El machismo de esta sociedad justifica que siempre sean las mujeres asesinadas en feminicidios víctimas de segunda, tercera, cuarta o quinta.
Semana de feminicidios. Y en el primer crimen machista de 2025 ya vivimos el bochorno del machismo social. Un hombre asesinó a su pareja en Langreo. Ella salió corriendo del portal y aunque hubo gente que intentó parar a él, que llevaba un cuchillo, la mató en plena calle. Después del crimen, y de darse a conocer, hubo dos comentarios deleznables y uno de ellos, además, un bulo. ¿De quién? Del alcalde de Oviedo, del Partido Popular, Alfredo Canteli. No tuvo otra cosa que decir durante el minuto de silencio: “Hay que estar aquí, sí, pero habrá que hacer un minuto de silencio cuando muera un hombre”. Por si no le bastaba, también afirmó: «¿Quién la mató? Un inmigrante”. Según él, de origen venezolano. La periodista le informó que era un español, de la misma localidad. Y entonces respondió que: “Bueno, da lo mismo, no tiene nombre». Horas después pidió disculpas por las declaraciones, pero su pensamiento ya había quedado en evidencia. El del racismo, el de esa idea sobre los minutos de silencio tan cercana a la de Vox y el de mezclar un problema estructural con uno criminológico.
En la misma semana, fue tendencia también Damián Mollá, la hormiga Barrancas en ‘El Hormiguero’. La cadena Ser publicó una noticia que indicaba: “La okupación afecta al 0,057% de las viviendas y los españoles creen que afecta al 51,3%”. A este tuit, Mollá respondió: “Visto en porcentajes, 43 mujeres asesinadas al año son menos de un 0,00002%. Todo depende de cómo quieras presentar el problema”. Vienen muchas respuestas ante esto. Sobre todo, comparar una okupación, un asunto material temporal, con el asesinato de una persona, una muerte definitiva que además deja en orfandad a hijos e hijas. También, parece que el machismo no ocasiona víctimas más allá de las asesinadas. No piensan en otras que, quizás, sus agresores no las matan, pero las tienen muertas en vida. Muertas de terror, de miedo, de acoso o de agotamiento ante tribunales. A ellas, y a sus hijos e hijas. Sorprende que ante víctimas como las etarras nadie se dedicara a calcular porcentajes, considerado como un problema de Estado; pero que cada año unas 50 mujeres sean asesinadas sea un tema menor. Quizás saber como hombre que, por estadística, la probabilidad de que te mate tu pareja (si es mujer) se reduzca casi a la nada te hace vivir en la ceguera y en la seguridad de que nunca te pasará.
El machismo de esta sociedad justifica que siempre sean las mujeres asesinadas en feminicidios víctimas de segunda, tercera, cuarta o quinta. El machismo de esta sociedad es el que provoca que las víctimas de feminicidio sean ninguneadas como si fueran miseria. Estas reflexiones de buleros solo demuestran la falta de sensibilidad, de comprensión, de empatía y la banalización y frivolidad sobre nuestra violencia. Hay que tener valor de hacer estas declaraciones, una falta de respeto hacia las víctimas. Ya ni siquiera mantienen las formas ni por mero pudor. Otro reflejo de todo lo que queda por hacer, mientras estas voces van al alza.