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Montaner: perfecto idiota o magistral cínico

Fuentes: Rebelión

Hace unos días leí un artículo que apareció en el diario ecuatoriano ¨La Hora¨, titulado: ¨el perfecto idiota¨. En el se nos informaba sobre el desarrollo de un ciclo de conferencias en Ecuador, la mayoría de ellas relacionadas con la viabilidad del proceso de integración de Sud América, con motivo de las celebraciones por el […]

Hace unos días leí un artículo que apareció en el diario ecuatoriano ¨La Hora¨, titulado: ¨el perfecto idiota¨. En el se nos informaba sobre el desarrollo de un ciclo de conferencias en Ecuador, la mayoría de ellas relacionadas con la viabilidad del proceso de integración de Sud América, con motivo de las celebraciones por el natalicio del Libertador Simón Bolívar.

Lo extraño y contradictorio de la noticia es que a ese ciclo de conferencias fue invitado nada menos que el periodista y escritor de origen cubano que reside hace muchos años en España, Carlos Alberto Montaner. Por supuesto, de inmediato entendí el por qué de ese título y la irritación del escritor e intelectual ecuatoriano, Universis Zambrano, quien en el referido artículo no sólo se cuestionó la presencia en la Fiesta Bolivariana del coautor del libro: ¨ manual del perfecto idiota latinoamericano¨, sino que también la calificó de provocación, debido, evidentemente, a la oscura trayectoria de este personaje que siempre aparece al servicio, como vocero altisonante, de los intereses del Gobierno norteamericano en clara contraposición a los ideales de Bolívar.

La irritación del conocido intelectual ecuatoriano fue tal que, hasta cierto punto, se mostró poco hospitalario con tan ´ilustre¨visitante. Aunque, en honor a la verdad, tal actitud no fue exclusividad de este intelectual, sino también de centenares de estudiantes y ciudadanos ecuatorianos que, en señal de proteste, abuchearon al Sr. Montaner cuando intentó ofrecer una conferencia en la que pretendía dictarnos o, más bien, machacarnos una vez más con sus consabidas recetas del neoliberalismo, las que supuestamente, nosotros, ¨los idiotas latinoamericanos¨ debemos seguir al pie de la letra.

No hay duda que fue una provocación, pues es bastante conocido que el Sr. Montaner, un Cuban- american con un ligero matiz madrileño y una filosofía impecablemente anexionista, durante su época de estudiante en Cuba, luego del triunfo de la Revolución, compartió la jefatura de Acción y Sabotaje en una de las organizaciones anticastristas violentas y en la que él se dedicó a jugar con explosivos y con la vida de sus semejantes por lo que tuvo que poner pie en polvorosa. Luego, ya conducido de la mano por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), sobrevino la metamorfosis y de terrorista fue transformado por arte de magia , en mercenario de la pluma y con los recursos necesarios en el bolsillo fue destaca en España. Aunque no como agente clandestino al estilo de los clásicos filmes de espionaje, sino como agente subversivo en ejecución de campañas de propagandas en función de los intereses de los Estados Unidos.

Durante todos estos años ha demostrado lealtad y ha hecho carrera con probados méritos para la Agencia. Sin embargo, su problema fundamental, y que la CIA ni siquiera ha podido moldear, es su excesiva ambición de ganar a toda costa fama que le posibilite allanar el camino para lograr su tan anhelado sueño de convertirse en Presidente de Cuba en un supuesto período post castrismo, cuestión que adicionalmente le ha generado serios conflictos con figuras de la extrema derecha en la comunidad cubana de Miami, a los que Montaner en su visión europeísta siempre ha considerado unos ¨trogloditas¨, pero que han descifrado perfectamente cual es la estrategia de su juego. Esta pretensión presidencial de Montaner, quien tiene por ídolo al checo Vlaca Havel, es precisamente una de sus frustraciones. Su otra gran tragedia personal es que siempre ha querido ser un gran escritor y no ha escrito un libro que valga la pena.

Salvo esos problemas, no hay duda que Montaner ha venido cumpliendo con las expectativas de la CIA, pues con magistral cinismo, a través de sus conferencias, libros y columnas periodísticas, se la pasa orquestando campañas para denigrar constantemente a su país de origen; boicoteando el proceso integrado en América Latina, colocándose claramente en la orilla opuesta al pensamiento bolivariano; confabulando en una postura de plena identificación con aquellos que tratan de desestabilizar al gobierno democrático venezolano; y finalmente, como bien apunta Universis Zambrano, ¨nos califica de idiotas a quienes soñamos con una patria sudamericana unida, digna, en una América Latina respetada y respetable, no tiene el derecho a ocupar la tribuna en ninguna universidad bolivariana¨.

Ciertamente, Montaner no sólo no tiene ese derecho sino que resulta ofensivo en alguien como él que es capaz de renegar de su origen étnico. Esta es una verdad irrefutable, pero lamentablemente suceden estas cosas. Que el Sr. Montaner nos tilde de idiotas a los latinoamericanos y pretenda además que, en su delirium de superioridad y embriaguez ) que sólo Dios sabrás qué consume para lograr ese estado), actuemos como idiotas según las indicaciones que le imparten sus reales contratistas, resulta cuando menos indignante.

Pero no debemos dejarnos llevar por la comprensible ira que inspira este renegado. Tampoco debemos retribuirle, ni siquiera por despecho, el calificativo de idiota. Ello sería un error. Realmente no lo es, aunque haya hecho méritos para ganárselo, debido a su desmedido afán de pretender saber y escribir de todo, lo ha colocando en varias ocasiones en situaciones realmente penosas. Sencillamente estamos en presencia de un pillo capaz de cometer cualquier canallada con tal de conseguir fama, incluso no importa que sea mala, lo importante para él ser conocido.

Por eso este personaje de la picaresca se la pasa viajando constantemente de un lado para otro dando conferencias o inventando un Congreso para algo, pues ha encontrado en estos trajines, además de una manera de tratar de satisfacer su insaciable ego, una especie válvula de escape para poder mantener y justificar su nivel de vida, porque a pesar de que ha escrito algunos libros y, seguramente tiene otros en preparación, que no nos venga con el cuento de que vive de la venta de sus libros, pues se conoce bien que no ha sido afortunado en este negocio por falta de lectores. En fin, de alguna manera tiene cotejar sus cuentas para evitar que los inspectores de la Hacienda Pública española vuelvan a meter las narices en sus negocios.

Pero si hay algo que debemos reconocerle al Sr. Montaner es que, a pesar de sus 60 años y con los padecimientos de salud que lo mantiene angustiado, sigue siendo un hombre infatigable, con mucha picardía y maña para hacer las cosas y, con ambiciones y metas personales solo superables por su propio ego. Cuentan los que le conocen que nunca ha querido tener amigos ni socios. No quiere a nadie a su lado que pudiera hacerle sombra. Es de esas gentes que siempre se acerca a alguien previo cálculo de poder sacar algún provecho y tan pronto lo logra, sigue su camino desechando a un lado a su infeliz victima. Es por ello que se ha buscado demasiados enemigos porque ha utilizado y traicionado a muchas gentes. De esto hay ejemplos suficientes y pudieran conocerse detalles con miembros de la supuesta oposición al interior de Cuba a los que Montaner ha embarcado no pocas veces en proyectos y conspiraciones políticas de los que se atribuyó su autoría, prometiéndoles ayuda de todo tipo, entiéndase dólares, pero que sólo envió, utilizando intermediarios, una ínfima cantidad. A fin de cuentas, resulta comprensible que el nivel de vida en España es mucho más alto que el de Cuba.

Aunque eso no es todo. Honestamente tenemos que quitarnos el sombrero frente a la creatividad de Montaner. Sin duda tiene el mérito de haber creado disidentes inválidos, poetas y novelistas, según nos cuenta el reconocido periodista y escritor cubano radicado en los Estados Unidos, Luis Ortega. La invención de la leyenda de Valladares con su silla de ruedas, fue ficción de la buena y logró embaucar a muchas gentes. También la del otro pícaro de Ricardo Bofia, a quien pretendió pasar por un ¨vertical disidente¨, encasquetándole una novela escrita por otra persona, y al final quedó desenmascarado como el clásico vividor cubano. En fin, como bien señala Ortega, al describir a Montaner en estos trajines dice: ¨que éste -Montaner- es capaz de cambiarle el nombre a ´La Celestina´ y publicarla con el nombre de un disidente castrista¨.

Siguiendo la naturaleza descrita de este personaje y la dinámica de su funcionamiento, en especial como fiel servidor y gran admirador, no sin cierta enfermiza obsesión, de los Estados Unidos y de lo americano, no era de extrañar que tan pronto el gobierno norteamericano hizo del conocimiento público las nuevas medidas en contra de Cuba; Montaner, a través de su fantasmagórica organización anticastrista ´Unión Liberal Cubana¨, De inmediato se lanzó de barriga brindando su apoyo incondicional, a pesar del revuelo y polarización que han causado en la inmensa mayoría de la comunicad cubano-americana de Miami, la que, incluso amenaza ahora al Presidente Bush con un voto de castigo en las próximas elecciones presidenciales.

Poco lo importó a Montaner que tales medidas, aunque concebidas para presionar al régimen de Castro, varias de ellas están dirigidas en definitivas en contra de la familia cubana. Y calificar de mal menor ese daño en aras de un patriotismo barato similar al del que se ufana la ultraderecha cubano-americana de Miami, es sencillamente actuar como lo que es: un magistral cínico que demuestra su autentica vocación política que nada tiene que ver con el humanismo y mucho menos con el liberalismo, puesta los fundadores de esta corriente ideológica se quedarían estupefactos con este personaje.