Junto al Ejército Popular chino en combate contra el invasor japonés, en una casita de campesinos, el 12 de noviembre de 1939 moría Norman Bethune, un médico que había formado parte de las Brigadas Internacionales en España y que era originario de Canadá. Aún faltaban diez años para el triunfo de la revolución. Su vida, […]
Junto al Ejército Popular chino en combate contra el invasor japonés, en una casita de campesinos, el 12 de noviembre de 1939 moría Norman Bethune, un médico que había formado parte de las Brigadas Internacionales en España y que era originario de Canadá. Aún faltaban diez años para el triunfo de la revolución.
Su vida, contada en un arco narrativo que nos tensa y nos pone la vista en lo ejemplar, se recoge en «Bethune en España», editado por Fundación Domingo Malagón y Asociación Foro por la Memoria.
Pero, ¿cómo fue a parar al Ejército del Pueblo Chino en guerra contra el invasor japonés un médico occidental, de una sociedad conservadora, con una concepción del mundo ajena a la solidaridad?
Norman Bethune, empezó a cambiar cuando encontró en el hospital en que trabajaba una de las enfermedades que arrastraba la gran depresión de 1929, la tuberculosis: «La tuberculosis causa más muertes por la falta de dinero que por la falta de resistencia a la enfermedad: el pobre muere porque no puede pagarse la vida». Y emprendió una lucha contra la tuberculosis haciendo primeramente planes en los que debía implicarse el gobierno canadiense. La desatención que halló le empujó fuera de Canadá, y en un Congreso al que acudió en Moscú en 1935 descubrió la medicina como una fuente de vida para los trabajadores. A su vuelta, en Montreal, abril de 1936, ante un grupo de trabajo que había conseguido reunir declaró:»La socialización de la medicina y la abolición o restricción de la práctica privada parece ser la solución realista del problema. Hay que dejar fuera de la medicina el beneficio económico privado, y depurar nuestra profesión del codicioso individualismo. Convirtamos en deshonroso el hecho de enriquecernos a costa de la miseria de nuestros conciudadanos, …redefinamos la ética médica no como un código de convencionalismos profesional entre doctores, sino como un código de moralidad fundamental y de justicia entre la medicina y la gente».
Tal concepción de la medicina le llevaría al Partido Comunista de Canadá. Unos meses más tarde se encontró con que en España los fascistas, siempre amigos de la privatización y la explotación de los trabajadores, habían dado un golpe de Estado, y buscó la manera de entregar su trabajo médico al pueblo antifascista. Antes de venir en defensa de la República creó un Comité de Ayuda a la Democracia Española; la acción llevada a cabo por sus miembros encontró problemas en Canadá, pero consiguieron los medios para trasladarse a España y crear el Instituto Canadiense de Transfusión de Sangre. Llegó a Madrid el 2 de Noviembre de 1936 y dispuso su trabajo en pos de la salvación de cuantas vidas estuviesen en peligro, y los fascistas causaban muchos muertos y heridos, tanto en la línea del frente como entre la población sitiada, asediada y bombardeada que se les resistía, con la colaboración encubierta de Francia e Inglaterra formando parte del Comité de No Intervención.
En el Madrid resistente encontró a los brigadistas internacionales que como él acudían en defensa de la democracia, la República. Para Bethune como para Kolstov, como para todos los demócratas, la guerra contra el fascismo era la guerra de los trabajadores del mundo, era «la revolución de los trabajadores contra la esclavitud económica, intelectual y religiosa,…» Sobre Madrid volaban, escribe Bethune, «doce grandes bombarderos italianos de tres motores bombardearon, no posiciones de importancia militar, sino un barrio pobre de la ciudad, llamado Cuatro Caminos, habitado por gente pobre, que vive en casas de uno o dos pisos, de barro y ladrillo. Las víctimas de la masacre eran casi todas mujeres y niños. ¿Cuál es el objeto de bombardear las humildes viviendas de civiles?, es absolutamente cruel. Esto es asesinato de civiles indefensos. Después de caer las bombas, y se pueden ver caer como grandes peras negras, se produce un estruendo ensordecedor; nubes de polvo y humo de la explosión llenan el aire; costados enteros de las casas caen a la calle; montones de ropas apelotonadas se ven en los adoquines. La sangre empieza a brotar; poco antes eran mujeres y niños con vida».
Bethune y su equipo de internacionalistas tras solventar contradicciones con la dirección de la medicina republicana, se dirigieron con su furgón, donde llevaban el equipo de transfusiones, a Málaga, posición en el límite con los facciosos. Antes de llegar se encontraron en plena carretera con una multitud que huía hacia Almería. Los fascistas entraban en la ciudad. Entonces la actividad de los internacionalistas se centró en el transporte de los niños huérfanos y las personas con más dificultades hasta Almería. Bethune pudo ver a la gente hambrienta, sedienta, herida, que aún así buscaba refugio en la República y cómo era ametrallada y bombardeada, y lo denunció al mundo; habían pasado tres días en ese infierno y escribió lo acontecido y junto a 27 fotografías lo publicó con el título «El crimen de la carretera Málaga-Almería», allí dice: «¿Qué crimen habían cometido estos hombres de la ciudad para ser asesinados de un modo tan sangriento? Su único crimen había sido votar por un Gobierno del pueblo; moderado, paliativo contra la carga aplastante de siglos de codicia del capitalismo, ya ha sucedido en otras ciudades capturadas por ellos. Los hombres de 15 a 60 años serían fusilados sin más trámite. Por eso, dos terceras partes de la población de España se ha concentrado en la mitad del territorio que está amparado por el Gobierno de la República».
Bethune volvió a Canadá con el documental «Corazón de España» y emprendió una campaña de recogida de ayuda para sostener el equipo médico que había dirigido y llevar a cabo la construcción de centros donde acoger a los niños huérfanos españoles. Cuando las dificultades burocráticas le impidieron volver como era su propósito siguió ayudando hasta encontrar en la revolución china la lucha a la que entregar su solidaridad. Reconocido por la revolución china hoy llevan su nombre hospitales, escuelas, parques, … En España la Memoria Histórica Democrática lo acoge con el mayor de los afectos.
En los últimos años se le han venido dando homenajes y haciendo exposiciones para recordar y dar a conocer su labor. En Almayate, pueblo de la carretera de Málaga, un centro de formación sanitaria lleva su nombre, y Málaga tiene en su honor y en el de sus compañeros el «Paseo de los Canadienses».
Antes de emprender su viaje para defender la República española, escribió: «Nací burgués. Quiero morir comunista».
Título:Bethune en España.
Autores: Roderick Stewart. Jesús Majada.
Editado por Fundación Domingo Malagón y Asociación Foro por la Memoria (asociación.foroporlamemoria@
Ramón Pedregal Casanova es autor de «Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios».
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.