Lo que ha ocurrido estos días en el pequeño municipio abulense de Poyales del Hoyo me produce un profundo asco. Por más que lo intento, no encuentro otra palabra para describir lo que siento al ver las imágenes de un grupo numeroso de fascistas atacando a las doscientas personas que se habían concentrado para protestar […]
Lo que ha ocurrido estos días en el pequeño municipio abulense de Poyales del Hoyo me produce un profundo asco. Por más que lo intento, no encuentro otra palabra para describir lo que siento al ver las imágenes de un grupo numeroso de fascistas atacando a las doscientas personas que se habían concentrado para protestar por el atropello que el alcalde del pueblo había perpetrado, unos días antes, contra la tumba de un grupo de mujeres y hombres fusilados durante la guerra civil. Es increíble ver cómo, en esos pueblos de la España profunda, la Ley de la Memoria Histórica, simplemente, no se cumple y los delincuentes campan a sus anchas.
Todo este asunto del enterramiento y las fosas comunes denota que los asesinos y sus descendientes no han perdido la impunidad de la que gozaron durante tanto tiempo. No sólo asesinaron, represaliaron, pisotearon y violaron durante cuatro décadas. Ahora también quieren silenciar la razón con esos comportamientos de matones de patio de colegio, amenazando a la gente con matarles los perros, prenderles fuego a sus viviendas y a sus coches, y en definitiva, hacerles la vida imposible, argumentando que no son del pueblo ni tampoco «buenos españoles». Y para más inri, liderados por los concejales del Partido Popular. Vivir para ver.
No quiero pensar que esta gentuza representa al Partido Popular. No puede ser cierto. Lo digo sinceramente. Conozco a gente que milita en el PP y ni por asomo son tan cerriles. Los asesores de Mariano Rajoy deberían decirles a estos energúmenos que van haciendo gala de su catolicismo militante, y van a misa y creen en Dios, que en este país a la gente hay que enterrarla en los cementerios, que por cierto, también se llaman camposantos. Por algo será. No me explico cómo pueden ser tan malas personas. No puede ser que los dirigentes de un partido democrático permanezcan impasibles ante estos comportamientos filonazis, ante las amenazas nada veladas, ante las agresiones físicas y la violación del derecho a manifestarse públicamente y a expresarse libremente de la gente.
Ya estoy completamente harto de escuchar el argumento de que hay que olvidarse de los muertos y de la Guerra Civil. No. A los muertos no se les olvida. Ni aquí ni en ningún lugar del mundo. A los muertos se les recuerda. Cada uno a los suyos. Y se les lleva flores al cementerio. Y algunos, los que tienen creencias religiosas, ofrecen misas en su honor para conmemorar su memoria y su recuerdo. Y ya está bien de venir con la monserga de que en los dos bandos se cometieron tropelías. Sí. Así fue. Pero da la casualidad de que los restos de todas las personas de derechas que fueron asesinados descansan en cementerios. Y si aún queda alguien de derechas enterrado en una cuneta, sus familiares tienen todo el derecho del mundo a sacarlo de ahí y darle una sepultura digna. Y yo los apoyo completamente en su reivindicación.
Por último un consejo. Si eres de izquierdas y pasas cerca de Poyales del Hoyo u otros municipios de la zona, ve con cuidado. No se te ocurra detenerte a echar gasolina o a comer en un bar. Allí a los rojos no nos quieren bien. Podrían lincharte. Luego no quieren que los llamen fachas.
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