Recomiendo:
0

Mujeres que caminan…

Fuentes: Rebelión

Piensa en mí como en vos (desde donde tu conciencia permita), cuando el camino sea el mismo de Bolívar, Martí, Hatuey, Che, Villa, Zapata, M. Hernández, Lorca, Machado, Roque Dalton, Sandino, la mismísima Inés/ Inesita, Maravillas, o de la mutilada dinamitera Rosario. Piensa en mí. No sientas soledad alguna para compartir sentimiento por los caminos […]

Piensa en mí como en vos (desde donde tu conciencia permita), cuando el camino sea el mismo de Bolívar, Martí, Hatuey, Che, Villa, Zapata, M. Hernández, Lorca, Machado, Roque Dalton, Sandino, la mismísima Inés/ Inesita, Maravillas, o de la mutilada dinamitera Rosario.

Piensa en mí. No sientas soledad alguna para compartir sentimiento por los caminos abiertos. Sensibilidad hacia las Trece Rosas, y por las cientos más niñas y adultas que murieron bajo las mismas hordas.

Por esos hombres y mujeres que desde lo más hondo de su ser, desde los más variados campos de la cultura, ciencia (desde lo político e ideológico), abrieron caminos nuevos en la senda de la dignidad histórica.

Cuando te diga: (¡no te detengas!) que hay primaveras para soñar en amor y otoños que renuevan la sangre espesa. Camina, ríe, salta, haz un canto a tu vida ¡A la vida, haz el amor con ella!

Cuando te duermas, piensa en mí (y en mil, un millón y más por el mundo) recuerda, cuando afirmo que no es fácil secar la savia inagotable que ennoblece al pintor, cuando impregna nobles trazos sobre lienzo, al método del educador, escritor, actor, obrero, campesino… Cuando más allá de sí, izan bandera de causas perdidas para todos juntos avanzar sembrando nuevas cosechas de flores frescas. Cuando afirmo que les será estéril a quienes intenten limar el tronco húmedo de raíces fundidas en brazos de madre patria. Somos sus ramas compañera, ramas de vida, para la vida, nunca para la muerte. No lo olvides, no te sientas indefensa. Unidas como árbol de profundas raíces que se alimenta de jornadas de historia, entroncado en sudor, revolcado en sudor; haciendo brotar de nuestras frentes esa amistad que germina la dignidad y hace a los humildes libres. Ramas abrazadas a la tierra, mar, aire, sol. Ese fuego eterno, esa llamarada que alumbra el dolor colectivo y también su alegría; hace de nuestros labios un jardín cada primavera. Semillas de esperanza, siempre vivas.

Créeme, habla una mujer. Cuando te diga que la memoria sigue truncada, que la historia escrita no es pura como el tañir de campanas cuando alarmada por brazos suplicantes temerosos de la propagación del fuego en los bosques, aldeas, casas, las hacían danzar a la desesperada. La lucha por la dignidad, el deseo irreductible de libertad y la necesidad de mantener despierta la conciencia de valores como gente, son materia por la que merece la pena pelear. Cree , cuando te digan que no hay un mes del año que no esté lleno de días memorables de mártires, hechos y fechas gloriosas. Que las ramas del árbol de la ciencia, como la vida, hemos de saber transmitir al aire, a las llamas del fuego y a las generaciones de fueguítos nuevos.

Cuando recuerdo y leo a Federico (Lorca)… Su literatura dramática, sus sentimientos sobre el retrato que hizo a Silverio Francinetti. (No puedo dejar de recordar todos los hermanos que se nos fueron de las manos. Sus gritos fueron terribles…)«Los viejos dicen que se erizaban los cabellos, y se abría el azogue de los espejos. Pasaba por los tonos sin romperlos. Y fue un creador y un jardinero. Un creador de glorietas para el silencio. Ahora su melodía duerme con los ecos. Definitiva y pura. ¡con los últimos ecos!»

Quiero recordar en el sentimiento de la dignidad frente a la opresión («hoy día de Reyes»), a todas las mujeres violadas en las mazmorras franquistas, a los cientos y cientos… de niños desaparecidos durante y después de la guerra civil. A tod@s los que fueron arrancados de los brazos de sus madres encarceladas, represaliadas, a todos los que robaban cuando estaban pariendo y nunca más volvieron a ver, a conocer el color de sus ojos… ¿Dónde están?, preguntan nuestros padres, abuelos, hermanos, preguntamos dónde están; en qué casa, palacio, chalet, escondidos bajo qué apellidos, quién les bautizó, formalizó su «adopción», bendijo, entregó bajo qué permiso, en que ley se fundamenta la «constitución democrática» que sigue sin levantar acta, juzgar a los culpables, otorgando, perpetuando el derecho sobre niños robados «desaparecidos», fusilando a los padres en unos casos, dejando morir en las cárceles a las madres de muchos de esos niños.

Asimismo a todos los muertos a consecuencia de torturas y asesinatos, abandonados en celdas de castigo pudriéndose entre sus propias heces. A todos ellos, herman@s que cumplen año tras año la madurez de la muerte (la llegada de un nuevo año) y que en común tenía la sonrisa en los labios, el amor, la amistad, la solidaridad. También quiero recordar a todas las mujeres asesinadas por maridos o novios, denunciar sus aberrantes crímenes… Ambas muertes (mujeres asesinadas por sus cónyuges y mártires del fascismo) tienen mismas connotaciones, mismo brazo de gatillo, mismo concepto ideológico, mismos maestros, mismo ambiente enrarecido, créeme.

Créeme cuando te digo, que a los fusilados del 27 de Septiembre de 1975, los condenaron a muerte aniquilándolos de derechos, dejándolos sin defensa ¡Qué impotencia, amargura y rebeldía pudieron sentir al ser tratados como animales en cotos privados de veda! Ni siquiera permitieron la posibilidad «cristiana del arrepentimiento», ni les ofrecieron el perdón de sus pecados, ni ofrecieron la vida eterna al lado de sus padres, hermanos, abuelos, compañer@s.

Como ejemplo a no olvidar te diré que a los abogados les expulsaron como sarnosos de la sala privándoles de su condición de defensa, humillándolos, despersonalizándolos.

Siente, desde esa mujer que soy, y lees entre líneas el eco, esa necesidad imperiosa del rescate de la dignidad. Ese créeme, como si tres veces llamaran a tu puerta en señal de socorro. Cuando te diga que los pulmones de una parte de la selva humana, se encharcaron de sangre, impotencia, rechazo, llanto.

Aquella madrugada trajo presagios de sombras, truncaron la tarde y los fusilados durmieron con todos nosotros (nacidos y por nacer) su muerte. Aún no despertaron, siguen deambulando por alguna parte, esperan como sus familiares ser rehabilitados.

Créeme, hubo un suspense en el vientre de las mujeres que se mecían en la selva de los árboles y pinos jóvenes, en la brisa de aquella mañana en la línea de fuego del verdugo. Y que cuando llegó la primera descarga, aquella experpéntica madrugada del 27 de Septiembre «no cayeron osos rusos» sino jóvenes atrapados con redes metálicas en forma de cañones. El silencio roto. Sobre él, la segunda descarga, el crujir de sus cuerpos, el grito de sus familias y amigos buscándoles. Y de nuevo el silencio como puñal de acero. La palabra, la persona, el derecho ya todo muerto, ya todo río. Ya todo huesos…

Veinte minutos, solo veinte minutos, mientras vacían el vaso de sangre.

La nueva descarga surge más enérgica, más contundente; los verdugos empiezan a saciar su sed, la saborean entre risas de desprecio.

Nueva descarga y otras dos más. Los piquetes de la armada y guardia civil dispararon a la orden de ¡fuego! De frente, unos muchachos en torno a los veinte años, esposados, con los ojos abiertos, mirándolos.

No dejaron presenciarlo a nadie, los familiares buscaron los cadáveres (entre bromas y risas por parte de los verdugos). Los encontraron en una caseta de piedra acribillados a balazos en Hoyo de Manzanares donde se efectuaron las ejecuciones. Dos hermanos más fueron fusilados, dispersados. Hasta en la muerte. Fuera de ahí, todo lucha. Un puño de lucha, un mundo en lucha contra un régimen misericordiosamente descompuesto. Después de las ejecuciones, siguieron más asesinatos de ambos sexos.

El 1 de Octubre de 1975: Franco y (el posterior Rey) Juan Carlos presiden la concentración de adhesión al régimen en la Plaza de Oriente, cuatro días después de los fusilamientos del 27 de Septiembre.

Otoño de 1968:

Conversaciones en Madrid entre el gobierno franquista y los financieros de la «Business Association» con vistas a la sucesión de Franco. Dr donde sale preparada la maniobra de restauración monárquica de Juan Carlos «como Rey de España».

Noviembre de 1973:

Huelga de hambre de «Los Sacerdotes Presos» en la cárcel de Zaragoza.

Por todo y más, desde donde tu conciencia lo permita. Pero, créeme, cuando te digo que los policías en un tiempo circulaban en bata por los hospitales a la captura de personal sanitario «peligroso». Que los trabajadores sanitarios caminaban como con clavos bajo sus plantas por los pasillos. Ellos, con libertad absoluta de movimiento.

Piensa que existo (que soy una de esas mujeres que caminan en el desierto como en las montañas), cuando te digo que salían de las comisarías hechos jirones… ¡Hubo sumarios que «acusaron de manifestación»! Un delito alto terrorista por el que te podías pudrir entre celdas, torturas, violación física. Otros fueron acusados de revolucionarios, y los formaron consejo de guerra. Y es que dignidad y fascismo nunca se llevaron bien.

Así fueron llenando las mazmorras, deteniendo a diestro y siniestro. Entreteniéndose al pasatiempo del perfeccionamiento de la tortura y tiro en la nuca. Jugando con hombres y mujeres como tú, como yo, como si de peonzas se trataran. El disfrute a descubrirse como el más sanguinario (era para ellos una aventura estimulante de gran valor humano, que hoy en la democracia poco o nada a cambiado), ejemplo de patriotismo que les permitiría saborear el gusto por el rostro de los demás. Tener mejor puntería y maña represiva abría puertas en palacio. Ellos nunca fueron, han sido, terroristas.

Actores, profesores, médicos de ambos sexos, enfermer@s, además de jóvenes estudiantes y obreros, jornaleros, técnicos y otras capas sociales, cientos de ellos. Fueron sometidos a brutales torturas en la DGS, en las que, junto a la Brigada Política, participaban elementos nocivos llamados guerrilleros de Cristo Rey con libertad absoluta de movimiento.

Apenas unos meses después, de los fusilamientos, se encharcaron de nuevo las calles de sangre obrera. Marzo goteó lágrimas rojas salpicando de nuevo la esperanza que enarbolaban cientos de miles de personas.

Créeme cuando te digo en este justo momento («entre la inocencia de la llegada de los Reyes Magos de Oriente siglo XXI» ?) que quieren despuntar nuevos amaneceres; que Franco resucita cada noche. Que su imagen sangrienta sigue triunfando en las calles de la democracia, casas. A través de emblemas, bustos, y otros alardes. Que su espíritu decrépito, sigue paseando por los pasillos de las instituciones, en ocasiones exhibiéndolo como abanico de descarga temporal, como guía puntual, brújula, camino, signo de alternativas globalizadas de poder con compromisos afines, postrados todos a la diestra del padre y del hijo heredero del trono sangriento de paisan@s. Cientos de zanjas, aún silenciadas, cubriendo La sal de la tierra sus cuerpos ¿Por quién doblan Las campanas…?

Créeme cuando te diga que tuve un hermano, al que no conocí. Que le reventaron haciéndolo tomar como si de agua se tratara, un cóctel de nombre «molotov».

Que sólo tenía 28 años, y desde los 11 trabajaba de sol a sol como bracero.

Me enteré de que había nacido en Tajar, de una bellísima provincia de Andalucía, Granada. Y que era hijo de braceros del campo como él, paisanos. Su nombre era Cipriano.

Ni sus padres, hermanos, abuelos, abogados. Absolutamente nadie tuvo permiso para ver su cadáver.

Enterrado en secreto, en el cementerio de Reus/Barcelona (a cientos de kilómetros de Tajar) donde trabajaba como emigrante en la construcción. Su muerte no se publicó en ningún periódico español.

Días después, Le Monde da la noticia, más tarde, sería otro periódico francés, Liberatión.

El escritor Miguel Buñuel, escribió en 1978 un relato sobre Cipriano, titulado «El Desaparecido» .

A lo que reste de familia, a todas las familias, mi admiración y enamorado recuerdo. Mis condolencias, porque nunca es tarde reconocer, memorar, testimoniar. Sentir con las familiares, compartir con ellos tantas decenas de años aún vigentes.

A Cipriano Martos, lo mataron también un 17 de septiembre.

Pero aquel septiembre estaba llamado a prolongarse por tiempo y espacio y abastecer de por vida el negro oscuro del dolor por nuestros hermanos del pueblo. Pasando a ser un mes emblemático por trágico. Detuvieron a S. Puig Antich… A partir de su detención acerca de un atentado, los militares prepararon un consejo de guerra que le conduciría a Salvador al estrangulamiento por garrote vil, apenas tres meses después de su detención.

Un nuevo joven, uno entre tantos que no voy a poder nombrar en lo que apenas llega a ser un suspiro (un suspirito) de respeto y dignidad hacia ellos, victimas, mártires del fascismo (la guerra que un día oímos hablar a nuestros padres o abuelos, continuaba). Una raíz más arrancada a la familia, al pueblo, con el que se identificaba como tantos muchachos. Lo ejecutaron con 26 años.

Cree en la mujer que soy, cuando te digo, que todos estos muertos nunca me dejaron indiferente. Que aún me acompañan en cada paso, golpe de voz, acto de amor. Que me duele esa sangre vertida tanto como me duele la apatía.

Es harto difícil olvidar la imagen de las miles de charcas de sangre y cunetas atestadas de cadáveres sin calor de nadie…

Ver, sentir, a sus familiares buscarles sin consuelo…

¡Exijamos su rehabilitación! La rehabilitación de miles y miles de muertos, desaparecidos. Abramos sentencia pública, seamos portavoces de sus venas abiertas sobre la tierra.

El golpísmo que encarnó un estilo propio militar-franquista, sigue siendo el eje del mal. Su origen tiene nombre, fascismo.

4 de Noviembre, 1950:

Por iniciativa y bajo las presiones de los Estados Unidos, la ONU Anula sus resoluciones contra la dictadura franquista.

Créeme, cuando aseguro sentir más delincuencia expansiva desde los imperios de los poderes fácticos, que compañer@s por los senderos luminosos de la razón y la conciencia. No olvidemos que ésta nunca sobra en ninguna coyuntura. Que en otro tiempo no lejano, hervía sin desmayo noche y día por las calles y plazas, luchando como forma de vida, siempre en alguna parte, golpeando ese eje del mal, patrón de tantas calamidades.

Un combate abierto por la existencia del ser, por la vida que laurea las frentes. Con sus cantos, danza, literatura, alegría; formando una coreografía de dignidad urgente para con la lucha de los pueblos de nuestra gente que querían crecer, hacerse gigantes. Era la razón del ser por el derecho a ello, impulsando su hueco en la historia. El derecho de la dignidad castrada que afloraba como termómetro ecológico. Bajo los rayos ardientes del sol nacían mujeres y hombres. La dignidad en luz, muralla su resistencia ¡Abramos la muralla, expandamos la muralla!

¿Dónde está esa fuente inagotable ese impulso entre lucha y alegría que dignificaba la frente como gente?

Si la razón es un bien preciado, si la verdad es conciencia.

¿Cómo puede haber vida sin dignidad?

Y si en la vida no puede haber nada sin dignidad:

¿Por qué tanta célula muerta, tanto ciego que ve, tanto mudo que puede hablar?

Lo fácil que es aprender a mugir en cuanto se renuncia a pensar…

Maité Campillo es actriz.

Rebelión ha publicado este artículo con permiso de la autora, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.