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No es solo un Cara al Sol, son 47 años de desmemoria

Fuentes: El Salto [Foto: Rodolfo Martín Villa comenzó su carrera política en el SEU y fue una de las figuras destacadas del Movimiento Nacional en el tardofranquismo]

Sin una política pública de memoria, verdad y justicia, y sin un Estado que se haga responsable de promover las investigaciones y los procesos de memoria para dar reparación (aunque sea 47 años más tarde) a las víctimas de la dictadura y a sus familias, seguiremos presenciando como el fascismo avanza, a pesar de que la dictadura cada vez sea más lejana.

A raíz del vídeo difundido en redes sociales de Jaime Celada —concejal del PP, edil y exalcalde de Cabanillas del Campo— con la mano en alto y cantando el himno falangista como una muestra más de la normalización de la impunidad contra los símbolos franquistas y la apelación al dictador, cabe replantearse estructuralmente de qué forma incidir y apelar a la construcción de nuestra memoria histórica con continuidad. Por un lado, de forma que vaya más allá de políticas circunstanciales y excepcionales, por otro lado, en aras de generar una política pública de Estado que termine con la impunidad del franquismo y neofranquismo, y se construya una política estatal de memoria histórica que llegue a la sociedad.

La memoria es la historia de los pueblos. Como explica la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) las víctimas del franquismo llevan sin justicia desde hace 47 años. No hay historia sin memoria, verdad y justicia. Sin duda, a la hora de buscar explicaciones a la continuidad del franquismo, de las demostraciones de la simbología y las manifestaciones que cada año se producen en el aniversario de la muerte de Franco (y más) nos encontramos con la falta de una política pública estatal que, por un lado, incida transversalmente en la construcción de la memoria popular del pueblo, en lo educativo, académico, social, institucional y político; y por otro lado, que genere una política sólida de memoria, verdad, justicia, reparación e investigación de los más de 100.000 desaparecidos en España.

El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla es una frase histórica que explica la impunidad y la normalización del franquismo en España, y que a día de hoy, se normalicen y repitan sucesos como el del concejal o las manifestaciones con símbolos franquistas, que no son hechos aislados, sino la continuidad de un proceso histórico de silencio, olvido y desmemoria.

Y es que, sin una política pública de memoria, verdad y justicia, y sin un Estado que se haga responsable de promover las investigaciones y los procesos de memoria para dar reparación (aunque sea 47 años más tarde) a las víctimas de la dictadura y a sus familias, seguiremos presenciando como el fascismo avanza, a pesar de que la dictadura cada vez sea más lejana.

47 años. Los años transcurren, y tras la agonía y muerte de un pueblo que fue silenciado y obligado a vivir callado, la sociedad ha de rescatar su voz para reconstruir, hablar, y reparar la memoria popular, y para que jamás se repita. Esto pasa por algunos ámbitos que creo importantes, y que he descrito antes. El primero, generar una política educativa acorde, centrada en nuestra historia, y que profundice mucho más, desde que les jóvenes empiezan en la escuela, en el franquismo, la dictadura, y de qué forma esto continúa a día de hoy, con la persistencia del fascismo y el auge de las extremas derechas, y en España, por no haberse realizado el proceso de memoria, verdad y justicia, de juicio a los genocidas, y de reparación de las víctimas, que prosiguen sin justicia a día de hoy. Esto ha de expandirse necesariamente a nivel institucional, y promover políticas de memoria, verdad y justicia que se trasladen a nivel estatal, autonómico y municipal, generando instancias en las que el pueblo comparta y aprenda de su memoria.

Argentina y Chile: luz para el proceso

Un ejemplo histórico y de aprendizaje han de ser los procesos de memoria verdad y justicia de Argentina y Chile, entre otros en el mundo, que han hecho grandes esfuerzos por rescatar la memoria del pueblo y no dejar que se olvide jamás, para evitar su repetición. Ambos países cuentan con museos de memoria que explican y generan conocimiento sobre las últimas dictaduras militares y los procesos de memoria en el país. En el caso de la Argentina, el Museo de Memoria ESMA (ex Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio: Escuela Mecánica de la Armada) evidencia del accionar del terrorismo de Estado y prueba judicial en las causas por crímenes de lesa humanidad en Argentina, y como explica el ESMA en su página web, “su misión es contribuir a conocer, vivenciar y comprender las violaciones a los derechos humanos cometidas por el Estado argentino, propiciando un diálogo intra e inter-generacional en el presente y hacia el futuro”. A día de hoy, los juicios por crímenes de lesa humanidad continúan en la Argentina, y entre otras organizaciones de derechos humanos, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) es una de las que participa desde el inicio de los procesos de memoria en la Argentina como querellante y acompaña a familiares en la búsqueda de memoria, verdad y justicia.

En la Argentina, la memoria está más viva que nunca, y esto ha sido gracias al esfuerzo de organizaciones como Abuelas de Plaza de Mayo, Madres, Hijos, y ahora, Nietes —que continúa el legado histórico de la memoria— por preservar la memoria, buscar y exigir memoria, verdad y justicia por los desaparecidos y sus familiares, desde los años más crueles de la dictadura, hasta el día de hoy, en que siguen recuperándose nietos, como el 131 y 132, restituidos en el último mes por Abuelas de Plaza de Mayo.

En Chile, el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, inaugurado en 2010 y hoy, a 50 años del golpe de Estado al ex presidente Salvador Allende, está destinado a “dar visibilidad a las violaciones de derechos humanos cometidas por el Estado de Chile entre 1973 y 1990, a dignificar a las víctimas y a sus familias, y a estimular la reflexión y el debate sobre la importancia del respeto y la tolerancia, para que estos hechos nunca más se repitan”. Así, el Museo explica el proceso del golpe de Estado, la represión de los años siguientes, la resistencia, el exilio, la solidaridad internacional con el pueblo chileno y la defensa de los derechos humanos.

Los grandes esfuerzos de las organizaciones de derechos humanos en Chile y en Argentina incidieron y promovieron una simbiosis entre las demandas populares de memoria, verdad y justicia, y un impulso a nivel público y estatal para favorecer los procesos de memoria. Si bien, en ambos países —con sus diferencias y complejidades, que no podemos abarcar en este artículo— a día de hoy existe una gran preocupación por el ascenso de la extrema derecha (que rescatan ideas negacionistas sobre las dictaduras) y los esfuerzos por la preservación de los derechos y las políticas de memoria son constantes, sí se han generado procesos de memoria y existen estructuras, no solo sociales, sino estatales e institucionales que dan a conocer la historia de los pueblos, y en todo caso, que hacen que esa memoria sea una huella presente e imborrable, que se repite para no olvidar e impedir que vuelva a suceder.

La memoria es de los pueblos, y es el pueblo quién la impulsa, y de ahí los esfuerzos históricos y esenciales para nuestra historia de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) por demandar memoria, verdad y justicia para las víctimas del franquismo y sus familias. No obstante, como rescatamos del caso argentino y chileno, no es sino con una política integral, estructurada, coordinada y continuada del Estado, puesto que el Estado es el que tiene la responsabilidad, que incida en todos los ámbitos de la sociedad, como se logrará construir una política de Estado que repare a las víctimas, y a la par, genere políticas de memoria, verdad y justicia que lleguen a toda la sociedad española. El Estado ha de impulsar necesariamente los procesos de memoria, generar los marcos para implementar políticas de memoria a nivel estatal, investigar las desapariciones, generar políticas educativas y culturales para promover el conocimiento de nuestra historia, e igualmente, terminar con la normalización y la impunidad de las apologías al franquismo.

Las víctimas del franquismo y sus familiares llevan 47 años exigiendo justicia por los crímenes de la dictadura. Los años pasan y es urgente construir los marcos para un proceso de memoria estructural y transversal, a fin de generar reparación, justicia y verdad, y de que que la sociedad española no olvide su pasado. Evitemos que se repita, denunciemos, militemos por la memoria, verdad y justicia, movilicémonos, exijamos un proceso de memoria a nivel estatal, y no permitamos que el franquismo y el fascismo sean impunes y se normalicen en España, con las formas y la simbología de hace 47 años, o con las de ahora.

No es solo un cara al sol. El cara al sol y las manifestaciones que anualmente reivindican a Franco en diferentes puntos del Estado, son la representación y la muestra de que el franquismo sigue vivo a día de hoy en España, y de que el fascismo avanza y se normaliza. Son la consecuencia directa de la impunidad de la que gozan las apologías al ex dictador y la normalización de los discursos fascistas. No son acontecimientos aislados, y de ninguna forma, podemos alcanzar a comtemplarlos como tales, puesto que se trata de una política estructurada de olvido, negación y desmemoria de nuestra historia. No es solamente un cara al sol, son 47 años de desmemoria, silencio y falta de promoción de políticas de memoria, verdad y justicia.

Todavía tenemos tiempo para construir la memoria del pueblo, de reparar, y dar justicia para las víctimas y sus familiares del franquismo. Exijamos justicia, verdad y reparación, apoyemos a la ARMH, reconociendo su inmenso trabajo, y trabajemos por construir la memoria del pueblo y transmitirla, y no olvidar nunca lo que sucedió.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/opinion/no-es-solo-un-cara-al-sol-son-47-anos-desmemoria