El genial escritor francés Albert Camus, en su conocida novela La peste, nos enseñó a comprender la miseria y grandeza de nuestra especie humana.
Noveló la trágica situación de la ciudad argelina de Orán, devastada por una epidemia, frente a los valores de una civilización burguesa en la que el ser humano no es dueño de su propia existencia ni tiene control alguno sobre el curso de los terribles acontecimientos que se sucedían en aquella soleada ciudad, sitiada por la epidemia.
La emergencia sanitaria que nos aflige no se circunscribe a un lugar aislado por una plaga de peste, sino a un espacio global en el que una ola demoledora de coronavirus ha recorrido el planeta como un sunami, segando vidas y haciendas.
En esta situación concreta, lo que más está llamando mi atención es la niebla que se ha abatido sobre nuestras vidas y las instituciones que nos gobiernan, una niebla espesa y persistente que está desdibujando la realidad hasta hacerla irreconocible.
Perdido, pues, con rumbo incierto en el proceloso mar de la política, el certero artículo Parásitos, del que es autora la doctora Ángeles Maestro, me ha hecho comprender el origen de tanto horror:
El horror que se esconde tras los muros de las residencias de ancianos.
El horror de una sanidad pública esquilmada por la voracidad del capital privado.
El horror que se percibe a través de las mamparas improvisadas de los hospitales de campaña.
El horror de los sanitarios, enfermando por falta de recursos imprescindibles.
El horror de los médicos, traumatizados por la grave decisión de tener que decidir a quien salvar, ensordecidos por los gritos de los enfermos agonizantes, muchos de ellos desesperados en la tremenda soledad de pasillos atestados.
El horror de tantas penurias ocultas en muchos hogares de los barrios obreros.
El horror de las largas colas de asistencia social, que empiezan a proliferar por doquier en nuestras ciudades.
El horror de los migrantes desprotegidos, abandonados a su suerte.
El horror del hambre que se cierne sobre las jornaleras y jornaleros del campo andaluz, eternamente pendientes de una reforma agraria que nunca llegó.
Por todo ello sugiero a la amable lectora o lector preste su atención a Referencias, en la que incluyo el citado artículo, además de un valeroso alegato de la escritora y periodista Enriqueta de la Cruz y una esclarecedora entrevista que el veterano periodista Ángel Pasero ha realizado al ex diputado de izquierda Diego Cañamero, jornalero luchador del campo andaluz.
A fin de cuentas, los problemas tratados tienen un único origen: el horror de un capitalismo inhumano y depredador que amenaza la supervivencia de nuestra especie.
Referencias:
Parásitos, por Ángeles Maestro.
La pandemia como excusa e instrumento pro docilidad, por Enriqueta de la Cruz
Ángel Pasero habla con Diego Cañamero, exdiputado de UP
Manuel Ruiz Robles es Capitán de Navío