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No a la guerra

Fuentes: Rebelión

Se lo dije antes a Bush y tengo que decírselo ahora a los que considero míos, a Chávez y a Correa: ¡¡NO A LA GUERRA!! No deben caer no en la tentación militarista ni en la provocación que Estados Unidos viene preparando desde hace años, como lo demuestra perfectamente que el material miltar que ha […]

Se lo dije antes a Bush y tengo que decírselo ahora a los que considero míos, a Chávez y a Correa: ¡¡NO A LA GUERRA!!

No deben caer no en la tentación militarista ni en la provocación que Estados Unidos viene preparando desde hace años, como lo demuestra perfectamente que el material miltar que ha estado proporcionando a Colombia en los los últimos años, con la excusa de combatir el tráfico de drogas, sea en realidad material para hacer frente a conflictos bélicos de mucha mayor envergadura, el que estaban preparado y que puede estar a punto de estallar.

Y conviene saber lo que es Colombia y su gobierno. Human Rights Watch escribió hace poco lo siguiente en un informe: «Colombia presenta los peores antecedentes de violencia contra sindicalistas en todo el mundo. Según datos de la Escuela Nacional Sindical (ENS), una prestigiosa organización dedicada a estudiar los derechos laborales en Colombia, han sido más de 2.500 los homicidios cometidos desde 1985 y casi 3.500 las amenazas contra sindicalistas desde 1991. Si bien la cantidad de homicidios por año ha variado, durante el gobierno del presidente Álvaro Uribe, la ENS ha documentado más de 400 homicidios y más de 1.300 amenazas contra sindicalistas (…) Menos del 3% de homicidios de sindicalistas han sido esclarecidos. (…)  El gobierno colombiano sostiene que, gracias a un programa de desmovilización que ha implementado, ya no existen grupos paramilitares en Colombia. Sin embargo, la Misión de la Organización de los Estados Americanos (OEA) a cargo de verificar las desmovilizaciones ha identificado 22 grupos ilegales armados, en muchos casos integrados por paramilitares, que reclutan a nuevos integrantes y están participando en actividades como tráfico de drogas, extorsión, homicidios selectivos y desplazamiento forzado de civiles» (Noticias de Human Rights Watch).

También es importante conocer la posición de España para presionar a nuestros dirigentes politicos.

Como recuerda Pascual Serrano, el pasado 23 de enero, con motivo de la presencia de Álvaro Uribe en España, la corresponsal en Madrid del diario colombiano El Tiempo Juanita Samper Ospina, publicaba una información titulada: «España ofrece a Álvaro Uribe defender la soberanía de Colombia en la frontera», refiriéndose a la discusión entre Chávez y Uribe durante los días en que el venezolano gestionaba la liberación de las retenidas por las FARC.

Ahora resulta, sin embargo, que es justamente Colombia quien viola la frontera de otro país soberano y lo que nuestros dirigentes manifiestan no es apoyo al país cuya frontera ha sido violada sino una tibia llamada a  la «calma» y «diplomacia». Actitudes que deben primar pero no para cubrir la responsabilidad de los agresores sino para preservar una paz basada en la justicia y el respeto a los demás.

Lamentablemente, España, como subraya Pascual Serrano, es el segundo país, por detrás de EEUU, en prestar ayuda militar al ejército colombiano: en 2004 la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) denunciaba la decisión del Gobierno español de vender a Colombia carros de combate y obuses valorados en más de seis millones de dólares; y en julio de 2007 Amnistía Internacional denunciaba ventas de armamento español a Colombia, «donde no aparecen datos de guerra, sino material de doble uso, que puede ser utilizado como material de Defensa».

Debemos exigir que los intereses de España en este asunto sean transparentes y contribuyan eficazmente a la paz en la zona porque nada haría más daño a los pueblos de América Latina que una guerra fratricida.

Pero lo realmente grave es que la provocación está en marcha. Se sabe perfectamente quién es Uribe, a qué intereses responde y cual es la voz que obedece. Ahora, los líderes de Venezuela y Ecuador han de saber responderle con inteligencia y mostrar al mundo que su apuesta firme y su lenguaje es la paz y no la guerra, el terror o la violencia.