Cuando la semana pasada escuchamos las voces temblorosas y entrecortadas por el teléfono que nos contaban que Miren Peña, -despedida de la empresa multinacional «Faurecia», de Orkoien, y vecina de Antsoain, de 43 años- se había quitado la vida, se nos cruzaron por la mente todas las maldiciones juntas contra este putrefacto sistema. No, no […]
Cuando la semana pasada escuchamos las voces temblorosas y entrecortadas por el teléfono que nos contaban que Miren Peña, -despedida de la empresa multinacional «Faurecia», de Orkoien, y vecina de Antsoain, de 43 años- se había quitado la vida, se nos cruzaron por la mente todas las maldiciones juntas contra este putrefacto sistema. No, no era indignación. Era y es mucho más. No era un caso más de denegación de la reestructuración de la deuda hipotecaria, por parte de la Caja Laboral. No es un caso más de sana indignación ante las injusticias sociales y los recortes del neoliberalismo. Estamos ante un relato, puro y duro, de recrudecimiento de la lucha de clases y del comportamiento habitual de las patronales y de la banca. Ante las luchas contestatarias y reivindicativas de las trabajadoras y trabajadores y de activistas de la PAH, los poderosos dueños del capital responden con lo que tienen a mano: despidos, represión, chantaje, acoso laboral, incremento de la explotación, amenaza de desahucio…
Miren Peña no era una pobre mujer, arrinconada en su casa hipotecada, sin trabajo, a punto de perder el subsidio, despedida, vulnerable e incapaz. Era, y sigue siendo en nuestra memoria, una mujer luchadora, afiliada al sindicato LAB, que se opuso de forma tenaz y en colectivo a los despidos y a los planes de reestructuración de la empresa en la que trabajaba. No aceptó de ninguna forma las rebajas de salarios, para «salvar la empresa», ni los despidos «de unos pocos» para el mantenimiento de los demás puestos de trabajo, que era lo que negociaba el sindicato UGT con la patronal. Y por esto -por mujer, por luchadora, por sindicalista de LAB- fue despedida hace dos años por la multinacional «Faurecia», en Orkoien.
Miren Peña hace dos años fue «seleccionada» por su patronal de «Faurecia» para poner en práctica el plan negociado de despidos a la carta. La selección no era casual. No se trataba de prescindir de once trabajadores. Se trataba de despedir a las once personas que el jefe de Recursos Humanos iba eligiendo cada día. Y eligieron a las personas más relevantes en la lucha, a las más incómodas para la patronal, a las que no habían aceptado la política de complicidad y concertación con los jefes, a las que habían denunciado a la representación de UGT por sus maniobras contra el personal.
En el comunicado difundido para la manifestación que se ha realizado para este sábado se explica claramente este aspecto:
«Ella fue despedida de manera discriminatoria e injustificada por Faurecia junto con 10 compañeros, con el único objetivo de machacar y chantajear a la plantilla para que aceptara el empeoramiento de sus condiciones de trabajo. Año y medio más tarde, Faurecia ha contratado a 36 eventuales vinculados a UGT y se meten 4.316 horas extras. En el año 2014, el grupo Faurecia ha tenido 166 millones de euros de beneficio».
Mientras ha estado en el paro, esta mujer luchadora, se ha presentado en la empresa varias veces a solicitar trabajo, de nuevo. La dirección de recursos humanos ni siquiera le ha dejado traspasar la valla exterior. Entre los 36 contratos eventuales, ninguno era para las once personas despedidas que habían osado enfrentarse a estas políticas represivas. Tampoco para Miren Peña eran estos contratos, ni el exceso de horas extras daban lugar a nuevas ofertas de trabajo para ella.
Hay que decir que la respuesta ha sido rápida y contundente. Las compañeras y compañeros de la PAH han señalado el objetivo concreto, pues mediante una carta, la Caja Laboral le había denegado el protocolo de buenas prácticas. Y así las oficinas de la Caja Laboral han recibido la visita constante de protesta para visibilizar las políticas de rapiña bancaria y denunciar la malas prácticas usureras de la entidad.
El Ayuntamiento de Orkoien, lugar donde se ubica la empresa, ha declarado persona «non grata» al jefe de recursos humanos de la empresa, que vive en la localidad, en un pleno no exento de tensión, pero también de emoción y reivindicación, por la solidaridad y el apoyo demostrado.
Su pueblo, Antsoain, también ha protagonizado expresiones de solidaridad para la familia, de recuerdo para ella y de agradecimientos para la gente que participa en las PAH y en el sindicato LAB, sus referencias de actividad.
Lógicamente hay quien no se muestra ni tan solidario, ni tan reivindicativo en estas movilizaciones. Resulta que ahora el sindicato UGT, pieza esencial en el plan de despidos de la empresa «Faurecia», que ha jugado la clásica y constante carta de este modelo de sindicatos llamados de «concertación», pretende rebotar hacia quienes plantaron cara y lucharon la responsabilidad del timo «Faurecia». Anuncia, además querellas y demás acciones legales contra LAB y los demás que denuncien los atropellos de la empresa y la connivencia sindical.
Sin embargo las denuncias al sindicato UGT-Navarra, no provienen de las filas de LAB y de la PAH únicamente. Ya en el año 2011, un año antes de los despidos, la propia Sección sindical de UGT de la empresa denunciaba la actuación de su propio sindicato, en términos tan duros como los que siguen: «queremos informar y denunciar, la vil y barriobajera actuación de la que estamos siendo objeto por parte de nuestros sindicato, que en colaboración con la empresa… de una manera traidora, con alevosía y premeditación a espaldas nuestras, se están dedicando a conformar una candidatura como UGT para presentarse a las próximas elecciones».
Ante estas políticas represivas de las patronales, que utilizan a los sindicatos serviles en contra de los intereses de clase y de las propias trabajadoras, no queda otra que la denuncia frontal e impenitente. Miren Peña fue una de las personas que así lo entendieron y lo hicieron y no se doblegó frente al chantaje y a la presión. Incluso, desde la situación de parada, con dificultad extrema para encontrar otro puesto de trabajo, se enroló en las filas de la PAH para enfrentarse a las políticas bancarias, parejas de las de la patronal. Nosotras no olvidamos, ni perdonamos. Miren! Gogoan zaitugu! (Te recordamos).
* El título del presente artículo, Agur eta ohore! (despedida y honra), hace referencia a un verso, según la academia vasca de la lengua, del bertsolari Mattin de Ahetze (1916-1981).
Begoña Zabala. LAB
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.