En Asturias a penas hemos terminado el recuento de las elecciones del 22 de mayo pasado y de nuevo hemos de volver a las urnas. Nadie tiene mayoría y, sin mayoría, sin poder pasar el rodillo, no saben gobernar, no lo intentan y ni les interesa. Por otra parte, sin participación no hay democracia -por […]
En Asturias a penas hemos terminado el recuento de las elecciones del 22 de mayo pasado y de nuevo hemos de volver a las urnas. Nadie tiene mayoría y, sin mayoría, sin poder pasar el rodillo, no saben gobernar, no lo intentan y ni les interesa.
Por otra parte, sin participación no hay democracia -por eso la monarquía nunca puede ser democrática- ni tampoco el bipartidismo porque lo que se vota no va más allá de establecer el turno de la alternancia, nada más. Sin olvidar que también hay bipartidismo cuando, como en Asturias, IU se limita a vender sus escaños bisagra al PSOE de turno a cambio de unos cargos, nada despreciables, con la condición de decir sí a todo, tal como ha sucedido en las cuestiones fundamentales. Por ejemplo, cuando en la negociación de Cajastur, poco antes de las elecciones de 2011, IU votó sí a la privatización. Claro que unos días después, sus dirigentes, clamaban por la nacionalización de la banca.
Como ahora Foro, el partido montaje de Cascos, no tiene mayoría ni tampoco la tiene PSOE-IU, ambos se han aliado con el PP para hacer una oposición sin contenido alguno que se sepa, salvo provocar elecciones anticipadas. Dicho de otra manera, una oposición para impedir que Cascos pudiera gobernar porque, por otra parte, tampoco han podido plantear un programa concreto, ni tampoco una alternativa. Ni unos ni otros tienen más programa de gobierno que el «urbanismo» y los grandes proyectos, los mega proyectos, que es lo que hasta ahora han hecho y en donde que se mueven como pez en el agua.
Consecuencia de este despilfarro, más la ausencia de una política económica concreta y mucho menos de una política social, y agotados así todos los recursos disponibles, ni unos ni otros saben qué hacer ni algo nuevo que proponer, porque ya tenemos (tienen) de todo. Tenemos metro tren, Nienmeyer, Calatrava, súper puerto de El Musel, Laboral de la Cultura, parkings abundantes, miles y miles de pisos vacíos y gente sin vivienda, un polígono industrial como la Zalia, etc. Sin olvidar que todos los proyectos se han realizado con sobrecostes desmesurados, algunos de hasta casi tres veces el presupuesto inicial. ¡Ah! eso sí, nadie en la cárcel y, por supuesto, sin responsabilidades penales ni tampoco políticas.
Las consecuencias a la vista están, el paro sigue creciendo lo mismo que los recortes sociales y ni siquiera se ve otra salida que no sea a peor. Y, ahora, estos mismos políticos dedicados a los planes de urbanismo full time durante décadas, hacen borrón y cuenta nueva de sus responsabilidades y vuelven a presentarse sin disimulo ni rubor como si aquí no hubiera pasado nada.
Sin duda alguna «No nos representan» podría ser una de las mejores expresiones del pasado año, pero también vale para este porque no ha perdido ni un gramo de su vigencia. Decir que los políticos van a lo suyo no es ningún descubrimiento ni es desvelar ningún secreto. Claro que ahora Pérez Rubalcaba nos adelanta a todos por la izquierda y sale diciendo que «la solución está en la calle», sumando así la burla a la tragedia de la crisis que ellos mismos han provocado.
Para colmo resulta que algunos se han mostrado indignados por la irresponsabilidad de volver a celebrar elecciones en tan poco tiempo, con las ganas que tienen todos ellos de repetir comicios para ver si ahora hay más suerte y pillan algo.
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