Soledad Monzón Ruiz es una de las madres que buscan la verdad sobre el fallecimiento de su hijo. La Asociación Nacional de Afectados por Adopciones Irregulares (ANADIR) calcula que entre 1960 y 1990 unos 300.000 niños fueron robados en España. «Los niños se vendían por el precio de un piso», esgrime. «Le podría haber tocado […]
Soledad Monzón Ruiz es una de las madres que buscan la verdad sobre el fallecimiento de su hijo. La Asociación Nacional de Afectados por Adopciones Irregulares (ANADIR) calcula que entre 1960 y 1990 unos 300.000 niños fueron robados en España. «Los niños se vendían por el precio de un piso», esgrime.
«Le podría haber tocado a cualquiera. Era una lotería. Ellos jugaban a ser dioses. Titiriteros. Entonces no contaron con la fuerza del ADN, ni con la unión de las redes sociales que nos ha puesto en contacto a tantas personas», explica Soledad que fundó en junio de 2011 la asociación SOS Bebés Robados Madrid.
Soledad lleva cuatro años de búsqueda sin tregua, desde que descubrió que los documentos que guardaba de su fallecimiento estaban llenos de contradicciones. «Cuando peor lo pasé fue cuando escuché el testimonio de un taxista valenciano. Él se llevaba a niños prematuros de Madrid a Valencia en el maletero. En su declaración confesó que un día le dijo al doctor Vela que el prematuro que transportaba era muy pequeño y podía morir. <
«Si mi hijo está en una cuneta, no le encontraré jamás», añade.
Pueblos de la comarca de L’Horta Sud como Catarroja, Silla y Picassent fueron receptores de niños madrileños. Al igual que el municipio de 15.000 habitantes Albal, que fue uno de los principales focos receptores de niños robados procedentes de las maternidades madrileñas.
VOCES
Testimonios como el del taxista de Valencia o la enfermera de la clínica de San Ramón (Madrid) acercan a las madres a sus bebés robados. «Cualquier ayuda es poca, desde el personal de limpieza, el ascensorista o la enfermería. Muchas personal de hospital está declarando con cara distorsionada. Cada pequeño detalle es relevante. Tienen que perder el miedo porque pueden ayudar mucho», suplica Soledad Monzón
Son mujeres que necesitan la verdad. «La duda tortura», confiesa. Y sobre todo apela a los niños adoptados a que busquen sus orígenes. «Yo no pretendo invitar a mi hijo a comer paella todos los domingos, si él no quiere, pero sí que pueda hacerme todas las preguntas que necesite, que conozca sus antecedentes médicos y que sepa que yo no le abandoné nunca. Si me necesita yo aún tengo un puñado de arroz para él», relata.
Y no se cansa de repetir que cualquier persona que tenga entre los 30 y 40 años; sea hijo único, o tenga progenitores muy mayores, contacte con la asociación SOS Niños Robados o ANADIR.
FALSA ALARMA
Estas navidades Soledad creyó haber encontrado a su hijo. Y lo cuenta con la sonrisa en la cara que esos días le devolvió la esperanza. «Pensé que era mi hijo, él depositó el ADN y en la primera prueba coincidimos un 95%», cuenta. «Él tenía un niño pequeño y yo me veía como abuela, me faltó salir de compras», ríe. Pero la segunda prueba, la mitocondrial, le dio negativo.
No ha desfallecido. Durante estos cuatro años se ha entrenado para hacer frente a todo. Y relata algún episodio desagradable que han vivido durante este tiempo: «¿Qué le dices a una madre que en una exhumación encuentra una pierna y no a su hija?». Solo queda animarla porque cabe la posibilidad de que esté viva. «¿O cuando los padres se enteran que el Arzobispado les ha entregado el certificado de aguas de socorro de las criaturas abortivas falsas, después de pagar 20 euros, alegando que lo hacen por su tranquilidad moral?», cuenta.
A Soledad la fuerza no se le resiente. «Otros momentos te llenan de vida. Cuando hay un rencuentro. Aunque no puedes evitar sentir un poco envidia. Cuándo seré yo, piensas», añade.
NUEVA ESPERANZA
Desde que el 19 de abril del Juzgado de Plaza Castilla deMadrid pidiera el historial clínico de su bebé y la apertura de una investigación a la policía judicial para esclarecer los hechos Soledad ha repuesto sus energías. «Antes teníamos ley pero no justicia. Ahora, de momento, vuelvo a creer en la justicia», expresa.
Ella es una de las pocas personas que tiene documentos que le abalan los indicios de delito. La verdad la tiene en un sobre blanco que ahora comparte con la Fiscalía General del Estado. «Ellos tienen una montaña de 30 centímetros con documentos. Dentro de poco me dirán algo», asegura con ilusión.
MANIFESTACIÓN
Y para que se reabran todos los casos archivados el sábado 26 a las 11.00 hay convocada una manifestación que parte de la Fiscalía General del Estado en la calle Fortuny, 4 hasta el Ministerio de Justicia, calle San Bernardo, 45.
«A mí no hay quien me pare», asegura. Pero lamenta que muchas personas permanezcan impasibles ante este hecho. «Hay quienes actúan como si vieran el tiempo. Pero el resto seguimos luchando por la inhabilitación médica, el banco de ADN para toda España y el registro judicial de las personas presuntas, entre otras cosas», explica.
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