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Tercera parte de la introducción del libro Pedagogía Antifascista (Octaedro, 2025), con prólogo de César Rendueles y Jaume Carbonell

Neofascismo y redes sociales

fake news manipulación periodística
Fuentes: Mundo Obrero [Imagen: El propietario del periódico de fin de siglo, posiblemente el periodista/empresario objeto de esta sátira fuese Joseph Pulitzer, manipulador y creador de noticias falsas (en la esquina superior derecha se ve a uno de sus periodistas con un periódico en el que se puede leer 'fake news') y sensacionalistas. Créditos: Frederick Burr Opper (1894), para Keppler & Schwarzmann, conservada en la División de Grabados y Fotografías de la Biblioteca del Congreso de Washington]

El actual neofascismo utiliza y actualiza la doctrina del ministro nazi de propaganda Goebbels[1] al contexto contemporáneo. En el momento actual a través de las redes sociales como medio de difusión de sus mensajes, utilizando un lenguaje y un estilo populista, con un discurso sustentado en el odio de clase, de etnia y de sexo, mediante mantras y eslóganes simples, directos y fáciles de entender y conectar por su alto contenido emocional.

Las redes sociales, que nacieron como el máximo exponente de la libertad de expresión, se han convertido de esta forma en una jungla donde el extremismo del neofascismo campa a sus anchas, alentado además por sus propietarios, grandes empresarios milmillonarios que han eliminado cualquier tipo de moderación, y el discurso de odio, las narrativas extremistas, las teorías de la conspiración y los perfiles falsos campan a sus anchas sin ningún tipo de control (Forti, 2024). Las redes también le sirven para no depender de los medios de comunicación tradicionales de cara a llegar a sus seguidores y simpatizantes, e interactuar directamente con ellos, sin cortapisas ni censuras, excepto alguna tibia actuación de los administradores de esas redes que, hasta ahora, han consentido casi todo en la difusión de ese discurso de odio e incluso ha sido alentado en algunas redes. No olvidemos que en las redes sociales no hay ningún tipo de control democrático más allá de lo que hace y deshace a su antojo su propietario, puesto que nos han arrebatado el control democrático de la soberanía digital.

Su éxito, más allá de las redes sociales, se debe a que mantienen una estrategia de comunicación férrea, que se centra en lo que ellos denominan la “batalla cultural”, que les proporciona notoriedad e incrementa su audiencia. A través de ellas, por supuesto, extienden esta “batalla cultural” por la hegemonía ideológica, marcando la agenda mediática y política, y adoptando para ello tácticas de provocación constante a través de la propaganda de bulos y fake news que se convierten en virales en las redes sociales, acompañadas todas ellas de eslóganes, simbologías y consignas llamativas y pegadizas.

Los mensajes que difunden se caracterizan por la simplificación, la emocionalidad sin matices ni argumentos y el empleo de un lenguaje provocador, directo y claro, con expresiones beligerantes y de llamada a la acción, que se vuelven virulentas para descalificar y ridiculizar a sus adversarios políticos: terroristas, bilduetarras, bolivarianos, castrochavistas, ilegítimos, okupas, etc.

Expresiones y formas de ataque que son introducidas progresivamente en las instituciones públicas y que van siendo asumidas y utilizadas también por la derecha conservadora, que las replica, y que acaban siendo normalizadas en buena medida por quienes ostentan el arbitraje de las propias instituciones: insultos como «traidor», «corrupto», «sudaca», «tucumano» a «tonto» dirigidos en el parlamento a un diputado, términos como “mafia” aplicados al gobierno, acusaciones de “libertadora de violadores” dirigidos a la entonces ministra de igualdad, etc.

Destaca especialmente su enfoque dirigido a usuarios jóvenes, a través de redes como Youtube, Instagram o TikTok, en las que adapta sus recursos estilísticos para fidelizar a sus simpatizantes y donde los líderes demuestran su carisma. Así como el frecuente y cada vez más abundante uso de desinformación, fake news y directamente mentiras. Con ello pretenden polarizar a la opinión pública, atraer a los jóvenes con su radicalidad y emocionalidad y obtener una amplia visibilidad: de ahí su estrategia de constante utilización de ofensas, amenazas, insultos, un lenguaje peyorativo, afirmaciones guerracivilistas y tergiversaciones de la verdad. El neofascismo se ha asentado así con una ideología de escaso contenido teórico, pero monolítico, y una asombrosa penetración y comprensión de las redes sociales.


«Su neolenguaje está consiguiendo resignificar términos y conceptos tradicionales vinculados a la izquierda en el debate público, como el de libertad, que pasa de la capacidad de construir un proyecto que satisfaga las necesidades del ser humano a definirse como la libre elección de un individuo frente a la autoridad gubernamental


A todo lo anterior se añade otra característica, ligada a la difusión de sus mensajes: es el “neolenguaje” que utiliza, al estilo orwelliano[2]. Está consiguiendo resignificar muchos de los términos y conceptos tradicionales vinculados a la izquierda en el debate público. Por ejemplo, el concepto de libertad, que ha pasado en el imaginario colectivo de ser un concepto construido por aquellas sociedades que desean alcanzar una convivencia plena y constructiva para el beneficio de todas las personas que las componen, como se contempla en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, a ser la “libertad de comprar donde quieras y cuando quieras” o «la defensa de la tauromaquia es hoy más que nunca la defensa de la libertad», frases popularizadas por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Ayuso, un icono de la extrema derecha. En 2021, su programa electoral sólo contenía esa palabra: libertad. Una libertad que gira en torno a ella y a su conveniencia. Y quien no lo entienda es un enemigo de esa libertad. Se trata de crear un mundo a su medida, a la medida de sus intereses. Frente a la libertad en positivo, la capacidad de construir un proyecto que satisfaga las necesidades del ser humano, defiende la libertad en negativo, es decir, el impedir cualquier obstáculo a la libre elección de un individuo por parte de cualquier agente gubernamental, como proclama Milei, otro icono de la extrema derecha con su eslogan y frase de campaña “¡Viva la libertad, carajo!”. Y han vendido el relato de tal forma que sus oponentes han acabado comprando en buena medida el marco de su discurso y debaten con estos “personajes” en torno a su marco mental e ideológico y a expensas de su agenda política.


Notas

[1] Los 11 principios de la propaganda nazi, creados por Goebbels, parecen reactualizarse en las estrategias actuales de difusión del neofascismo: 1.- Principio de simplificación y del enemigo único: Individualizar al adversario en un único enemigo. 2.- Principio del método de contagio: Reunir varios adversarios en una sola categoría o individuo. 3.- Principio de la transposición: Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. «Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan». 4.- Principio de la exageración y desfiguración: Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave. 5.- Principio de la vulgarización: “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño debe ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su escasa comprensión; además tienen gran facilidad para olvidar”. 6.- Principio de orquestación: “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”. De ahí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repita suficientemente, acaba por convertirse en verdad”. 7.- Principio de renovación: Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda al público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca deben poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones. 8.- Principio de la verosimilitud: Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados “globos sondas” o de informaciones fragmentarias. 9.- Principio de la silenciación: Acallar sobre las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines. 10.- Principio de la transfusión: Por regla general la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas. 11.- Principio de la unanimidad: Llegar a convencer a mucha gente de que se piensa “como todo el mundo”, creando impresión de unanimidad.

[2] El concepto de neolengua apareció con la novela 1984 de George Orwell.

Enrique Javier Díez Gutiérrez es catedrático de la Universidad de León y autor de Pedagogía Antifascista (Octaedro, 2022) y Guerra cognitiva y cultural. Claves para combatir el auge del neofascismo (La Vorágine, 2025).

Fuente: https://mundoobrero.es/2025/08/17/neofascismo-y-redes-sociales/

Artículo relacionado (segunda parte de este artículo):  https://rebelion.org/caracteristicas-del-neofascismo/

Artículo relacionado (primera parte de este artículo): https://rebelion.org/el-auge-del-neofascismo-a-nivel-mundial/