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Millones para el Papa contra millones de parados

Fuentes: En Lluita /Rebelión

El Papa Benedicto XVI visitará el Estado español este mes de noviembre. La visita consta de dos partes. El Papa visitará el día 4 de noviembre la ciudad de Santiago de Compostela con motivo del Año Santo Xacobeo, que se celebra cuando la festividad de Santiago Apóstol, el 25 de julio, cae en domingo. La […]

El Papa Benedicto XVI visitará el Estado español este mes de noviembre. La visita consta de dos partes. El Papa visitará el día 4 de noviembre la ciudad de Santiago de Compostela con motivo del Año Santo Xacobeo, que se celebra cuando la festividad de Santiago Apóstol, el 25 de julio, cae en domingo. La segunda ciudad que visitará Benedicto XVI el 7 de noviembre será Barcelona, para consagrar el Templo de la Sagrada Familia, donde oficiará la primera misa que se celebre en la nave central.

Además, el Papa tiene ya prevista una futura visita al Estado español para 2011, coincidiendo con la Jornada Mundial de la Juventud, que se realizará en Madrid. Todas estas visitas papales no serían noticia en esta revista si no fuese porque los trabajadores y trabajadoras del Estado español las pagaremos con nuestros impuestos. El arzobispado de Barcelona ha confirmado que sólo la visita del Papa a la ciudad condal costará a las administraciones públicas entre 500.000 y 600.000 euros.

Por su parte, la visita del Papa a Madrid para el próximo año está valorada en unos diez millones de euros, de los cuales el Estado español pagará la mitad. En la rueda de prensa de la presentación de la Jornada Mundial de la Juventud, el cardenal de Madrid Antonio María Rouco Varela afirmó que la Iglesia había conseguido la «total colaboración» de las administraciones públicas».

A esto se le suma el hecho de que el Papa Ratzinger se reunirá en su visita a Barcelona con el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. El encuentro contará también con la presencia de la familia real. La entrevista se realiza porque Ratzinger se presenta como el Jefe de Estado del Vaticano, un país que no es miembro de las Naciones Unidas y que, por lo tanto, no ha firmado los acuerdos internacionales en materia de derechos sociales, económicos o derechos humanos.

Laicidad y Estado

La visita de Benedicto XVI es, pues, una ‘visita de Estado’ y no una visita privada del líder de una Iglesia cualquiera con sus feligreses. Esto contrasta enormemente con la naturaleza jurídica y política del Estado español, en el cual, y según el número 3 del artículo 16 de la Constitución, «Ninguna confesión tendrá carácter estatal». La ambigüedad de esta frase recogida en la Constitución de 1978 ha dado lugar a la necesidad de conseguir definiciones más claras sobre la aconfesionalidad y laicidad del Estado español. Así, tras la Transición, el Tribunal Constitucional (TC) se ha visto obligado a concretar mediante diferentes sentencias este asunto.

Durante los primeros años de «democracia», el TC rehuyó reconocer explícitamente la laicidad del Estado y se limitó a usar la expresión «no confesional» para determinar la separación de poderes entre la Iglesia Católica y el Estado. Sin embargo, a partir de 1985 comenzó a utilizar el «principio de laicidad». Aún así, no fue hasta 2001 el momento en el que el TC comenzó a acuñar el concepto de «laicidad».

A partir de este momento, podemos decir que el Estado español es jurídicamente un Estado laico. Esto representa dos cosas. Por una parte, conlleva la separación de poderes entre Iglesia y Estado. Ni la Iglesia puede inmiscuirse en cuestiones del Estado ni viceversa. Por otra parte, la laicidad lleva consigo también el principio de neutralidad, lo cual quiere decir que el Estado no puede mostrar una predilección por una fe concreta ni puede privilegiar a una Iglesia sobre las otras.

A estas alturas del discurso, seguro que muchos de vosotros y vosotras tenéis ya en vuestra mente numerosos ejemplos que van en contra de esta «teórica» laicidad del Estado, extraídos de vuestra experiencia personal. ¿Quién no ha dado clase alguna vez en un aula presidida por una imagen católica (crucifijo, virgen, etc.)? ¿O quién no ha visto alguna vez un funeral «de Estado» donde se haya oficiado una misa?

Las visitas del Papa Benedicto XVI son una muestra más de que en el Estado español siguen existiendo espacios confesionales que van en contra de la supuesta laicidad estatal y, por lo tanto, en contra de la Constitución. Una de las causas de esta ambigüedad se encuentra en los acuerdos que el Estado firmó con la Iglesia católica en 1979. Estos pactos no han vuelto a ser revisados con posterioridad y fijan una serie de privilegios de la Iglesia Católica sobre otras confesiones existentes en el Estado español.

La posibilidad por parte de la misma de extraer el 0,7% de la recaudación de los impuestos de todos los ciudadanos y ciudadanas del Estado para su financiación o la intervención de ésta en los debates de la opinión pública en cuestiones que van en contra de su moral son otros ejemplos de las reminiscencias confesionales que quedan en la legislación sobre el Estado laico. El hecho de que la Iglesia pueda oponerse a leyes y que éstas tengan que ser revisadas y aprobadas por consenso, o que la Iglesia pueda llamar a la desobediencia civil, traspasa cualquier límite de neutralidad del Estado. En definitiva, no nos hacen falta números para poder ser testigos de la presencia que tiene la Iglesia católica dentro de los poderes estatales, la opinión pública, los medios de comunicación (por ejemplo, la retransmisión de la misa dominical en la cadena pública estatal), las fiestas populares, etc.

No con mis impuestos

Tras la noticia de que el Papa Ratzinger visitaría el Estado español se han lanzado diferentes campañas desde diferentes colectivos para reivindicar un Estado laico real y demandar la depuración total de los privilegios de la Iglesia católica. La campaña «No con mis impuestos», impulsada por diferentes entidades y personas a titulo individual, subraya la incoherencia de que el Papa sea a la misma vez jefe de un Estado y de una Iglesia, y denuncia el hecho de que los ciudadanos y ciudadanas del Estado español tengan que pagar con sus impuestos la visita de alguien que representa unas ideas con las que no están de acuerdo. Algunas de estas ideas son el rechazo de la Iglesia católica a la igualdad de género, su homofobia, la impunidad en los casos de pederastia, su posición respecto al uso del preservativo o sus privilegios estatales.

En Catalunya, se ha creado la Plataforma «Jo no t’espero», que agrupa a diferentes colectivos que se oponen a la visita del Papa. Uno de ellos es el «Movimiento Laico y Progresista», que ha convocado una manifestación en la ciudad condal para el 4 de noviembre. Además, la CGT, el sindicato mayoritario de empresas de autobuses de la ciudad ha convocado una huelga para el 7 de noviembre para protestar contra la visita. El mismo domingo también habrá otra manifestación que ha sido convocada por «Dones Feministes contra el Papa» para protestar contra la misoginia del Vaticano y su inacción ante los casos de pederastia dentro de la Iglesia.

La oposición al viaje de Ratzinger viene también de partidos políticos como Iniciativa per Catalunya o Izquierda Unida (y su brazo catalán Esquerra Unida i Alternativa), que aunque forman parte del gobierno tripartito en Catalunya, han mostrado su rechazo a esta visita y se han negado a participar en cualquier acto institucional durante la misma.
Por otra parte, las acciones en contra de la visita papal no sólo vienen de colectivos externos a la Iglesia católica sino que colectivos disidentes dentro de la misma también aprovecharán la ocasión para protestar por la visión hegemónica de la jerarquía eclesiástica, la cual difiere de otros colectivos como Cristianos de Base, Mujeres en la Iglesia, Iglesia Plural, etc. Para estos colectivos, Benedicto XVI representa sólo a una parte de la Iglesia católica y no a la totalidad de los ciudadanos y ciudadanas que comparten la fe cristiana.

Esta diferenciación es importante. La oposición a la visita del Papa por parte de los movimientos sociales no viene de la oposición a las personas que comparten la fe cristiana, sino de la oposición a la ideología dominante de la Iglesia católica, representada en la figura del Papa como su máximo propagandista y contra los privilegios que ésta tiene en la relación con el Estado. Dentro de esta Iglesia, sin embargo, existen muchas sensibilidades que no tienen por qué compartir las ideas hegemónicas de la misma transmitidas por la jerarquía.

Existen numerosos colectivos cristianos que están a favor del aborto, la homosexualidad, el uso del preservativo, en contra del celibato y otros que seguro que están en contra de las declaraciones de Rouco Varela de hace unos días, en las que afirmaba que teníamos que regresar a las raíces cristianas de la nación española y reivindicar la familia tradicional como el pilar de la misma.

La visita del Papa representa a la ideología de una parte de la Iglesia católica que se alinea con una visión tradicionalista, reaccionaria y clasista de la sociedad en que vivimos. Como consecuencia, la oposición a la misma tiene que ver con la oposición de gran parte de esta sociedad a unas ideas que perpetúan la opresión y discriminación de algunos colectivos sociales. Además, en época de crisis llama la atención el gran gasto que supone este viaje. Es más que ofensivo que las administraciones públicas realicen tal dispenso cuando  están recortando gastos en la sanidad y la educación públicas. No hay dinero para los servicios sociales ni para el funcionariado pero sí para la visita del líder de una Iglesia a un Estado laico.

Marxismo y religión

Dentro de los movimientos sociales existen diferentes motivaciones por las cuales diferentes colectivos se oponen a la visita de Ratzinger. Grupos LGTBI o feministas denuncian la postura discriminatoria que mantiene el Vaticano cuando se posiciona en contra del matrimonio gay o en contra del aborto. Otros grupos reivindican la consecución real de un Estado laico, donde no haya ninguna Iglesia privilegiada respecto a otras. Y otros grupos quieren denunciar simplemente el derroche de dinero que hará el Estado mientras hay millones de parados y paradas y precarios y precarias que no llegan a fin de mes.

Para los y las marxistas, todas estas motivaciones son válidas. Todas estas ideas, que conforman un pensamiento conservador y clasista, no surgen de la nada, sino que son una consecuencia del mundo material en el que vivimos. Derivan de la manera en la que los seres humanos nos relacionamos, de cómo producimos y de cómo consumimos. La concepción marxista de la religión parte de la idea principal de que el pensamiento humano deriva del mundo material y no al revés.

Ésta es una visión optimista de la Historia, ya que significa que cambiando esas condiciones materiales se puede conseguir también un cambio de ideas. A lo largo de la Historia se han observado miles de casos en los que el paso de un modelo de producción a otro ha dado lugar también a un cambio en las relaciones sociales. Además, en un momento histórico concreto estas ideas tampoco son permanentes e inamovibles. En un mismo modelo de sociedad conviven diferentes modos de producción y diferentes clases sociales, lo cual da lugar a diferentes interpretaciones sobre la religión. De ahí que, en la actualidad, colectivos cristianos de base disientan de la ideología dominante de la jerarquía católica.

De esta manera, los marxistas no nos oponemos a la religión de manera abstracta, en el campo de las ideas solamente, sino que proponemos una lucha en el campo material para poder derribar el pensamiento conservador y reaccionario. Para los marxistas, la religión es una cuestión individual y privada. La cuestión no es tener fe en Dios o no, sino si esta fe impide la consecución de un mundo sin opresión ni explotación. La religión es un conjunto de ideas inventadas por los seres humanos. Por una parte, es una respuesta a la alienación humana y, por otra, es una herramienta de la clase dominante.

La famosa frase de Marx «la religión es el opio del pueblo» ha sido malinterpretada desde diferentes ámbitos para argumentar que el marxismo está en contra de la religión de manera abstracta y que en el socialismo se prohibiría la religión por decreto. Se le ha adjudicado al marxismo una especie de ateísmo militante aislado de la realidad social. De alguna manera, si analizamos la religión desde un punto de vista materialista podemos decir que ser marxista y creer en Dios al mismo tiempo es incompatible. Sin embargo, la conciencia y la ideología no son estados puros e inmóviles, sino que están condicionados por la realidad social que experimentan los seres humanos. Un ejemplo de ello lo encontramos en Malcolm X, quien en un principio basó su lucha por los derechos civiles en los fundamentos religiosos del Islam y que progresivamente fue incorporando las ideas de la lucha de clase a su pensamiento.

A lo largo de la historia, podemos encontrar casos en los que un movimiento social con ideas religiosas ha jugado un papel progresista y liberador durante un conflicto (por ejemplo, los católicos en Irlanda del Norte que lucharon contra la opresión nacional). Además, también se da el caso que en una misma religión existan colectivos que defienden las posiciones de la clase dominante y otros que defienden los derechos de las clases populares. Ese es el caso, por ejemplo, del cristianismo en América Latina, donde por un lado podemos encontrar a grupos católicos pro-dictadores y a favor de la oligarquía y, por el otro, a seguidores de la Teología de la Liberación, que está al lado de la clase trabajadora y de los oprimidos y oprimidas.

Frente a un hecho o conflicto con connotaciones religiosas, como es ahora la visita del Papa, los marxistas no podemos dejar de lado la cuestión de clase a la hora de determinar cómo nos relacionamos con él. Como afirma John Molyneux, miembro del Socialist Worker Party de Gran Bretaña: «Para determinar la actitud de los marxistas hacia los movimientos populares de tinte religioso, los marxistas no toman como punto de referencia las creencias religiosas de los líderes del movimiento o las doctrinas de esa religión, sino el rol político del movimiento basado en las fuerzas sociales y los intereses a los que representa».

La visita de Benedicto XVI representa los intereses de la clase dominante y refuerza la ideología reaccionaria que ésta tiene sobre los colectivos oprimidos de nuestra sociedad. Nuestra oposición a la misma viene por el rechazo de estas ideas y no por un rechazo de la religión en general. Seguro que en las manifestaciones contra el Papa nos encontramos marxistas, ateos, cristianos, musulmanes, etc. con un mismo objetivo: denunciar las injusticias y conseguir la liberación de los colectivos oprimidos.

Angie Gago es activista de En lluita. Fuente: http://www.enlucha.org/?q=node/2386

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.