario; dejando a un lado todo tipo de violencia, para impulsar un tiempo basado en el respeto a todos los derechos. Una buena ocasión, para sacar a la calle la esperanza de un nuevo futuro. La naturaleza amplia de los convocantes, y el mensaje que yace tras la consigna -totalmente comprometido con todos los derechos- tiene los ingredientes necesarios para la adhesión de miles de ciudadanos.
La coyuntura política -tras el paso dado por ETA, y más allá de la letra del documento- también ayuda. Pero, al parecer, la ola que pueda surgir este sábado en Bilbo a favor de los derechos civiles y políticos era preocupante para el Gobierno Español. El fiscal jefe de la Audiencia Nacional Javier Zaragoza ha solicitado la prohibición de la manifestación, sin disimular la evidente falta de argumentos. Porque es imposible argumentas que la manifestación ha sido convocada para «apoyar la estrategia de la organización terrorista y de justificar las acciones de sus miembros»; precisamente, el motivo de la manifestación es reclamar «la garantía para los derechos civiles y políticos, los derechos humanos, los individuales y los colectivos» (incluido el derecho a la vida y a la libertad), tal y como recoge el texto de la convocatoria hecha el sábado pasado. De la misma forma, no se puede achacar la iniciativa a la izquierda abertzale, diciendo -tal y como dice la Fiscalía- que ciertos dirigentes históricos de organizaciones ilegalizadas la han apoyado. La realidad es muy distinta, y salta a la vista, tal y como se vio en la foto de la aparición del sábado pasado. La manifestación cuenta con un amplio apoyo: EA, Aralar, la izquierda abertzale, Alternatiba, EAE-ANV, ELA, LAB, EHNE, Lokarri… Un gran bloque social se ha unido a la reivindicación de derechos planteada por la plataforma Adierazi EH. Dentro de esa lista de derechos basada en tratados internacionales, junto con la vida y la libertad, han incluido los derechos de los presos, la libertad de expresión, y la legalización de partidos y organizaciones. Es posible que detrás del intento de prohibición se esconda la intención de evitar que la una gran masa de gente apoye esas reivindicaciones.
Por ejemplo, el ministro Rubalcaba ha querido presentar la petición de legalización de la izquierda abertzale como si exclusivamente de la izquierda abertzale se tratara (una cuestión entre Batasuna y ETA). Pero reclamación de legalización de todas las opciones políticas no es solamente de la izquierda abertzale, sino una petición de una mayoría social -que cuenta con el apoyo de diversos agentes internacionales, así como del Financial Times-, y eso puede quedar claro en Bilbo.
Berria, 09-09-2010