«Me gustaría que en vez de protagonizar la vida política de Extremadura Izquierda Unida, la protagonizasen el PP, que ha ganado las elecciones, y el PSOE, e incluso que pudiésemos llegar a acuerdos. Deberíamos llevarnos mejor, entendernos más y que los minoritarios se queden en lo que son: minoritarios que en las urnas pintan poco». […]
«Me gustaría que en vez de protagonizar la vida política de Extremadura Izquierda Unida, la protagonizasen el PP, que ha ganado las elecciones, y el PSOE, e incluso que pudiésemos llegar a acuerdos. Deberíamos llevarnos mejor, entendernos más y que los minoritarios se queden en lo que son: minoritarios que en las urnas pintan poco». Así se quitaba ayer [por el martes] la careta el presidente del congreso, José Bono, respecto al que sería su deseo y el de su partido -del que no ha salido nadie a desmentirle cuando escribo estas líneas- sobre cómo les gustaría que se repartiera el poder en el estado español: o bien en sus manos, o bien en las del Partido Popular.
Ya ven, tras tres semanas hablándonos de pinza, tratando de convencernos de la maldad de Izquierda Unida por no entregar incondicionalmente el gobierno extremeño al PSOE -que en todo ese tiempo no se avino a considerar qué reformas políticas podría convenir con la federación extremeña de IU-, resulta que es el PSOE el que prefiere que gobierne el PP con su colaboración, que juntarse con un partido de izquierdas para impulsar desde el gobierno medidas progresistas. Aunque poca careta tenía que quitarse, pues este anhelo socialista -sí, el adjetivo suena absolutamente incoherente en el contexto- supone poca sorpresa. Ya hace cuatro años el PSOE impidió la formación de un gobierno de progreso en Navarra con Nafarroa Bai y entregó el poder incondicionalmente a UPN, la versión navarra del PP; y actualmente gobierna respaldado por el PP en Euskadi, en una unión que, según indican las encuestas, los ciudadanos vascos se encargarán de impedir que se reproduzca. Hasta en nuestra tierras esa complicidad se ha hecho visible, siendo su ejemplo reciente más celebre la reforma del Estatut de 2006, un texto de mínimos que el PP ofreció como nuevas glorias España con el respaldo de los socialistas valencianos.
Y eso en lo explícito. En lo implícito la connivencia PSOE-PP se ha hecho notoriamente evidente en la gestión de la crisis y en las reformas y recortes en el estado del bienestar impulsados por el gobierno de Zapatero, que siempre se encontraron con la crítica verbal del PP, pero también con la abstención del grupo liderado por Mariano Rajoy, necesaria para salir adelante. ¿Es esa poca pinza para los que tanto critican a la IU extremeña? Si resultará ahora que la culpa del desengaño de buena parte del electorado respecto a José Luis Rodríguez Zapatero y su gobierno es culpa de Gaspar Llamazares y los diputados de IpC o ERC, que fueron los únicos diputados que se han opuesto a cada una de las medidas que no nos sacan de la crisis, nos hacen pagar por ella, y dejan indemnes a los que la causaron. Efectivamente, como apunta Bono y utilizando su terminología, estos diputados militan en partidos «minoritarios«, frente a los partidos «mayoritarios» que tienen mando en plaza y la mantienen en la situación que está. Quizás si de invirtieran los papeles nuestros problemas fueran otros, y no la crisis, los mercados y los políticos como Bono.
Fuente: http://www.linformatiu.com/opinio/detalle/articulo/minoritarios/