«Actualmente me interesa el trabajo de pintores como el canadiense Rob Gonsalves, los artistas chinos Han Wu, Yuqi Wang, el estadounidense William Withaker, el realista japonés Atushusi Suwa, el veronés radicado en Nueva York Nicola Verlato, o el imaginativo Vladimir Kush (de origen moscovita e hijo tanto del mejor hacer de las instituciones soviéticas de educación artística como de las influencias culturales del sistema-mundo) o la impresionante obra del valenciano Joan Castejón por citar solamente a algunos de ellos».
Jon Juanma, licenciado en Bellas Artes, es un artista plástico creador del Sociorreproduccionismo Prepictórico. Es, además, analista político y cultural, teórico del socialismo democrático e investigador en la Universidad de Alicante.
Una parte de su obra artística puede verse en http://jon-juanma.artelista.
Nos habíamos quedado en las experiencias políticas que usted tomaba como base para su concepción del socialismo democrático.
El Socialismo Democrático hace suya la experiencia política de La Comuna de París, alabada por Marx, Engels y el propio Lenin, y las lleva al siglo XXI de la mano de su tecnología, la cual permite efectivamente, como nunca antes, a cualquier nivel y en cualquier momento, la revocabilidad de cualquier cargo de la administración. El Socialismo Democrático aspiraría paulatinamente a que todos los cargos públicos fueran de elección popular, siéndolo desde un primer momento los directivos de más importancia (Director del Banco Central, Jefe del Ejército, Ministro de Interior, Consejo Superior de Justicia, Director de la Policía, etc). A la par, hace suyas las reivindicaciones de los clásicos padres del marxismo de que el salario más alto no sea superior al de un trabajador cualificado. Y si durante la revolución socialista se hace necesario el empleo de trabajadores de ideología burguesa, por no tener suficientes trabajadores socialistas para un determinado puesto de importancia vital para el funcionamiento de la sociedad, esto se explicará al pueblo, que mediante votación dictará cuál será ese salario máximo con el que se retribuirán los especialistas con el fin de no pagar más de lo estrictamente necesario. Esto, mientras se generan futuros especialistas de ética socialista en el propio sistema educativo.
En mi trabajo utópico-prospectivo de «El fin de las élites», esbozo el funcionamiento de tal Socialismo Democrático al igual que en mi investigación «Nepal: Crisis permanente en la cima del mundo», ambos publicados libremente en diversos medios de Internet, entre ellos «Rebelión». Por ponerle un ejemplo ilustrativo, el Socialismo Democrático implicaría un futuro de propiedad colectiva de todos los medios de producción. Allí donde se eliminara la figura socioeconómica del capitalista, y todos fueran funcionarios o servidores civiles como se dice en inglés («civil servants»), entonces ya no quedaría el antagonismo entre capital y trabajo, pero sí entre trabajador productor y trabajador usuario, cuestión muchas veces olvidada por los marxistas. En este sentido, los trabajadores usuarios de cualquier servicio publico acreditados tendrían derecho a elegir y revocar a cualquier funcionario del mismo servicio. Imagine hospitales, bibliotecas, colegios, policía, etc.
De este modo usted, como ciudadano y usuario de los servicios públicos, sería dueño de facto de los mismos y no sufrido usuario de ningún funcionario elegido a dedo por el «líder» de turno. La democracia estaría integrada paritariamente por una mezcla de trabajadores productores y trabajadores usuarios junto a un porcentaje en representación del Estado, para establecer políticas de ordenamiento micro, sobre la orquestación macro de la sociedad. El porcentaje relativo al Estado tendería a minimizarse según la ética socialista fuera calando entre la población, y por tanto, se pasaran a estadios más avanzados del Socialismo donde la coerción fuera crecientemente innecesaria para el desenvolvimiento armónico de la sociedad. Aunque sin duda un cuerpo de gestores de trabajadores públicos de nivel macro siempre existiría para armonizar las políticas que los trabajadores implementaran a niveles más micro, como la fábrica o el hospital. Sería un método de degradación paulatina del Estado al que se refería Lenin en su obra «El Estado y la Revolución», pero que nunca llegó a formularse ordenadamente, sino que el revolucionario ruso más bien lo dejó desde un plano laxo operacional, centrándose, en cambio, en su aspecto sociológico-filosófico.
El Socialismo Democrático es una mezcla de los elementos más avanzados de la historia del movimiento obrero marxista…
¿Y cuáles son esos elementos avanzados?
Desde la socialdemocracia del siglo XIX, pasando por el leninismo, el maoísmo e incluso ciertas teorizaciones del eurocomunismo. Y señalo «teorizaciones» y no prácticas, porque el eurocomunismo, en los hechos, nunca dejó de ser una ridícula sombra vagamente izquierdista de un reformismo vendido a las directrices nacional-capitalistas y desarrollistas del grupo de poder dominante de cada Estado.
El Socialismo Democrático además une su base marxista con lo mejor de la tradición histórica socialista/comunitarista de cualquier parte del mundo, a la par que lo mejor del liberalismo político en sus expresiones más avanzadas y válidas como la presunción de inocencia, la libertad de prensa (real, no la libertad de manipulación que tenemos instalada), la libertad política y religiosa y su lucha contra cualquier despotismo, entre otras.
No tendrá entonces buena opinión de la idea del Partido como vanguardia de la revolución.
No. En este mismo sentido, destacamos que, pese a respetar opciones históricas concretas, la idea del Partido Único como vanguardia del proceso de construcción socialista nos parece absolutamente caduca. Al menos como dogma u obligación. Otra cosa es que cada quien se meta en el partido u organización que crea es la vanguardia. No estoy en contra del concepto de vanguardia, porque me parece válido. El problema es decretar «quién es la vanguardia». Entonces creo mejor una competición entre «vanguardias» que no que unas supuestas vanguardias eliminen desde el poder, con la coerción, a las demás. La garantía de la mejor vanguardia es la sana competencia entre ellas en caso de que sus componentes consideren que no deben estar en la misma organización revolucionaria.
A veces los revolucionarios nos podemos equivocar de organización y pasar a otras. En mi opinión actualmente, por ejemplo en España, hay muchos buenos revolucionarios, miembros de vanguardia por tanto, diseminados por diferentes organizaciones. Creo en la confluencia de vanguardias «amigas», en enfatizar lo que nos une desde el anticapitalismo y sumar más para conseguir los objetivos de construcción socialista frente a nuestros enemigos antagónicos. Parafraseando a Mao diré que pueden existir contradicciones entre la vanguardia, eso siempre existirá, lo importante es que no haya antagonismos. Hay antagonismos (estructurales, que no tiene porqué ser individuales ni personales) entre un capitalista y un trabajador, entre un partido capitalista y un partido obrero, pero es una locura pensar que hay antagonismos entre partidos revolucionarios que quieren acabar con el capitalismo y montar una sociedad socialista. No debemos temer a la diversidad siempre que el objetivo de la supresión de la contradicción entre capital y trabajo sea claro. El debate siempre existirá porque somos seres diversos y más que lo seremos fuera del capitalismo.
Creemos que es posible la pluralidad política dentro de la hegemonía socialista. Pensamos que las experiencias históricas del Partido Único, el sedentarismo en la práctica del debate y la criminalización del disenso, fomentaron las camarillas, la política tras las bambalinas, las traiciones, los asesinatos y las nuevas Inquisiciones Marxistas-Leninistas que tantos padecieron y aún algunos todavía padecen en la actualidad, por ejemplo, en Corea del Norte. En este país, con la instauración de una inédita República Monárquica de Economía Planificada de facto, en base a la ideología oficialista del juche que lleva al extremo las contradicciones del «socialismo en un sólo país» con una exaltación ultranacionalista acientífica desquiciante, se ha producido una lamentable propaganda para los comunistas honestos de cualquier parte del mundo que ven caricaturizados y rechazados sus objetivos al compararlos con el «ejemplo» norcoreano.
Nosotros, desde el Socialismo Democrático, confiamos en las herramientas marxistas de análisis lo suficiente para que, una vez garantizadas materialmente la igualdad de condiciones de debate y participación (después de la expropiación de la burguesía en la revolución), nuestras ideas triunfen y el debate sólo haga enriquecerlas. Admitimos que no existe democracia en nuestras sociedades capitalistas, sino como mucho espacios democráticos minoritarios en un mar de autoritarismo y dictadura no sólo económica. De este modo, nuestro proyecto es garantizar una democracia real donde cada individuo sea parte de la ciudadanía dueña de su destino, donde los productores construyan día a día, con las instituciones a favor funcionando como herramientas y no losas, un proyecto de emancipación humana que nos haga salir de una vez de la Prehistoria ética y social en la que estamos atrapados.
Finalizando..
El Socialismo Democrático es un movimiento pacífico activo que rechaza la violencia como medio para la consecución de sus fines. No creemos en la máxima implícita de tipo maquiavélica o sun tzuniana de que «el fin justifica los medios» porque sabemos que los medios cambian a los sujetos y a los fines de un modo dialéctico. Nadie puede pretender hacer algo que va contra sus ideales centrales y pensar que nada cambiará en su mente, en su futuro accionar y en la consecución de los objetivos socialistas marcados. Aunque dicho esto, el SD, como por otra parte cualquier persona que piense racionalmente, no descarta el derecho a la legitima defensa de los individuos y no vamos a condenar a nadie por el derecho a sobrevivir sin entender previamente los contextos donde se producen conflictos armados y/o violencia más o menos generalizada. No vamos a condenar a nadie porque en plena guerra o en situación de ataque letal coja un fusil para defenderse, pero haremos todo lo posible porque los dos bandos dejen el fusil y desde luego creemos profundamente que nuestro camino no es ese. El Socialismo se construye desde la pedagogía, la resistencia, a desobediencia civil, la acción política y sin lugar a dudas con el ejemplo de todos y cada uno de los que se digan «socialistas» o «comunistas» (ambos están dentro del SD) en su propia vida, en su día a día. Porque la violencia en la práctica, obviando todo juicio moral, es «pan para hoy y hambre para mañana» como estrategia política. Tenemos claro que no vamos a convencer a nadie que se haga socialista apuntándole con una pistola o matando a su familia, más bien al contrario, lo perderemos a él (y a sus huérfanos) irremisiblemente para la causa. En este sentido, abogamos por la finalización dialogada de todos los conflictos armados del mundo, en que verdaderamente ambas partes estén a favor de llegar a un acuerdo de mínimos, por los cuales se garantice una base democrática desde la que expresar cualquier proyecto político teniendo garantizados los derechos humanos, y en primer lugar, el derecho a la vida.
¿Tiene algunos referentes esenciales en el mundo artístico del que usted forma parte activamente?
Pues tengo muchos como es evidente, supongo que usted se referirá a referentes artísticos plásticos, aunque la amplitud de su pregunta me permite aprovechar y decirle que mi inspiración proviene con igual intensidad de autores de todas las disciplinas artísticas, no sólo de la Pintura, sino también la Escultura, la Música, el Cine, el Teatro, la Literatura en general, etc…
De todos los movimientos y autores plásticos intento extraer los aspectos más humanistas e inspiradores para mi obra, a la par que enfatizar los elementos que pienso que debido a mis limitadas cualidades puedo aprovechar más. Me siento influido por la obra de clásicos como El Bosco, Caravaggio, Jacques-Louis David, Delacroix, Paul de la Roche, Alma-Tadema, Gustave Courbet, Ramón Casas, Salvador Dalí, Josep Renau, Diego Rivera, Siqueiros, Renato Guttuso, M.C Scher, Norman Rockwell y una largo etcétera, aunque también de dibujantes de cómics, grafistas de videojuegos y animadores de filmes de dibujos animados. O sea, soy hijo de mi tiempo al igual que deudor de una venerable tradición artística de raigambre figurativa, de la que me siento enormemente honrado de pertenecer y al mismo tiempo, enormemente avergonzado. Avergonzado hasta que llegue (si llego) a poder compararme con la calidad de tales maestros de las Bellas Artes universales. También me siento influenciado por cierta estética futurista y cubista, del mismo modo que del arte clásico de diversas tradiciones escultóricas como la inca, la india y el dibujo a tinta oriental. Actualmente me interesa el trabajo de pintores como el canadiense Rob Gonsalves, los artistas chinos Han Wu, Yuqi Wang, el estadounidense William Withaker, el realista japonés Atushusi Suwa, el veronés radicado en Nueva York Nicola Verlato, o el imaginativo Vladimir Kush (de origen moscovita e hijo tanto del mejor hacer de las instituciones soviéticas de educación artística, como de las influencias culturales del sistema-mundo) o la impresionante obra del valenciano Joan Castejón, que tuve la suerte de conocer personalmente en la Facultad de Bellas Artes, por citar solamente a algunos de ellos. Intento beber, en definitiva, de distintas fuentes, ampliando mi acervo icónico para pasarlo por la batidora de mi imaginación y parirlo con toda la fuerza expresiva de la que soy capaz en cada momento de mi vida.
Cambio de tercio, me centro ahora en su artículo. ¿Qué se entiende por «enfoque metodológico de análisis del sistema mundial o sistemas-mundos»? ¿Dónde radica su interés y novedad?
A grandes rasgos es una aproximación metodológica que se utiliza cada vez más en Historia, Geopolítica, Economía y Relaciones Internacionales, que analiza el mundo como un todo en relaciones constantes con cada una de sus partes dentro del sistema capitalista global. Este enfoque entiende que el planeta está viviendo en una época histórica donde la economía se ha hecho universal, donde el sistema capitalista es el hegemónico, y la economía es una «economía-mundo», después de haber absorbido los sistemas económicos previos que llegaron a convivir en otras épocas donde ya existía el capitalismo. Como fue el caso de los siglos XV al XIX donde este sistema era coetáneo con otros productivos previos (feudalismo, esclavismo, etc) de otros «mundos» dentro del Planeta Tierra, hasta que acabó absorbiéndolos en la lógica reproductiva del capital a finales del siglo XIX, con la posterior entrada del imperialismo capitalista. Esos antiguos sistemas conformaban «mundos» aparte (sistemas-mundo o mini-sistemas) del sistema capitalista naciente. Con «mundos» me refiero a zonas geográficas más o menos grandes con distintos pueblos que compartían una lógica económica similar y autosuficiente. Actualmente, todo el orbe se halla imbuido en la dinámica hegemónica del capitalismo internacional o mejor dicho, interestatal.
La principal fuente de interés del enfoque del sistema-mundo radica en una versión macro de la realidad en la que, como decía Galeano, las regiones enteras con decenas de países, tipo Latinoamérica o cualquier otra, sólo son «comarcas del mundo», partes interdependientes en la división internacional del trabajo capitalista. Esto hace que el tan extendido enfoque de análisis dependiente de los Estados o las regiones histórico-económicas quede superado por insuficiente para entender los acontecimientos globales actuales, incluso si parecen localistas. Este enfoque es radical y revolucionario porque se adapta a la realidad, porque la mira de frente sin mistificaciones nacionalistas y observa las realidades socioeconómicas y políticas teniendo en cuenta todo ello.
Un ejemplo.
Aquí lo tiene. En Nepal hubo una guerra civil reciente que duró 10 años entre el ejército maoísta y el ejército monárquico (1996/2006). Ni la guerra ni los posteriores acuerdos de paz se entenderían analizando sólo a los actores nacionales, esta visión nos llevaría a no entender nada. Otra más amplia, del tipo regional, a lo Vidal de la Blanche y seguidores, sería una perspectiva de tipo reformista: admitiría a China y a la India como actores implicados en ese conflicto como países fronterizos. Lo cual significaría un avance importante, pero insuficiente. Y ésta es la corriente mayoritaria del análisis actual, sobre todo, del centro-izquierda político, pero no exclusivamente. En cambio, si utilizamos el enfoque del sistema-mundo y la dialéctica entre lo global y lo local que éste nos proporciona para comprender los sucesos entre los actores implicados, si no ponemos cotas artificiales al escenario, no tendremos problemas para descubrir la importancia de un estado tan alejado geográficamente como los Estados Unidos. Cuando pese a ganar unas elecciones limpias reconocidas por la ONU en 2008, los maoístas siguieron estando entre las organizaciones terroristas mundiales del Departamento de Estado de los EUA, aquí es donde empezamos a ver señales de lo que realmente sucede. EUA es el tercer importador de Nepal, seguido de Alemania, pese a estar muy alejados del volumen de negocio de los primeros exportadores: China e India. Las élites de los países occidentales tienen intereses en tanto en cuanto Nepal siga siendo un quebradero de cabeza para ambos competidores orientales («divide y vencerás»). Otros ejemplos serían las interminables guerras de África donde los servicios secretos y los bancos occidentales (y no exclusivamente) operan apoyando a fracciones rivales para que, una vez en el poder, les den un trato preferente en la venta de codiciadas materias primas.
Los historiadores y los analistas financieros andan más adelantados en la utilización de este enfoque, que muchos comentaristas políticos actuales subsumidos por el concepto de «Estado-nación». Es un caso paradigmático el de la comprensión de la Guerra Civil Española (1936/1939) y la posguerra. Para entender lo que pasó aquí, es necesario no solamente hablar del papel de nuestros vecinos geográficos como Portugal, Francia o Italia, sino también del Reino Unido de Churchill, los Estados Unidos de Roosevelt, la Unión Soviética de Stalin o posteriormente, el México de Lázaro Cárdenas, entre otros.
Y permítame ponerle otro ejemplo, más de «estar por casa».
Estoy impaciente.
En mi ciudad natal, Orihuela…
Oriolano, como Miguel Hernández, no lo sabía.
Si, por supuesto, de «tu pueblo y el mío» (risas).
Está muy bien ese recuerdo. Yo también tengo metido en mi cabeza el verso y el poema.
En Orihuela, decía, hay un centro comercial llamado «Ociopía» que está siendo considerablemente afectado por la crisis económica. Lo que ha hecho que muchos establecimientos tuvieran que cerrar ante la negativa de los dueños del centro comercial de bajar el precio de los alquileres de los locales. Esto pudiera parecer un sinsentido con una visión localista mistificada de la realidad, ya que podríamos pensar que pierde más el propietario si se va el inquilino y lo tiene cerrado (como así ocurre), que si le baja un poco el alquiler y sigue cobrando. Pero en el sistema-mundo capitalista donde estamos en su fase ultraliberal actual, esto no es ningún sinsentido, debido a que sus propietarios están a miles de kilómetros de Orihuela, en concreto en los Países Bajos, ya que el centro fue comprado en 2007 por ING Real State, la inmobiliaria del grupo ING. Pero es que a su vez, la empresa gestora del centro no es ING sino «ECE Projektmanagement» de capital alemán (filial a su vez del conglomerado Otto Group), que cotiza en bolsa, con muchos negocios en Europa del Este. Así pues, los chicos de ECE e ING no pueden / quieren bajar los alquileres ya que si sus dueños desearan vender el centro a otros capitalistas financieros internacionales tendrían que colocarle el precio en base a los últimos alquileres cobrados. Por tanto, tenemos una dictadura de lo global, personificada en los capitalistas holandeses y alemanes (podrían ser de otro lugar también), que permite, contra toda lógica local y «nacional», que se pierdan puestos de trabajos y vayan familias enteras a la mendicidad. Por supuesto, una vez que, para entender todo en el contexto, el gobierno central del PSOE plegado a esos dictados de las instituciones capitalistas globales (FMI, BM, OCDE, UE, EUA, etc) vaya quitando toda ayuda a esas empobrecidas familias de clase obrera. Por tanto, tenemos tragedias locales con origen interestatal, mistificadas bajo el nombre de «mercados», «naciones», «competitividad» y demás jerga de las clases dirigentes.
Más sencillo todavía: animo a los lectores a que miren alrededor de su casa y vean dónde están hechos los productos que usan cotidianamente, el «made in …». ¿Cuántos hay de «su» país?
El enfoque del sistema-mundo es, en definitiva, una necesidad perentoria para poder entender la realidad actual, alejado de las narraciones místicas propias de los pretendidos Estados-nación. Nos permite aterrizar en la realidad y ubicarnos en un mapa de donde nos encontramos realmente. Un plano para la acción emancipadora.
En esta concepción del sistema-mundo, ¿ningún país quedaría fuera de ese sistema único? ¿Tampoco países como Cuba, Venezuela, Bolivia o Vietnam por ejemplo?
Le pondré el caso de Cuba al que hace referencia y le contestaré con una frase del propio Fidel Castro recogida en la serie de entrevistas que tuvo con el cineasta estadounidense Oliver Stone, plasmadas en su filme «Loocking for Fidel» cuando el revolucionario cubano todavía era Presidente de la República. Fidel dijo: «Cuba no está en otro planeta».
Prueba de ello es el embargo. Como decía el defenestrado Pérez-Roque en otro documental, cuando, por ejemplo, una compañía estadounidense se hizo con la mejor empresa de anestésicos para niños (hasta entonces de capital finlandés) a la que le compraba Cuba, se vio en la obligación de adquirir otros de peor calidad, ya que los nuevos accionistas estadounidenses se negaron a seguir vendiendo a Cuba, acatando la ley de su gobierno.
Pero realmente esto no es algo nuevo del sistema-mundo, ni un remake de la revolución permanente trotskista. El enfoque del sistema mundial o sistema-mundo capitalista hunde sus raíces en los textos del propio Marx, ejemplo de ello fue el «Manifiesto Comunista» que escribió con tan sólo 30 años. En él, publicado en 1848, Marx y Engels ya aluden constantemente al término de «mercado mundial», que además ya estaba en Adam Smith, pero sin duda en los inseparables amigos revolucionarios adquiere una importancia clave.
Incluso un país tan autárquico como Corea del Norte y autodenominado «socialista» por sus ultranacionalistas y sectarios dirigentes (un lugar donde se llega al extremo en el cual al salir del país la policía tiene derecho a verte/eliminarte una a una las fotos de tu cámara digital por si enfocaste algún lugar «prohibido» o impedirte hacer preguntas políticas a los civiles), necesita de inversiones capitalistas extranjeras. Para ello tiene su propia empresa estatal que recauda inversión de capital foráneo (algunas como inversiones directas). Incluso su gobierno «comunista» tiene la desfachatez, en su propia página web en inglés, de alardear de tener «los costes laborales más bajos de toda Asia» para así atraer a los inversores capitalistas. Incluso el reciente ex presidente de Corea del Sur, Roh Moo-Hyun, animó a «sus empresarios» a invertir en el país vecino, ya sabe, su «archienemigo». El caso de Corea del Norte es la falsedad idealista máxima del «socialismo en un solo país», lo que tiene su reverso materialista en la pesadilla de la dictadura ultraestalinista «realmente existente».
Por tanto, en su opinión, no hay nadie que se escape de esta economía-mundo.
Desde luego que no. Otra cosa muy distinta es que no se pueda aspirar a espacios de mayor independencia o elegir aliados más favorables, con acuerdos fundados en otros valores. Si se hace desde una perspectiva de construcción socialista, es bueno y deseable. Me refiero, por ejemplo, a proyectos como el Banco del Sur en América Latina o el ALBA que generan otras sinergias diferentes a los tratados típicos de libre comercio entre potencias del mal llamado «Norte» y países dependientes del mal llamado «Sur». Las cuales, tienen por objeto prolongar el status quo existente, soliendo ir en contra de los intereses de los productores de ambas «latitudes». Estas iniciativas no son íntegramente socialistas, pero pueden (subrayo el «pueden»), si se hacen bien, de modo transparente, generar nuevo oxígeno para la construcción socialista.
Por tanto, ningún país, ningún Estado, quedaría fuera de este sistema, pero sí habría Estados con mayores o menores espacios políticos de tendencia socialista.
Ocurre lo mismo que al hablar de países democráticos: ninguno lo es en realidad, en el sentido de que no es el pueblo el que decide su propio gobierno. Me refiero a las leyes electorales que desproporcionan el voto popular (sistema de Hondt, de Saint-League, inglés, estadounidense, etc) , a la delegación que significa dar un cheque en blanco cada cuatro años para que «tus representantes» hagan lo que quieran sin consultarte (aumento de la edad de jubilación, privatización del patrimonio público, etc). Pero sin duda, sí los hay con mayores espacios democráticos que otros que no tienen prácticamente ninguno. Por ejemplo, no es lo mismo una república que una monarquía evidentemente, ni es lo mismo el sistema electoral de Hondt que el de Saint-League o el voto directo que se está discutiendo para la nueva constitución islandesa (lo que sería verdaderamente democrático desde el punto de vista del derecho legal de cada ciudadano, la democracia formal que ni siquiera tenemos).
Hasta que la hegemonía mundial no sea socialista, no podremos hablar de países socialistas, del mismo modo que hasta que no haya una hegemonía mundial democrática, no podremos hablar de países democráticos. Y en mi opinión, actualmente, por si queda alguna duda, estamos igual de lejos de ambos objetivos. Lo cual no quiere decir que haya que quedarse de brazos cruzados, sino al contrario. En este momento histórico, con los adelantos que tenemos, la Democracia y el Socialismo son más exigibles que nunca, a la par que necesarios.
Le quiero recordar unas palabras de Wallerstein que cita en su artículo. Déjame empezar con ellas nuestra próxima sesión.
Con Wallerstein: ¡perfecto!
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.