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Entrevista a José Luis Martín Ramos sobre "La retaguardia en guerra. Catalunya, 1936-1937" (y III)

«No era inevitable [Mayo de 1937]. Un compromiso político más sincero y efectivo en abril lo habría evitado»

Fuentes: Rebelión

Codirector de la revista de historia L’Avenç entre 1993 y 1999, director del Arxiu d’Història del Socialisme de la Fundació Rafael Campanals y catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad Autónoma de Barcelona, José Luis Martín Ramos se ha especializado en la historia del movimiento obrero, centrando su investigación en los movimientos socialista y comunista […]

Codirector de la revista de historia L’Avenç entre 1993 y 1999, director del Arxiu d’Història del Socialisme de la Fundació Rafael Campanals y catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad Autónoma de Barcelona, José Luis Martín Ramos se ha especializado en la historia del movimiento obrero, centrando su investigación en los movimientos socialista y comunista del siglo XX en Cataluña y España. Coordinó una Historia del socialismo español dirigida por el gran historiador Manuel Tuñón de Lara (JLMR redactó el volumen IV) y publicó también Historia de la Unión General de los Trabajadores (1998 y 2008).

Sobre la historia del PSUC ha publicado hasta el momento, además del libro comentado en esta entrevista, Los orígenes del PSUC en Cataluña, 1930-1936 (1977) y Rojos contra Franco. Historia del PSUC, 1939-1947 (2002). Su publicación más reciente, de 2011, es Ordre públic i violència a Catalunya (1936-1937).

Nuestra conversación se centra en La retaguarda en guerra. Catalunya, 1936-1937 , La retaguardia en guerra , editorial L’Avenç, Barcelona, 2012.

***

Me ha avisado del peligro de los contrafácticos pero no le voy a hacer caso en esta ocasión. Un contrafáctico: ¿pudieron no haber sucedido los hechos de Mayo de 1937? ¿El choque de trenes fue inevitable? Si no se hubiera producido, ¿las cosas hubieran ido de forma muy diferente?

Podían y debían no haber sucedido. No eran inevitables. Un compromiso político más sincero y efectivo en abril lo habría evitado. Ese compromiso era factible. Y podían haberse evitado, incluso con el débil compromiso de abril, si en el momento en que se iniciaron los máximos responsables institucionales hubieran decidido, como les correspondía, intervenir con autoridad. Para mí el acuerdo del Consell de la Generalitat de primeros de mayo, de «levantar su sesión» a la espera de que las tensiones políticas bajaran fueron sencillamente esperpénticas; creo que una decisión diferente, de intervención permanente y en todos los sentidos – negociación y ejercicio de la autoridad, que tenían – podría, haber evitado el enfrentamiento armado, desactivado, antes de que se echaran a la calle, a los grupos que habían tomado la opción de una rebelión, fuera esta para «ir a por todas» o solo para «ir a por algunas»

Acaba su libro señalando que después del 7 de mayo de 1937 Catalunya entró en una nueva etapa política. ¿Qué caracteriza y singulariza esa nueva etapa?

Déjame que eso lo explique con detalle en el segundo libro.

La ciudadanía no organizada, la menos politizada si la expresión vale, ¿apoyó en general la resistencia republicana o lo que deseaban es que la guerra finalizase fuera como fuese?

Esa ciudadanía, aceptando los términos en lo que lo planteas – pero no haciendo comparaciones con la actualidad, la cultura y la movilización política de la época era superior a la actual – evolucionó con el tiempo. Por un lado, no hay que perder de vista que en la Cataluña de tres millones de la época, un tercio -no exactamente aritmético – se identificaba con los rebeldes o no se identificaba con la república. Muchos de ellos eran creadores de opinión, por su profesión o por su posición social. En los primeros meses, hubo un apoyo mayoritario a la guerra, pero condicionado; para mi es relevante el agotamiento de la movilización de voluntarios para el frente y la resistencia a las levas. Cuando la guerra alcanzó directamente a Cataluña, con las movilizaciones forzadas de levas, bombardeos, «retorno de ataúdes» del frente, carestía de productos básicos en las ciudades,….fue creciendo lo que ahora diríamos «desafección» a la guerra. Luego muchos, dirigentes republicanos incluso, llegaron a la conclusión de que no tenía sentido resistir. Si así lo pensaron, y lo dijeron, esos dirigentes,¿qué había de pensar la ciudadanía? La derrota final se produce en un clima de desmoralización y desmovilización, muy profundas.

Le digo seis nombres de aquellos años. Le pido un comentario breve, diez líneas como máximo: Joan Comorera .

Espero que no sean diez líneas por personaje. Comorera fue, para mí, excelente en el análisis político, pero no tanto en las formas del ejercicio del liderazgo que pretendía. Representó la respuesta política más acertada, desde los intereses de las clases populares, a la guerra; no obstante su aspiración, legítima, a liderar no sólo el PSUC sino Cataluña, en ocasiones se vio empañada por las formas de sus comportamientos e intervenciones públicas. A lo largo de su actuación política estuvo algo sobrado de soberbia. Para haber sido un mejor líder habría necesitado una mayor capacidad de atracción, de empatía, personal. No bastaba con atrincherarse en la justeza de su política. Y ya en la posguerra dejó caer, de manera excesivamente fácil, a sus colaboradores más directos – Victor Colomer, Serra Pamies y otros – en aras de los compromisos que le mantuvieron al frente de la secretaria general del partido.

Sigo por Josep Tarradellas, que adquiere un gran papel en su libro.

Un personaje extraordinariamente poliédrico. Él mismo lo reconoció, con sorna, cuando dijo de sí mismo que era, ante todo, «tarradellista». Creo que, por razones más ideológicas que políticas, se equivocó al querer basar la política de la Generalitat en un juego de equilibrios en el que la pieza básica era la alianza con la CNT, para contrarrestar al PSUC. Tuvo un cierto síndrome de converso en esa relación con los anarquistas, a los que descubrió «de cerca» en el Comité de Milicias. Como Conseller Primer no se puede obviar su responsabilidad política en la crisis de la unidad antifascista en 1937. Después de mayo de 1937 siguió empeñado, todavía más en apoyarse en CNT para impedir el avance del PSUC; un juego instrumental que no tenía base en coincidencias programáticas con la CNT. Quiero reconocerle, no obstante, al igual que Lluís Companys, que nunca desertó ni abandonó antes de hora que se mantuvo en sus responsabilidades hasta que pasó la frontera tras la caída de Cataluña; no se puede decir lo mismo de todos los republicanos.

Cambio de tercio: Federica Montseny. ¿Fue la anarcosindicalista o anarquista más relevante?

En absoluto. Ha sido la más publicitada a posteriori. Pero en la época «la nena», como la conocían por ser la hija de Federico Urales, no era el personaje más popular dentro del mundo anarquista; en una conferencia en Barcelona, a comienzos de 1937, se llevó una buena pitada de sus correligionarios. Tenía un gran empuje personal, no siempre bien recibido, pero era de ideas bastante confusas; a veces por su manera de exponerlas, con muchos supuestos y muchas restricciones mentales. Sus memorias son absolutamente decepcionantes, en todos los sentidos. No tenía ni el sentido político de García Oliver, ni la capacidad de reflexión intelectual de Abad de Santillán.

Le hablo de un maestro revolucionario que hablaba ruso: Andreu Nin. ¿Quién le asesinó? ¿Estuvo implicado en ello el PSUC?

Y como hablaba ruso fue un buen traductor. Creo que su aportación intelectual está magnificada y la política fue claramente negativa cuando tuvo que asumir la dirección del POUM. Está claro quién lo asesinó y sobre todo por orden de quién. Sin embargo no hay ninguna documentación que implique al PSUC como tal en el secuestro y asesinato. Fue obra de la NKVD. Lo que si pudiera ser, pero también se ha podido acceder a la documentación que lo pudiera descartar o confirmar, es que algún miembro del PSUC reclutado como agente de la NKVD tuviera alguna participación. No obstante esa colaboración no habría sido necesaria; por la trayectoria del secuestro si hay que pensar en agentes españoles de la NKVD pienso que habría que buscarlos más bien en el ámbito del PCE e incluso del PSOE.

Sigo con su compañero de partido: Joaquín Maurín. ¿Ha sido, en su opinión, uno de los grandes marxistas españoles?

Desde luego mucho mejor analizador y dirigente político que Nin. Es una de las figuras capitales del movimiento obrero catalán en los años veinte y treinta. Habría merecido ser el secretario general del Partido Comunista de España en 1930, como estoy convencido de que él quería; pero ese fue uno de los errores del Comité Ejecutivo de la Internacional, preferir al mediocre Bullejos, con todos los respetos a la persona pero no a su actuación política. De todas maneras yo eso de «grandes» lo reservaría a los militantes y a algunos intelectuales que sí aportaron reflexiones personales al marxismo. No puedo evitar, en fin, tener en cuenta su evolución final después de acabada la guerra. Su distanciamiento ecléctico del POUM y su renuncia a intervenir, con la responsabilidad dirigente que tenía, en el conflicto interno. La decisión de su alejamiento de la política.

Finalizo con un presidente asesinado por el fascismo español: Lluís Companys .

El presidente olvidado. Laminado entre la veneración a Prat de la Riba y a Maciá. Tuvo la gran habilidad política de atraer a las organizaciones obreras a un pacto y representó, popularmente, la resistencia al fascismo. Por eso nadie, ni sus rivales políticos internos, se atrevieron nunca, durante la guerra, a ponerlo públicamente en cuestión. Y fue ratificado, de manera absolutamente excepcional, como Presidente de la Generalitat, cuando finalizaba su mandato a finales de 1937, con el apoyo de todas, absolutamente todas, las organizaciones antifascistas. Algún mérito debió tener. Eso para mi es lo principal. Luego habría de considerar una línea crítica hacia su concepción excesivamente maniobrera de la política. Y no tengo muy claro -o no puedo demostrar mis intuiciones- su papel en los tejemanejes «mediacionistas de búsquedas, inútiles por otra parte, de salidas negociadas a la guerra. A pesar de todo, creo que es una pequeña malicia decir que su muerte lo honró finalmente; tiene muchos más motivos para ser honrado.

Le he engañado, eran siete. El último: Palmiro Togliatti

Su mayor problema es haber tenido que compartir el podio con Gramsci. Está claro que no alcanzó la profundidad de análisis y elaboración teórica que Gramsci. Dicho esto, para mí es la segunda figura después de su compañero de partido del comunismo europeo, rusos y soviéticos aparte. Le tocó lidiar con la más fea, mantener una cierta coherencia personal a pesar del triunfo del estalinismo, al que se adaptó más que se sometió. Y con ello asumió todas las contradicciones y se quedó en una posición en que luces y sombras son difíciles de separar. Tiene una buena biografía, la de Aldo Agosti, que lleva un subtítulo significativo «Un uomo da frontiera». Lamentablemente no está traducida al castellano, y así nos va el pelo tirando de bibliografía secundaria sobre uno de los personajes más importantes de la historia italiana y europea de los veinte a los sesenta. Las sombras, lo que calló sobre la represión estalinista. De las luces quiero destacar tres, que no son estrictamente italianas: sus «lecciones sobre el fascismo» que innovaron la interpretación al respecto de la Internacional Comunista en 1934-1935; su relectura del Frente Popular que inicialmente fue una propuesta defensiva como una opción estratégica, ofensiva y que maduró en respuesta a la guerra de España; su postulación del policentrismo y de un debate abierto en el movimiento, sin dominaciones de estado – de los que fueran – a raíz del enfrentamiento chino-soviético. Perdón, creo que son más de diez líneas.

Una pregunta más relacionada con lo anterior ¿qué político de aquellos años tiene más interés para usted por el motivo que sea?

No puedo quedarme con uno. Pero si se quiere, por su propia figura, por lo que representa, por lo que se movió a su alrededor y por cómo respondió, Lluís Companys, su biografía no podría ser otra cosa que la biografía de la Cataluña popular.

Por lo que he podido intuir a usted no le habrá entusiasmado «Tierra y libertad» de Loach. ¿Me equivoco? ¿Dígame alguna película sobre la guerra civil española, mirada desde Catalunya, que le haya llamado la atención o haya superado su punto de vista crítico?

¿Entusiasmado? Me parece deleznable y lamento que la haya hecho. He leído recientemente a Carlos Boyero que Loach es un director de cine excelente cuando hace películas «costumbristas», como la última, pero pierde mucho cuando se mete en hacer cine explícitamente político. Lo suscribo. El guión es una ensalada de tópicos, los personaje no son creíbles. En fin, propaganda de la mala. En cuanto a la petición sobre una política sobre la guerra civil mirada desde Cataluña que me haya llamado la atención, lo siento todavía tengo esperanzas de verla.

Permítame una pregunta metodológica para ir finalizando: alguien podría señalar que usted, como todo buen hijo de buen vecino, tiene un esquema ideológico y esa cosmovisión sobre la guerra civil tiene en el PSUC un lugar armonioso y en otras fuerzas políticas nudos de desorden y caos. Mira el período, y como parte de esa preconcepción, encuentra lo que ya pensaba: racionalidad en unos, caos y barbaridades en los otros. Pero no porque la investigación le lleva a ello sino porque su teoría previa le conduce a ese lugar asentado previamente. En síntesis: ve lo que su teoría previa le permite ver. Ni más ni menos. ¿Se quiere defender de esta crítica de apriorismo y mal empirismo?

No creo haber dado una visión «armoniosa» del PSUC; me parece que he señalado algunos errores tácticos importantes – la crisis de diciembre; algunas formas de su confrontación con los anarquistas -. Quizás pueda parecer armoniosa en comparación con la imagen satanizada que prevalece. Por otra parte, no escondo ni mis orientaciones ideológicas – incluso las confusiones que en ellas mantengo – ni pretendo hacer historia neutra. Ni creo en la historia neutra. No es cierto que parta de una preconcepción y que luego encuentre lo que busco. Si se me lee toda mi obra se encontrarán no pocas rectificaciones; las he hecho a golpe de archivo y de madurar análisis. Un ejemplo, lo que escribí sobre Tarradellas en el número 300 de L’Avenç y lo que, por el momento, he acabado escribiendo sobre él en el libro; hay un cambio en términos de valoración más matizada, incluso más positiva – intentando entenderlo – del personaje. Dicho eso, si que pienso que quien ve no son los ojos, sino la mente y la mente son ideas; son las ideas las que ven y no simplemente un aparato mecánico de percepción visual. La crítica hay que hacerla a quienes pretenden que ven la verdad y ésta no está contaminada por ideas. No querría exagerar la reflexión hasta convertirme en un seguidor de Berkeley. Y en cuanto a la empiria, creo que hay un buen trabajo empírico en mi libro.

¿Cuándo estará en librerías la segunda parte que creo que ya está contratada por la editorial L’Avenç, la editora de su libro?

Todavía no está contratada por nadie; aunque haya un compromiso personal por mi parte y una consideración verbal por la otra. Si todo va como yo ahora deseo puede ser que el libro, editado por L’Avenç, esté disponible en 2013, a finales de ese año.

Le pido un poco de inmodestia para acabar: ¿su libro será un clásico sobre nuestra guerra civil?

Los clásicos acostumbran a estar muertos. Querría tener todavía el tiempo suficiente para seguir añadiendo cosas y rectificándome si es preciso. Lo que si me gustaría es que fuera considerado como una aportación que ha valido la pena.

¿ Quiere añadir algo más?

La «entrevista» ha sido tan extensa que por ahora ya no se me ocurre nada más. Podemos quedar emplazados para finales de 2013 y comentar el conjunto del trabajo.

De acuerdo. Acepto el reto y tomo nota de la fecha: finales de 2012. Muchas gracias.

Nota edición:

[*] La primera y segunda partes de esta entrevista han sido publicada en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=150609 y en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=151002

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.