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Entrevista a Aina Torres, autora de “La memòria viva” (Sembra Llibres)

Montserrat Roig: la literatura, el periodismo… la vida

Fuentes: Rebelión

Al igual que hay personas imprescindibles, en lenguaje brechtiano, están también las inclasificables; aquellas que se despliegan y multiplican de tal modo que no encajan en el corsé de una definición. A veces se echa mano del tópico para adjetivarlas, escritor «total» o periodista «total». Esto ocurre con Montserrat Roig (1946-1991). No es decir mucho […]


Al igual que hay personas imprescindibles, en lenguaje brechtiano, están también las inclasificables; aquellas que se despliegan y multiplican de tal modo que no encajan en el corsé de una definición. A veces se echa mano del tópico para adjetivarlas, escritor «total» o periodista «total». Esto ocurre con Montserrat Roig (1946-1991). No es decir mucho recordarla como importante escritora, oficio al que se dedicó en cuerpo y alma, porque entre los 40 libros que publicó en sus 45 años de vida figuran las novelas («Ramona adéu!», «El temps de les cireres», «L’hora violeta», «L’òpera quotidiana» y «La veu melodiosa»), los cuentos -con los que empezó y cerró su obra narrativa-, las piezas teatrales, los ensayos, la crítica literaria o los guiones televisivos. En defensa de la ficción, escribió: «Si no contempláramos la vida como representación, no la resistiríamos. Es necesario un poco de mentira para imaginarnos un poco de verdad. Las lumbreras que no aceptan esta convención creen que la vida es ‘real'».  

Pero, como si quisiera trascender las estrechas definiciones, después se ganó la vida con el periodismo. En ese otro oficio donde, en teoría, los hechos se imponen a la ficción. Sin embargo, tampoco esto es decir mucho, porque Montserrat Roig escribió artículos de opinión, reportajes, impagables crónicas de 500 páginas en las que se acercó a la memoria histórica («Els catalans als camps nazis»), entrevistas en periódicos, revistas y sobre todo en televisión… La escritora y periodista también se elevaba sobre los encuadramientos ideológicos, puros y duros, pues fue feminista, marxista, catalanista y antifascista. Y, sobre todo, «un alma libre», según la periodista Aina Torres, que ha publicado en Sembra Llibres una crónica de 150 páginas – «La memòria viva»- sobre todas las caras de Montserrat Roig. La edición del libro coincide con el 25 aniversario de la muerte de la escritora catalana.

-Actualmente hay calles, colegios e institutos de Cataluña y el Estado español que recuerdan con su nombre la figura de Montserrat Roig. ¿Se trata de una escritora todavía olvidada?

Sí que lo es. Es cierto que hay algunas calles y plazas en su recuerdo, pero la placa de la casa de l’Eixample de Barcelona donde la escritora nació, tardó mucho en levantarse, en junio de 2013, cuando ella murió hace 25 años. Incluso su hijo tuvo que realizar una petición por la radio. Además, en las facultades de Periodismo no se estudia a la Montserrat Roig periodista, y lo mismo ocurre con la Literatura: cuesta mucho que se le estudie en los institutos. Hace tres años sí que salió un texto suyo en las pruebas de Selectividad. Pero insisto, no se está estudiando a la autora y su obra. Sólo hay profesores que, fuera del temario, y dado que se cumple este año el 25 aniversario de su muerte, están enseñando algo de ella. Pero por iniciativa propia.

-Novelas, cuentos, teatro, ensayo, crítica literaria, guiones y entrevistas en la televisión, artículos y reportajes en los periódicos… ¿Por qué ha quedado Montserrat Roig excluida del canon literario?

Creo que por el hecho de ser mujer. En los años 70 y 80 del siglo pasado, igual que ocurre hoy, la crítica literaria era mayoritariamente masculina. Se decía de Montserrat Roig que escribía obras autobiográficas. Pero ella guardaba una carpeta, que se conserva en el Arxiu Nacional de Catalunya en Sant Cugat del Vallés, con citas de autores que justificaban que toda literatura es autobiografía. Supongo que lo hizo por las acusaciones de algunos críticos, y para afirmar que todo el mundo escribe desde la propia experiencia. Otro de los reproches es que escribía sólo para un público femenino, porque muchas de sus obras -aunque no todas- tienen como protagonistas a mujeres.

-¿En qué obras se puede apreciar esta perspectiva feminista? En algunos de sus escritos las mujeres se emancipaban, pero afirmaba la escritora y periodista: «Que no me pidan que en mis novelas aparezcan mujeres maravillosas, mujeres de una pieza (…). Estamos llenas de miedos, de angustias, de la misma manera que los hombres!»

Se puede observar en la trilogía de novelas «Ramona Adéu!» (1972), «El temps de les cireres» (1977) y «L’hora violeta» (1980). La autora entendía el feminismo como una concepción de vida, y esta manera de ver el mundo fue imprescindible en su obra. Con la literatura, quiso abrir las ventanas a las mujeres que la historia había encerrado en sus casas, para cuidar a sus hijos y maridos. Fue consciente de este silenciamiento histórico de la voz de la mujer en la literatura, aunque no sólo en este ámbito. Por eso elegía protagonistas femeninos. Sobre Montserrat Roig ejerció una notable influencia Maria Aurèlia Campany, escritora de una generación anterior y pionera en introducir el feminismo en la literatura catalana.

Sin embargo, no coincidían en todo; para Maria Aurèlia Campany, la escritura implicaba tener que renunciar a la maternidad, mientras que Montserrat Roig tuvo dos hijos. Quiso ser escritora y madre. Pensaba que igual que a los escritores no les atacaba la mala conciencia por no poder dedicarles bastante tiempo a sus hijos, ella tampoco tenía por qué tenerla. También se aprecia en la novelista una evolución ideológica desde el feminismo de la igualdad, hacia un feminismo de la diferencia. Otros referentes de la escritora fueron Virginia Woolf, Doris Lessing, Simone de Beauvoir o Annie Leclerc. De hecho, Montserrat Roig hizo claramente un esfuerzo por estirar del hilo femenino de la literatura, para ver quiénes le precedieron y qué habían escrito. Otra de sus grandes influencias en el ámbito de la literatura catalana fue Mercé Rodoreda, aunque el encuentro personal entre ambas no resultó especialmente grato. Hubo un momento, además, en que tuvo la necesidad de enterrar a esta «madre» literaria.

-Tan importante como su faceta de escritora fue la de periodista. Escribió para Triunfo, Cuadernos para el Diálogo, L’Avenç, Destino, La Calle, El Temps, Vindicación Feminista, Mundo Diario, Tele/eXpress, El País, El Periódico de Cataluña y Avui, entre otros medios. Viajó a París, México y Cuba para hacer reportajes como «freelance». ¿Qué subrayarías del trabajo periodístico de Montserrat Roig?

Me llamó la atención, sobre todo, que no creyera en la falsa objetividad del periodismo, que muchas veces nos han querido «vender» en la Universidad. La idea de que no hay que tomar partido. Cuando lo cierto es que cualquier noticia es subjetiva. Sólo por los temas que eliges ya existe una subjetividad. Así, Montserrat Roig entrevistó a Dolores Ibárruri «La Pasionaria», escribió sobre las compañeras de los trabajadores en huelga de Motor Ibérica de Barcelona que, en 1976, se encerraron en la parroquia del barrio de Sant Andreu. También se acercó a las «xinxes» (mujeres que trabajaban en las fábricas, especialmente del textil y que solían ir sucias; olían a los materiales con los que trabajaban). Entrevistó a gente de la cultura como Ovidi Montllor, Vicent Andrés Estellés o Joan Fuster precisamente para recuperarlos, ya que habían sido silenciados durante años. También destacaría la manera en la que escribe, hace un periodismo casi literario.

-¿Hay diferencias entre la novelista que escribía ficción y la periodista que entrevistó al sacerdote pacifista Lluís Maria Xirinacs cuando éste reivindicaba la amnistía para los presos, en diciembre de 1975, en la puerta de la cárcel Modelo de Barcelona; al vicepresidente del Gobierno cubano Carlos Rafael Rodríguez («El anticomunismo ciega a Estados Unidos», se tituló la entrevista publicada en El País en abril de 1982) o escribía contra la guerra de Irak y a favor de los pueblos kurdo y palestino?

Quería establecer diferencias entre la escritura literaria y la periodística. De hecho, cuando estaba cansada de escribir literatura -que es mucho más personal e interior- se pasaba por un tiempo al periodismo, que requería una mayor distancia. Hablaba entonces con su amiga y fotógrafa, Pilar Aymerich, y hacían un reportaje. Sin embargo, Montserrat Roig llamaba al periodismo «literatura paralela», es decir, encontraba un cierto vínculo. Muchas de sus entrevistas son prácticamente literarias. Podía apreciarse en cómo cuidaba las palabras, por ejemplo, en las presentaciones de los entrevistados. En el programa de entrevistas que empezó a presentar en el circuito catalán de TVE en 1977 -«Personatges»-, las introducciones a los protagonistas eran casi literarias. Antes que el programa sufriera la censura, llegó a entrevistar a Maria Aurèlia Capmany, Pere Quart, Neus Català, Lluis Llach, Maria del Mar Bonet o Antoni Tàpies. Se notaba además, aunque no escribiera, que era lectora de poesía.

-Montserrat Roig participó pronto en dos encierros, la «Capuchinada» (1966) de estudiantes en el convento de Capuchinos de Sarrià (Barcelona); y el de profesionales, intelectuales y artistas en el monasterio de Montserrat contra el Proceso de Burgos (1970)….

Ella empezó a militar en el PSUC en mayo de 1968, cuando estaba a punto de cumplir 22 años. En 1970 abandonó el partido y volvió unos años después. En 1977 se presentó en el número 10 de las listas del PSUC al Congreso de los Diputados, y de nuevo volvió a dejarlo. Entró y salió porque fue muy crítica; protestaba por el machismo que había dentro del PSUC y la militancia de izquierdas. Ella era más bien un alma libre. Se quejaba de que si en las manifestaciones le pegaban como a una más, después ella no estaba para pasar a máquina los escritos maravillosos de otros. En su literatura hay una primera etapa mucho más comprometida y transformadora, en la que trata de las mujeres, la burguesía y el franquismo, pero después -sobre todo a partir de «L’hora violeta»-, intenta un mayor distanciamiento de la realidad.

-«Con los años he descubierto que las lenguas nos eligen», escribió. ¿Transitaba con naturalidad del catalán al castellano, con una escritura a caballo entre las dos lenguas?

Montserrat Roig escribe su obra literaria en catalán, y escoge esta lengua expresamente. Yo escribo en lengua catalana porque es mi lengua, porque además es una lengua literaria y porque me da la gana, llegó a decir: «Mi lengua es una lengua que me sirve». Pero también es cierto que, en el mundo del periodismo, como la mayoría de medios de comunicación de la época se escribían en lengua castellana, hacía uso de ella. Para poder dedicarse a la literatura, se ganaba la vida como periodista. Ella escribió los textos periodísticos básicamente en castellano, aunque en medios como Avui pudo escribir en catalán. Sí, pasaba de una lengua a otra con naturalidad. En algunas conferencias en Madrid reivindicó la escritura en catalán, lo que en su caso se trataba además de una reivindicación política: ella era catalanista; igual que también era antifascista.

-Como lectora de sus novelas y piezas periodísticas, ¿qué visión del mundo te transmite Montserrat Roig?

Ella afirma que le gustaría morir habiendo sido una cronista de su época, y hay quien dice que lo consiguió. Si leemos sus novelas, podemos saber cómo era la Barcelona de los años 70, de qué modo pensaban las mujeres y cómo era la pequeña burguesía de la época (la escritora era hija de esta clase social). Pero sus novelas son sobre todo feministas (da voz a las mujeres), aunque también hablen del franquismo, y sean antifranquistas. Todos estos elementos aparecen mezclados en «Ramona Adéu!», «Els temps de les cireres» y «L’hora violeta». Además en sus obras hay siempre un componente autobiográfico, y la infancia está muy presente. Por ejemplo, en «El temps de les cireres» utiliza el limonero del patio de la casa familiar como elemento a través del cual se percibe el paso del tiempo.

-En el libro «La memòria viva» se citan numerosos referentes literarios, ¿Cuáles se mantuvieron hasta el final? ¿Consiguió forjarse ese estilo propio al que aspira todo escritor?

Todos, de Josep Pla dijo que le había enseñado a escribir. A Joan Fuster lo veía como al intelectual de izquierdas que a ella le hubiera gustado ser. Del poeta Vicent Adrés Estellés valoró un tipo de poesía, esa que canta al amor y al sexo, que no se produce en el Principado. Tuvo como referentes la poesía de Josep Carner y Pere Quart, o la novela urbana de Narcís Oller, que también cultiva Montserrat Roig. Precisamente antes de morir escribía un intento de novela urbana, que iba a titularse «L’escriptora assasina». En el libro se reproducen los primeros apuntes manuscritos. En cuanto al estilo personal, la narrativa es un género de madurez y ella murió a los 45 años, cuando Mercé Rodoreda no había escrito «La plaça del diamant» (1962) ni Virginia Woolf «Una habitación propia» (1929). Parece ser, por tanto, que su mejor narrativa estaba aún por llegar.

Lo primero que escribe Montserrat Roig («Molta roba y poc sabó…i tan neta que la volen», en 1971) y lo último («El cant de la joventut», en 1989) son cuentos. Al final de su obra se percibe una narrativa -en este caso breve- mucho más cuidada y madura, con un mimo mayor en el lenguaje (ella siempre lo tuvo) y un tono más poético. Es un estilo literario muy trabajado. Ella siempre consideró que tenía que leer mucho para poder escribir, y así lo hizo. Aprendió de todos los autores que leía, y a muchos de ellos los pudo entrevistar. Decía que de las entrevistas también aprendía muchísimo. Todas estas influencias se aprecian en sus libros. Se tomaba los consejos al pie de la letra. Cuando sólo tenía 15 años, el poeta Salvador Espriu le dijo que fuera sincera ante la hoja en blanco, no utilizara los «llur», «àdhuc», «d’antuvi», «quelcom» y se ahorrara los adverbios terminados en «-mente».

-Por último, dedicas un capítulo al interés -literario y periodístico- de la autora por la memoria histórica y, en concreto, a un gran reportaje de 500 páginas escrito a lo largo de tres años, «Els catalans als camps nazis».

Es un formidable ejemplo de periodismo de investigación. Piensa que con el tiempo que ha pasado -se publicó en 1977-, nadie ha podido hacer un trabajo como el suyo sobre los deportados catalanes, del País Valenciano y las Islas Baleares a los campos de exterminio nazis. En el libro, en el que se incluyen entrevistas a los supervivientes, reportajes y mucho periodismo de datos, se dejó sangre, sudor y lágrimas. Hubo presos que, hasta ese momento, no habían podido explicar a nadie el horror que habían vivido. Actualmente, «Els catalans als camps nazis» no se encuentra en las librerías. Edicions 62, que dispone de los derechos, lo publicará en uno o dos años con un prólogo de la historiadora Rosa Torán, de la asociación Amical de Mauthausen. Hay quien considera a Montserrat Roig mejor periodista que escritora. De pequeña, cundo iba al mercado hacía siempre muchas preguntas… Decía que ella se dedica al periodismo para ganarse la vida, pero realmente invierte el mismo esfuerzo o más que en la literatura. Su periodismo era muy riguroso, pero al mismo tiempo tomaba partido.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.