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Mujeres indígenas Una lucha que avanza lento

Fuentes: La Jornada

¿Por qué en Oaxaca, entidad que se ha distinguido por la lucha destacada de los indígenas por defender sus derechos, la lucha por los derechos de las mujeres indígenas no lleva el mismo paso? Para Sofía Robles, destacada organizadora de mujeres indígenas, una posible respuesta es que las mujeres han sumado sus energías a las […]

¿Por qué en Oaxaca, entidad que se ha distinguido por la lucha destacada de los indígenas por defender sus derechos, la lucha por los derechos de las mujeres indígenas no lleva el mismo paso? Para Sofía Robles, destacada organizadora de mujeres indígenas, una posible respuesta es que las mujeres han sumado sus energías a las de los hombres para hacer «una lucha general» por los derechos indígenas, sin enfocarse exclusivamente en la de las mujeres. «La lucha de las mujeres es más difícil, va con más lentitud», dice

SOFIA ROBLES HERNANDEZes la única mujer que ha sido candidata a presidenta municipal en la región mixe, zona donde la política es cosa de hombres. No llegó a ganar aquella elección de 1998 en Tlahuitoltepec. Hoy, una escasa docena de mujeres son alcaldesas en un estado con 570 municipios -ninguna gobierna en una localidad mixe.

Este simple dato de la política formal refleja en gran medida la situación de las mujeres mixes. Una situación que, dice Sofía Robles, ha mejorado pero «a un paso muy lento».

¿Por qué en una entidad que se ha distinguido por la lucha de sus indígenas por defender sus derechos, la lucha por los derechos de las mujeres indígenas no va de la mano?

Para Sofía Robles, una posible respuesta es que las mujeres han sumado sus energías a las de los hombres para hacer «una lucha general» por los derechos indígenas, sin enfocarse exclusivamente en la de las mujeres. «La lucha de las mujeres es más difícil, va con más lentitud», dice.

Paradójicamente, uno de los frenos proviene de las mismas mujeres. «Algunas aún piensan que su papel está en la casa», sigue Robles, una de las más destacadas organizadoras de mujeres indígenas en el país. Es, claro, en gran parte, una cuestión generacional.

«Aprendemos el rol y lo reproducimos, los hombres también, así que no es tan fácil decir de un momento a otro ‘ya va a cambiar'», explica Robles. Ella, sin embargo, sí cambió. Cuando era muy jovencita y salía a trabajar en la organización, no hacía caso de las palabras de su mamá: «El mundo no va a cambiar; no te desgastes, mejor ven más a casa».

La situación de las mujeres también varía de una localidad mixe a otra. En Tlahuitoltepec, por ejemplo, ocurre algo singular: desde tiempo atrás, la mayoría de las mujeres participa en las asambleas y ejerce cargos, cosa poco común en la región. Robles no se explica a qué se pueda deber esto; así era desde mucho antes de que ella llegara por primera vez al pueblo. Robles, de 42 años, no es de ahí. De hecho, no es mixe, sino zapoteca de Cajonos. Hace muchos años se enamoró y se fue a vivir con Floriberto Díaz, mixe de Tlahuitoltepec, uno de los líderes que construyeron el discurso de la autonomía y fundador de Servicios del Pueblo Mixe (Ser Mixe), una de las más destacadas organizaciones del movimiento indígena nacional.

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Hay áreas en las que las mujeres mixes avanzan, como en el derecho a la salud. Y ha sido gracias al trabajo duro de mujeres fuertes como Sofía Robles, socia fundadora de Ser Mixe y actual responsable del área de mujeres (durante años, su cargo la ha obligado a vivir en la ciudad de Oaxaca, mientras sus hijos viven en Tlahuitoltepec con su abuela paterna).

Desde hace años, a través de Ser Mixe, Robles coordina la realización de talleres de nutrición, salud materna y reproductiva, derechos de las mujeres y de proyectos productivos, y campañas de salud materna y sexual. Hoy pertenece a la Red por los Derechos Sexuales y Reproductivos en México. Hace poco, miembros de Ser Mixe comenzaron a trabajar con jóvenes de ambos sexos en una campaña de derechos sexuales y reproductivos en bachilleratos en la sierra mixe.

El uso de anticonceptivos, reporta Robles, va poco a poco en aumento y cada vez más mujeres de la región acuden a que se les realicen pruebas de Papanicolau.

Ser Mixe también lleva a cabo un programa de ahorro y crédito para mujeres, que hoy cuenta con cerca de 70 socias ahorradoras y un fondo de unos 100 mil pesos.

Por otro lado, en casa, las cosas no progresan. «La violencia en el hogar es un tema muy difícil de abordar porque se piensa que es un problema personal, en el que los demás no se deben meter; las propias autoridades no saben cómo actuar», dice Robles. Como organización, no le han entrado mucho al tema, sin embargo, «en los talleres de derechos sexuales y reproductivos con los jóvenes, éstos expresan que existen diversas formas de violencia, que es un problema cotidiano y que aumenta en presencia de alcoholismo».

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En cuanto a la política, el asunto es complejo.

«Qué es lo que queremos?», pregunta al aire Sofía Robles, ex coordinadora de Ser Mixe. No hay consenso. Las más están interesadas en acceder a cargos con capacidad de decisión, a otras no les interesa y prefieren dedicarse a los hijos.

La cuestión no es tan sencilla. «Está muy bien que las mujeres participen, pero hay costos que tenemos que pagar. En el caso de los cargos que se hacen sin recibir retribución, por ejemplo, tenemos que resolver la cuestión económica». Y es que muchas de las mujeres que asumen cargos son solteras, viudas o divorciadas y tienen hijos que mantener y atender.

Así las cosas, la participación de las mujeres suele ser «indirecta -dice Robles-, a través de apoyar al marido, encargarse del trabajo de la casa y atenderlo para que él pueda prestar servicio». Cuando es a la inversa, y la mujer tiene algún tipo de trabajo comunitario, tiene que ver cómo se las arregla para hacer todo, porque el marido no participa en las tareas del hogar. En esa situación estuvo Sofía Robles mientras crió a sus tres hijos: hacía las labores hogareñas y trabajo organizativo. Optó por que los hijos la acompañaran a las asambleas (como hacen muchas mujeres de Tlahuitoltepec), a los talleres de salud y a las hortalizas y demás proyectos productivos.

Robles calcula que «en cerca de 20% de las comunidades mixes las mujeres ya participan en las asambleas» (espacio básico de la política local). En el resto, la participación se reduce a «compartir su opinión con el marido».

Hay «muy pocas comunidades en las que las mujeres colaboran en el servicio comunitario, y cuando lo hacen es con cargos menores, como regidoras, suplentes, secretarias, vocales de Tesorería o de la Regiduría de Educación o en cargos religiosos, como el cuidado del templo».

Robles acompañó a su esposo en el desempeño de cinco cargos y ella ha tenido dos, el comité de salud y el de leche. Tras la muerte de su marido en 1995, le propusieron la candidatura de la presidencia municipal «porque era el cargo que le hubiera correspondido a mi esposo de haber estado vivo; como mérito lanzaron la propuesta».

En cuanto a la participación en organizaciones, como en Ser Mixe, Robles cuenta que antes las mujeres se achicopalaban: «Hace apenas cinco años, cuando las proponían para un cargo, inmediatamente decían que no iban a poder, porque no sabían español o porque no sabían escribir». Esto sí ha cambiado: hoy, dice, «las mujeres son parte importante de la organización», hasta dirigentes.